domingo, 30 de diciembre de 2018

“Trump y Venezuela”

Desde la muy convulsionada Venezuela, observamos al detalle cómo transcurre la presidencia de Donald Trump, ya que el mandatario estadounidense entró en el segundo tramo de su gobierno. A partir de aquí, definitivamente se juega la posible reelección en 2020, para la cual ya empezó a hacer campaña de forma no tan velada.

Y por supuesto, nos preguntamos cuáles serán sus acciones de cara a Venezuela en este año 2019 que está por empezar y que es decisivo para alcanzar su ansiado segundo mandato.

Las hipótesis y las especulaciones están en el aire; pero lo cierto es que, para empezar, tiene un muy complejo panorama interno que atender. Y eso, para cualquier político con dos dedos de frente es prioritario. Veamos el tamaño de la lista de asuntos pendientes al imaginarnos una nación de cincuenta estados y más de trescientos veinte millones de habitantes.

Recordemos para empezar, que acaban de suceder las muy importantes elecciones de medio término, que renuevan al poder legislativo a mitad de los mandatos presidenciales en Estados Unidos. Y como suele suceder, el partido de gobierno pierde cuotas de poder por el desgaste de sus dos primeros años, por desencantos y expectativas que no se cumplieron.

Si bien el trumpismo mantiene el control de la Cámara Alta del Congreso bicameral, la Cámara Baja pasó a tener una mayoría opositora. Esto se puede interpretar como un ligero “tirón de orejas” del electorado al primer magistrado. Aún confían en él, pero la luna de miel ya pasó. Ahora exigirán más resultados y no hay cheques en blanco. Si en este segundo tramo de dos años de su mandato se sigue desgastando la percepción positiva, podría haber reveses en el año 2020.

De cara a esta realidad, los servicios noticiosos de la Voz de América (VOA) predicen que “el año que viene, sin un control completo de los republicanos del Congreso, y con un ojo en llegar a la campaña de reelección, Trump podría estar más interesado en llegar a algunos acuerdos con los demócratas”. Sería toda una novedad para el empresario acostumbrado a hacer su voluntad; pero también será un aprendizaje de oro en su carrera política. Porque de eso se trata: de respetar, negociar y convivir.

Sin embargo, revisando los escenarios posibles, existen percepciones más turbulentas. ¿Podría la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, intentar poner en marcha un juicio de destitución del presidente estadounidense, basándose en los hallazgos del investigador especial Robert Mueller?

"Creo que es más bien probable que ese procedimiento sí se lleve a cabo", predice Allan Lichtman, politólogo de la American University en Washington, citado por los servicios noticiosos alemanes Deutsche Welle (DW).

En segundo lugar, la lista de asuntos externos es también nutrida. Sin duda, va a tener que jerarquizar y apuntar -por supuesto- a los que refuercen su objetivo de la reelección. Más de uno va a quedar rezagado, esa es la verdad.

Sin embargo, también hay algo cierto: como bien dicen los especialistas en encuestas, la popularidad jamás es una foto fija, se mueve hacia arriba o hacia abajo permanentemente.

Dependiendo de esos movimientos, la administración Trump podría priorizar algunos asuntos y dejar engavetados otros, a discreción y según sus asesores piensen que traen beneficios o perjuicios. ¿Será Venezuela una ficha en ese tablero?

"Trump es un gran protagonista de la actualidad, y nos queda para rato. Sus desafíos serán la economía y la Cámara de Representantes", explicó en el analista internacional John Müller al sitio web “Pauta”, sobre la segunda mitad del mandato del actual presidente de Estados Unidos.

Müller considera que Vladimir Putin, los líderes europeos y Kim Jong-Un han protagonizado reuniones con el gobernante norteamericano con dispares resultados. "Trump le dio un gusto al líder norcoeano al reunirse con él y darle una relevancia internacional que muy poca gente tiene. Lo mismo no puede decirse de Putin", añadió.

Rusia considera "muy necesaria" la celebración en 2019 de una reunión entre los presidentes ruso, Vladímir Putin, y estadounidense, Donald Trump, tras la cancelación de las dos citas previstas en los últimos meses.

"Consideramos y seguimos considerando que es necesario un contacto con formato amplio, agenda fija y participación de delegaciones de ambos países", dijo Serguéi Riabkov, viceministro de Exteriores ruso, a la agencia oficial RIA Nóvosti. Una relación con altibajos, entre una supuesta simpatía personal entre ambos mandatarios, minada por los complejos intereses encontrados de sus respectivas naciones.

¿Y Venezuela? Por ahora no aparece en las agendas prioritarias. Sin embargo y de un momento a otro, todo puede cambiar. Así es la política internacional.

David Uzcátegui
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viernes, 21 de diciembre de 2018

¿Montaña rusa o ruleta rusa?

El año que temina ha desafiado la capacidad de asombro de los venezolanos ante las inéditas situaciones que hemos presenciado en nuestro país. Especificamente en lo económico, hemos llegado a cosas jamás imaginadas cuando de adversidades se trata.

Sin duda hay que comenzar hablando de la reconversión monetaria, la segunda en una década, que lamentablemente cumplió con los más nefastos presagios.

Alguna vez dijimos que la medida en sí era correcta, de cara a los montos inmanejables de dinero que había que gastar para comprar los más elementales recursos de subsistencia.  Había que convertir esas cantidades insólitas en montos manejables.

Pero también dijimos que, si no se saneaban numerosos aspectos errados del manejo económico nacional, la nueva moneda sería sal y agua en meses. En realidad, sucedió a velocidad de montaña rusa.

Demás está decir que a estas alturas del partido, la ciudadanía ha perdido la confianza en bolívar soberano, el nuevo signo monetario; tanto o más que en su predecesor, el ya fallecido bolívar fuerte.

Y por si fuera poco, ya tampoco se consigue a alguien que crea en la capacidad de quienes administran actualmente nuestra nación, para conjurar la crisis y colocarnos nuevamente en la senda del añorado crecimiento.

El Fondo Monetario Internacional, organización financiera de referencia mundial,  ya no prevé una caída del Producto Interno Bruto de Venezuela del 15%, como hace medio año, sino del 18%. Y otra del 5% para 2019; y otra del 1,5% para 2020.

Sabemos que las cifras emitidas por ese organismo no suelen ser del agrado de quienes hoy ostentan el poder. Y se podrán hacer muchas críticas a esa institución, algunas acertadas, otras no tanto. Pero lo cierto es que sus mediciones referenciales son de aceptación mundial y difícilmente refutables.

De hecho, el Banco Central de Venezuela había dejado de publicar los índices referenciales en una cantidad de asuntos en los cuales debe hacerlo. No sabemos si esta actitud se debió a lo inmanejable de las cifras o a que era mejor no hacer públicos unos números tan sombríos.

Sin embargo, ante la presión internacional, las cifras reaparecieron. Y superan los peores temores. Efectivamente, es el mismo BCV quien reconoció, el pasado mes de noviembre, una contracción del 17% para este año en nuestra economía.

Y lo hizo porque no podía permitir que la falta de información sobre nuestras finanzas cerrara las líneas de crédito a la nación, en momentos en los cuales al gobierno le urge mantener abiertas todas las fuentes de financiamiento, ante los crecientes reveses de nuestra economía.

En el mismo informe, las cifras oficiales del BCV ubican la inflación al cierre de 2017 en 860%, una cifra conservadora, si se considera que el pronóstico del FMI la contabilizó en 2.818%, y la agencia de información financiera Bloomberg proyectó un 1.718%. 

Sea cual sea la cifra que tomemos como cierta, quedamos del mismo modo en el limbo de las espirales inflacionarias más notables de la historia y cumplimos con el dudoso honor de estar entre las cifras de inflación más altas del siglo XXI, cuando el fenómeno parecía estar cada vez más relegado a la centuria pasada, producto de guerras y de pésimos manejos económicos que se han superado con estudio y conocimiento, y que cada vez son menos frecuentes en el planeta.

Como dato adicional, el organismo señala que la inflación cerrará en 1.370.000% este año, pese a que ellos mismos habían calculado en julio que sería de un millón por ciento.

Para poner la guinda a la torta, el FMI, en su informe de perspectivas económicas globales que se difundió recientemente, indica que prevé que Venezuela tendrá en 2019 una inflación de 10.000.000% con una reducción del producto interno bruto de un 5% y proyecta que la economía caerá en un 18%.

Agregan que “Se espera que la hiperinflación de Venezuela empeore rápidamente, impulsada por el financiamiento monetario de grandes déficits fiscales y la pérdida de confianza en la moneda", según reseña la agencia de noticias española EFE.

Sin embargo, mucha gente dice que para qué sirven estas cifras, que no se sienten reflejados en ellas. Y tienen su buena parte de razón. Las urgencias, las carencias, las necesidades y las frustraciones no se pueden pintar en números.

En lo que sí coinciden cifras y sentimientos, es en la grandilocuencia. Los números son absurdamente altos, como también lo es la rabia y la impotencia ante la inacción de quienes ocupan puestos de poder, cuyo deber es sacar a la nación de este agujero sin fondo, de esta ruleta rusa en la cual sabemos que cada decisión errónea en materia económica puede traer la detonación fatal contra cualquier posibilidad de salir adelante y hundirnos en abismos mucho peores.

David Uzcátegui
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viernes, 7 de diciembre de 2018

“Ahora le tocó a México”

Entre las naciones de nuestra región latinoamericana que han cambiado recientemente de gobierno a través de procesos electorales democráticos y pacíficos, le acaba de tocar a México.

La nación azteca vio días atrás, la toma de posesión -o de “protesto”, como ellos la denominan- de un nuevo mandatario, esta vez se trata del controversial Andrés Manuel López Obrador.

Y es que todo lo que ha rodeado al presidente en funciones, ha sido objeto de diatribas, no solamente en la opinión pública mexicana, sino en la internacional.

López Obrador ha sido señalado de escorarse demasiado hacia la izquierda, así como de mantener vínculos amistosos y de afinidad ideológica con colegas que han implementado gobiernos populistas y de absoluta inviabilidad económica, lo cual hace temer sobre la posible dirección de su desempeño al mando de la primera magistratura mexicana.

La reconocida periodista y bloguera cubana Yoani Sánchez, presenció en la población de Juchitán de Zaragoza, uno de sus discursos y esto es lo que recoge en sus impresiones, publicadas en un artículo de su autoría:

“Curtida en la oratoria de los populistas, aquel día me pareció encontrar en su alocución los manidos giros del lenguaje usados para buscar el aplauso y obtener de los convocados una respuesta más devota que reflexiva. Recuerdo haberle oído decir que construiría ‘carreteras de concreto’ y que haría de la zona un ‘parque industrial’. Habló de dar empleo a todos, de elevar los salarios y de acabar con la pobreza de la zona”.

Y agrega: “Sentí que había estado frente a una representación teatral, calculada pero torpe, una escenificación profesional que a mis oídos de ciudadana nacida y crecida en un autoritarismo le sonaba conocida y peligrosa”.

No es para nada desconocida la antigua y muy utilizada técnica de decirle a los electores lo que quieren escuchar. Y para los cultores de esta manera de hacer campaña electoral, mientras más, mejor.

Parece haber sido el caso de AMLO (como se conoce popularmente al presidente en México, por sus iniciales), quien se ha vendido a sí mismo como la solución a todos los males de la nación, que ciertamente no son pocos.

Y eso es lo que inquieta. Que, ante un callejón sin salida, la ciudadanía se decante por un cambio, sin calibrar muy bien los parámetros del mismo. Que a fuerza de tanto querer creer, termine creyendo en lo increíble. O, como un chiste cruel que ha circulado recientemente en las redes sociales: que la cigarra, movida por su odio hacia la hormiga, vote por el insecticida. Y este las extermine a ambas.

Afirmar que este es el caso mexicano sería precipitado, aunque las señales tampoco dejan de ser inquietantes. Un país asediado por la corrupción, la violencia y las desigualdades, sin duda se decanta por el voto castigo, una de las características de las más recientes elecciones mexicanas.

Y se trata también de un caldo de cultivo para imaginar soluciones drásticas en manos de una sola persona, a quien se le confiere una serie de características que con poca probabilidad se puedan reunir en un solo ser humano.

Por la otra parte, no falta quien quiera surfearse la ola de semejante tormenta perfecta, vendiéndose a sí mismo como el hombre indicado para el momento histórico. Y AMLO es, sin duda, un político veterano y astuto.

Pero hay quien nos ataja y nos dice que no nos precipitemos. Y quienes nos alegan en este sentido, prefieren apostar a que justamente, por su complejidad histórica, social, cultural y política, México es un país menos fácil de controlar con esos libretos elaborados.

El mexicano, curtido en una historia difícil, puede estar dispuesto a confiar; pero será un juez riguroso si detecta un desvío de las maneras democráticas.

Y López Obrador también ha ejercido previamente cargos de elección popular, de los cuales ha salido medianamente bien librado. Sin destellos de excelencia, pero también sin haber cometido excesos lo suficientemente escandalosos como para cortar su propio camino hacia la oficina presidencial de Los Pinos, en el cual se ha empeñado desde siempre, al punto de limpiarse el polvo de sus anteriores derrotas electorales en comicios a la presidencia y sencillamente seguir adelante.

Un gesto que tranquiliza es el saludo con el presidente estadounidense, Donald Trump, en un momento cuando la crisis migratoria hierve, y cuando Trump ha reincidido en sus deseos de levantar un muro limítrofe, algo que muchos ven alejarse tras el triunfo de sus opositores en la cámara baja del Congreso.

Lo prudente será darle tiempo al tiempo, porque también se da el caso de mandatarios que llegan al poder sobre discursos altisonantes y bajan el tono ante el cable a tierra de la realidad. ¿Será este el caso de AMLO?

David Uzcátegui
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viernes, 30 de noviembre de 2018

“Defendamos Baruta”

Cuando el país se prepara para una nueva cita electoral para el próximo domingo 9 de diciembre, el clima de la opinión pública nacional se está caldeando por donde menos debería ser. Se trata de la diatriba entre quienes convocan a acudir a la cita comicial y quienes, por una u otra razón, llaman a no asistir.

Y decimos que esta es la discusión que menos debería ocuparnos, porque para quienes tenemos un compromiso con la defensa de la democracia, no podemos vernos como enemigos, más bien, son otros los favorecidos que esta discusión se presente.

Podemos entender buena parte de la argumentación de quienes alegan que es mejor quedarse en casa, somos solidarios en la petición de mejores condiciones electorales que nos permitan enfrentar venideros comicios.

Ahora bien, la pasividad jamás traerá cambios. La acción puede tener diversas consecuencias y resultados, pero de una manera u otra, estamos empujando hacia adelante. Y, probablemente, entre ese cúmulo de consecuencias, puede estar la que nos haga avanzar un paso hacia adelante hacia nuestros objetivos.

Es inquietante pero entendible ver cómo algunas personas sienten que el voto es una acción vacía de significados y que puede no llevar a resultado alguno. Siempre hemos considerado el voto como un testimonio.

En primer lugar, porque nadie dijo que esto fuera fácil. Enrumbar a Venezuela hacia un camino de paz y progreso es un camino largo y complejo, como bien lo hemos visto. Prometer soluciones mágicas es irresponsable, tanto como lo es quedarse de brazos cruzados y perder cualquier oportunidad de cambiar las circunstancias.

En segundo término, no dejamos de preguntarnos a quiénes beneficia abstenerse de participar. Y tenemos muy claro que no es a nosotros.

Algunos piensan que el voto no sirve para modificar nuestra circunstancia.

Sin embargo, a través de él, hemos defendido nuestras propuestas y nuestros valores para construir la Venezuela que merecemos, como fue el caso del referendo constitucional de 2007 y las parlamentarias de 2015.

Y nos permitimos hablar de una circunstancia mucho más cercana a nuestra experiencia, como lo ha sido la historia de Baruta. Ha quedado demostrado en todas las elecciones de los últimos tiempos, incluso en las más recientes, en las cuales se logró -contra todo pronóstico- llevar a la alcaldía a un representante de las fuerzas alternativas democráticas.

Y es que estamos hablando de un municipio caraqueño altamente consciente y ejemplarmente movilizado, a través de estos años tan complejos que nos ha tocado vivir en Venezuela.

La creciente inquietud ciudadana del baruteño, ha permitido otorgarle al municipio de manera reiterada, gobiernos locales que han preservado su calidad de vida y sus virtudes, convirtiéndolo en uno de los más buscados en el país para residir o establecer comercios.

Todo esto ha sucedido por que los vecinos jamás han faltado a la cita electoral cuando es convocada, y han acudido masivamente.

Ese es el gran punto a favor de acudir a votar: mientras mayor sea la participación, más garantías hay de pasar por encima de cualquiera de esas circunstancias que hacen a algunos dudar sobre el valor de la participación electoral.

En este sentido, los baruteños han logrado hacer del municipio no solamente un bastión de la participación electoral, sino también de la Venezuela posible. Esa donde los ciudadanos deciden su destino como colectividad y demuestran el poder de su voluntad en las mesas electorales.

La tarea ahora es justamente, blindar a ese gobierno local que los vecinos se han otorgado a sí mismos. Se trata de las elecciones de concejales, quienes son nada menos que el poder legislativo local.

Y me permito hablar de esta instancia en primera persona, ya que tuve el privilegio de hacer una carrera de varios años en la cámara municipal baruteña y puedo decir de primera mano cuál es el tamaño de la enorme responsabilidad que cargan sobre sí estos funcionarios públicos locales.

El trabajo conjunto entre la cabeza del poder ejecutivo y los concejales, puede convertirse en el gran motor municipal. Y en caso contrario, dejar al alcalde contrapuesto a quienes no tengan interés en el bienestar del municipio, o tengan otra agenda de intereses, puede ser la causa de circunstancias adversas para las comunidades.

Por eso, vale la pena apostarle a la defensa de lo que hemos logrado y a ir más allá, ante la posibilidad de ganar nuevos terrenos en la próxima contienda electoral. Porque podemos demostrar cómo el país que queremos se construye desde las bases de las comunidades. Cómo la gente impone de abajo hacia arriba su voluntad y si arriba no la escuchan pues insiste e insiste, con las herramientas de la democracia, como lo es precisamente el voto.

David Uzcátegui
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viernes, 23 de noviembre de 2018

“Guerra avisada”

La decisión -si es que fue decisión- de amarrar el destino de nuestro país a un recurso tan volátil como el petróleo, tiene consecuencias que muy bien conocemos todos. Porque las subidas y las bajadas se sienten en nuestra economía, y más que eso, repercuten aparatosamente en el desenvolvimiento de la vida nacional.

Eso sí, que nadie diga que no se esperaba esto. Guerra avisada no mata soldado. O al menos, no debería.

Y en las últimas semanas, hemos visto cómo el precio del petróleo desciende reiteradamente por una serie de complejos factores internacionales que se entrecruzan. Por supuesto, cabe preguntar: ¿cómo nos afectará, en un momento de por sí nada positivo para el país?

Hace poco, el portal web Descifrado informó que la baja de los precios internacionales del crudo de las últimas semanas compromete seriamente el ingreso fiscal del país por exportaciones de hidrocarburos. O lo que es lo mismo, afecta seriamente nuestros ingresos como venezolanos, al depender todos de esta materia prima.

Es cierto que el peso de ser un país monoproductor y monoexportador, lo arrastramos desde hace décadas. Pero también es verdad que, hasta el sol de hoy, no se ha hecho nada por corregir el más grave error histórico de nuestra vida republicana.

También es bueno desmontar un mito. Durante la década pasada vimos ascender los precios del petróleo a niveles insospechados. A raíz de eso, se creó la leyenda de que un presuntamente poderoso lobby venezolano había tenido la facultad de manipular esos precios al alza a nuestro favor. Y mucha gente se lo creyó.

Aquel momento se trató de una coincidencia de situaciones que nos favoreció en lo económico, tanto así, que se prestaba a hacer creíble el cuento de que todo había sido manejado desde Caracas.

Sin embargo, los momentos adversos que nos ha traído la década actual, han servido para demostrar que el ombligo del mundo no queda por aquí.

Y ahora, entramos una vez más en uno de esos reveses que no sabemos hasta dónde nos puedan llevar.

Y lo que es peor, no ahorramos. No invertimos. Nada queda de aquellos años favorables para hacer frente a la parte baja del ciclo, que tiene altas y bajas vertiginosas como una montaña rusa, cosa que ya sabíamos; pero no vemos voluntad de manejar estas situaciones con un mínimo de sensatez.

El banco de inversión Goldman Sachs, dijo esta semana que el fuerte descenso en la demanda podría ser un factor de riesgo para la recuperación de los precios del barril.

También inciden las sanciones de Estados Unidos sobre Irán, las cuales buscan bloquear las exportaciones petroleras de ese país. Pero en su auxilio ha aparecido Arabia Saudita, que prevé un rápido y eficiente aumento en su producción, basado en su alianza con EEUU.

El presidente estadounidense, Donald Trump agradeció a Arabia Saudita la disminución de los precios del petróleo, y urgió al reino a disminuir aún más el costo del crudo. “Los precios del petróleo están bajando más. ¡Genial! Como un gran recorte de impuestos para Estados Unidos y el mundo. ¡Disfruten! 54 dólares, eran 82. Gracias a Arabia Saudita, pero ¡vayamos más hacia abajo!”, dijo Trump en su cuenta de Twitter.

Como vemos, los acontecimientos que mandan en la dirección del mercado petrolero, ocurren muy lejos de nosotros.

En el marco de estos acontecimientos, las aspiraciones oficialistas venezolanas de que el petróleo suba hasta los 100 dólares y de aumentar la producción en 1 millón de barriles, lucen francamente lejanas. Es lo que algunos especialistas llaman “wishful thinking” o confundir lo posible con lo que deseamos.

Por lo tanto, la medicina más deseable en este momento para Venezuela es un buen “cable a tierra”.

Hay que entender, primeramente, que nunca, ningún gobierno venezolano ha tenido ninguna influencia determinante sobre el mercado internacional de hidrocarburos. No sucederá, porque jamás sucedió.

También la capacidad de influir sobre la Organización de Países Exportadores de Petróleo es bastante relativa. Como buena confederación de naciones unidas en torno a un fin común, sus decisiones son colectivas y no impuestas por un miembro.

Si bien como nación no podemos influir en los precios petroleros -o más bien tenemos una mínima capacidad de influencia, OPEP mediante-, es mucho también lo que se puede hacer puertas adentro.

Urge optimizar la capacidad productiva de PDVSA con inversión, con incorporación de personal capacitado y sobretodo, con la acertada administración de los recursos que nuestra petrolera estatal nos pueda generar.

Y hay otra urgencia mayor: romper el circulo vicioso de la dependencia petrolera. No es tarde. Países en situaciones mucho más adversas que la que hoy vivimos, se levantaron y pasaron a la primera fila de la productividad. Con ganas de hacerlo, todo se puede.

David Uzcátegui
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viernes, 16 de noviembre de 2018

“El gallo pelón”

Los venezolanos sabemos muy bien de qué va el famoso cuento del gallo pelón. Es una broma, un vacilón, como diríamos en buen criollo. Es una historia que siempre se anuncia, pero jamás se concreta. Como diría alguien por ahí, da más vueltas que un perro antes de echarse, para no llegar a ninguna parte.

A cuento del gallo pelón suena la economía en las manos de quienes hoy administran el país. Porque siempre las cosas van a mejorar luego, pronto, mañana. Pero nunca mejoran. Y al día siguiente nos vuelven a relatar la misma historia.

Y esto lo decimos a propósito de la nueva y reciente reconversión monetaria, la segunda en una década.

Se nos anunció como la panacea, como lo que tenía que ser hecho para poder superar el tremendo desbarajuste que el alza desproporcionada de los precios ha traído a nuestro país.

Sin embargo, en cosa de meses, hemos visto cómo el remedio no surtió efecto. La espiral de los precios sigue elevándose como si nada, como si no se hubiera enterado de que se tomó una medida de gran envergadura. Y es que, en verdad, no se enteró.

Alguna vez, tiempo atrás lo dijimos por aquí. La reconversión monetaria o crear una nueva moneda, era una medida necesaria. Pero apenas una sola entre muchas otras que debieron ser tomadas, cosa que no se hizo. Por tanto, es inútil.

Poniéndolo otra vez en buen criollo, es poner los carros delante de los caballos. La creación de una nueva moneda -o “eliminarle ceros”, como decimos coloquialmente- es la última de las medidas a tomar para sanear la economía enferma de una nación.

Porque, ya lo hemos visto dos veces en una década, si sencillamente se elimina un puñado de ceros de golpe y porrazo, sin atacar los errores, dichos ceros se reproducen como el monte después de las lluvias.

La primera vez, hace una década, le gente creyó. Se saltó del bolívar -que duró más de cien años- al bolívar fuerte. Esto caló bien en el ánimo de la ciudadanía. Parecía que teníamos en las manos una moneda con poder adquisitivo. 

Por si fuera poco, las cantidades se hacían más manejables. Eran necesarios menos billetes en la cartera para comprar lo mismo. En fin, un sueño hecho realidad… que duró muy poco.

Para hacer corto un cuento largo que todos vivimos porque lo sufrimos, los famosos ceros a la derecha nos agobiaron nuevamente. Y la vida del bolívar fuerte fue muy corta, apenas diez años.

En esta nueva incursión de la reconversión monetaria, la gente fue cautelosa, no creyó. Muchos lo tenían bien fresco y el escepticismo fue la norma. No ha pasado mucho tiempo para comprobar que llevábamos razón.

Es algo similar a lo que sucede con los frecuentes anuncios de aumento de sueldos. Algo que debería ser celebrado, ya se escucha como quien oye llover. Porque todos sabemos que se trata de un intento desesperado por alcanzar los precios, y que va a fracasar, como sin duda fracasó el aumento inmediatamente anterior, lo cual es la causa para anunciar otro más.

Aquello de que los precios suben por el ascensor y los sueldos por las escaleras, dejó de ser una metáfora precisa hace mucho rato. Mientras los ingresos de los venezolanos van a pie, los egresos se montaron en un avión.

Lo psicológico también influye y pega. Así como hubo confianza en aquel intento de reconversión de una década atrás, el actual ha estado marcado por una acentuada incredulidad. No se logró levantar la confianza ni mucho menos la fe.

Esta semana, la agencia de noticias EFE anunció que Venezuela entró en el ciclo más letal de este fenómeno que se haya dado en la historia de América Latina. Otros medios internacionales apuntan en sus titulares que la tendencia parece ser de largo aliento.

Lo hemos mencionado anteriormente: la causa de este tipo de fenómenos es que el dinero existente en el mercado que no se encuentre apoyado en contrapartida por crecimiento en la producción de bienes y servicios. ¿La solución? Producción, productividad, oferta. Generar confianza y dejar que el emprendedor particular haga su trabajo, bajo un marco de reglas claras y de disciplina fiscal.

Porque la producción nacional es clave para atacar lo que actualmente vivimos, así como el origen de todo esto tiene mucho que ver con los tiempos en los cuales los altos precios petroleros llevaron a comprar todo importado y a dar la espalda a la producción nacional, llevando a muchas empresas a desaparecer. Es hoy cuando nos damos cuanta de cuánto las necesitábamos.

En el caso venezolano, y como bien lo hemos padecido, la desconfianza ha llevado a menguar aceleradamente la oferta en el mercado. Por ello, hasta que esta situación no se corrija, cualquier intento de reconversión monetaria será pulverizado en cosa de meses. El carro y los caballos de los cuales hablábamos unas líneas más arriba. O el cuento del gallo pelón.

David Uzcátegui
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viernes, 9 de noviembre de 2018

“Estados Unidos se renueva”

El mundo entero está procesando aún los resultados de las elecciones efectuadas en Estados Unidos. Conocidas como de “medio término”, ocurren cada cuatro años y a la mitad de cada mandato presidencial. Sirven para renovar importantes autoridades, entre otras a gobernadores, una parte del senado o cámara alta, a la totalidad de la casa de los representantes o diputados; así como para decidir sobre importantes aspectos de las realidades locales.

El presidente Donald Trump ha calificado la jornada como un gran éxito, suponemos que debido a que la cámara alta se mantuvo en manos de su partido, el Republicano. Sin embargo, como la renovación de esta instancia legislativa es apenas parcial, era bastante difícil que cambiara de color. Por otro lado, copartidarios que no le eran afines y que mantenían una línea más moderada, terminaron su período, con lo cual los senadores republicanos serán más afines a él de ahora en adelante.

Sin embargo, la gran noticia –y el triunfo para la democracia- viene en el hecho de que la cámara baja o de representantes pasa por primera vez en mucho tiempo a tener mayoría demócrata, es decir, opositora. Y es aquí donde se pone interesante el asunto.

Estados Unidos es una de las democracias más emblemáticas de occidente, ya que se precia de garantizarse a sí misma mediante la solidez de sus instituciones, la independencia de sus poderes y una filosofía de gobierno conocida como de “balances y contrapesos”.

El fenómeno Trump había venido acompañado hasta el momento de mayorías en ambas instancias del poder Legislativo y con ello, había sido percibida como una verdadera ola de poder.

Sin embargo, exactamente a dos años del triunfo electoral de este magnate inmobiliario -a medio término de su mandato- sucede este acontecimiento comicial que es una suerte de evaluación de lo habido hasta ahora.

Para los estadounidenses, las elecciones de medio término representan una suerte de referéndum sobre la gestión presidencial, a mitad de su camino. Y Trump no salió mal librado, aunque haya visto menguar su poder a manera de advertencia. Algo usual en las elecciones de medio término.

Para empezar, debemos aclarar que generalmente, en estas elecciones, las instancias a ser electas terminan inclinándose por la voluntad popular hacia la opción opuesta al mandatario de turno. Es lógico que haya desencantos ante excesos y promesas no cumplidas, tras dos años de ejercicio que muchas veces acaban con las ilusiones originales de los votantes que lo favorecieron.

La mayoría demócrata entre los representantes, es una alerta amarilla al primer mandatario estadounidense. Se siente que hay excesos de su parte y la ciudadanía empoderó a sus rivales políticos para que lo contengan.

Desde la cámara baja del legislativo estadounidense, ahora se podrá profundizar con poder real sobre aspectos polémicos de la administración Trump. Por ejemplo, el muro en la frontera con México, promesa emblemática de su campaña presidencial, muy probablemente duerma el sueño eterno, porque es un proyecto de suficiente envergadura como para necesitar la aprobación -o el veto- de esta instancia legislativa.

También se puede iniciar una investigación por la presunta y controversial intervención cibernética rusa en las pasadas elecciones presidenciales de 2016. Finalmente, los reiterados ataques a la migración ilegal terminaron generando el rechazo de todos los migrantes en general, en un país que ha hecho de la inmigración una de sus grandes fortalezas.

La intensa retórica trumpista ha dividido a Estados Unidos, pero al menos hasta el momento, esta división se ha canalizado a través de representantes de ambas tendencias dentro de importantes instancias de poder. Cosa que no es de extrañar y para muestra un botón: su antecesor, el aún muy popular Barack Obama, gobernó con el Congreso en contra. Asuntos normales en las democracias robustas.

Rojos y azules conviven y debaten en el norte, mientras incluso se habla de asuntos de agenda política que podrían contar con votos unánimes de ambos extremos políticos, por el bien del país. Algo que suele suceder en EEUU cuando se enfrentan asuntos de interés nacional. Esto se daría en temas como nuevos proyectos de infraestructura o cómo disminuir el costo de las medicinas con prescripción.

Trump, como capitán de empresa, está acostumbrado a ordenar y ser obedecido. Los políticos, aún los presidentes, deben negociar. Este segundo tramo de su mandato nos dejará saber si finalmente se graduó de político y logra un segundo período en la Casa Blanca, o si por el contrario los demócratas aprovechan la oportunidad que les ha brindado el siempre decisivo y poderoso electorado independiente, para colocar a uno de los suyos en la primera magistratura para el año 2020.

David Uzcátegui
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viernes, 2 de noviembre de 2018

“A ritmo de samba”

El mundo entero ha asistido con gran interés a las más recientes elecciones presidenciales de Brasil, que han proclamado como ganador al emergente Jair Messias Bolsonaro.  Una sorpresa a medias, ya que, si bien fue un candidato que creció en las últimas vueltas y se daba como ganador desde la primera vuelta, también es cierto que no siempre fue así.

Bolsonaro es un ex militar que promete mano dura y valores tradicionales a partes iguales, y no deja de extrañar el triunfo de alguien con sus características en un país que relacionamos con samba, con alegría, con cordialidad. ¿Por qué la nación vecina elige a alguien de su perfil?

En primer lugar, habría que considerar el famoso voto castigo. Cuando los encuestadores preguntan a los votantes de Bolsonaro sus motivaciones para apoyarlo, la primera razón (30%) es que representa "renovación", "alternancia" y "cambio". Y la segunda (25%), el rechazo al saliente Partido de los Trabajadores, fundado por Luis Inacio Lula Da Silva. Miles de millones desviados en escándalos de corrupción, más de 60 mil asesinatos al año, una economía que no termina de despegar tras la mayor crisis de su historia, son algunos de los factores de este coctel molotov que terminó por estallar y desplazar al llamado “lulismo” de sus privilegios.

El PT permaneció en el poder por algo más de una década. El primer trecho de su gestión fue una larga fiesta de despilfarro y de ilusión de prosperidad, que llevó a los brasileños a una prolongada euforia, la cual se precipitó estrepitosamente a tierra, tras comenzar a conocerse aquellos numerosos escándalos de corrupción y hacerse inviable una burbuja de ilusión que habían sido los primeros años de aquella era.

El sueño petista se derrumbó en manos de la proclamada sucesora del “sueño brasileño”, Dilma Roussef, quien salió por la puerta trasera de la primera magistratura brasileña. Algo lamentable, si consideramos que se trataba de la primera mujer en presidir al gigante del sur.

En el triunfo de Bolsonaro jugó un papel preponderante la salida del escenario del influyente Lula Da Silva como individuo político, ya que fue acusado de corrupción e inhabilitado para participar en la justa electoral. El desplome de la era lulista en manos de la señora Roussef, no dejó ileso al gran icono de ese movimiento.

Esas acusaciones de corrupción también lo salpicaron y terminaron por sacarlo finalmente del juego. Valga decir que, en caso de haber participado en las elecciones, llevaba las de ganar. No se puede desestimar que, a pesar del duro despertar que tuvo la era petista, Da Silva conserva aún una importante parte de su capital político. Toda una reflexión, ya que al parecer, una buena parte del electorado brasileño castigaba al pecado, pero no al pecador, si por los números nos dejamos llevar.

Esto, sin duda, va a ser un factor crucial en la nueva oposición política, que se amalgamará con el lulismo como centro.

Queda ver qué papel representará Fernado Haddad en esta nueva era. El representante del PT y pupilo de Lula en la contienda, no hizo mal papel, a pesar de haber quedado más de diez puntos por debajo del ganado, en una victoria que fue clara, contundente y sin ambages.

Sin embargo, hay que considerar que venía de heredar a un verdadero fenómeno en la historia de Brasil y que hizo frente a un “outsider” que terminó concitando para sí toda la atención.

Es interesante poner el foco en que el rechazo a los candidatos, alto en ambos casos, fue fundamental en las votaciones de la segunda vuelta. En las encuestas citadas por la prensa especializada, los que declararon que no votarían a Bolsonaro oscilaron entre un 35% y un 40%, para terminar en un 39%.

Por otro lado, el rechazo a Fernando Haddad fue superior, y para muchos, su condena final. En los últimos diez días, dicho rechazo pasó del 47% al 41%, para acabar repuntando hasta el 44%. Los votantes, en realidad, no lo rechazaban a él, sino a Lula y todo lo que salga de su entorno.

También es interesante tomar nota del apoyo religioso que recibió el hoy presidente electo de Brasil, quien tomará posesión el próximo primero de enero.

La comunidad evangélica brasileña es enorme y se ha constituido en un verdadero poder. Su apoyo a Bolsonaro fue decisivo en el triunfo de este candidato y deja en claro que el apoyo de un movimiento religioso se puede traducir en réditos políticos. No es novedoso para nada, pero es bueno subrayar que la anécdota que hoy analizamos, nos lo recuerda.

Quedan incógnitas de cara al comienzo del gobierno de Bolsonaro, en 2019. ¿Será tan de mano dura como lo prometió en su campaña? ¿Cómo hace para juntar las partes de un país que hoy se encuentra dividido? ¿Conciliará o radicalizará desde el poder? Los ojos del mundo tienen motivos para quedarse en Brasil.

David Uzcátegui
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viernes, 26 de octubre de 2018

“Más vale prevenir”

Uno de los obligados reencuentros anuales de los venezolanos es con las lluvias. Si bien las estaciones del año son previsibles, pareciera que no sucede lo mismo con sus consecuencias. Es cierto que la naturaleza nos sorprende de manera desagradable en más ocasiones de lo que sería deseable, pero también es verdad que se pueden tomar las medidas de precaución necesarias para minimizar los resultados adversos de los excesos climáticos.

Y decimos esto evidentemente, como una necesaria reflexión ante los resultados lamentables que dejaron lluvias recientes en nuestro país.

Según los datos emanados de Protección Civil, 12 estados del país se han visto afectados por las fuertes lluvias de los últimos días. Amazonas, Anzoátegui, Barinas, Bolívar, Cojedes, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Miranda, Mérida, Monagas y Vargas, fueron los más castigados.

Según la misma fuente, han sufrido daños en los últimos días 377 vialidades, se han presentado 146 deslizamientos, se han desbordado 53 ríos y 55 quebradas y se ha registrado la afectación de 16 puentes. Adicionalmente, activaron 47 refugios, donde están albergadas 457 familias que suman 1.699 personas.

Sí, es verdad que las cantidades de agua fueron insólitamente altas e inesperadas; pero también es una realidad que muchos lugares fueron sorprendidos sin haber tomado las precauciones necesarias. Precauciones que se imponen según la temporada y que, por más desproporcionada e inesperada que sea la fuerza de la naturaleza, ayudan a mitigar lo más posible las consecuencias.

Bien sabemos que Venezuela tiene dos estaciones distintivas: el invierno, que va de mayo a noviembre, es la estación húmeda, y el verano, que va de diciembre a abril, es la estación seca. Ambas temporadas tienen sus peligros implícitos.

El territorio nacional presenta un alto riesgo de experimentar fenómenos naturales adversos, que suponen un riesgo para la población del país. Las amenazas de desastres naturales más importantes se producen principalmente a causa de inundaciones -especialmente en la temporada del año donde las lluvias son más frecuentes-.

Estos riesgos derivados de fenómenos meteorológicos, se encuentran encabezados por las tormentas y sus consecuentes inundaciones posteriores. Estos hechos se repiten año tras año, especialmente en el periodo comprendido entre agosto y octubre, conllevando importantes pérdidas materiales y, en ocasiones, humanas. Es en estos meses cuando se incrementa también el riesgo de huracanes en la zona del Caribe, lo cual tiende a complicar el panorama aún más todos los años.

Por otra parte, también son frecuentes fenómenos tales como deslizamientos de tierra, derrumbes y caída de materiales con motivo de los fenómenos meteorológicos mencionados anteriormente.

Por esto, las distintas instancias gubernamentales deben realizar labores de prevención, como ejecutar limpiezas en quebradas y drenajes, a la par de una profunda y constante campaña educativa para evitar el mal hábito de lanzar desperdicios a estos cauces de agua, costumbre que termina por tapiarlos y potenciar de manera exponencial el riesgo de las inundaciones.

También es conveniente trabajar en simulacros en escuelas y comunidades, especialmente en las de alto riesgo geológico, como es el caso del municipio Baruta en Caracas, que, por su alto componente de taludes y montañas, es un ejemplo de los peligros que se pueden correr durante estos meses del año.

Este municipio también es ejemplo de otro de los grandes problemas que se padecen en muchos sectores de Venezuela al llegar las lluvias, como es el caso de construcciones en lugares de riesgo sin ningún tipo de control.

Para colmo, los intensos periodos de lluvia han hecho que los terrenos se vuelvan más inestables debido a la saturación de agua en los suelos, esto ocasiona que las masas al secarse se fracturen y se debiliten, haciendo que cedan las laderas ante el peso de construcciones.

Y hay que resaltar que las advertencias no solo caen sobre las barriadas. Los especialistas coinciden en que hay urbanizaciones propensas a más riesgo que los mismos sectores populares improvisados, debido al incumplimiento de las ordenanzas que establecen los parámetros de construcción. La improvisación y la ilegalidad en las construcciones son una espada de Damocles también sobre la clase media, como hemos visto en lamentables hechos de tiempos pasados y recientes.

También es medular y vital la coordinación entre diversas instancias de los poderes locales, regionales y nacionales. Lo peor que podemos hacer ante cuadros de intensas lluvias, como los recientemente vividos, es parcelar el país y echar culpas unos sobre otros. La acción conjunta y la comunicación rápida son cruciales para superar dichas adversidades con el mínimo daño posible.

David Uzcátegui
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viernes, 19 de octubre de 2018

“Algún día veremos luz”

La noche del pasado lunes 15, una parte significativa del territorio nacional se vio afectada por un prolongado corte de energía eléctrica. El tema no es novedad, porque las irregularidades en el suministro de este servicio se han convertido en cotidianas desde hace algún tiempo.

Sin embargo, sí preocupa la extensión y la duración de este reciente evento, lo cual nos hace proyectar que pudieran ser en un futuro no solamente más frecuentes, sino más prolongados y con la capacidad de afecta a más entidades del territorio nacional.

A la 1:45 del día martes, el ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, informó que seguían los trabajos para recuperar el servicio en los estados afectados. Anteriormente, el mismo funcionario explicó, en un video difundido en redes sociales, que “Motivado a una explosión y posterior incendio en la subestación La Arenosa (estado Carabobo) tenemos una interrupción fuerte del servicio eléctrico en varios estados".

Si bien por su frecuencia han dejado de ser noticia, este último incidente sí fue reseñado incluso por medios extranjeros.

Por ejemplo, en Perú -donde existe una gran colonia de venezolanos- el importante diario El Comercio reseñó la situación, titulando con que “Una explosión en una planta eléctrica en el norte de Venezuela” había causado la situación ya comentada.

La situación también fue recogida por el diario Excelsior de México, otra nación que ha recibido a gran cantidad de compatriotas. Este periódico aseguró en su sitio web que se trataba de “una información que está respaldada por decenas de mensajes que circulan en las redes sociales”.

Por supuesto, cada vez que la población se halla ante uno de estos acontecimientos, lo que interesa es saber qué haremos para que no se produzcan más.

Ya hemos pasado por todo el abanico de posibles causas para endilgarles la responsabilidad; pero lo cierto es que la situación se sigue repitiendo y que no vemos solución. Ya nadie cree en los habituales culpables señalados por voceros oficiales, porque la situación se prolonga, se complica y hasta el sol de hoy no vemos solución. Esa es la verdad.

Al menos en esta oportunidad no se habló de sabotajes ni de daños provocados por animales silvestres y sí se atribuyó lo sucedido a una explosión ocurrida en una de las instalaciones que sirven al sistema eléctrico nacional.

Lo ocurrido nos demuestra también que aquel llamado estado mayor eléctrico no ha tenido mayor capacidad de solucionar lo que sucede, y que tampoco vale de mucho asegurar que hay una guerra al sistema eléctrico, como se dijo el pasado mes de febrero. Nada de esto ha traído soluciones.

Insiste una vez más el gobierno en un vocabulario belicista, en hacerse una película de guerra donde no existe, en crear una ficción como pretexto para una realidad.

Y nos detenemos en el llamado de atención ante esa carga violenta del discurso, porque es lo que menos necesitamos en estos complejos momentos de la vida nacional. No nos cansaremos de llamar a la conciliación entre venezolanos, porque remando todos juntos hacia la misma dirección es la única forma de salir adelante en problemas nacionales de tal calibre, como el que hoy exponemos en esta tribuna. Más división y más guerras, no nos sirve. Ni más insultos, ni mucho menos, más culpables fantasmas.

Nos preguntamos, muy por el contrario, dónde están los venezolanos más capacitados en el asunto eléctrico, los mismos que han brillado en universidades nacionales y extranjeras y que han desempeñado con excelencia sus labores en importantes empresas.

Sí es cierto que tuvimos -e incluso aún tenemos- uno de los sistemas eléctricos más envidiables de América Latina, con el Guri como la joya de la corona.

Ya toda esa infraestructura existe. Golpeada por el tiempo, es verdad; pero también con una robustez que permitirá recuperarla y volver a sacarle el brillo de los mejores días.

Lo que se necesita es voluntad política. Enfocarse en el verdadero problema y en su solución. Dejar de irse por las ramas y ponerle nombre y apellido al problema, así tenga el costo político que tenga; pero muy por encima de todo esto, está el bienestar de los venezolanos, que somos quienes padecemos la virtual paralización de nuestras vidas cada vez que se va la luz, sea por la causa que sea.

La ciudadanía solamente requiere del gobierno que trabaje en función de permitirnos una vida normal, que todas nuestras actividades cotidianas se puedan desenvolver con los menores obstáculos y contratiempos posibles. No es difícil ni se les pide mucho, al fin y al cabo, para eso están allí.

Con este cambio de enfoque, y su traducción en hechos, nadie duda que los venezolanos podamos ver luz algún día. Caso contrario, la oscuridad se abre paso ante nosotros, literal y metafóricamente.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
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sábado, 13 de octubre de 2018

“La Venezuela buena”

Nadie puede negar que estamos pasando por un momento difícil en la historia nacional. Y es por ello, que podemos observar en las calles y en nuestros entornos laborales y familiares, caras largas y actitudes derrotistas. Esto, por cierto, no es nada cuestionable y muy por el contrario es la reacción humana y normal ante las adversidades.

Pero también, y como lo expresamos más arriba, sentimos que es un “momento”. Largo y confuso, pero es solamente una etapa de lo que hemos vivido y de lo que nos falta por vivir. Ya pasará. Y para convalidar esta afirmación, no se tiene, sino que mirar hacia atrás y ver cuánto hemos logrado como colectividad quienes nos llamamos venezolanos.

Venezuela siempre ha tenido vocación de progresar. No tenemos más que ver el extraordinario arco histórico que hemos protagonizado y que nos ha llevado a fundarnos como país, a logros destacados y comentados a nivel mundial en medicina, educación, ingeniería, artes y pare usted de contar.

Tomemos como ejemplo a la Universidad Central de Venezuela. Fundada en 1721, es la casa superior de estudios más antigua del país y data de la colonia, de los tiempos previos a la independencia.

Tal fue el aprecio de nuestro Libertador Simón Bolívar por la educación superior, que donó importantes activos de su patrimonio personal para sostenerla, tras la independencia de Venezuela, y bajo el rectorado del doctor José María Vargas.

Por estos tiempos y bajo la gestión de estos dos venezolanos emblemáticos, se concreta la “autonomía ideológica” que garantizaría la libertad de cátedra y el fin de las discriminaciones de alumnos de nuevo ingreso por motivos de raza, fe religiosa o condición económica. Ya muy temprano en el siglo XIX tendríamos una Universidad ejemplo de libertades.

El momento más oscuro de la UCV se vive durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, quien la cierra entre 1912 y 1922, cuando la fuerza de la institución y su peso en la sociedad presionan para se quede abierta nuevamente, con lo que fue una moderna reorganización para la época.

A mediados de los años 50 del siglo pasado, esta institución se traslada a su sede actual, la Ciudad Universitaria, una maravilla arquitectónica de doscientas hectáreas y más de cuarenta edificios, que aún hoy asombra y que fue declarada a principios de este siglo por la Unesco, organismo de las Naciones Unidas para la Cultura, como Patrimonio de la Humanidad.

De allí, de la UCV y de tantas otras casas educativas que nos enorgullecen y nos representan, salieron miles y miles de venezolanos, trabajadores y estudiosos, que lograron llevar a Venezuela a este siglo XXI con una cara muy distinta a la que tenía en la centuria anterior. Si pudimos una vez, podremos tantas veces como sea necesario.

Hoy nuestros estudiantes, la generación joven, siguen obteniendo importantes premios de la academia y las instituciones internacionales, reforzando la certeza de que ese protagonismo intelectual del venezolano permanece intacto por encima de todo.

Por ejemplo, esta semana nos enteramos de que los tres premios más importantes del Modelo de las Naciones Unidas de Harvard fueron otorgados a la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Simón Bolívar.

Nuestros estudiantes compitieron con otras casas de educación superior de rango mundial, como la Universidad de Yale y la Universidad de Chicago.

Y no solamente se trata de esas nuevas camadas de compatriotas brillantes que salen a demostrar sus conocimientos afuera para traernos el orgullo y la alegría que tanto necesitamos en estos momentos. Se trata también de quienes aquí, silenciosamente, siguen comprometidos con el estudio y con la voluntad de hacer el bien.

Esto es un ejemplo de cómo aquella Venezuela analfabeta y enferma, alejada del conocimiento y de los avances de la ciencia, ha sido acorralada sistemáticamente por nuestros compatriotas hasta imponer el progreso una y otra vez.

Lo retrata Rómulo Gallegos en Doña Bárbara, su novela emblemática y otro de nuestros orgullos nacionales. Ese puñado de personajes pinta lo mejor y lo peor de nuestro país, una lucha entre el avance y la oscuridad y un final que vale la pena volver a leer: cuando el nombre de “El Miedo” desaparece del Cajón del Arauca y todo vuelve a ser Altamira, la tierra de Santos Luzardo, del civilizador, del hombre de estudios y de ley, del intelectual que llevó el bien a la región.
Ese patrimonio intelectual, de emprendimiento, de progreso, de construcción, nos sigue perteneciendo. Está allí, latente. Como dice aquella famosa frase, estamos condenados al éxito. Y tenemos la más absoluta fe en que su desarrollo pleno nos sorprenderá y nos llevará a los sitiales de bienestar que merecemos y que antes ya nos hemos ganado, gracias a lo mejor que tenemos en nuestro gentilicio.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
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viernes, 5 de octubre de 2018

“El Plan B”

Dentro de nuestra muy propia jerga criolla, el llamado “Plan B” ha pasado a significar el tener una alternativa por si algo no sale bien en lo que, por lógica, podríamos llamar el “Plan A”.

En los últimos tiempos en nuestro país, se ha pasado a denominar de manera casi sobreentendida al hecho de marcharse de Venezuela justamente como como el “Plan B”.

Quizá esto sucede en el supuesto de que muchos compatriotas sientan que otros horizontes son más propicios para su expansión personal y profesional, así como para asentar a su familia y verla crecer.

Como muchos han dicho por allí, tanto marcharse como quedarse son decisiones legítimas y válidas, y dependen de las circunstancias de cada quien.

Sin embargo, en lo que sí se ven hermanados muchos venezolanos es en la determinación de salir adelante, sea dentro o fuera de nuestras fronteras. Algunos silenciosamente, otros tantos alcanzando logros que son reseñados por los medios de comunicación. Pero todos estos coterráneos han hecho de su Plan B -sea irse o quedarse- una oportunidad de progreso y contribución.

Esto lo decimos a propósito de que Luis Miguel Vence, científico venezolano de 45 años de edad, es uno de los jefes del grupo que obtuvo el premio Nobel de Medicina 2018. Un gran titular que recompensa a nuestro gentilicio con una dosis enorme de orgullo y alegría.

Vence es el coordinador de uno de los cuatro grupos de 20 personas que trabajan para hallar una cura al cáncer. Un caraqueño de la Avenida Rómulo Gallegos que sin duda ha logrado encontrar un camino de servicio y crecimiento profesional desde Houston, Texas, donde reside desde hace 12 años.

También hace poco nos enteramos a través del portal de noticias de NTN24, que el joven ingeniero venezolano Luis Cabrera se hizo merecedor de una distinción de las cincoentregadas por el Young Engineers 2018, gracias a su proyecto "Energía solar para hospitales públicos en Venezuela".

El evento es organizado por la Federación Mundial de Asociaciones de Ingenieros, la Unesco y el Comité Young Engineers/ Future Leaders. Cabrera, con apenas tres meses de graduado de La Universidad del Zulia, propuso una idea para permitir que los 300 hospitales públicos de Venezuela puedan contar con energía fotovoltaica en las áreas críticas para evitar cualquier tipo de paralización por fallas de energía en las actividades de las áreas de cirugía, laboratorios, salas de parto, unidad neonatal, y emergencias

Paralelamente y en otras latitudes, el venezolano Rodrigo Lares Bassa obtuvo el pasado 29 de julio, el segundo lugar en el concurso literario online Paréntesis, organizado por la agrupación literaria Atinta Negra, un grupo poético residenciado en Chile. La información asegura que su obra “Entre Mesas”, destacó por “elementos de autocritica, valentía y romance”.

Dentro de nuestras fronteras se celebra también el evento Pasión País, creado por la periodista Inés Muñoz Aguirre y la experta en opinión pública Mariam Krasner. Ambas han reunido a una veintena de venezolanos que siguen llevando adelante sus respectivas labores en nuestro territorio y que exponen sus propias experiencias de éxito en los campos más diversos, desde la gastronomía hasta la arquitectura, pasando por los medios de comunicación y las artes.

El denominador común de todos ellos: una enorme resiliencia, es decir, una capacidad de adaptación y superación de obstáculos que no puede sino considerarse ejemplar.

Y hay, como todos sabemos, innumerables ejemplos anónimos. Esos que, por ejemplo, se dedican a productos reconocidos mundialmente y que siguen de manera tenaz haciendo sonar nuestro nombre.

Podemos hablar por ejemplo de nuestros rones, que sumaron este año 7 medallas en la San Francisco World Spirits Competition, uno de los eventos internacionales más reconocidos, realizado en esa ciudad norteamericana y donde participaron más de dos mil variantes de rones del mundo. Es común nuestros productos de ese ramo entre los mejores en las listas del Concurso Mundial de Bruselas, El Congreso Internacional de Madrid, The Fifty Best Rum Aged en Nueva York y muchos más.

También nuestros chocolates suelen destacar continuamente en competencias internacionales como la International Chocolate Awards de Nueva York o los no menos prestigiosos Academy of Chocolate.

En conclusión, también podríamos cerrar con otra frase famosa de nuestra habla coloquial y es que el Plan B es “echarle piernas al Plan A”. Siempre, aquí o allá, el plan es trabajar, crear, sobresalir y echar para adelante. En este siglo las fronteras se han borrado y muchos de aquí destacan ante el mundo; mientras los que están afuera también suman alegrías y bendiciones para el país. Que esa siga siendo siempre la intención del Plan B.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
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