La decisión -si es que fue decisión- de amarrar el destino
de nuestro país a un recurso tan volátil como el petróleo, tiene consecuencias
que muy bien conocemos todos. Porque las subidas y las bajadas se sienten en
nuestra economía, y más que eso, repercuten aparatosamente en el
desenvolvimiento de la vida nacional.
Eso sí, que nadie diga que no se esperaba esto. Guerra avisada no mata soldado. O al menos, no debería.
Y en las últimas semanas, hemos visto cómo el precio del
petróleo desciende reiteradamente por una serie de complejos factores
internacionales que se entrecruzan. Por supuesto, cabe preguntar: ¿cómo nos
afectará, en un momento de por sí nada positivo para el país?
Hace poco, el portal web Descifrado informó que la baja de
los precios internacionales del crudo de las últimas semanas compromete
seriamente el ingreso fiscal del país por exportaciones de hidrocarburos. O lo
que es lo mismo, afecta seriamente nuestros ingresos como venezolanos, al
depender todos de esta materia prima.
Es cierto que el peso de ser un país monoproductor y
monoexportador, lo arrastramos desde hace décadas. Pero también es verdad que,
hasta el sol de hoy, no se ha hecho nada por corregir el más grave error
histórico de nuestra vida republicana.
También es bueno desmontar un mito. Durante la década pasada
vimos ascender los precios del petróleo a niveles insospechados. A raíz de eso,
se creó la leyenda de que un presuntamente poderoso lobby venezolano había
tenido la facultad de manipular esos precios al alza a nuestro favor. Y mucha
gente se lo creyó.
Aquel momento se trató de una coincidencia de situaciones
que nos favoreció en lo económico, tanto así, que se prestaba a hacer creíble
el cuento de que todo había sido manejado desde Caracas.
Sin embargo, los momentos adversos que nos ha traído la
década actual, han servido para demostrar que el ombligo del mundo no queda por
aquí.
Y ahora, entramos una vez más en uno de esos reveses que no
sabemos hasta dónde nos puedan llevar.
Y lo que es peor, no ahorramos. No invertimos. Nada queda de
aquellos años favorables para hacer frente a la parte baja del ciclo, que tiene
altas y bajas vertiginosas como una montaña rusa, cosa que ya sabíamos; pero no
vemos voluntad de manejar estas situaciones con un mínimo de sensatez.
El banco de inversión Goldman Sachs, dijo esta semana que el
fuerte descenso en la demanda podría ser un factor de riesgo para la
recuperación de los precios del barril.
También inciden las sanciones de Estados Unidos sobre Irán,
las cuales buscan bloquear las exportaciones petroleras de ese país. Pero en su
auxilio ha aparecido Arabia Saudita, que prevé un rápido y eficiente aumento en
su producción, basado en su alianza con EEUU.
El presidente estadounidense, Donald Trump agradeció a
Arabia Saudita la disminución de los precios del petróleo, y urgió al reino a
disminuir aún más el costo del crudo. “Los precios del petróleo están bajando
más. ¡Genial! Como un gran recorte de impuestos para Estados Unidos y el mundo.
¡Disfruten! 54 dólares, eran 82. Gracias a Arabia Saudita, pero ¡vayamos más
hacia abajo!”, dijo Trump en su cuenta de Twitter.
Como vemos, los acontecimientos que mandan en la dirección
del mercado petrolero, ocurren muy lejos de nosotros.
En el marco de estos acontecimientos, las aspiraciones
oficialistas venezolanas de que el petróleo suba hasta los 100 dólares y de
aumentar la producción en 1 millón de barriles, lucen francamente lejanas. Es
lo que algunos especialistas llaman “wishful thinking” o confundir lo posible
con lo que deseamos.
Por lo tanto, la medicina más deseable en este momento para
Venezuela es un buen “cable a tierra”.
Hay que entender, primeramente, que nunca, ningún gobierno
venezolano ha tenido ninguna influencia determinante sobre el mercado
internacional de hidrocarburos. No sucederá, porque jamás sucedió.
También la capacidad de influir sobre la Organización de
Países Exportadores de Petróleo es bastante relativa. Como buena confederación
de naciones unidas en torno a un fin común, sus decisiones son colectivas y no
impuestas por un miembro.
Si bien como nación no podemos influir en los precios
petroleros -o más bien tenemos una mínima capacidad de influencia, OPEP
mediante-, es mucho también lo que se puede hacer puertas adentro.
Urge optimizar la capacidad productiva de PDVSA con
inversión, con incorporación de personal capacitado y sobretodo, con la
acertada administración de los recursos que nuestra petrolera estatal nos pueda
generar.
Y hay otra urgencia mayor: romper el circulo vicioso de la
dependencia petrolera. No es tarde. Países en situaciones mucho más adversas
que la que hoy vivimos, se levantaron y pasaron a la primera fila de la
productividad. Con ganas de hacerlo, todo se puede.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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