viernes, 23 de noviembre de 2018

“Guerra avisada”

La decisión -si es que fue decisión- de amarrar el destino de nuestro país a un recurso tan volátil como el petróleo, tiene consecuencias que muy bien conocemos todos. Porque las subidas y las bajadas se sienten en nuestra economía, y más que eso, repercuten aparatosamente en el desenvolvimiento de la vida nacional.

Eso sí, que nadie diga que no se esperaba esto. Guerra avisada no mata soldado. O al menos, no debería.

Y en las últimas semanas, hemos visto cómo el precio del petróleo desciende reiteradamente por una serie de complejos factores internacionales que se entrecruzan. Por supuesto, cabe preguntar: ¿cómo nos afectará, en un momento de por sí nada positivo para el país?

Hace poco, el portal web Descifrado informó que la baja de los precios internacionales del crudo de las últimas semanas compromete seriamente el ingreso fiscal del país por exportaciones de hidrocarburos. O lo que es lo mismo, afecta seriamente nuestros ingresos como venezolanos, al depender todos de esta materia prima.

Es cierto que el peso de ser un país monoproductor y monoexportador, lo arrastramos desde hace décadas. Pero también es verdad que, hasta el sol de hoy, no se ha hecho nada por corregir el más grave error histórico de nuestra vida republicana.

También es bueno desmontar un mito. Durante la década pasada vimos ascender los precios del petróleo a niveles insospechados. A raíz de eso, se creó la leyenda de que un presuntamente poderoso lobby venezolano había tenido la facultad de manipular esos precios al alza a nuestro favor. Y mucha gente se lo creyó.

Aquel momento se trató de una coincidencia de situaciones que nos favoreció en lo económico, tanto así, que se prestaba a hacer creíble el cuento de que todo había sido manejado desde Caracas.

Sin embargo, los momentos adversos que nos ha traído la década actual, han servido para demostrar que el ombligo del mundo no queda por aquí.

Y ahora, entramos una vez más en uno de esos reveses que no sabemos hasta dónde nos puedan llevar.

Y lo que es peor, no ahorramos. No invertimos. Nada queda de aquellos años favorables para hacer frente a la parte baja del ciclo, que tiene altas y bajas vertiginosas como una montaña rusa, cosa que ya sabíamos; pero no vemos voluntad de manejar estas situaciones con un mínimo de sensatez.

El banco de inversión Goldman Sachs, dijo esta semana que el fuerte descenso en la demanda podría ser un factor de riesgo para la recuperación de los precios del barril.

También inciden las sanciones de Estados Unidos sobre Irán, las cuales buscan bloquear las exportaciones petroleras de ese país. Pero en su auxilio ha aparecido Arabia Saudita, que prevé un rápido y eficiente aumento en su producción, basado en su alianza con EEUU.

El presidente estadounidense, Donald Trump agradeció a Arabia Saudita la disminución de los precios del petróleo, y urgió al reino a disminuir aún más el costo del crudo. “Los precios del petróleo están bajando más. ¡Genial! Como un gran recorte de impuestos para Estados Unidos y el mundo. ¡Disfruten! 54 dólares, eran 82. Gracias a Arabia Saudita, pero ¡vayamos más hacia abajo!”, dijo Trump en su cuenta de Twitter.

Como vemos, los acontecimientos que mandan en la dirección del mercado petrolero, ocurren muy lejos de nosotros.

En el marco de estos acontecimientos, las aspiraciones oficialistas venezolanas de que el petróleo suba hasta los 100 dólares y de aumentar la producción en 1 millón de barriles, lucen francamente lejanas. Es lo que algunos especialistas llaman “wishful thinking” o confundir lo posible con lo que deseamos.

Por lo tanto, la medicina más deseable en este momento para Venezuela es un buen “cable a tierra”.

Hay que entender, primeramente, que nunca, ningún gobierno venezolano ha tenido ninguna influencia determinante sobre el mercado internacional de hidrocarburos. No sucederá, porque jamás sucedió.

También la capacidad de influir sobre la Organización de Países Exportadores de Petróleo es bastante relativa. Como buena confederación de naciones unidas en torno a un fin común, sus decisiones son colectivas y no impuestas por un miembro.

Si bien como nación no podemos influir en los precios petroleros -o más bien tenemos una mínima capacidad de influencia, OPEP mediante-, es mucho también lo que se puede hacer puertas adentro.

Urge optimizar la capacidad productiva de PDVSA con inversión, con incorporación de personal capacitado y sobretodo, con la acertada administración de los recursos que nuestra petrolera estatal nos pueda generar.

Y hay otra urgencia mayor: romper el circulo vicioso de la dependencia petrolera. No es tarde. Países en situaciones mucho más adversas que la que hoy vivimos, se levantaron y pasaron a la primera fila de la productividad. Con ganas de hacerlo, todo se puede.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

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