lunes, 27 de octubre de 2014

"Improvisación"

Si hay algo de lo que hacen gala quienes están en el gobierno, es de lo pésimos administradores que son. Nada cambian en lo económico, por eso nuestro país está sumergido en una crisis sin precedentes. Se mal acostumbraron a improvisar, al cómo “vaya viniendo van viendo” y de esa manera no se conduce un país. Esta semana, como los últimos años, presentaron premisas presupuestarias apartadas de la realidad, con el único objetivo de manejar a discreción los ingresos no establecidos en la Ley de Presupuesto 2015.

Diseñaron un presupuesto basado en mentiras, por cierto, de eso también hacen gala, en caerle a muelas a nuestro pueblo. La planificación económica de 2015 la calcularon con un tipo de cambio en Bs. 6,3 por dólar, cuando la verdad es que  las paridades por las que se manejan la mayoría de las asignaciones de divisas son de Bs. 12 del Sicad I y Bs. 50 del Sicad II.

Pero eso no es todo, el gobierno central para 2015 estimó el precio promedio de exportación del petróleo en 60 dólares por barril, cuando la realidad no es esa y nuestro pueblo tiene que saber que subestimar el precio del barril de petróleo perjudica principalmente a las gobernaciones y alcaldías, porque dejan de recibir los recursos que realmente les corresponden.

El cinismo y la irresponsabilidad de los del gobierno es tal, que el presupuesto nuevamente fue delineado con un crecimiento económico de 3%. ¡Por favor! Quién les va a creer a estas alturas, cuando nuestra Venezuela lleva años caminando, pero hacia atrás. Una muestra de esto es que ya no saben cómo hacer para intentar ocultar las kilométricas colas que se hacen en supermercados, abastos, farmacias y en los propios establecimientos que maneja el gobierno, porque no hay alimentos, ni medicinas, ni productos de limpieza, ni para la higiene personal,  ya que destruyeron la producción nacional.

Acabaron con el campo, expropiaron y confiscaron empresas y al politizar Pdvsa, también desmantelaron nuestra principal industria, por eso hoy no produce los más de 4 millones de barriles de petróleo diario que establecieron como meta. Muestra de la destrucción es que ya el gobierno de Nicolás realizó esta semana el segundo pedido a Argelia para la importación de crudo de ese país. ¿Cuándo en la historia de nuestra nación eso había ocurrido?

Que la producción haya mermado y, además, que los precios del barril vayan en picada, reducirá aún más el flujo de divisas y se incrementará la escasez de los distintos rubros. Recordemos que el petróleo genera el 96% de los dólares, tan necesarios para la importación de los bienes y servicios que consumimos, porque este gobierno nos volvió más rentista que nunca, y por cada dólar que pierde el barril, nuestra Venezuela deja de percibir al año 600 millones de dólares. La caída de 90 a 75 dólares equivale a 2.5 mil millones menos.

Por eso es una irresponsabilidad que Nicolás le diga al país que el gobierno está preparado para cualquier escenario que genere la caída del crudo. Eso es parte del desconocimiento. Ignora que en una economía contraída como la de nuestra Venezuela, el grueso del ingreso fiscal lo aporta el petróleo, y si cae su precio entonces aumentará el déficit fiscal. La caída de los precios no puede ser recibida con una retórica que desconoce el grave impacto que puede tener sobre la economía de nuestro país y, sobre todo, el impacto que tendrá en el bolsillo de nuestro pueblo.

Y lo más inaudito de esa planificación presupuestaria, es que el gobierno haya tenido el descaro de calcularlo con una inflación entre el 23% y el 28%, cuando este año acumula 70%. Por eso los gobiernos estatales y municipales deben hacer magia, porque cuando transfieren los dozavos por Situado Constitucional, la inflación ya se comió esos recursos. Se convirtieron en sal y agua.

¡Cuánto cinismo! Insisten en maquillar cifras como si nuestro pueblo fuera inmune a lo que vive en la calle, en el mercado o en la farmacia. Hace días una vecina de nuestro municipio Sucre, me contaba que quedó en el sitio cuando fue a comprar medio cartón de huevos. Inocentemente llegó al mercado a comprarlo con un billete de 100 bolívares, sorpresa cuando le dijeron que eran 138 bolívares. ¡Imagínense! La jornada diaria de trabajo de un venezolano que gana salario mínimo, se le va comprando medio cartón de huevos. Eso no podemos seguir permitiéndolo.

Como tampoco podemos permitir que el gobierno, para el próximo año, gaste más en propaganda que en darle respuesta a los problemas de nuestro amado pueblo de Caracas, por citar un ejemplo. Sí, el presupuesto del Ministerio de Comunicaciones aumentó 118,7%. De ese dinero, 73,7% se utilizará exclusivamente en propaganda oficial, mientras los problemas de los venezolanos continúan aumentando. ¡Claro, es año electoral!

Después de conocer el proyecto de Ley de Presupuesto 2015, muchos venezolanos nos preguntamos por qué el gobierno de Nicolás se niega a hacer estimaciones ajustadas a la realidad. Una planificación económica seria para un nuevo año fiscal debería sincerar todas las premisas como la inflación y el desempeño económico; y debería tener como principal objetivo el progreso de todos los venezolanos, con miras a su independencia económica. No podemos progresar dependiendo exclusivamente de la producción petrolera. El petróleo puede y debe ser la palanca del progreso para la transformación y diversificación productiva del país, no es justo que con una tierra con tantas riquezas y oportunidades tengamos que traerlo todo de afuera.

Un gobierno serio, en vez de perseguir a las empresas y ahogarlas, buscaría estimular la cooperación público-privado en áreas claves, para activar la producción nacional, generar mucho empleo e impulsar el desarrollo de nuestra economía. Ese es el país con el que soñamos y por el que todos los días salimos a recorrer nuestras comunidades, para que nuestro pueblo entienda por qué estamos viviendo esta crisis y que con este gobierno seguiremos retrocediendo, por eso la importancia de la Unión para impulsar el Cambio.

 ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/10/26/improvisacion/

"Un país saludable"

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

Las recientes amenazas a su salud que el venezolano ha visto aparecer en los últimos tiempos, deben ser el detonante para abrir una discusión sobre la salud pública de nuestra nación.
El transcurrir del siglo XX vio cambios drásticos en el enfoque de la salud pública nacional. La llegada de la centuria pasada encuentra a un territorio patrio netamente rural, y por ello plagado de dolencias, como era natural en tal circunstancia.
Solamente hacia mediados del siglo se comienzan a ver avances al respecto, llegando a erradicarse amenazas que parecían una condena y que lograron exorcizarse.
El nuevo milenio impone retos ante dolencias desconocidas, como el novísimo chikungunya o el temible ébola. Circunstancias ambientales también pueden modificar para bien o para mal la expansión de males como el dengue.
También depende del enfoque de las autoridades el manejo de dolencias tales como el cáncer, la diabetes, cardiopatías o VIH, por nombrar otros desafíos sanitarios que ponen bajo presión la capacidad de respuesta de los gobiernos del mundo en estos tiempos.
¿Cómo se enfrenta el aumento de personas que son víctima de estos males? Y sobre todo: ¿hasta qué punto está en manos de quienes ostentan funciones de gobierno el contribuir a prevenirlos? ¿Pueden los funcionarios del Estado ahorrar dolor y padecimientos a su gente? ¿Se pueden descongestionar los servicios de salud evitando que muchos se vean obligados a necesitarlos?
Es responsabilidad de las autoridades asegurar calidad de vida a los ciudadanos, y ello pasa por enfocar proactivamente el bienestar físico y emocional de todos. Hay que adelantarse a actuar, si en algún campo tiene consecuencias nefastas el comportamiento reactivo, es precisamente en el de la salud.
Asímismo, el aumento de la población exige robustecer todos los mecanismos para cuidar su salud, desde los preventivos hasta la higiene del entorno, muchas veces sacrificada por condiciones de habitabilidad que no son las más adecuadas y que comprometen la higiene del hábitat.
El asunto es también educativo. Toda la ciudadanía debe conocer las amenazas que acechan y cómo combatirlas con hábitos de vida. Hay que recordar que la gran arma de empoderamiento de la humanidad en el siglo XXI es la información, y estar informado en el campo de la salud, es sencillamente la posibilidad de salvar vidas.
Finalmente, hay que tener en cuenta lo que está sucediendo con nuestros médicos. Incentivos para el estudio de tan exigente carrera, así como para su posterior ejercicio en nuestra patria. Con orgullo podemos decir que nuestros galenos siempre han sido considerados entre los mejores del mundo; pero también duele decir que son muchos los que nos abandonan, justamente tentados por mejores condiciones laborales y de vida. Queda pendiente una gran tarea para el liderazgo venezolano: ¿cómo los retenemos?
En resumen, los retos en materia de salud pública, son completamente distintos en la segunda década del nuevo milenio. Las enfermedades son nuevas, las condiciones demográficas son otras. Hay que aprender y reinventarse. Es una tarea que no se puede dejar para ayer, porque los enemigos de la salud ciudadana avanzan sin descanso y la mayor diligencia nunca será suficiente.

lunes, 20 de octubre de 2014

¡IN SÓ LI TO!

Es imperdonable que este gobierno haya dilapidado los ingresos petroleros más importantes de nuestra historia y más imperdonable es que haya sido incapaz de resolver los principales problemas de nuestro país. Eso tienen que saberlo todos los venezolanos. Solo un gobierno irresponsable, indolente e insensible es capaz de mentirle a la gente, de jugar con sus necesidades y de desviar y regalar a intereses extranjeros los recursos que debieron convertir a nuestra nación en una potencia económica en el continente.

Hacemos esta reflexión porque durante las últimas semanas hemos visto cómo los precios del barril continúan bajando y, lejos de tomar las decisiones que deben tomar, salen diciendo que están preparados para enfrentar cualquier escenario que pueda presentarse en nuestro país con la caída de los precios del crudo. Eso no es cierto. Lamentablemente este hecho impactará negativamente en la economía de nuestra nación y, por consiguiente, seguirá deteriorando la vida de nuestro pueblo. Cosa que jamás desearemos los que queremos un verdadero cambio.

No olvidemos que este gobierno acabó con la producción nacional e hizo que hoy nuestra Venezuela sea más rentista que nunca. Lastimosamente dependemos de las importaciones para consumir la mayoría de los bienes y servicios que necesitamos y para ello, son vitales las divisas producto de la renta petrolera. Esta es una realidad, que por mucho que se esfuercen en ocultarla, diariamente los aplasta. Sería bueno que expliquen al país ¿con qué dólares importarán alimentos, medicinas y todo lo que necesitamos si siguen bajando los precios del petróleo?

Y no solo es que no habrá divisas para las importaciones, sino que tampoco habrá recursos para mantener las misiones y otros programas sociales. Tampoco olvidemos que hace unos años, con un precio por encima de los 100 dólares el barril, en diferentes ciudades de nuestro país veíamos manifestaciones de profesionales de la salud, de los trabajadores de las Empresas Básicas de Guayana y docentes reclamando su quincena, nuevos contratos colectivos y otras reivindicaciones salariales. ¿Cuántos servidores públicos se verían en la obligación de salir a la calle a exigir sus quincenas si el petróleo continúa bajando?

Si el petróleo sigue cayendo, ¿qué pasará también con las pocas obras de infraestructura social? Más caos. Una verdadera catástrofe y los únicos culpables son Nicolás y los enchufados, que destruyeron nuestra economía con un modelo inviable.


Tal ha sido la destrucción de nuestra Venezuela, que los primeros barcos de crudo importado, jamás comprados por nuestro país, partieron de Argelia y Rusia. ¡IN SÓ LI TO!. Sí, así mismo como lo están leyendo. Con las reservas más importantes del planeta, el gobierno tuvo que importar petróleo, porque nuestra industria petrolera tampoco escapó de la destrucción de este gobierno nefasto.

Esta semana vimos las contradicciones de las que son víctimas. Son incapaces de garantizar la seguridad del pueblo y celebran el 5to ingreso como Miembro No Permanente al Consejo de Seguridad en la Organización de Naciones Unidas, para y que garantizar la seguridad del mundo. Son unos irresponsables. Eso no resuelve los problemas de nuestro pueblo, además que tampoco le interesa. La prioridad de los venezolanos es que el dinero alcance, que aparezca la harina, la leche, los pañales, por mencionar algunos.

Hace días también celebraban con bombos y platillos que la Navidad de nuestro pueblo estaba garantizada porque llegaron unas aceitunas, cuando lo normal en cualquier país del mundo es que el pueblo cuente con todos los productos de la temporada navideña. Una Navidad garantizada es que a nuestro pueblo el sueldo le alcance para comprar los regalos, el estreno y la cena de Navidad y Año Nuevo. Una Navidad asegurada es que ningún venezolano muera en manos de la violencia, que los anaqueles de las farmacias estén llenos de medicamentos para cuando nuestro pueblo los necesite.

Ante una situación tan delicada como la que estamos viviendo, urge convocar a todos los sectores del país, dejar de perseguir al esfuerzo privado y más bien apoyarlo, para activar de una vez por todas la producción nacional. Los recursos de los venezolanos están estancados en el subsuelo, en las tierras y empresas que expropiaron y confiscaron, en cada máquina apagada por este gobierno corrupto. El resto de los países de nuestra América, trabajan con la empresa privada, mientras que este modelo que tenemos aquí las quebró, y las que quedan, las persiguen, las ahogan…

Nuestro país tiene reservas de petróleo para más de 200 años y debemos aprovecharlas en esta etapa, porque no sabemos si en los próximos años habrá otra fuente de energía y el petróleo pierda su valor. Es ahora y no dentro de unos años, que debemos utilizar el petróleo como la palanca estratégica para el desarrollo de nuestra Venezuela y eso solo lo lograremos cambiando este modelo, que ha llevado a nuestra hermosa nación al atraso.

Pero para impulsar el cambio debemos unirnos más que nunca. Esa es la única manera de dejar atrás ese modelo desfasado por un modelo progresista, que brinde confianza, y que deje atrás las amenazas y persecuciones a los productores. Solo unidos impediremos que los recursos de nuestro país sigan cayendo en el saco sin fondo de este modelo corrupto que, por lo menos, se ha robado más de 25 mil millones de dólares.

Esa gente que está en Miraflores no está gobernando, está destruyendo y es nuestro pueblo el único que puede y está obligado a darle un parado a este gobierno abusivo. El pueblo es el que tiene el poder de poner y quitar a sus gobernantes. Es el momento de que nuestro pueblo hable y se exprese. ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/10/19/in-so-li-to/

"Ta’ barato"

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
 @DavidUzcategui
 
Con la frase que titula este artículo, no nos referimos a que los venezolanos encuentren algún artículo a buen precio. Sea en el país o en el exterior, todo se ve costoso desde una inflación que supera al 60%. Estamos hablando de los precios del petróleo, que se abaratan progresivamente y parecen no detenerse.
 
Diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, han informado que la media del valor del barril de petróleo nacional en lo que va de año se sitúa en 95,29 dólares, por debajo de los 98,08 correspondientes a 2013 y muy por debajo de los 103,42 dólares de 2012.
 
Y estamos hablando de una media; pero la realidad es aún peor: en la semana del 6 al 10 de octubre, el petróleo venezolano cerró con un precio de 82,72 dólares el barril, lo que representa una disminución de 3,17 dólares con respecto a la semana anterior, cuando se cotizó en 85,89 dólares por barril. Es decir, la proyección es a la baja, inferior a la media de este año y muy por debajo de las medias de años previos.
 
Es para preocuparse, ya que el petróleo aporta 96 de cada 100 dólares que ingresan al país. Con la bonanza petrolera que ya se comenzó a alejar, resultaba mucho más fácil importar que producir. Ahora, cuando la tabla de salvación de nuestra economía debería ser la producción nacional, el aparato productivo luce desmantelado.
 
El gobierno nacional está haciendo lobby en la Organización de Países Exportadores de Petróleo para convocar a una reunión urgente, en la cual tratar la caída de los precios. La propuesta no ha encontrado eco y, muy por el contrario, voceros de Arabia Saudita han sentenciado que Venezuela debe acostumbrarse a que los precios permanecerán bajos por un buen rato.
 
En resumen, volvemos a aquella emblemática frase de Arturo Uslar Pietri, “sembrar el petróleo”, para darnos cuenta de que no lo hicimos, de que una vez más desperdiciamos como país una oportunidad literalmente de oro.
 
La economía mundial se desacelera y baja el consumo de hidrocarburos, Estados Unidos se convierte en exportador y a Arabia Saudita le interesa que los precios bajen para que los nuevos productores y exportadores cuenten con menos recursos. En medio de este complejo panorama internacional, la voz de Venezuela sencillamente no se escucha.
 
Hay otra realidad que se superpone a todo este panorama: PDVSA ha perdido su capacidad de incrementar la producción ante la falta de personal especializado y el deterioro de las instalaciones. No es que no quiera, sencillamente no puede.
 
Fue un ejercicio de arrogancia el pensar alguna vez que la OPEP bailaba al son venezolano. Los intereses de la administración venezolana de una década atrás coincidieron con el escenario geopolítico de entonces y pareció que Venezuela movía el mercado energético mundial. Es como correr en la dirección del viento para poder decir que nos acompaña.
 
Es difícil ser optimista, cuando el panorama luce sombrío y las vacas flacas tocan a la puerta. La única manera de ver el vaso medio lleno, sería pensar que esta circunstancia empujará a un viraje de fondo en la manera de conducir al país. Una vez más, la pelota queda del lado del gobierno.

lunes, 13 de octubre de 2014

"La urgencia del desarme"

Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
A finales del mes pasado, el gobierno central implementó un plan de desarme voluntario, en el cual se ofrece a quienes entreguen sus armas diversos incentivos, que van desde educación y equipos tecnológicos hasta intervenciones quirúrgicas.
Dicho plan ha resultado, por decir lo menos, polémico. Nadie se atreve a decir que no es necesario; pero muchos se preguntan si tales incentivos resultarán seductores a quienes tienen un arma como medio de conseguir ilegalmente su sustento y alcanzar sus torcidas ambiciones.
Desde esta tribuna, creemos que efectivamente hay razón de parte y parte. La iniciativa es urgente, necesaria y plausible; pero hay que ajustar muchas cosas, para que tenga mayor efectividad.
Expertos aseguran que ha sido una mala idea basarlo en instalaciones militares, porque estas disuaden al delincuente arrepentido de acudir. También señalan que estos planes son más efectivos cuando se dirigen al entorno del delincuente. Quizá padres, parejas, hermanos o hijos de dichos malhechores se vean más impedidos a entregar las armas en cuestión.
Sin embargo –y creo que aquí todos estamos de acuerdo- la discusión se debe dirigir hacia cómo ajustar los pormenores de la propuesta, ya que nadie, en su sano juicio, puede negar la urgencia de implementar estos planes en cuestión.
Por supuesto, vale la ocasión para debatir sobre las raíces de la violencia y qué podemos hacer para arrancarlas definitivamente. Y en este sentido, entender que la adecuada iniciativa del llamado al desarme voluntario, es apena una gota de agua en un océano de acciones impostergables.
Existe un asunto educativo de fondo. Hay que retomar el compromiso de la educación en todos los niveles, y no solamente la educación formal, sino la del ciudadano, como forjadora de principios y valores. Y nos referimos a la que da la familia, a la que da el gobierno a través de los mensajes que tiene capacidad de dejar en la cotidianidad de la gente.
Necesitamos también productividad y prosperidad. Los venezolanos tienen que volver a creer que sí pueden tener una vida digna y satisfactoria a través del trabajo y la remuneración justa que perciban por el mismo.
Es urgente. Se nos está haciendo cada vez más tarde. En los últimos días hemos padecido hechos de sangre que han conmocionado al país, como el impactante asesinato de Robert Serra, joven diputado oficialista de la Asamblea Nacional y el enfrentamiento entre civiles armados y efectivos del CICPC en el centro de Caracas.
Hablamos de hechos que han estremecido a una sociedad que ya no se conmueve ante nada, debido a la cotidianización de la violencia. Desde tiempo atrás hemos asegurado que, si algún punto de encuentro hay en este país escindido, es la condena a esta situación, que ya no amenaza con irse de las manos: se fue desde hace rato.
Lo que sí se debe tener claro es la enorme responsabilidad al respecto que tienen quienes hoy nos gobiernan. Deben ser ellos los proponentes, los coordinadores, los receptores de iniciativas. Los convocantes, los interlocutores de quienes estamos urgidos de trabajar por la paz, de cualquier color político y de diversos sectores de la sociedad.
No se trata de decir que tenemos que hacerlo antes de que sea tarde. Ya es tarde, es muy tarde. Pero es impostergable atajar a futuro la tragedia que vivimos hoy.

¿Qué quieres tú que yo haga?

“¿Qué quieres tú que yo haga?”, esa fue la cínica respuesta que le dio Nicolás a una señora, que en días pasados, se le acercó para clamarle justicia y suplicarle que desmonte la violencia que, durante los últimos años, ha cobrado la vida de más de 200 mil personas. Una realidad imposible de ocultar con vallas y propaganda.

Todos los días mueren decenas de venezolanos y los del gobierno, inmersos en su mundo de mentirillas y patrañas, tienen la desfachatez de asegurar que la percepción de la seguridad ha mejorado en nuestra Venezuela, cuando nunca antes en la historia de nuestro país habíamos tenido tantos casos de violencia, de anarquía y tantos grupos paramilitares y delictivos actuando como ahora. ¡Qué cosas! Tampoco habíamos tenido tantos generales.

Cuántas veces hemos advertido lo peligroso de que este gobierno centralista armara y protegiera a grupos delictivos y anárquicos, que operan impunemente y siembran el miedo. Lo ocurrido esta semana en el centro de Caracas con miembros de uno de estos grupos, demuestra que la violencia es alimentada por el propio gobierno. Después que los armaron, ahora no encuentran cómo frenarlos. Muchos nos preguntamos qué hay detrás de todo esto.

¿Qué tratan de esconder? ¿Y quién manda en el gobierno?, porque ver a un cabecilla de estos grupos decir que el país está bajo control, da mucho qué pensar. Los venezolanos esperamos que este hecho se investigue de manera seria, responsable y transparente.

También hemos alertado hasta el cansancio, lo peligroso que resulta la impunidad, la designación de fiscales y jueces provisionales, la estructura policial que no se corresponde con la realidad ni con las necesidades, el lenguaje de los enchufados elogiando y promoviendo constantemente la violencia, la venganza y la confrontación, así como el mensaje equivocado de que las leyes no tienen importancia.

Allí están las llamadas zonas de paz creadas inconstitucionalmente por el gobierno, que se convirtieron en áreas de impunidad y anarquía. ¿Cómo es eso que a esas zonas no puede entrar ningún organismo de seguridad? Esa es una decisión errática, como muchas de las decisiones de ellos, que lejos de ser parte de la solución, profundizan el problema. Nicolás dijo que iba a ser el presidente de la seguridad, ¿qué paso con eso?, puro cuento, o sino que le pregunten a nuestro pueblo si se siente seguro.

El primer responsable de la vida de los ciudadanos, en cualquier país normal, es el gobierno y las instituciones. ¿Dónde está Nicolás? ¿Dónde está el Ministro? ¿Dónde está la Fiscal? ¿La Defensora del Pueblo? ¿Dónde están los jueces del TSJ, cuando matan a un venezolano? ¿Por qué tanta indolencia? ¿Por qué tanto silencio, con tantos casos de violencia en diferentes rincones de nuestro país?

El silencio es lo que le queda a un gobierno que se enredó con la violencia, y los afectados somos los venezolanos. Podrán apelar ahora al silencio, perseguir a periodistas y a dueños de medios, pero recuerden que esto no oculta lo que ocurre en las calles de nuestro país.

Esto no silencia los 3.691 crímenes ocurridos en los primeros 9 meses del año, solamente en Caracas. No callan los asesinatos de 103 funcionarios policiales, en lo que va de 2014, también en la Gran Caracas. No tapa el horror que vivió la familia de un alcalde, dentro de su propia casa. Tampoco oculta el miedo que siente nuestro pueblo cuando hace las largas colas para comprar alimentos y medicinas, así como no silencia el exhorto que hizo la ONU al gobierno para liberar a Leopoldo López y a todos los presos políticos.

A nuestro pueblo le decimos que no tenemos que acostumbrarnos a la muerte. Los venezolanos que fallecen en manos de la delincuencia no pueden quedarse solo en cifras. Queremos justicia y los que tienen la responsabilidad de administrar la justicia, tienen que hacer su trabajo. Los venezolanos queremos y tenemos derecho a un país en el que la justicia funcione para todos por igual y no sea un privilegio.

Además, donde no hay justicia, es posible que haya más violencia, porque muchos apelan a la venganza y eso no es lo que queremos los venezolanos. La violencia no se acaba con más violencia, sino con un Sistema Judicial que funcione como tiene que funcionar y deje de ser un brazo político del partido oficial.

Al país ya le presentamos nuestro plan de seguridad, que comprende cuatro áreas de acción: la prevención, el fortalecimiento de los cuerpos policiales, que permitirá tener control del delito, respeto a la autonomía del Sistema de Justicia y un Sistema Penitenciario que eduque y capacite a los privados de libertad para su reinserción en la sociedad.

Debemos impedir que la anarquía y el terrorismo sigan apoderándose de nuestras calles y que hechos como este pongan en peligro la vida de otros venezolanos. Nuestra Venezuela merece mucho más que la incapacidad que ahora gobierna y traiciona a nuestros jóvenes, quienes apenas eran unos niños cuando comenzó la mal llamada revolución. Recordemos que las principales víctimas y victimarios son muchachos que no pasan los 20 años. Este gobierno no hizo y no hará nada para sacarlos del mal camino. Les negó oportunidades. Por eso debemos unirnos todos, para lograr el cambio.

Los venezolanos merecemos una vida mejor en la que podamos vivir y dormir tranquilos. Quienes queremos un mejor país, no descansaremos hasta lograr el cambio que tanto queremos y con el que soñamos.


Bien lo dijo el poeta alemán Bertolt Brecht “no aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”. Vamos que juntos sí podemos construir el país de justicia y paz que tanto queremos

 ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/10/12/que-quieres-tu-que-yo-haga/

domingo, 5 de octubre de 2014

"El drama de nuestros abuelos"

El tiempo es un excelente maestro, bien me lo decía mi abuela, con quien compartí tantos momentos de sensatez y anécdotas que marcaron mi vida. Aprendí tantas cosas de sus vivencias, que entendí, desde muy joven, el valor del tiempo.

Nuestros abuelos son una especie de libros vivientes y de archivos familiares. Ellos son la luz,  la sabiduría en la oscuridad y el mayor de los tesoros. Sin embargo, muchas veces vemos cómo algunas familias ignoran a ese ser tan sabio que tienen al lado, e igual de grave es ver cómo el gobierno, que debería garantizarles una vida digna, hasta el final de sus días, también los deja de lado.

Y es que llegar a cierta edad tiene que ser un premio. Pero esa no es  la realidad de los adultos mayores en nuestro país. Aquí nadie escapa de la crisis económica, política y social que estamos viviendo. Este gobierno, con su modelo fracasado, convirtió a nuestra Venezuela, en la nación más difícil de nuestra América Latina para envejecer. Países de nuestro continente, que años atrás miraban a Venezuela como una opción para su futuro, hoy nos superan y por mucho.

No puede ser que la pensión de nuestros adultos mayores se vaya en una farmacia, comprando medicinas, cuando las consiguen. ¿Y cómo hacen para comprar los alimentos? Sí, nuestros abuelos se debaten entre comprar la comida o los medicamentos. Frente a esa realidad tenemos que hacer algo. En un país con tantos recursos y petróleo como los que tiene nuestra Venezuela, no debería haber un solo adulto mayor pasando necesidades.

Hago esta reflexión porque esta semana, que por cierto se celebró el Día Internacional del Adulto Mayor, conocí a Cleofe, una tequeña de 74 años, quien derrochando lucidez me planteó su situación como jubilada y su preocupación por la crisis económica que afecta su calidad de vida y la de sus hijos. Me dijo que ya no solo se trata de que la pensión no le alcance, sino que no consigue los alimentos y sus medicinas para la tensión. Y tampoco quiere ir sola a cobrar su pensión porque puede ser víctima de la delincuencia.

Me insistió en hablar de la delicada situación económica. “¿Cómo no voy a estar angustiada? Nací en esta tierra. Este país me duele y me duele por mis nietos. ¿Cuál es el futuro que les espera?”. Un futuro que ni siquiera tiene ella asegurado después de tantos años de trabajo. Esa angustia de Cleo es la de muchas madres y abuelas venezolanas.

Muchos de nuestros adultos mayores con un “golpe” de suerte logran sobrevivir. De por sí la inflación, que carcome los bolsillos de nuestros trabajadores, es todavía más dañina en los sectores de la tercera edad, que deben destinar recursos no solo a gastos de alimentos, sino también de medicamentos, exámenes médicos, transporte, vestimenta y en, algunos casos, hasta de vivienda.
Literalmente tienen que hacer magia para poder llegar a fin de mes. Recordemos que el monto total de la pensión es casi cuatro veces inferior al de la canasta alimentaria, que en el mes de agosto se elevó a 13.482,26 bolívares.

Y pese a que la Constitución de nuestro país dice que el gobierno está obligado a garantizar la atención integral, asegurar la calidad de vida de nuestras abuelas y abuelos; además del derecho a un trabajo acorde con los que manifiesten su deseo de tener un empleo, nada más lejano a esa premisa.
Tanto que este gobierno invierte en publicidad para informar sobre el aumento de las personas que actualmente gozan de una pensión, pero no dicen que aún hay dos millones de personas sin respuesta. Incluso algunos se han ido al cielo esperando por ese beneficio, cuando debería ser algo automático, es un derecho. No es justo que los abuelos estén de aquí para allá esperando por la misma. Eso tiene que quedar atrás.

Nadie que quiera construir futuro puede olvidarse de nuestros abuelos. Una persona que tiene 70 años igualmente tiene derecho a soñar y a pensar en su futuro y en el futuro de sus nietos.

Por eso, desde Miranda, seguimos construyendo un país de progreso, oportunidades y futuro, también para los adultos mayores. En nuestras Casas de los Abuelos, reciben atención integral durante el día, incluyendo atención médica a través de nuestros profesionales de Salud Miranda. Además, a muchos de ellos con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o asma, les entregados sus medicamentos a través del Plan Mi Remedio.

También hemos hecho muchas propuestas para mejorar las condiciones de nuestros adultos mayores y ahí está, la Asamblea Nacional, con su fracción oficialista, negó el beneficio de bono alimenticio a nuestros abuelos.

Si los que hoy gobiernan nuestro país dejaran de regalar el petróleo, habría recursos para darle a nuestros adultos mayores no solo tiques de alimentación, sino también para crear un fondo para que puedan recibir sus medicinas, de modo que no gasten su pensión en una farmacia. Los abuelos  no tienen por qué pagar el fracaso económico del gobierno. A ellos también les pega, incluso más que a cualquier otro, la escasez de medicamentos que ronda el 60%.

Nuestro compromiso es mejorar la vida de estos venezolanos y que puedan tener tranquilidad. Hoy volvemos a poner a la orden nuestro Plan Segunda Oportunidad, con el que se pudieran generar más de 450 mil puestos de trabajo para los venezolanos mayores de 50 años. Recordemos que son muchos los que pierden su empleo, no consiguen trabajo y no pueden esperar a completar la edad para la pensión: están productivos y tienen familia.

Debemos aprovechar la fuerza productiva de los venezolanos, pero para hacerlo se requiere que todos puedan desempeñarse en las áreas y oficios que mejor responden a la realidad del país y a su vocación. El Plan Segunda Oportunidad permitiría aprovechar los conocimientos acumulados de aquellas personas mayores de 45 años que desean permanecer activos en la fuerza laboral.


Soñamos con una Venezuela en la que nuestros abuelos puedan ahorrar y que esa posibilidad no sea un lujo. Seguiremos trabajando incansablemente hasta tener un país para el progreso de nuestros abuelos, de sus familias y de todo nuestro pueblo. Esa Venezuela podemos construirla juntos, pero debemos unirnos para impulsar el cambio que tanto anhelamos. 

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!


FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/10/05/el-drama-de-nuestros-abuelos/

"Oportunidad"

Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
Para muchos, el juego político venezolano luce trancado. Y no falta razón en esta percepción. El cuadro actual es extremadamente complejo. Sin embargo, hay señales que permiten vislumbrar alternativas para seguir adelante. 
Entre las noticias que han ocupado las primeras páginas en los últimos días, están la asignación de casa por cárcel al comisario Iván Simonovis y el nombramiento de Jesús “Chúo” como coordinador de la Mesa de la Unidad Democrática.
Por supuesto no faltará quien desestime estas dos situaciones, alegando que son dos gotas en un océano de calamidades. Pero hay quienes preferimos ver el vaso medio lleno, no como un ejercicio de tozudo optimismo estéril, sino como la punta del hilo que nos puede conducir hacia mayores logros en el camino del bienestar que queremos y merecemos.
El comisario Simonovis padecía una serie de complicaciones de salud en su cautiverio, las cuales fueron hechas públicas con angustia por su esposa Bonny. Una maraña burocrática inexcusable prolongó la llegada del auxilio a su complicada condición. Pero finalmente se le dejó continuar el cautiverio en casa.
Quizá sea el vaso medio vacío. Casa por cárcel es también una cárcel. Aún pesa sobre este venezolano y sobre su familia una situación desproporcionada y cruel. Pero también es el vaso medio lleno. Está bajo su techo, con su gente, y esto nos hace ser optimistas respecto a su vida y salud, que es lo prioritario en este momento.
¿Qué impulsó a las autoridades a enviarlo a casa? Se pueden hacer muchas hipótesis y sería aventurado exponerlas aquí, porque se trataría de especulaciones. Pero hay un hecho: cedieron en una posición intransigente. Muchos habían perdido la esperanza respecto a este caso y esperaban lo peor. Sea lo que sea, estamos ante un paso hacia adelante en una situación que perecía perdida.
En cuanto a la designación de Chúo Torrealba al frente de la coalición alternativa democrática, también podemos elegir si la tomamos como una nueva posibilidad o naufragamos en el pesimismo aprendido.
Torrealba ha venido realizando una ejemplar labor al frente de sus espacios en los medios de comunicación, la cual lo ha llevado a diagnosticar las angustias e inquietudes de los venezolanos en el sitio. Su formación política es de larga data y sin duda resultará un aporte. Sus intervenciones en los últimos días, ya al frente de la mencionada coalición, muestran una combinación de contundencia con sensatez que genera nuevos bríos.
Y valga la ocasión para reivindicar lo que ha hecho la MUD hasta hoy. Unas primarias que convocaron a pluralidad de candidatos, la convocatoria de votantes a las mismas, el surgimiento de Henrique Capriles Radonski como candidato en un proceso transparente y su capital de votos en dos elecciones presidenciales que no tuvieron las mejores condiciones. Todo esto bajo la coordinación de Ramón Guillermo Aveledo, a quien Chúo brindó una merecida palabra de reconocimiento.
La autocrítica es necesaria e imprescindible en un momento difícil como el que atravesamos. Pero hay que distinguirla de la autoflagelación, de la tentación de agredirnos entre nosotros mismos, de la inmovilización a la cual lleva una aparente falta de salidas.
Quienes ejercemos la política como oficio, nos empeñamos en encontrar salidas cuando nadie más las ve. De eso se trata. De elaborarlas. De aferrarse a una oportunidad, por más pequeña que sea, hasta convertirla en grande.