lunes, 2 de junio de 2014

"Puro cuento"


No sé cuál es el país del que hablan algunos por televisión, lo que sí sé es que la Venezuela que recorro todos los días está llena de miseria. Niños que no tienen uniformes ni zapatos para ir a la escuela, familias que viven en una vivienda de latón y madres, como María Bolívar Méndez, que no solo no tienen qué darle de comer a sus hijos, sino que lloran a uno de ellos que fue asesinado, por otro adolescente como él.

A María la conocí esta semana en uno de mis recorridos casa por casa por Súcuta, un sector de nuestro municipio Tomás Lander, en nuestros Valles del Tuy, donde sobreviven unas 200 familias. Digo sobreviven porque es una comunidad en la que abundan las carencias. No hay agua potable, ni red de aguas negras, ni transporte público, pero sí hay niños con hambre y que no van a las escuelas, carreteras de tierra y obras inconclusas, responsabilidad de un gobierno que en vez de repartir los ingresos petroleros a los venezolanos, se embolsilló, despilfarró y regaló a otros países nuestros recursos.

Es inconcebible que en un país con las riquezas naturales que tiene nuestra Venezuela, la historia de esta familia mirandina, sea un retrato dramático de la situación de quienes también viven en el barrio Guanipa Mato de Maracaibo, en La Ponderosa del norte de Barcelona, en la de la invasión 3 de septiembre de Boconó o en las miles de comunidades que tiene nuestra Venezuela.

No es posible tapar el sol con un dedo. Por mucho que algunos maquillen cifras, lancen millonarias campañas publicitarias y controlen todos los medios de comunicación, la pobreza en nuestra Venezuela es una realidad inocultable.

Cifras difundidas esta semana por el INE contradicen la proclama de Nicolás de erradicar la miseria para el año 2018. Entre finales de 2012 y finales de 2013, la cantidad de venezolanos en situación de pobreza aumentó 24%. Es decir hay 1.8 millones más de venezolanos pobres, para totalizar 9.2 millones de personas que no cuentan con dinero suficiente para poder atender las necesidades más básicas, como alimentación, vestido, calzado y transporte.

Y esa es la gran obra que tiene Nicolás para mostrar en el primer año de su desgobierno. Se convirtió en una fábrica de hacer pobres a más venezolanos. Las cifras del propio gobierno revelan que los avances importantes en materia de disminución de la pobreza que se alcanzaron en 2012, se perdieron durante el año pasado y los únicos responsables son Nicolás y su gobierno, que insisten en aplicar un modelo económico inviable, que camina en dirección contraria a disminuir los niveles de miseria en nuestra Venezuela.

Pero cómo no va a haber pobreza en Venezuela si casi 82 mil millones de dólares han sido regalados a otros países. Cómo no hablar de pobreza en un país en el que funcionarios del gobierno permitieron uno de los desfalcos más grandes de nuestra historia. Recadi se quedó en pañales. Más de 20 mil millones de dólares se perdieron a través de empresas fantasmas. De qué ha servido destinar millones y millones de dólares en armamento militar, cuando nuestros campos se han convertido en campos fantasmas, porque lo que crece es monte.

Por eso no es casual que esta semana el gobierno nuevamente denunciara un supuesto plan de conspiración e intento de magnicidio, para seguir haciendo invisible los problemas, a los pobres y para no hablar de la profunda crisis económica. No es casual que durante los últimos 12 meses hayan denunciado más de 11 planes de conspiración y 4 de magnicidio. Los venezolanos estamos cansados y lo que queremos es que nos hablen de los tres golpes: desayuno, almuerzo y cena.

Nuestro pueblo quiere que le hablen de los golpes de la escasez, de la inflación, del alto costo de la vida. Ahora vienen otros golpes, el aumento de las tarifas eléctricas y de la gasolina. Los venezolanos reciben golpes todos los días con la inseguridad. Ya el libreto se les agota y es tedioso escuchar las mismas historias. Nuestro pueblo ya no se come ese cuento. Esa es la forma que ellos utilizan para evadir los verdaderos problemas que agobian al país y tratar de tapar su incapacidad.

Nuestro pueblo quiere que los ingresos petroleros, que han sido los mayores de toda nuestra historia, se traduzcan en obras de infraestructura social, como viviendas seguras, hospitales y escuelas, se materialicen en empresas generadoras de empleos y se utilicen para activar el campo y la industria y que en nuestro país podamos producir todo lo que necesitamos.

Este gobierno sabe más de teorías de conspiración que de resolver el drama de la inseguridad, el problema de la escasez y la inflación. Por eso los pobres, la crisis hospitalaria, la escasez de medicamentos y repuestos, así como nuestros enfermos de cáncer, que no consiguen su tratamiento, “conspiran” en contra de Nicolás. Puro cuento. Mientras los del gobierno hablan de conspiraciones, los venezolanos como María tienen que comer lo que su esposo saca de La Bonanza. Sí del relleno sanitario donde trabaja. De allí, María, en más de una oportunidad, se ha visto obligada a preparar la comida que “sirve” a sus muchachos. Es eso o nada. Y para los del gobierno la escasez de alimentos es porque los venezolanos comemos mucho.
Esa es la tragedia que hoy viven más de 9.2 millones de venezolanos y a los del gobierno no les importa. Hoy ese grupo de enchufados se mantiene en el poder a costa del sufrimiento de un pueblo que ve atónito cómo un inmenso chorro de ingresos se desaparece, y ya ni siquiera caen las migajas, por el abandono absoluto de las Misiones.

Por eso, hoy más que nunca, no podemos cansarnos de insistir y lograr la unión de todos, la organización de ese deseo de cambio para que pueda imponerse de la mano de nuestro propio pueblo.

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