La llaman “salta talanquera” por querer
un cambio en nuestro país, sin embargo, ella no se intimida. Con más
brío reclama sus derechos a tener una vida digna. La vida con la que
sueñan y se merecen los 30 millones de personas que viven en nuestra
Venezuela, una nación que cuenta con todos los recursos para ser “una
tacita de plata”, como bien lo dijo esta venezolana.
Ella vive en una comunidad de nuestro
municipio Acevedo de nuestro estado Miranda. Ella es una líder innata
que poco le importa que le digan “traidora” por buscar el bienestar
colectivo de su sector. Ella sueña, trabaja y se esfuerza para que el
progreso llegue no solo a su casa, sino también a la de sus vecinos.
Durante una asamblea popular tuvimos la
oportunidad de conversar esta semana, y me confesó que su necesidad, la
de los suyos y de su comunidad no ven color. Ella sabe que la
politiquería en nuestra Venezuela no solo le ha hecho mucho daño a
cientos de familias, sino que ha desmejorado la calidad de vida del
pueblo. Y sí, estoy de acuerdo contigo cuando dices que la única manera
de enrumbar nuestro país es a través de la educación, el deporte y la
generación de empleos con calidad.
Quiero aprovechar estas líneas para
agradecer infinitamente la noble labor que venezolanos como tu emprenden
a diario para que sus comunidades progresen, porque el progreso de tu
comunidad contribuye con el avance de nuestra estado Miranda y de
nuestra Venezuela. Líderes como tú son los que necesitamos en todos los
rincones de nuestro país para impulsar el cambio. No es salta
talanquera, ni traidor, ni tampoco deja de ser revolucionario quienes
luchan a diario por el cambio como lo haces tú.
Se
traiciona a sí mismo, a sus hijos y a su familia quienes no buscan el
cambio para mejorar su vida. Acá los traidores son ese grupo de
enchufados que han vivido a costa de los recursos de nuestro pueblo y
que ahora piden lealtad por los “días difíciles que están por venir”.
Los traidores son ellos, quienes tuvieron la oportunidad histórica de
convertir a nuestra Venezuela en una verdadera potencia y traicionaron
los ideales de Bolívar.
Traidores son ellos que no les importa
frenar los sueños de millones de venezolanos, por no perder las mieles
que da el poder. Aquí nadie tiene por qué resignarse a vivir mal, y no
solo te lo digo a ti sino a los millones de venezolanos que están
cansados de que este gobierno juegue con sus sueños. Nadie tiene por qué
calarse un gobierno lleno de improvisaciones que no tiene un proyecto
claro, serio, viable y orientado al bienestar de los venezolanos.
Para lo único que ha servido ese modelo
personalista es para el enriquecimiento de los enchufados. Ellos son
quienes han manejado de manera discrecional los recursos de los
venezolanos. Por eso hoy muchos no nos hacemos ilusiones con los cambios
de ministros anunciados esta semana.
Podrán cambiar, rotar, mover de aquí
para allá ciertas piezas, pero el problema no es un nombre. La grave
crisis económica, la escasez e inflación no se soluciona con esos
movimientos ministeriales, como si el país se manejara como un juego de
ajedrez. Pueden cambiar a uno, dos o tres ministros, pero el modelo
sigue siendo inviable.
Esos cambios no son ninguna muestra de
rectificación de un modelo que no c
ree en el emprendimiento, en el
esfuerzo privado, en la educación libre y plural. A Nicolás no le
interesa nada de eso, solo busca propagar la pobreza, como una pandemia,
para seguir chantajeándo a los venezolanos cada vez que se acerque un
proceso electoral.
Y si hay algo que reveló y confirmó la
salida de Jorge Giordani de la Cartera de Planificación, es el nivel de
corrupción que hay dentro del gobierno. Admitir que durante 2012 se
“llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos” para lograr
una reelección nos habla de la gran descomposición moral de quienes hoy
gobiernan nuestra nación. Algunas ONG ya han advertido esta realidad con
sus estudios. Según Transparencia Venezuela, nuestro país es el
penúltimo con mayor percepción de corrupción, solo por encima de Haití.
Pero esa salida evidenció también que la
economía en nuestra Venezuela se ha manejado de manera compulsiva y con
espasmo. Al margen de las necesidades de los venezolanos, solo pensando
en intereses personales y de un partido político. Es muy fácil decir 15
años después, cuando se queda por fuera de ese proyecto y se es uno de
los principales responsables de esta crisis, que es hora de rendir
cuentas al país.
Rendir cuentas al país sería dar nombres
y apellidos de quienes se robaron más de 25 mil millones de dólares de
Cadivi. Señalar a los responsables de que esos recursos no hayan llegado
a comunidades en la que viven venezolanos en la miseria y se van a la
cama sin comer. Si esos recursos no se los hubieran robado, no solo esta
comunidad de nuestro municipio Acevedo, sino las miles de comunidades
que hay en nuestro país en situaciones deplorables, hoy tuvieran
carreteras asfaltadas y transporte público, redes de aguas blancas y
aguas negras, electricidad, además de viviendas, escuelas y ambulatorios
de calidad.
La posibilidad de que los recursos por
la renta petrolera se destinen a dar soluciones a los problemas del
pueblo, depende justamente de cada venezolano. Por eso no me cansaré de
decir que hoy nos unen las dificultades. Los problemas nos afectan a
todos. Allí la importancia de la labor que emprenden en sus comunidades
líderes anónimos, luchadores de a pie y sin sueldo que desean el
bienestar de toda nuestra Venezuela.
El cambio sí es posible y estamos
obligados a construirlo juntos. Siempre hemos propuesto un gobierno que
oriente y no que controle. Una administración pública al servicio de los
venezolanos, aliada con el progreso y el desarrollo, con instituciones
funcionales, independientes y garantes de la convivencia justa y en
igualdad de condiciones para todo nuestro pueblo. Crear políticas
sociales que, en definitiva, le ofrezcan a los venezolanos educación,
salud, empleo, seguridad social y vivienda. Es tiempo de que la
esperanza derrote al miedo.
Cada uno de nosotros tiene una
responsabilidad, la responsabilidad de orientar a los que aun no han
abierto los ojos y a los que están confundidos. Es tiempo de dejar de
hablar de magnicidios y guerras económicas que solo existen en el
imaginario de Nicolás y su entorno.
Y ese es el gran reto, crear un
movimiento social lo suficientemente sólido para impulsar el cambio que
arrancó el año pasado y que tanto necesita nuestra Venezuela.
¡Qué Dios
bendiga a nuestro pueblo!
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