lunes, 23 de junio de 2014

Se necesitan más personas como tú

La llaman “salta talanquera” por querer un cambio en nuestro país, sin embargo, ella no se intimida. Con más brío reclama sus derechos a tener una vida digna. La vida con la que sueñan y se merecen los 30 millones de personas que viven en nuestra Venezuela, una nación que cuenta con todos los recursos para ser “una tacita de plata”, como bien lo dijo esta venezolana.

Ella vive en una comunidad de nuestro municipio Acevedo de nuestro estado Miranda. Ella es una líder innata que poco le importa que le digan “traidora” por buscar el bienestar colectivo de su sector. Ella sueña, trabaja y se esfuerza para que el progreso llegue no solo a su casa, sino también a la de sus vecinos.

Durante una asamblea popular tuvimos la oportunidad de conversar esta semana, y me confesó que su necesidad, la de los suyos y de su comunidad no ven color. Ella sabe que la politiquería en nuestra Venezuela no solo le ha hecho mucho daño a cientos de familias, sino que ha desmejorado la calidad de vida del pueblo. Y sí, estoy de acuerdo contigo cuando dices que la única manera de enrumbar nuestro país es a través de la educación,  el deporte y la generación de empleos con calidad.

Quiero aprovechar estas líneas para agradecer infinitamente la noble labor que venezolanos como tu emprenden a diario para que sus comunidades progresen, porque el progreso de tu comunidad contribuye con el avance de nuestra estado Miranda y de nuestra Venezuela. Líderes como tú son los que necesitamos en todos los rincones de nuestro país para impulsar el cambio. No es salta talanquera, ni traidor, ni tampoco deja de ser revolucionario quienes luchan a diario por el cambio como lo haces tú.

Se traiciona a sí mismo, a sus hijos y a su familia quienes no buscan el cambio para mejorar su vida. Acá los traidores son ese grupo de enchufados que han vivido a costa de los recursos de nuestro pueblo y que ahora piden lealtad por los “días difíciles que están por venir”. Los traidores son ellos, quienes tuvieron la oportunidad histórica de convertir a nuestra Venezuela en una verdadera potencia y traicionaron los ideales de Bolívar.

Traidores son ellos que no les importa frenar los sueños de millones de venezolanos, por no perder las mieles que da el poder. Aquí nadie tiene por qué resignarse a vivir mal, y no solo te lo digo a ti sino a los millones de venezolanos que están cansados de que este gobierno juegue con sus sueños. Nadie tiene por qué calarse un gobierno lleno de improvisaciones que no tiene un proyecto claro, serio, viable y orientado al bienestar de los venezolanos.
Para lo único que ha servido ese modelo personalista es para el enriquecimiento de los enchufados. Ellos son quienes han manejado de manera discrecional los recursos de los venezolanos. Por eso hoy muchos no nos hacemos ilusiones con los cambios de ministros anunciados esta semana.

Podrán cambiar, rotar, mover de aquí para allá ciertas piezas, pero el problema no es un nombre. La grave crisis económica, la escasez e inflación  no se soluciona con esos movimientos ministeriales, como si el país se manejara como un juego de ajedrez. Pueden cambiar a uno, dos o tres ministros, pero el modelo sigue siendo inviable.
Esos cambios no son ninguna muestra de rectificación de un modelo que no c
ree en el emprendimiento, en el esfuerzo privado, en la educación libre y plural. A Nicolás no le interesa nada de eso, solo busca propagar la pobreza, como una pandemia, para seguir chantajeándo a los venezolanos cada vez que se acerque un proceso electoral.

Y si hay algo que reveló y confirmó la salida de Jorge Giordani de la Cartera de Planificación, es el nivel de corrupción que hay dentro del gobierno. Admitir que durante 2012 se “llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos” para lograr una reelección nos habla de la gran descomposición moral de quienes hoy gobiernan nuestra nación. Algunas ONG ya han advertido esta realidad con sus estudios. Según Transparencia Venezuela, nuestro país es el penúltimo con mayor percepción de corrupción, solo por encima de Haití.

Pero esa salida evidenció también que la economía en nuestra Venezuela se ha manejado de manera compulsiva y con espasmo. Al margen de las necesidades de los venezolanos, solo pensando en intereses personales y de un partido político. Es muy fácil decir 15 años después, cuando se queda por fuera de ese proyecto y se es uno de los principales responsables de esta crisis, que es hora de rendir cuentas al país.

Rendir cuentas al país sería dar nombres y apellidos de quienes se robaron más de 25 mil millones de dólares de Cadivi. Señalar a los responsables de que esos recursos no hayan llegado a comunidades en la que viven venezolanos en la miseria y se van a la cama sin comer. Si esos recursos no se los hubieran robado, no solo esta comunidad de nuestro municipio Acevedo, sino las miles de comunidades que hay en nuestro país en situaciones deplorables, hoy tuvieran carreteras asfaltadas y transporte público, redes de aguas blancas y aguas negras, electricidad, además de viviendas, escuelas y ambulatorios de calidad.

La posibilidad de que los recursos por la renta petrolera se destinen a dar soluciones a los problemas del pueblo, depende justamente de cada venezolano. Por eso no me cansaré de decir que hoy nos unen las dificultades. Los problemas nos afectan a todos. Allí la importancia de la labor que emprenden en sus comunidades líderes anónimos, luchadores de a pie y sin sueldo que desean el bienestar de toda nuestra Venezuela.

El cambio sí es posible y estamos obligados a construirlo juntos. Siempre hemos propuesto un gobierno que oriente y no que controle. Una administración pública al servicio de los venezolanos, aliada con el progreso y el desarrollo, con instituciones funcionales, independientes y garantes de la convivencia justa y en igualdad de condiciones para todo nuestro pueblo. Crear políticas sociales que, en definitiva, le ofrezcan a los venezolanos educación, salud, empleo, seguridad social y vivienda. Es tiempo de que la esperanza derrote al miedo.

Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad, la responsabilidad de orientar a los que aun no han abierto los ojos y a los que están confundidos. Es tiempo de dejar de hablar de magnicidios y guerras económicas que solo existen en el imaginario de Nicolás y su entorno.

Y ese es el gran reto, crear un movimiento social lo suficientemente sólido para impulsar el cambio que arrancó el año pasado y que tanto necesita nuestra Venezuela.

 ¡Qué Dios bendiga a nuestro pueblo!

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