lunes, 16 de junio de 2014

Por ti Scarlet y por millones

Con la vida en contra, Scarlet Guipe, con solo 32 años hace malabares, junto a su esposo, para sacar adelante a sus 6 muchachos. Los sacan adelante con una fuerza de voluntad de acero inoxidable. Pese a la situación de pobreza en la que viven, no se amilanan para bregar con la vida y salir a buscar el pan para sus hijos.

Confiesa que viven un día a la vez. Con el dinero que gana su esposo como latonero, compran a diario lo que comen. Si el dinero alcanzó para comprar solo arroz y caraota, es lo que preparan. Otros días deben conformarse con pasta y mantequilla.

A Scarlet la conocí esta semana durante un recorrido casa por casa que hicimos por Lomas de Dos Lagunas, en Cartanal. Una comunidad de nuestro municipio Independencia, en Valles del Tuy, a donde los recursos de la renta petrolera no han llegado.

La pobreza existe donde hay injusticias y si hay algo que abunda en nuestro país es precisamente la injusticia. No es justo que siendo nuestra Venezuela la nación con las reservas de petróleo más importante del planeta, haya comunidades con tantas carencias.

Donde uno se pare en Lomas de Dos Lagunas, lo que ve es miseria y necesidades de todo tipo: calles de tierra, viviendas improvisadas de tabla, cartón y zinc, niños que corren descalzos de un lugar a otro, ausencia de servicios públicos, animales famélicos y basura acumulada. En esta comunidad el progreso no es el celular, ni la computadora, mucho menos Internet, sino el excusado o letrina donde tienen que hacer sus necesidades fisiológicas. Sí, una letrina, que utilizaban los bisabuelos, cuando aún no existían pocetas.

Cuando llegamos a este sector, una de las primeras personas en invitarnos a su casa fue Scarlet. Una pieza de unos cuatro metros de largo por tres de ancho, piso de tierra y techo de zinc, que amasa un calor increíble, es el resguardo de 8 personas. En una litera y una cama individual deben acomodarse todos. Se acuestan y se levantan en medio del hacinamiento. Una nevera descompuesta y oxidada sirve de armario, porque no tienen comida que guardar dentro de ella.

Los días de esta familia probablemente transcurran como los días de 9,2 millones de personas que viven, en nuestra Venezuela, en situación de pobreza. Las necesidades de Scarlet son las mismas de Carmen en Filas de Mariche. No consigue leche para sus hijos y cuando la consigue el dinero no le alcanza. Cuando se va la luz, ambas quedan a oscuras. Cuando las bandas asesinan a alguien, las dos lloran la muerte. Ambas deben cargar como una cruz, baldes llenos de agua que no llega a sus casas por tuberías.

Este gobierno ha demostrado, con cada una de sus actuaciones y decisiones, que no le importa un bledo que Scarlet y su familia pasen hambre, al punto que gasta en alimentos casi la misma cantidad que le envían al gobierno de los hermanos Castro, en Cuba. Recordemos que solo entre el año 2008 y 2011 destinaron 13,5 millardos de bolívares para la Misión Alimentación, mientras a Cuba se envían 12 millardos anuales. Este gobierno les miente a los venezolanos al decir que se preocupa por los más pobres.

Y es precisamente esta realidad la que el gobierno quiere tapar a toda costa. Por eso cada vez que se sienten amenazados no solo salen a hablar de magnicidio y conspiraciones, sino que también tratan de silenciar las voces de la pobreza, censurando y presionando a los pocos medios de comunicación que no “controlan”, como si esa fuera la solución a la pobreza. Aunque esta tampoco se soluciona con una constituyente y esa es una verdad que estamos obligados a advertir.

Nuestra responsabilidad es explicarle no solo a Scarlet sino a cada uno de los venezolanos, con quienes conversamos a diario, que no tienen por qué conformarse ni acostumbrarse a esta lucha de sobrevivencia que emprenden a diario. Que entiendan la necesidad de un cambio, porque a este gobierno lo único que le interesa es hacer más pobres a los pobres, para así poder controlarlos. Este gobierno se oxigena de venezolanos como Scarlet, por eso no le interesa brindarle a ella, su marido y familia herramientas para que sean personas productivas y puedan caminar tranquilos hacia el futuro.

Nuestro gran reto es que cada venezolano entienda que tiene derecho a soñar y a aspirar una vida mejor. Es probable que Scarlet no sueñe con mudarse de Lomas de Dos Lagunas, porque al final es en esa comunidad donde nació, creció y donde quiere pasar sus últimos días. Pero esta mirandina tiene derechos y el gobierno la obligación de construir en ese sector viviendas dignas, escuelas para que sus hijos se eduquen, redes de aguas blancas, aguas negras y garantizar transporte público para que ella, su esposo y sus hijos puedan trasladarse a estudiar y trabajar. El gobierno está obligado a que los recursos del petróleo lleguen a todas las comunidades.

Pero también es nuestra obligación explicar a los venezolanos, que antes de hablar de revocatorio, reforma, constituyente, enmienda y hasta renuncia, debemos renovar el CNE, porque tres de sus rectores tienen el periodo vencido y todas las opciones pasan por un proceso electoral. ¡No más falsas expectativas al pueblo!

Debemos hacer un gran debate nacional, para explicarle a nuestro pueblo, como Scarlet, cuáles salidas son factibles frente a este caos, eso sí, no podemos dejar de lado todos los problemas y dificultades por los que pasan los venezolanos, sobre todo nuestro pueblo más pobre, que es el que más sufre con la profunda crisis económica que hay en nuestro país.

Nosotros no creemos en salidas mágicas o aventureras que lo que pudieran es profundizar la crisis política que hay en nuestro país y terminar en una frustración mayor a la existente. En Venezuela el cambio es duro, difícil y lento. No hay una vía expresa que nos lleve rápido al cambio. Hay que organizar al pueblo y en especial a nuestro pueblo oficialista que está huérfano, esperando por una nueva dirigencia que le ofrezca lo que hasta hoy no le han cumplido: soluciones a sus problemas.

Insistimos que el cambio se construye de abajo hacia arriba, pero con un piso sólido, firme. Por Scarlet, su marido, sus hijos y los otros 30 millones de venezolanos estamos obligados a sacar de nuestra cabeza el pensamiento de cómo “vaya viniendo vamos viendo”. Estamos obligados a planificar, a sacar la improvisación de la toma de decisiones.

No nos cansaremos de decirlo y buscarlo, nuestra Venezuela está destinada a algo grande.

 ¡Que Dios bendiga a nuestro pueblo!

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