lunes, 30 de junio de 2014

Muchos caciques…

A Migdalia la conocí hace ya unos meses en un Gabinete Parroquial que hicimos en Agua Clara, una comunidad de nuestro Barlovento. Traigo al presente mi conversación con ella y con otros vecinos, porque hoy más que nunca sus reflexiones deben ser leídas por otros venezolanos. Ellos no podían concebir tanto egoísmo, nepotismo y mezquindad por parte de quienes hoy gobiernan a nuestra Venezuela.

Decía que el problema en nuestro país es que hay muchos “caciques” y poco indio. En Venezuela “manda” nadie y “mandan” todos.

Y eso es precisamente lo que hemos visto estos últimos días. Hemos visto cómo los “caciques” que gobiernan nuestro país y otros que ocuparon altos cargos, luego de repartirse las “parcelas”, hoy se señalan entre ellos como corruptos y traidores. Todo esto bajo la mirada atónita de millones de venezolanos que vemos cómo nuestros problemas se agravan, mientras la politiquería continúa ocupando la agenda de quienes deberían generar soluciones a la grave crisis económica, política y social que hoy vivimos en nuestra nación.

Migdalia tuvo la habilidad para comparar eso que algunos llaman el Socialismo del Siglo XXI, con el Caciquismo del Siglo XIX, porque fue a esa época a la que nos devolvieron esos “caciques”. Y justamente la profunda crisis, de todo tipo, que hoy vivimos en nuestro país, es producto de esa forma distorsionada de gobierno que tiene el control de sus ciudadanos a punta del miedo que infunden y de la violencia que propagan como pólvora.

Hoy como nunca, en estos 15 años, vemos a esos “caciques” moverse literalmente con un cuchillo en la boca, para cuidar las parcelas (ministerios e instituciones donde manejan millones y millones de dólares) que controlan. Han demostrado ser capaces de hacer cualquier cosa para no perder su cuota de poder. Por eso la frustración de Migdalia, sus vecinos y millones de venezolanos cuando escuchan a los del gobierno hablar de libertad, independencia y de una “sociedad más justa”.

Cuando uno los escucha, uno se pregunta ¿justa para quién? ¿Para ellos que se enriquecieron con el manejo discrecional de los recursos de nuestro pueblo? ¿Puede hablarse de justicia social, en un país en el que todos los días hay más venezolanos que se acuestan sin comer? ¿Cómo puede entender nuestro pueblo la libertad de la que hablan?

Estoy seguro que Migdalia entenderá el concepto de libertad, independencia y justicia cuando pueda darles los tres golpes a sus cuatro muchachos. Y no nos referimos a los golpes secos o mojados, a los supuestos planes conspirativos y a la guerra económica de la que tanto le gusta hablar a Nicolás cada vez que se ve en aprietos y debe rendirles cuenta a los venezolanos. Nos referimos a las tres comidas que esta venezolana no puede garantizarle a sus hijos.

En nuestra Venezuela podremos hablar de libertad, cuando Carlos, vecino de Migdalia, cuente con carreteras agrícolas, que le arrebataron a los estados, en buen estado para poder sacar de Agua Clara su pequeña producción de plátano y logre venderla en los mejores mercados. Nuestro pueblo será libre el día que reciba la totalidad y no las sobras de la renta petrolera. Seremos libres el día en que los recursos se inviertan en la construcción de hospitales, escuelas y obras de infraestructura social que generen muchos empleos de calidad, para generar oportunidades y que 9 millones de venezolanos puedan salir de la pobreza.
Bien lo dijo Nelson Mandela: “La  eliminación de la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras persista la pobreza, no habrá verdadera libertad”.

Así como Migdalia y Carlos no creen en la libertad que tanto pregona este gobierno y sus “caciques”, hay cada vez más venezolanos desilusionados, conscientes de que ese proyecto caducó, víctima de la corrupción y de tanta ineficacia. Ya nadie le cree a Nicolás y por eso anda por ahí exigiendo lealtad, reconocimiento y legitimación, no solo a los seguidores del proyecto del presidente Chávez, sino también ha tenido la desfachatez de exigirlo a nuestra Fuerza Armada, que deben permanecer siempre institucional. Pero por más lealtad que pidas Nicolás, ya nuestro pueblo te conoce, sabe quién eres y en cualquier momento te cobrará una factura que tu sabes tienes pendiente con los venezolanos.

No puede ser que este gobierno tilde de traidor a quien, dentro de su mismo proyecto, exigen que se le rinda cuentas al país, por ejemplo, de las actuaciones de Cadivi que se robaron 25 mil millones de dólares que debieron destinarse para incentivar el campo y apoyar a nuestros emprendedores. Reiteramos nuestra invitación a quienes formaron parte del partido del gobierno, que quieren cambio frente a este caos, a sumar esfuerzos para lograrlo. El cambio es que en nuestra Venezuela podamos tener un gobierno honesto.

Hoy queremos reiterarle a nuestro pueblo, que precisamente son los sueños y las esperanzas de los 30 millones de venezolanos lo que nos mueven a diario. No descansaremos hasta que nuestro pueblo sea verdaderamente  libre. Tenemos la responsabilidad histórica de construir junto a los venezolanos, un país en la que los ingresos petroleros se manejen de manera transparente y sostenible, con un uso que responda a los principales problemas y tenga en el petróleo una palanca que permita construir oportunidades para todos por igual y no vaya a parar a los bolsillos de esos “caciques”.

No permitamos que el miedo y el chantaje nos hagan perder la esperanza. Eso es  precisamente lo que ellos quieren, para atornillarse en el poder. Este gobierno para intentar “brillar” siempre ha buscado “apagar” la luz de nuestro pueblo. Los venezolanos están en su derecho de buscar algo mejor, les pido no sean conformistas. Tenemos el mejor país del mundo y nos sentimos orgullosos de ser venezolanos, vale la pena seguir luchando.

Aprovecho hoy, 29 de junio, para saludar a todos los Pedro y Pablo, hoy en el día de San Pedro y San Pablo, y con especial afecto a nuestra Parranda de San Pedro, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 

 ¡Que Dios los bendiga!

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