A Migdalia la conocí hace ya unos meses en un Gabinete Parroquial que
hicimos en Agua Clara, una comunidad de nuestro Barlovento. Traigo al
presente mi conversación con ella y con otros vecinos, porque hoy más
que nunca sus reflexiones deben ser leídas por otros venezolanos. Ellos
no podían concebir tanto egoísmo, nepotismo y mezquindad por parte de
quienes hoy gobiernan a nuestra Venezuela.
Decía que el problema en nuestro país es que hay muchos “caciques” y poco indio. En Venezuela “manda” nadie y “mandan” todos.
Y eso es precisamente lo que hemos visto estos últimos días. Hemos
visto cómo los “caciques” que gobiernan nuestro país y otros que
ocuparon altos cargos, luego de repartirse las “parcelas”, hoy se
señalan entre ellos como corruptos y traidores. Todo esto bajo la mirada
atónita de millones de venezolanos que vemos cómo nuestros problemas se
agravan, mientras la politiquería continúa ocupando la agenda de
quienes deberían generar soluciones a la grave crisis económica,
política y social que hoy vivimos en nuestra nación.
Migdalia tuvo la habilidad para comparar eso que algunos llaman el
Socialismo del Siglo XXI, con el Caciquismo del Siglo XIX, porque fue a
esa época a la que nos devolvieron esos “caciques”. Y justamente la
profunda crisis, de todo tipo, que hoy vivimos en nuestro país, es
producto de esa forma distorsionada de gobierno que tiene el control de
sus ciudadanos a punta del miedo que infunden y de la violencia que
propagan como pólvora.
Hoy
como nunca, en estos 15 años, vemos a esos “caciques” moverse
literalmente con un cuchillo en la boca, para cuidar las parcelas
(ministerios e instituciones donde manejan millones y millones de
dólares) que controlan. Han demostrado ser capaces de hacer cualquier
cosa para no perder su cuota de poder. Por eso la frustración de
Migdalia, sus vecinos y millones de venezolanos cuando escuchan a los
del gobierno hablar de libertad, independencia y de una “sociedad más
justa”.
Cuando uno los escucha, uno se pregunta ¿justa para quién? ¿Para
ellos que se enriquecieron con el manejo discrecional de los recursos de
nuestro pueblo? ¿Puede hablarse de justicia social, en un país en el
que todos los días hay más venezolanos que se acuestan sin comer? ¿Cómo
puede entender nuestro pueblo la libertad de la que hablan?
Estoy seguro que Migdalia entenderá el concepto de libertad,
independencia y justicia cuando pueda darles los tres golpes a sus
cuatro muchachos. Y no nos referimos a los golpes secos o mojados, a los
supuestos planes conspirativos y a la guerra económica de la que tanto
le gusta hablar a Nicolás cada vez que se ve en aprietos y debe
rendirles cuenta a los venezolanos. Nos referimos a las tres comidas que
esta venezolana no puede garantizarle a sus hijos.
En nuestra Venezuela podremos hablar de libertad, cuando Carlos,
vecino de Migdalia, cuente con carreteras agrícolas, que le arrebataron a
los estados, en buen estado para poder sacar de Agua Clara su pequeña
producción de plátano y logre venderla en los mejores mercados. Nuestro
pueblo será libre el día que reciba la totalidad y no las sobras de la
renta petrolera. Seremos libres el día en que los recursos se inviertan
en la construcción de hospitales, escuelas y obras de infraestructura
social que generen muchos empleos de calidad, para generar oportunidades
y que 9 millones de venezolanos puedan salir de la pobreza.
Bien lo dijo Nelson Mandela: “La eliminación de la pobreza no es un
gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho
humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente.
Mientras persista la pobreza, no habrá verdadera libertad”.
Así como Migdalia y Carlos no creen en la libertad que tanto pregona
este gobierno y sus “caciques”, hay cada vez más venezolanos
desilusionados, conscientes de que ese proyecto caducó, víctima de la
corrupción y de tanta ineficacia. Ya nadie le cree a Nicolás y por eso
anda por ahí exigiendo lealtad, reconocimiento y legitimación, no solo a
los seguidores del proyecto del presidente Chávez, sino también ha
tenido la desfachatez de exigirlo a nuestra Fuerza Armada, que deben
permanecer siempre institucional. Pero por más lealtad que pidas
Nicolás, ya nuestro pueblo te conoce, sabe quién eres y en cualquier
momento te cobrará una factura que tu sabes tienes pendiente con los
venezolanos.
No puede ser que este gobierno tilde de traidor a quien, dentro de su
mismo proyecto, exigen que se le rinda cuentas al país, por ejemplo, de
las actuaciones de Cadivi que se robaron 25 mil millones de dólares que
debieron destinarse para incentivar el campo y apoyar a nuestros
emprendedores. Reiteramos nuestra invitación a quienes formaron parte
del partido del gobierno, que quieren cambio frente a este caos, a sumar
esfuerzos para lograrlo. El cambio es que en nuestra Venezuela podamos
tener un gobierno honesto.
Hoy queremos reiterarle a nuestro pueblo, que precisamente son los
sueños y las esperanzas de los 30 millones de venezolanos lo que nos
mueven a diario. No descansaremos hasta que nuestro pueblo sea
verdaderamente libre. Tenemos la responsabilidad histórica de construir
junto a los venezolanos, un país en la que los ingresos petroleros se
manejen de manera transparente y sostenible, con un uso que responda a
los principales problemas y tenga en el petróleo una palanca que permita
construir oportunidades para todos por igual y no vaya a parar a los
bolsillos de esos “caciques”.
No permitamos que el miedo y el chantaje nos hagan perder la
esperanza. Eso es precisamente lo que ellos quieren, para atornillarse
en el poder. Este gobierno para intentar “brillar” siempre ha buscado
“apagar” la luz de nuestro pueblo. Los venezolanos están en su derecho
de buscar algo mejor, les pido no sean conformistas. Tenemos el mejor
país del mundo y nos sentimos orgullosos de ser venezolanos, vale la
pena seguir luchando.
Aprovecho hoy, 29 de junio, para saludar a todos los Pedro y Pablo,
hoy en el día de San Pedro y San Pablo, y con especial afecto a nuestra
Parranda de San Pedro, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
¡Que Dios los bendiga!