viernes, 22 de diciembre de 2017

“Venezuela y elecciones”

El reciente episodio de las elecciones para alcaldes en Venezuela, deja sin duda un sabor adverso en las fuerzas alternativas democráticas venezolanas. Fue poco lo que pudo escapar a la masa de contradicciones que actualmente define a la política nacional y muy especialmente a quienes adversamos el camino que está siguiendo el país.

El asunto ahora es que tenemos que prepararnos para unas elecciones presidenciales. Se trata de una cita ineludible para el año 2018 y tenemos que partir desde el escenario actual para definir qué vamos a hacer. No queda otra.

Como siempre se dice por allí, los éxitos tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. Lo que acabamos de vivir no es la excepción. Para nada resulta fácil sentarnos a revisar qué fue lo que aconteció, y no es nuestra intención hacerlo con otro fin que no sea proponer qué hacer para convertir una oportunidad en hechos a favor nuestro.

En principio, y hay que decirlo, resulta lamentable ver cómo el enorme avance que se había tenido por el lado de la Unidad, ha perdido empuje en el marco de las discusiones internas entre quienes estamos del mismo lado de la acera.

Nadie dijo que fuera fácil, y siempre nos empeñamos en subrayarlo. Pero quizá lo más difícil de todo esto, sea ponernos de acuerdo entre nosotros mismos. Entre tantos colores y formas de pensar que son la verdadera democracia y el país que queremos.

El experimento unitario ha alcanzado enormes éxitos en el pasado, avanzando en la cuota de gobernaciones, alcaldías, diputados e incluso, arrojando números altamente positivos en las presidenciales.

Siempre habrá quien diga que todo esto no ha sido suficiente y la razón no falta en esta afirmación; pero también nosotros preferimos ver el vaso medio lleno y ver cuánto hemos sumado.

Porque tampoco nos falta la razón al afirmar que, la pérdida de foco en estas estrategias exitosas del pasado, nos hizo retroceder aparatosamente en lo logrado.

Insistimos, mal podemos señalar y culpabilizar, si lo que estamos buscando es aglutinar de nuevo a quienes, juntos, logramos avanzar en una lucha que es literalmente de David contra Goliat.

Lejos de ello, creemos que hay que escuchar a todos los actores legítimos que han protagonizado esta lucha de años y sentarnos nuevamente a la mesa. ¿Cuáles son las respuestas? No las sabemos ni las tenemos, pero justamente por ello es que nace esta reflexión sobre la urgencia de un reencuentro. De allí quizás salgan estas respuestas que hoy necesitamos.

También lo queremos reafirmar, respetamos los argumentos de quienes decidieron abstenerse. Son por demás lógicos y sólidos; pero los resultados del reciente encuentro comicial probaron que la abstención no suma y, en sentido contrario, nos permitimos citar el caso de Baruta, donde se logró una de las participaciones más altas del país, alrededor de un candidato que, si bien no fue bendecido con una unidad completa y blindada, sí aglutinó las simpatías de la mayoría de los votantes que exigen un cambio. Y un municipio que se daba por perdido, fue el David de este Goliat del 10 de diciembre.

¿Cuál es entonces la meta? La resumimos en dos palabras: unidad y participación. ¿Cómo llegar hasta ella? Al momento de hoy no lo sabemos, pero tenemos la convicción de que hay que hacerlo.

También sabemos que las condiciones deben cambiar, pero no lo van a hacer sino a través de nuestras acciones. La inacción jamás ha modificado nada.

Nunca como ahora había pesado tal cúmulo de amenazas contra quienes ejercen su derecho a pensar y sentir diferente. Jamás el aparato burocrático había sido tan hipertrofiado y eficaz en el cierre de las ventanas que dan oxígeno a cualquier democracia. Pero es justamente por ello que está prohibido abandonar la lucha. Estamos hablando en defensa propia, si es que no queremos ser barridos.

Sí, es cierto, el juego está sumamente cerrado para quienes queremos otro destino para Venezuela. Pero también es real que nunca el descontento había sido tan alto, que jamás la decepción con un proyecto político que engañó a los ciudadanos había sido sentida tan abiertamente.

Y es real también que urge darle un canal de expresión al pueblo, para que toda esta carga tan pesada se convierta una vez más –lo repetimos- en hechos. En hechos que puedan cambiar el mapa político nacional y el destino del país.

Cierto, quizás nos encontramos más lejos que nunca de esta meta. Pero también es real que, en política, las cosas pueden cambiar del blanco al negro en un instante. Aunque, una cosa sí es verdad: no lo van a hacer por sí solas.

Aquí tenemos hoy un diagnóstico y una opinión. Del otro lado está un hecho inevitable que se nos acerca conforme pasan los días. El llamado -urgente- es a construir un puente entre esta opinión y aquel hecho.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 15 de diciembre de 2017

"Baruta y el país posible"

No nos cabe duda de que Venezuela está transitando una de las etapas más complejas de nuestra historia, así como una verdadera prueba de fuego para su ciudadanía.

Sin duda, uno de los episodios más difíciles de este ya prolongado y agotador tránsito, fue la reciente elección de alcaldes.

Las fuerzas alternativas democráticas venimos de una larga etapa de duras adversidades, y las discusiones internas, legítimas por lo demás, contribuyeron a minar de manera más profunda las ya gastadas fuerzas.

El análisis de este episodio en general quedará para la perspectiva que nos pueda dar el tiempo. Por nuestra parte, siempre insistimos en la participación, ya que es la única arma efectiva del ciudadano pacífico para poder apostarle a un cambio tan urgente como necesario.

En esta oportunidad, queremos dedicarnos una vez más a Baruta. No solamente porque ha sido nuestro laboratorio de ciudadanía por casi veinte años, sino además porque es nuestro hogar y, por si fuera poco, siempre le hemos apostado a replicar sus experiencias exitosas al país entero, para impulsar el crecimiento y el desarrollo que merecemos todos.

Hoy, primeramente, podemos decir más que nunca que sentimos orgullo de ser baruteños. Porque nuestros vecinos, convencidos de que el ejercicio de la ciudadanía es la herramienta impulsora del cambio, no se dejaron vencer. No se derrotaron a sí mismos antes de dar la pelea y se negaron a ser colonizados por eso que laman la indefensión o desesperanza aprendida. Los hechos nos dan la razón. Nuestra gente participó, ejerció su derecho y los resultados nos trajeron buenas noticias.

Baruta salió a la calle el pasado 10 de diciembre, y la tarea se hizo. Primero que nada, defendimos a nuestro municipio. Un municipio que es nuestra casa y que está lleno de logros. De unos logros colectivos, cuyo único protagonista es el gentilicio baruteño.

Cuando presenciamos cómo Venezuela se parece cada vez menos al país que deseamos, es incluso más urgente que nunca preservar cualquier faro de luz que nos permita confiar en la certeza de un futuro mejor. Y ello es ni más ni menos que garantizarles a nuestros vecinos la ruta al progreso y al bienestar.

No solamente se trata de aplaudir que no nos rendimos a la desesperanza. Es también celebrar que llevamos al frente del Ejecutivo municipal a un venezolano con el perfil de Darwin González.

Estamos hablando de un servidor público joven y de las nuevas generaciones, lo cual es un logro de gran envergadura, cuando la atípica situación política que padece el país nos ha llevado a ver durante más de tres lustros a los mismos rostros, un elenco político que se recicla y nada soluciona.

Es una decisión congruente y atinada de los votantes el colocar al frente de la administración municipal a alguien que viene desde esa misma instancia, que ha hecho carrera en dentro de ella, sin aspavientos ni afán de titulares. Muy por el contrario, ha caminado a pie los cuatro puntos cardinales del municipio, y no es conocido de los vecinos por la propaganda de televisión, sino por tropezárselo en las calles y esquinas, en los comercios y eventos de las comunidades.

No se trata de alguien de súbita fama deslumbrado por el brillo que parece acompañar a los mandatarios locales y que es en realidad un espejismo, porque hablamos de una tarea que requiere de un trabajo a brazo partido, si se desea ser realmente útil a la gente.

Si bien no se pudo lograr del todo la tan necesaria unidad, única estrategia comprobada para superar el momento adverso que padecemos, la meridiana conciencia política del votante de nuestro municipio exorcizó el temor de que este error nos constara muy caro y perdiéramos todo lo valioso que nos enorgullece de ser baruteños.

Darwin es, en resumen, el prototipo de la nueva generación que comienza a emerger para tomar las riendas de Venezuela. Con satisfacción decimos que Baruta nos está trayendo a todos los venezolanos una de las mejoras noticias en medio del desconcierto y la adversidad de los últimos tiempos.

Son muchos los jóvenes como Darwin que, apertrechados de educación y trabajo, comienzan a tomar todos los escenarios de nuestra tierra y a impulsar ese cambio impostergable que no nos pueden confiscar porque es ley de vida.

Al menos en el territorio que hoy nos ocupa, no perdimos y ganamos mucho. Contra todo pronóstico, Baruta siguió hacia adelante, continuará creciendo y construye hoy una nueva etapa de su historia de manera coherente con lo que ha sido hasta el momento.

Sí es posible. Eso es lo que deseamos todos para cada municipio del país y es posible con verdadera unidad, postulando a los mejores, a los más preparados, a quienes tienen vocación de servicio real y conocen a fondo sus comunidades y sus problemas.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 8 de diciembre de 2017

“El nuevo diálogo”

Nuevamente, la palabra “diálogo” ocupa centrimetraje en la prensa nacional e internacional, relacionada con la crisis venezolana.

Y es que todos estamos siguiendo con sumo interés lo que ha sucedido y lo que puede estar por suceder en los nuevos intentos de entendimiento entre el oficialismo y las fuerzas alternativas democráticas en República Dominicana.

Si bien en el primer encuentro, el ansiado “humo blanco” estuvo muy lejos de salir, el episodio aún no ha finalizado, y continúa con un nuevo intento de hilar acuerdos, fijado para el 15 de este mes.

Si de algo no se puede perder el foco es de las condiciones cambiantes a medida que los intentos de diálogo avanzan. El escenario de hoy no es el mismo de ayer, las situaciones avanzan y la comunidad internacional tiene hoy una meridiana conciencia de la gravedad de lo que está padeciendo el pueblo venezolano.

Este es un hecho incuestionable, dado que el deterioro económico y social de Venezuela es tan inocultable, que se ha convertido en titular mundial.

Esta situación no existía previamente y de manera adicional, el gobierno había sido extremadamente eficaz en implementar una eficientísima campaña de relaciones públicas que le lavara el rostro ante el mundo, y que ahora parece ser insuficiente ante las verdades que se van conociendo cada día.

El hecho irrebatible de los cambios de condiciones en la situación nacional, legitima el propósito de perseverancia en el diálogo, en el intento de entendimiento con quienes hoy detentan el poder, ya que la modificación de la realidad puede permitir que también se obtengan resultados diferentes y nos encausemos, cuando menos lo esperemos, hacia un camino que pueda traer soluciones.

Entre las novedades que han ocurrido en estos días respecto a esta información, se encuentra el hecho de que el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, indicase que “el Gobierno de Nicolás Maduro no llegará a ningún acuerdo con la oposición ni convocará a elecciones si no se retiran las sanciones económicas internacionales”.

Esta afirmación abre, de por sí, un nuevo y sumamente interesante escenario en el polémico diálogo, ya que, por primera vez, el gobierno acusa el golpe de la presión que están ejerciendo los actores de la comunidad internacional en la situación venezolana.

Y, más allá de lo que suceda de aquí en adelante con este proceso, el hecho es que, al día de hoy, la situación de por sí acusa un notable cambio con este nuevo elemento.

Entre otros aspectos de interés, no se puede perder el foco de que, en la agenda de las nuevas conversaciones se encontrarían las impostergables elecciones presidenciales del próximo año, en lo cual la inmensa mayoría de los venezolanos coinciden que se debe poner el empeño, ya que pueden ser la alternativa final de destrabe de la hoy insostenible situación nacional.

Respecto a lo que ha sucedido hasta ahora en Santo Domingo, y a lo que puede acontecer de aquí en adelante, el diputado de la Asamblea Nacional, Luis Florido, ha señalado que si bien no hubo un acuerdo, sí se encuentran sentadas las bases para el próximo 15 de diciembre.

Las afirmaciones del parlamentario dejan abiertas las puertas hacia una posibilidad que no se puede ni debe desestimar. “La peor diligencia es la que no se hace”, dirían sabiamente nuestros abuelos.

Y es que, cabe una vez más la pregunta aquí: ¿cuál es la alternativa al diálogo? ¿Vamos a desechar alguna de las posibilidades de salida a esta situación? ¿Cuál es la propuesta alterna? ¿La hay?
Por su parte, el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, aseguró que el logro más importante durante el diálogo de los días 1 y 2 de diciembre, fue hacer que el Gobierno nacional se sentara frente a cinco países a rendir cuentas de los puntos más importantes que afectan a Venezuela: lo social, lo económico y lo político.

Apunta el diputado que, tras estas cinco naciones se encuentran muchas más, incluida la Unión Europea.

No es poco que hayan sucedido dos cosas: la primera, que el oficialismo se siente a dialogar, así en esta sesión no se haya llegado a nada. Y la segunda, que por primera vez existan testigos internacionales en el mismo evento. Por ejemplo, y siguiendo lo testimoniado por Borges, la negativa del gobierno a abrir el urgente canal humanitario ocurrió frente a estos testigos, quedando así claro quiénes son los que dificultan hasta lo indecible los más elementales derechos de los venezolanos.

Y otro factor a no perder de vista es que el diálogo no está ocurriendo en Miraflores. No es el omnipotente oficialismo imponiendo sus condiciones. El hecho de que haya comunidad internacional involucrada comporta testigos, mecanismos de verificación y compromisos que se deben cumplir. Las condiciones son distintas y pueden jugar a nuestro favor.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 1 de diciembre de 2017

“Defendamos Baruta”

Estamos en pleno camino de la ruta electoral, que nos lleva directamente a la próxima cita en las urnas de este domingo 10 de diciembre. Allí, la tarea es elegir a los representantes más cercanos a la comunidad, como lo son los alcaldes.

Me permito en este caso escribir en primera persona, ya que a la instancia municipal he dedicado muchos años, nada menos que toda mi vida profesional y adulta. Y por ello, también me doy el permiso de escribir con emoción y sentimiento.

Mi convicción es que una nación se construye desde las comunidades. Me lo he planteado como misión de vida y he visto cómo el trabajo en esta dirección brinda excelentes frutos.

Y me refiero a Baruta, el espacio al cual le he dedicado mi labor. Como parte del gobierno municipal construimos ciudadanía, civismo, hermandad y orgullo. Vimos crecer un municipio humano, con calidad de vida, con una robusta organización vecinal.

Y si esta experiencia pudiera ser reproducida en cada uno de los municipios de Venezuela, estoy seguro de que tendríamos otro país: mucho más acogedor, mucho más amable, y además indetenible en el camino al desarrollo que todos merecemos.

Necesito expresar mi alarma ante el escenario que enfrentan los comicios municipales en general y el caso baruteño en particular.

El cansancio, la frustración y el descreimiento están llevando a la gente a tirar la toalla en la lucha política por salvar a nuestra nación. Ha sido un largo y extenuante camino para enfrentar un proyecto de país equivocado, que ha demostrado su inviabilidad en el deterioro que todos padecemos cotidianamente.

Las cosas parecen ir de mal en peor, y las luchas ignoradas por funcionarios sordos y ciegos parecen habernos encajonado en un callejón sin salida.

Sin embargo, entre las escasas –pero efectivas- maneras de seguir adelante en una lucha que no podemos abandonar, se encuentran los eventos electorales. Y muy en particular, los municipales, que sirven para construir patria y ciudadanía desde el corazón mismo de las comunidades, como manera de contraponerse también al avasallante poder central.

Baruta, lo repetimos con certeza, se ha constituido en modelo y ejemplo nacional, gracias a un tenaz trabajo de quienes vivimos aquí y de quienes hemos formado parte del gobierno municipal en las dos últimas décadas.

En mi caso, no pude formalizar mi legítimo deseo de postularme a la alcaldía baruteña debido a la inhabilitación que pesa sobre mi persona. Sin embargo, allí hay un equipo que ha trabajado duramente y que conoce como nadie la realidad municipal, porque ha lidiado con ella en un día a día que suma ya unos cuantos años.

Parte de ese equipo ha sido el hoy candidato Darwin González, un joven ejemplar y solvente como profesional, quien se ha hecho conocido de los baruteños a raíz de tanto verlo en las calles: conociendo, preguntando, resolviendo.

Esa es la manera de ejercer el gobierno municipal: “pateando calle”, metiendo los pies en los charcos y recorriendo cada recoveco de nuestras comunidades. Escuchando.

Gobierno municipal es servicio y un servidor público no se improvisa. Se forma a través de años sumando hechos. Y evidentemente, con una meridiana conciencia de lo que es servir. Porque solamente en el día a día del trabajo en el gobierno local se entiende de qué va esto. Es primeramente, un ejercicio de humildad.

La mayor parte de lo que hacen los trabajadores de las alcaldías no se ve. No son fotos, ni entrevistas, ni apariciones por TV. Son madrugonazos, trasnochos y fines de semana robados a la familia para salir a robustecer el tejido vecinal.

Solamente quien esté consciente de todo esto, puede capitanear una gestión municipal que es un arte y una ciencia, que exige hilar fino y conocer desde adentro la estructura que permite que el municipio funciones. Y lo que es más importante, hay que saber cómo engrasar esa estructura.

Con propiedad lo digo, hemos avanzado mucho en Baruta, por el trabajo de un equipo enorme y brillante, que somos los baruteños. No podemos dejar este preciado bien a la deriva por más vencido que tengamos el ánimo, por más que nos hayan golpeado los reveses de los últimos tiempos.

No perdamos Baruta. No entreguemos ese orgullo que sentimos por nuestro gentilicio. No abandonemos lo que hemos avanzado en todo este tiempo, y sobre todo, preservemos para Venezuela una referencia del país que podemos llegar a ser. La semilla baruteña es un norte y la posibilidad de un laboratorio de país exitoso, algo que los venezolanos necesitamos vivo y con urgencia.

A respirar profundo, a levantarnos del suelo, a sacudirnos la tierra y a seguir adelante. ¿Es o no es una oportunidad lo que tenemos por delante el 10D? Eso depende de nuestras acciones y de nuestra actitud. Yo voto por defender a Baruta con Darwin González.

David Uzcátegui                                                                                         
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 24 de noviembre de 2017

“Pdvsa”

La reciente detención por presunta corrupción de seis funcionarios de CITGO, la Filial de Petróleos de Venezuela en Estados Unidos, abre una discusión sobre lo que puede estar sucediendo en la empresa más importante del país, prácticamente nuestra única fuente de ingresos como nación.

Más allá de lo que puedan arrojar estas investigaciones a los implicados, cabe tomar el momento como el adecuado para hacer un llamado a tomarnos muy pero muy en serio a esta empresa, que, dado lo medular que es para nuestra supervivencia, debe ser administrada rigurosamente y con criterios de la más absoluta excelencia, con el fin de poder confiar en ella como pilar fundamental de la economía nacional.

Según la versión oficial, los funcionarios señalados habrían renegociado las deudas de CITGO en condiciones adversas a los intereses nacionales, colocando sus activos en Estados Unidos como garantía. Adicionalmente, la versión oficial ha dado a conocer que el intermediario de la negociación obtuvo un beneficio del cinco por ciento del monto refinanciado, también en detrimento del patrimonio venezolano. 

Este es una situación que apenas se inicia y por lo mismo, falta mucho por saber al respecto. Sin embargo, tomando lo poco que sabemos como una hipótesis, cabe preguntarse cuántos desatinos administrativos se estarán cometiendo puertas adentro de lo que muchos han dado en llamar “La gallina de los huevos de oro” de Venezuela y eso es también extrapolable a toda la administración pública, en momentos en los que la economía nacional está atravesando por una etapa extremadamente delicada. 

Este caso sale a la luz pública en medio de una anunciada cruzada anticorrupción que ya ha implicado a unos cincuenta funcionarios al momento de escribir estas líneas. 

No queda más que otorgar el beneficio de la duda a esta iniciativa, ya que, visto el avasallante poder que ha ostentado el oficialismo en estos años, no hay otra manera de atajar estos males y otros tantos, que no sea una rigurosa auto revisión y acciones que vengan desde el mismo seno gubernamental. 

Sin embargo, es lamentable –en medio de esta situación- el enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo y Legislativo que ha marcado la vida pública nacional es que, en diciembre de 2015, la Asamblea Nacional fuera ganada por una clara mayoría no afecta al oficialismo, lo cual sería lo deseable en cualquier lugar del mundo, para hacer real el equilibrio de poderes ideal que es la base de la verdadera democracia. 

Y decimos esto, porque se trata de una instancia contralora por excelencia, cuyo deber está enfocado justamente en meter la lupa a este tipo de situaciones. 

Justamente, a raíz de toda esta situación, el parlamento aprobó un acuerdo en el que le pide al gobierno nacional un plan de gestión para atender la situación de la industria petrolera en el país, que incluye también que se plantee la forma en la que se gestionará la deuda externa de Pdvsa, detonante del caso que nos ocupa.

El Legislativo también solicita al gobierno nacional información sobre la administración de la petrolera y sus filiales, debido a que hay incertidumbre sobre el manejo de la compañía, demostrado por estas mismas informaciones ocultas que salen hoy a la luz.

 El Parlamento quiere revisar también los controles sobre la actividad petrolera y que se le informe sobre la cantidad de bienes que posee la empresa, según el acuerdo emanado de esta reciente sesión.

Al parecer, e insólitamente, hay en este caso coincidencias de puntos de vista entre la AN y la Fiscalía General de la República, cosa que es toda una novedad en medio de los virulentos enfrentamientos entre poderes que han caracterizado a nuestra patria en los últimos quince años. 

Si no nos viéramos como enemigos, más allá de los puntos de vista radicalmente opuestos sobre cómo llevar a buen puerto a la maltrecha Venezuela de la segunda década del siglo XXI, podría existir entre ambos poderes una coordinación y una colaboración que tuviera como fin último el bienestar de todos. 

Y esto es un llamado para que tan importante instancia vuelva a ocupar su lugar en la estructura de poder nacional, lo cual no puede sino beneficiarnos a todos. 

Una situación tan delicada, requiere de pluralidad para ser manejada, en principio porque todos los venezolanos merecemos por derecho tener representantes que nos rindan cuentas de estos casos, visto que todos, por el simple hecho de ser venezolanos, somos accionistas de PDVSA, así como de toda la administración pública nacional. 

Quizá este sea el momento y la circunstancia, no solamente para sanear la administración pública nacional, sino también para ordenarla y para entregar cuentas de su manejo a todos los venezolanos.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 17 de noviembre de 2017

“Diálogo, otra vez”

Los vaivenes de un nuevo intento de diálogo entre quienes gobiernan el país y los representantes de las fuerzas alternativas democráticas, han sido, por supuesto, objeto de polémicas.

Y no es para menos, cuando nos estamos jugando de manera tan crucial el futuro del país y parece que cualquier maniobra es extremadamente delicada, pero también es cierto que hay que avanzar, tomar riesgos, porque estamos en puertas de perder mucho más de lo que hemos perdido hasta ahora.

El diálogo como tal, es un término y un mecanismo político que parece lucir hoy como desacreditado, vista la frustración acarreada por los intentos previos y sus muy escasos resultados.

Entonces, se preguntarán muchos: ¿por qué seguir insistiendo?

Pues, básicamente, porque esta inmensa mayoría de país que presiona urgida por un cambio, no se puede quedar de brazos cruzados. Porque el cambio es tan vital como impostergable, y porque, sea como sea, debe pasar por el instrumento del diálogo. En dos palabras, descalificar el diálogo por sí mismo, es implosionar el puente de salida de esta crisis.

Imaginemos cualquier escenario de cambio. De un cambio que se tiene que producir, por la inviabilidad de todo lo que está sucediendo actualmente en Venezuela.

Supongamos que este proyecto político aparatosamente derrotado por las incuestionablemente trágicas realidades que ha generado, entienda por fin que se debe pasar la página de la historia.

¿Cuál es el paso del día siguiente? ¿Cómo cerramos esa caja de Pandora que no se ha debido abrir jamás? ¿Cómo se pone de nuevo en marcha el país paralizado, esta vez hacia donde debe ser? ¿Cómo se manejan las innumerables heridas que ha dejado esta etapa desatinada y trágica de nuestra historia?
Lo cierto, tras hacernos todas estas preguntas, es que, hoy o mañana, de una forma o de otra, el diálogo como tal debe producirse, gústele a quien le guste y duélale a quien le duela.

Al momento actual y a la hora de escribir estas líneas, el más reciente proceso de diálogo está detenido, por presuntos incumplimientos de una de las partes, que impiden que estén dadas las condiciones para proteger los intereses de la enorme y mayoritaria masa de venezolanos que clama urgida por una solución a la etapa más adversa de nuestra historia republicana.

Creemos que este es el trabajo. Diálogo no es entrega. Diálogo significa también firmeza y exigencia. Diálogo implica garantías. Diálogo quiere decir que hay condiciones mínimas que cumplir, no renunciar a derechos inalienables, empezar a restaurar y a sanar y jamás, de ningún modo, crear nuevas heridas.

Hacia adentro de la coalición opositora, tenemos el más absoluto derecho de debatir, e discutir, de exigir. Pero no podemos perder de vista jamás ni nunca que necesitamos una dirigencia, una representación. Que hemos logrado fortalecer esta coalición imprescindible para traspasar la adversidad que transitamos.

En síntesis, los desencuentros con el instrumento de diálogo como herramienta para salir adelante, no pueden pasar jamás por descalificarlo per se, ya que sería echarnos a nosotros mismos la soga al cuello. Sería hacer un bypass a un elemento medular y fundamental de la transición que, por el avance mismo de la historia, tiene que producirse.  

Se entiende la rabia, se entiende la ira, se entiende la frustración y la tristeza, amén de la incredulidad que ha ganado a unos cuantos.

Pero hay que ver hacia dónde canalizamos correctamente todo ese sentimiento adverso. Porque sí se puede hacer algo con él. Y mucho. Pero en el sentido constructivo de corregir los errores del pasado y de seguir delante de manera más eficaz y eficiente.

No puede ser pensando en dinamitar alternativas que nos favorecen a todos –incluyéndonos, por supuesto- y mucho menos, propiciando por acción u omisión el encierro en un callejón sin salida de quienes navegamos en el mismo barco.

Cabe una vez más la pregunta: ¿cuál es la alternativa que se plantea? Porque la respuesta suele ser el silencio, o disparates que van desde lo inviable hasta lo nocivo. Y entonces volvemos al rumbo de corregir lo que no funciona, pero seguir adelante en lo que ya hemos avanzado.

Condiciones, sí. Y es lo que se trabaja en este momento. Y es la creación de las mismas la que nos permitirá decir algún día que valió la pena. Lo que nos mantiene en la fe de que podemos salir de esto y hacerlo de la mejor manera posible.

Y no solamente eso. Cuando por fin llegue el mañana a Venezuela, cuando definitivamente podamos comenzar a hablar en pasado de esta monumental equivocación, el instrumento del dialogo también va a ser necesario para la reconstrucción y reunificación nacional, como lo demuestran tantas otras naciones que han superado encrucijadas similares a la que hoy nos está tocando a nosotros.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 10 de noviembre de 2017

“Venezuela y sus pagos”

Los mercados financieros internacionales han volcado su atención sobre nuestro país esta semana, al conocerse la orden del Ejecutivo nacional de reestructurar masivamente la deuda.

El hecho de pensar en una reestructuración -y de pretender realmente ejecutarla- indica que la actual administración necesita otros términos de pago para sus compromisos y que, por lo tanto, no le resultan manejables los actuales.

Como suele suceder con quienes hoy manejan el país, todo este asunto no deja de tener un lado opaco, que se llena con suposiciones al carecerse de certezas. Circunstancia que, por cierto, hace más daño aún que la peor de las realidades, al dejar flotando en el aire un halo de desconfianza.

Al momento de escribir estas líneas, según el periódico El Nuevo Herald, “los mercados aún se preguntaban exactamente qué se dispone a hacer el régimen ante las pobres perspectivas de negociar exitosamente un reordenamiento voluntario de su deuda”. Una afirmación que corrobora nuestra percepción sobre la incertidumbre que proyectamos hacia quienes nos observan.

La publicación mencionada, agrega que, desde Gran Bretaña, la firma Exotix Capital advirtió que es poco probable que el país pueda llegar a un acuerdo de renegociación de deuda con la mayoría de los tenedores de bonos, especialmente “porque no hay un compromiso verificable para la aplicación de políticas económicas mejores y sostenibles”.

Es decir, todo este episodio transcurre con un trasfondo mil veces analizado, de manejo errado de la economía; que no solamente nos lleva hasta la adversa situación que hoy enfrentamos, sino que, de seguir adelante, imposibilita la solución para este panorama tan complejo y nos conduce hacia senderos aún más oscuros.

La deuda externa venezolana está estimada en unos 150 mil millones de dólares, según fuentes de Wall Street. Esto, sin contar las deudas comerciales con proveedores, socios y contratistas; amén de los compromisos con Rusia y China.

Estos últimos tienen un componente político contaminando el asunto netamente financiero. Sin embargo, habrá que ver hasta qué punto lo monetario puede quedar disculpado si se ponen de por medio las afinidades de pensamiento. ¿Serán los rusos y los chinos la caballería que llegue a salvar la situación? ¿O pesará más –como muchos creen- el vil metal?

por supuesto, a nadie conviene el incumplimiento, y menos aún al gobierno. Obviamente, el renegado “capitalismo salvaje” pasa por cumplir las obligaciones económicas y mantener la solvencia para conseguir acceso a nuevos recursos.

Y en eso, el autodenominado gobierno revolucionario ha sido sumamente cuidadoso hasta el sol de hoy, especialmente por aquello de tener siempre la posibilidad de de solicitar más.

Por ello, inquieta que esta dirigencia, que despotrica de la boca para afuera mientras hace lo imposible por cumplir en la práctica, nos tenga al día de hoy en esta zona gris.

Hablar de reestructuración de la deuda implica emisión de una nueva deuda, para lo cual son revisadas las credenciales del deudor. Ni más ni menos que como hacen los bancos con usted y conmigo, cuando vamos a comprar una casa o un carro. Y a la luz de todo lo enumerado anteriormente, no estamos en condiciones de negociar ventajosamente un nuevo trato.

¿Salir de este atasco? Sí, es posible. Pero el margen de maniobra es cada vez menor y tendría que pasar por ineludibles decisiones radicales, como un giro de 180 grados en la política económica, un golpe de timón que nos lleve en la dirección contraria al precipicio que hoy enfrentamos.

Es muy duro reconocer un error. Es más duro reconocer muchos. Y peor aún si han sido continuados. Pero es la única salida.

El fardo de equivocaciones que se ha ido alimentando durante casi veinte años se hace cada vez más pesado. Y entre todas ellas quizá la que más pesa es la terca y nociva negativa a rectificar, la inconcebible insistencia en seguir errando.

La cosa es que hemos avanzado tanto en el disparate, que ya no basta una nueva declaración de principios, un “propósito de enmienda”, como enseñan las clases de catecismo.

Ya se trata de hechos, es la única manera de recuperar credibilidad. Y de trabajo. De trabajo en la dirección correcta, para más señas. Que no es otra que la de la actividad comprobadamente productiva.

Se insiste en el lugar común de que somos un país rico, pero no actuamos como tal. Y es que, en realidad lo somos y todos lo sabemos. Pero estamos pésimamente administrados.

Decía el multimillonario Nelson Rockefeller que el mejor negocio del mundo era una petrolera bien administrada, y que el segundo mejor era una petrolera mal administrada.

Supongamos entonces, que PDVSA es –aún hoy en día- el tercer mejor negocio del mundo.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

viernes, 3 de noviembre de 2017

“Cataluña: ¿un disparate?“

Entre las noticias que convocan los ojos del mundo en este momento, está la declaración unilateral de independencia por parte de Cataluña y la respuesta del gobierno español.

Se trata sin duda de un asunto sumamente complejo y delicado, ya que arrastra particularidades de esta región autónoma que tiene personalidad propia y ha dejado en claro sus particularidades de idiosincrasia.

Sin embargo, esas autonomías parecen haber sido hasta ahora, una manera de mantener el respeto por las características propias del gentilicio, permitiendo a su vez gozar de los beneficios que trae a todos una España fuerte y unificada.

Yendo de lo específico a lo general, el mundo marcha de manera bastante exitosa –traspié más, traspié menos- hacia unificaciones en bloques. Y es, justamente, la Unión Europea uno de los experimentos más exitosos en este sentido, en los últimos tiempos de la historia.

Por supuesto, el asunto tiene sus bemoles y sus detractores, como lo fue el reciente caso del Brexit. Sin embargo, las unificaciones tienden a fortalecer las economías, a aprovechar y exprimir las potencialidades de los miembros y a limar las asperezas de tiempos pasados.

En este sentido, la unidad española bajo una misma bandera ha sido bastión para que esa nación se mantenga bajo el paraguas unitario europeo. Y eso ha derivado en numerosos beneficios de este poderoso bloque socioeconómico. Por ello, marchar a contramano de esas tendencias mundiales nos parece, por decir lo menos, suicida.

Apelar a viejas heridas para marcar y dividir, en lugar de contribuir a sanar, es por decir lo menos, irresponsable. Pretender sacar dividendos políticos de enfrentamientos que dividan pueblos, es una de las jugadas más miopes que puede hacer político alguno.

Más aún si el tema en cuestión es motivo de división entre la propia ciudadanía catalana, visto que incluso se han hecho manifestaciones en contra de esta separación hecha a contrapelo y precipitadamente, sin bases ni fundamentos suficientes e incluso, con canales legítimos para solucionar diferencias, que en definitiva son absolutamente válidas pero que al final, están muy lejos de ser una causa para que la sangre llegue al río.

Cayendo también en el más puro pragmatismo, hay que entender que, si bien Cataluña tiene un potencial enorme y unas características positivas muy propias, el constituirse en país lo obliga a crear una serie de organismos de los cuales no dispone.

¿Tiene el pulmón económico para hacerlo?

Como Estado soberano, tendría que ocuparse de manejar las fronteras, las aduanas, crear un Banco Central, una oficina de recolección de impuestos, el establecimiento de relaciones internacionales, una oficina de control aéreo y todo lo relacionado con el área de Defensa.

Sobre si hay o no los recursos para ello, "Madrid nos roba" es un slogan popular entre los independentistas catalanes. La creencia de ellos es que, comparativamente, lo que paga Cataluña es más de lo que recibe del Estado español.

En realidad, Cataluña es más rica que otras regiones españolas y eso no admite discusión alguna. Alberga apenas 16% de la población española, pero representa 19% del Producto Interior Bruto y 25% de las exportaciones de España.

En cuanto al turismo, 18 de los 75 millones de turistas que visitaron España en 2016 se dirigieron hacia a Cataluña como su destino principal, lo que la convierte en la región más visitada del país.
Además, alegan que los catalanes pagan más impuestos de lo que el gobierno español gasta en la región.

Según afirman los partidarios de la independencia catalana, los impuestos pagados por los habitantes de Cataluña superan hasta en 16.000 millones de euros el monto que recibe la región desde Madrid. El gobierno central asegura que en 2014 los catalanes pagaron 10.000 millones de euros más de los que recibieron.

Sin embargo: ¿estos recursos alcanzan para sostener los gastos del nuevo país? El mercado para los productos catalanes es el resto de España y con la independencia, esto se modificaría para mal, con lo cual se estima que las ventas caerían 25%.

Otro gran mercado es la Unión Europea, de la cual quedaría automáticamente fuera. Podría solicitar su ingreso, sin embargo, la aceptación tiene que ser unánime de todos los miembros y España sin duda se opondría.

El gobierno catalán tiene deudas por 90 mil millones de dólares, dos tercios de las cuales son con el gobierno español, que otorga financiamiento a las regiones que no tienen acceso al crédito internacional.

Pero lo más triste de todo es que, mientras discutimos estos asuntos totalmente evitables, España y Cataluña gastan tiempo y energía en una pelea prescindible, en lugar de invertirlos en el progreso conjunto. Eso que llaman “la relación ganar-ganar”.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram:  @DUzcategui

viernes, 27 de octubre de 2017

"Espiral inflacionaria"

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

La desbordada inflación que hoy padece Venezuela es un asunto que no se puede ocultar. Todos la sufrimos cada vez que pagamos los bienes y servicios necesarios para la subsistencia. Es decir, permanentemente.

Se trata de un problema de larga data que, a cuenta de no haber sido atendido, ha empeorado a paso de vencedores. Las alarmas se prendieron desde hace mucho rato, alertando que el asunto tiene que ver con un muy desatinado manejo de la economía.

Pero la terca insistencia en profundizar políticas económicas tan erradas como fracasadas, nos ha puesto hoy en un cuadro de dudoso honor, al encabezar las naciones con más alta tasa inflacionaria en el planeta, según el Fondo Monetario Internacional.

La misma fuente afirma que estamos escoltados por Sudán del Sur, Libia, Egipto y Surinam, todos con índices mucho menores que el nuestro.

¿Y por qué apelamos a organismos externos para citar cifras inflacionarias? Porque, desde diciembre de 2015 el Banco Central de Venezuela, ente del Estado encargado de monitorear este indicador, no ha vuelto a revelar sus cifras.

¿En cuál terreno estamos parados realmente al momento de escribir estas líneas en cuanto al tema?
El presidente de la Comisión de Finanzas del Parlamento, el economista José Guerra, explicó a la agencia de noticias Efe que la Asamblea Nacional decidió construir un índice de inflación, usando toda la metodología del Banco Central, debido al silencio del ente emisor.

La inflación acumulada hasta agosto de este año alcanzó el 366,1 %, según informó la mencionada Comisión del Parlamento. Muy por encima del 119% que exhibe Sudán del Sur, el segundo país con mayor inflación en el planeta, tras el nuestro. Y recordemos que ellos alcanzaron esta cifra en doce meses, mientras nosotros la triplicamos apenas en ocho.

Entre las referencias que podemos citar para tratar de llenar el vacío de información oficial, el diputado Ángel Alvarado indicó que "Este incremento obedece a varias razones; primero, a que ha habido una expansión descomunal de la base monetaria de más del 300%,”, a lo cual agrega el dañino financiamiento del Banco Central de Venezuela al Ejecutivo nacional.

Es decir, se ha incrementado de forma notable la circulación de dinero inorgánico, o de billetes sin respaldo en las bóvedas del BCV.

Continúa señalando Alvarado que el incremento también se debe a la "fuerte restricción a las importaciones y escasez de materia prima para producir" y por la "devaluación" de la moneda "tanto en el tipo de cambio paralelo como con el oficial Dicom (Divisas Complementarias)".

Todas estas causas han sido señaladas una y otra vez por numerosas voces del debate público, entre quienes nos incluimos. Y no es por caer en la tentación de decir “Se los dijimos”, ojalá todos nos hubiéramos equivocado.

Pero lo más terrible es la falta absoluta de voluntad para corregir el rumbo mientras, muy por el contrario, se profundizan las equivocaciones cometidas, se huye hacia adelante en una actitud que no es más que intentar apagar el fuego con gasolina.

Volviendo al vacío de información del BCV, recordemos que la última vez que el ente emisor publicó la cifra de ese indicador, señaló que había cerrado 2015 en un 180,9%.

No debemos saber demasiadas matemáticas para constatar que se ha incrementado exponencialmente, ya que lo sentimos en nuestros bolsillos y en el deterioro de nuestra calidad de vida. Es el tema principal de conversaciones -angustiosas por demás- dondequiera que vayamos.

Cuando se recurre a las fuentes gubernamentales para debatir este grave problema, imposible de ser ignorado, la respuesta -harto conocida- es que estamos en “guerra económica”.

Se trata del mismo argumento que venimos escuchando desde hace ya unos cuantos años.

Supongamos que sí existe una confabulación de factores perversos que atentan contra la economía de Venezuela. Cabe preguntarse: ¿por qué el gobierno está perdiendo esta guerra? ¿Por qué no hace algo para atajar la desgracia que estamos viviendo? ¿Por qué insisten en seguir aplicando las políticas equivocadas?

Porque, como dice el dicho: si siempre haces lo que siempre has hecho, seguirás obteniendo lo que siempre has obtenido. Es desquiciado esperar resultados distintos si las acciones no cambian. Sin embargo, eso es lo que vivimos.

¿Soluciones? Enumeradas hasta el cansancio: trabajar de la mano con la iniciativa particular, protegerla y darle su espacio, delegar en el sector privado renglones de la economía que no deben estar en manos del Estado y que solamente sirven para convertirlo en un elefante blanco –rojo en este caso-, controlar el déficit fiscal, disciplina administrativa del gobierno y desmontar el enrevesado control de cambios.

Sí, es predicar en el desierto. Pero luego no digan que no lo dijimos.

viernes, 20 de octubre de 2017

¿Y ahora qué?

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Los adversos resultados de la más reciente justa electoral para escoger gobernadores, han dejado a Venezuela con un mal sabor en la boca. Y es que el agotamiento por la tensa situación que vive el país se siente en el aire, especialmente tras unos comicios sin brújula, que han profundizado las fracturas nacionales.

Los resultados adversos para las fuerzas alternativas democráticas no solamente han traído desaliento, sino enfrentamientos. Porque la resaca post electoral nos ha encontrado buscando culpables en el vecino, atentos a quién nos pueda servir para descargar la frustración y la rabia.

Mientras unos culpan a la abstención, otros lo hacen con el fraude. Y parcialmente hay razón de lado y lado.

Lo importante, lo más urgente, es detener de inmediato esta polémica fratricida que nos aleja de nuestros objetivos como nación a paso de vencedores. 

La vorágine política de los últimos meses, alimentada por la adversa situación económica, ha desatado pasiones mal enfocadas que nos hacen canibalizarnos entre nosotros. Y eso, hay que reconocerlo.

La Unidad, ese baluarte para lograr nuestras metas, está seriamente golpeado. Se había logrado tras años de ensayo y error, de conversaciones, de afinar estrategias, de aprender a convivir con quien no siente ni piensa igual, pero tiene el mismo objetivo legítimo que nosotros.

Y obtuvimos victorias políticas y electorales. Y logramos ponerle un muro de contención a un poder avasallante que, de manera irracional, buscaba arrasar con todo lo que no fuera igual a él.

Y también es importante en este momento tener ese referente. Porque hemos hecho las cosas bien en el pasado, a costa de “sangre, sudor y lágrimas”, como diría Winston Churchill.

Pero también hay que reconocer que ese accionar correcto, se ha diluido en enfrentamientos, en imprecisiones, en extravíos y atajos.

Son múltiples los factores que desembocaron en el revés actual. Y el primer paso para superarlos, es detectarlos y asumirlos.

El “sistema fraudulento" es una entelequia mágica para buscar justificaciones simplistas, que no es la explicación más acertada para toda una serie de situaciones irregulares que rodean los procesos electorales.

Recordemos la acumulación de poder en manos del Ejecutivo y la presión a los empleados públicos, los cambios de centros de votación, la propaganda a través de medios del Estado aunada a las estrictas regulaciones para los canales de exposición de los candidatos de la Unidad.

El ventajismo oficialista está a ojos vista y no tiene pudor alguno. Más que un “fraude” –entendido como voltear unos números-, se trata de una compleja construcción de factores que inclinan la balanza a favor del brazo fuerte sin el menor recato.

Luego, del lado nuestro, han sucedido muchas y cosas muy lamentables. Los desfases entre dichos y hechos, los llamados contradictorios a la calle y a votar, el desconocimiento del gobierno, cambiando al otro día por una campaña electoral, denotan que ya no estamos unidos, como en los tiempos cuando ganábamos espacios a favor de la democracia.

La gente no ha perdonado estas contradicciones. Y tampoco ha perdonado el no ser escuchados.
No podemos creer en caudillismos encantadores de masas que las lleven a donde les plazca, porque si no, no estaríamos de este lado de la acera, sino del otro.

El acompañamiento ciudadano a las iniciativas del liderazgo político se materializa en tanto y en cuanto estos líderes realmente representen a quienes dicen representar. Cuando leen sus necesidades, reclamos y urgencias, y proceden en consecuencia.

El trabajo de base en las comunidades no puede cesar jamás. Como tampoco puede cesar la labor de escuchar, de tomar el pulso, de anotar lo visto, escuchado y sentido.

Se enarbola el voto castigo contra una administración nefasta, que sin duda lo merece; pero en paralelo hay que ver más allá. ¿Qué más se ofrece? ¿Cuál es el rumbo? ¿Qué va a sustituir a un proyecto fracasado cuando finalmente se le venza su tiempo histórico?

No podemos ser simplemente reactivos, porque eso fue lo que nos hizo perder el rumbo. Y las fisuras dentro de la coalición democrática fueron rápidamente percibidas por la gente, con la consecuente pérdida de confianza.

Puede que estos comentarios caigan mal a unos cuantos; pero también el hecho de exponerlos, nos separa de aquello a lo que no nos queremos parecer, nos diferencia. Porque los mandatos verticales y sin apelación no están de este lado. Porque debemos propiciar la autocrítica si queremos retomar un rumbo, que una vez existió y que se extravió; pero que puede ser retomado y robustecido, en tanto y en cuanto tengamos en las manos la verdadera causa del revés y no nos conformemos con salir a la calle a buscar culpables externos.

La tarea número 1 del día después, es mirar hacia adentro.

viernes, 13 de octubre de 2017

“De Gira”

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

La más reciente gira internacional del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es literalmente un tiro que salió por la culata, desde nuestro punto de vista.

Y es que este tipo de periplos tienen por objeto conseguir alianzas internacionales. Pero en el contexto de todo lo que sucede en nuestro país y de la conciencia que hay de ello a nivel mundial, no resulta más que una reafirmación de que “algo huele mal en Dinamarca”, como diría el famoso personaje de William Shakespeare.

En primer lugar, habría que revisar quiénes fueron los que recibieron al representante venezolano. Rusia, Bielorrusia, Argelia y Turquía, no son los modelos de desarrollo más ejemplares, ni en lo político ni en lo económico.

Las notas de prensa oficiales aseguran que “Venezuela tiene acuerdos en materia energética, agroindustrial, turística, militar, científica, tecnológica, comercial, financiera e industrial” con las naciones mencionadas. Pero habría que ver los aportes cualitativos de estas en los campos mencionados, con lo cual probablemente confirmaríamos dos cosas: una, que son acercamientos movidos más por la afinidad ideológica y política que por la conveniencia nacional. Y la otra, que los países que realmente están a la vanguardia en estos campos, quizá otorguen muy escaso beneficio de la duda a quienes hoy administran nuestra nación.

Adicionalmente, se han deteriorado de manera sensible los vínculos con países de los cuales sí podríamos sacar ventaja para robustecer el nuestro, entre otras cosas, por esa suerte de “política de carrito chocón” que ha marcado las dos décadas de la autodenominada revolución. 

Luego, habría que poner la lupa al objetivo de este viaje, que no es otro que conseguir un oxígeno financiero para la deteriorada economía del país. Eso lo saben todos los anfitriones. Y por supuesto, están como caimanes en boca de caño, esperando a ver cuál provecho pueden sacar de la riquísima pero maltratada Venezuela.

El mismo mandatario aseveró al regresar, que “Esta gira por la ruta del nuevo mundo ha sido un éxito total, desde el punto de vista económico y financiero para el proceso de la recuperación del país”, con lo cual reconoce abiertamente el estado actual de nuestra patria.

Incluso, habla de “acuerdos de beneficio mutuo, de ganancia compartida”, a los cuales habría que leer la letra pequeña. Nadie da nada por nada y es ya vox populi la desventajosa posición del actual gobierno venezolano para cualquier tipo de negociación. Hecho que nos puede costar la imposición de la parte estrecha del embudo. Muy estrecha.

Ese mundo de allá afuera, se pone cada vez más estrecho. Los intereses con los que se pecha cualquier préstamo a Venezuela son cada vez más altos, por eso que los expertos  denominan “el riesgo-país”. Las garantías exigidas son cada vez mayores. Y el deterioro que en todo sentido sufrimos, nos resta vigor para negociar.

También hubo un llamado –otro más- “a los países productores para trabajar en conjunto y así alcanzar la estabilidad del mercado petrolero”.

Esto indica, que aún se tiene la ilusión de que el fallecido ex presidente Hugo Chávez fue el artífice del alza de los precios del petróleo en la década pasada. Un muy conveniente mito que se ha alimentado hasta la saciedad, y que no toma en cuenta los complejos vaivenes de la geopolítica mundial, que son los verdaderos relojes de estos hechos.

Es triste decirlo, pero nuestro país se mueve actualmente a contrapelo de la industria petrolera mundial, accionando sin estrategia y con desesperación por el adverso momento que vivimos. Y la desesperación no es buena consejera. El liderazgo nacional en el mundo de los hidrocarburos es cosa del pasado y cualquier llamado que no esté alineado con las realidades de ese mercado, es predicar en el desierto.

Tampoco es novedad la “neolengua” con la cual se empaqueta este regalo. “Victoriosa gira”, “Triunfo para Venezuela”, “Construir las bases de la seguridad social”, son fórmulas más que escuchadas y gastadas en todos estos años. Suenan vacías, huecas, no dicen nada, cuando contrastan con los hechos, que no son otros que el continuo retroceso de la calidad de vida de los venezolanos. Quizá quepa más bien aquí el término aquel de “victoria pírrica”, entendido como un éxito obtenido a costa de enormes pérdidas.

Nuevamente nos hablan como si hubieran llegado al gobierno ayer, como si los reveses que todos padecemos hubieran tenido otros responsables distintos, como si ellos fueran la solución. Y las giras internacionales son otro reciclar de palabras ya dichas, de discursos ya pronunciados y de noticias que no son nuevas. Nada cambia.