Estamos en pleno camino de la
ruta electoral, que nos lleva directamente a la próxima cita en las urnas de
este domingo 10 de diciembre. Allí, la tarea es elegir a los representantes más
cercanos a la comunidad, como lo son los alcaldes.
Me permito en este caso escribir
en primera persona, ya que a la instancia municipal he dedicado muchos años,
nada menos que toda mi vida profesional y adulta. Y por ello, también me doy el
permiso de escribir con emoción y sentimiento.
Mi convicción es que una nación
se construye desde las comunidades. Me lo he planteado como misión de vida y he
visto cómo el trabajo en esta dirección brinda excelentes frutos.
Y me refiero a Baruta, el espacio
al cual le he dedicado mi labor. Como parte del gobierno municipal construimos
ciudadanía, civismo, hermandad y orgullo. Vimos crecer un municipio humano, con
calidad de vida, con una robusta organización vecinal.
Y si esta experiencia pudiera ser
reproducida en cada uno de los municipios de Venezuela, estoy seguro de que
tendríamos otro país: mucho más acogedor, mucho más amable, y además
indetenible en el camino al desarrollo que todos merecemos.
Necesito expresar mi alarma ante
el escenario que enfrentan los comicios municipales en general y el caso
baruteño en particular.
El cansancio, la frustración y el
descreimiento están llevando a la gente a tirar la toalla en la lucha política
por salvar a nuestra nación. Ha sido un largo y extenuante camino para
enfrentar un proyecto de país equivocado, que ha demostrado su inviabilidad en
el deterioro que todos padecemos cotidianamente.
Las cosas parecen ir de mal en
peor, y las luchas ignoradas por funcionarios sordos y ciegos parecen habernos
encajonado en un callejón sin salida.
Sin embargo, entre las escasas
–pero efectivas- maneras de seguir adelante en una lucha que no podemos
abandonar, se encuentran los eventos electorales. Y muy en particular, los
municipales, que sirven para construir patria y ciudadanía desde el corazón
mismo de las comunidades, como manera de contraponerse también al avasallante
poder central.
Baruta, lo repetimos con certeza,
se ha constituido en modelo y ejemplo nacional, gracias a un tenaz trabajo de
quienes vivimos aquí y de quienes hemos formado parte del gobierno municipal en
las dos últimas décadas.
En mi caso, no pude formalizar mi
legítimo deseo de postularme a la alcaldía baruteña debido a la inhabilitación
que pesa sobre mi persona. Sin embargo, allí hay un equipo que ha trabajado
duramente y que conoce como nadie la realidad municipal, porque ha lidiado con
ella en un día a día que suma ya unos cuantos años.
Parte de ese equipo ha sido el
hoy candidato Darwin González, un joven ejemplar y solvente como profesional,
quien se ha hecho conocido de los baruteños a raíz de tanto verlo en las
calles: conociendo, preguntando, resolviendo.
Esa es la manera de ejercer el
gobierno municipal: “pateando calle”, metiendo los pies en los charcos y
recorriendo cada recoveco de nuestras comunidades. Escuchando.
Gobierno municipal es servicio y
un servidor público no se improvisa. Se forma a través de años sumando hechos.
Y evidentemente, con una meridiana conciencia de lo que es servir. Porque
solamente en el día a día del trabajo en el gobierno local se entiende de qué
va esto. Es primeramente, un ejercicio de humildad.
La mayor parte de lo que hacen
los trabajadores de las alcaldías no se ve. No son fotos, ni entrevistas, ni
apariciones por TV. Son madrugonazos, trasnochos y fines de semana robados a la
familia para salir a robustecer el tejido vecinal.
Solamente quien esté consciente
de todo esto, puede capitanear una gestión municipal que es un arte y una
ciencia, que exige hilar fino y conocer desde adentro la estructura que permite
que el municipio funciones. Y lo que es más importante, hay que saber cómo engrasar
esa estructura.
Con propiedad lo digo, hemos
avanzado mucho en Baruta, por el trabajo de un equipo enorme y brillante, que
somos los baruteños. No podemos dejar este preciado bien a la deriva por más
vencido que tengamos el ánimo, por más que nos hayan golpeado los reveses de
los últimos tiempos.
No perdamos Baruta. No
entreguemos ese orgullo que sentimos por nuestro gentilicio. No abandonemos lo
que hemos avanzado en todo este tiempo, y sobre todo, preservemos para
Venezuela una referencia del país que podemos llegar a ser. La semilla baruteña
es un norte y la posibilidad de un laboratorio de país exitoso, algo que los
venezolanos necesitamos vivo y con urgencia.
A respirar profundo, a
levantarnos del suelo, a sacudirnos la tierra y a seguir adelante. ¿Es o no es
una oportunidad lo que tenemos por delante el 10D? Eso depende de nuestras
acciones y de nuestra actitud. Yo voto por defender a Baruta con Darwin
González.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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