domingo, 28 de agosto de 2016

“Colombia va a contarse”

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

En el largo y complejo proceso por lograr la paz de la vecina Colombia, se han dado importantes pasos en los últimos tiempos. Tras cuatro años de conversaciones, ya existe un acuerdo entre las partes en conflicto, que ha dado luz a una propuesta concreta. Y los ciudadanos han sido convocados para decidir, en un plebiscito, el sí o el no a esta propuesta.

Es quizá el punto culminante, el más importante de este proceso. Ahora le toca hablar al pueblo, al soberano. Y es digno de aplauso que una decisión tan polémica como trascendente para el futuro del país sea consultada en las urnas comiciales.

Es importante resaltar que la decisión que emane del plebiscito será vinculante políticamente; mas no legalmente. Esto quiere decir que una decisión positiva en el plebiscito no implica necesariamente la incorporación de los acuerdos de paz a la constitución o al ordenamiento jurídico del país. Sin embargo, el peso político de la misma es enorme y decisivo.

En todo caso, lo destacable desde nuestro punto de vista es el ejercicio democrático, en el cual la gente es consultada sobre un eventual cambio de rumbo histórico del país.

Y por supuesto, también es de resaltar el espíritu sanador que tiene para las sociedades un plebiscito.

Sea sí o sea no, el resultado mide a los electores y reafirma el pacto social sobre el cual reposa la fundación de las naciones. Su escrutinio ausculta la realidad de un país y sirve para trazar un rumbo con certeza.

En momentos en los cuales los venezolanos estamos también luchando por ejercer nuestro derecho de ir a las mesas electorales con el fin de tomar una decisión trascendental para nuestro presente y para la historia por venir en las próximas décadas, no podemos menos que celebrar y aplaudir lo que sucede en el país hermano.

Y es que creemos en aquello de que cuando un ser humano da un paso adelante, la humanidad entera también da un paso adelante. Y este principio aplica también con los países.

La democracia es sanadora y eso es lo que necesita nuestro continente para sanar tantas heridas viejas y dolorosas: democracia, mucha más democracia; ya que sobre ella siempre descansa la paz.

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