David Uzcátegui
@DavidUzcategui
La tenacidad de la ciudadanía
venezolana es para sentirse orgulloso. Nos la han puesto difícil, muy difícil y
sin necesidad alguna de ello.
Pero por encima de los
hiperbólicos obstáculos, hemos cumplido con el objetivo. Contra los más
agoreros pronósticos, el Consejo Nacional Electoral ha tenido que dar su brazo
a torcer y reconocer que todos los estados del país cumplieron con la exigida
recolección del 1% de las firmas de sus respectivos padrones electorales, para
con ello culminar la primera etapa de la ruta hacia el referendo revocatorio
presidencial.
Y no, no fue fácil. Todos sabemos
que se limitaron los días, la cantidad de máquinas, incluso la cantidad de
obstáculos físicos y que aparecieron en las vías de muchos firmantes, quienes
también en forma literal tuvieron que irse por los “caminos verdes” para poder
ejercer su derecho; pero finalmente lo hicieron.
Lo cual no quiere decir que no
quedaran muchos, pero muchos, en el camino. Sí, los obstáculos de toda índole
frustraron el propósito cívico y civilista de no pocos compatriotas.
Eso, para no hablar de las
cientos de miles de firmas que fueron literalmente desechadas; confiscando así
un derecho consagrado en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, y negando a los afectados –atropellados más bien- la posibilidad de
pelear por dicho derecho.
¿Cuál es la moraleja? La decisión
de la gente. Para llegar a que el máximo ente electoral reconociera que sí se
había cumplido la exigencia a pesar de los numerosos obstáculos, tuvo que
cumplirse una condición: la masiva movilización de la gente.
Hay que saber leer los tiempos y
entender hacia dónde sopla el viento. Y a estas alturas del partido, estamos
seguros de que todos, absolutamente todos, lo entienden. Incluso quienes fingen
demencia.
Los tiempos hablan de venezolano
colmados, de hartazgo, de adultos mayores haciendo colas ante establecimientos
comerciales para procurarse algo de comida y salir finalmente con las manos –y
el estómago- vacíos.
De niños que no van a la escuela
porque no tienen con qué desayunar. O que tampoco asisten a clase porque sus
padres los ponen a hacer las colas para la comida mientras se van a trabajar
para conseguir con qué comprarla. O que si van a la escuela, se desmayan en
clases por que tiene el estómago vacío.
De madres despidiendo a hijos que
se marcha a un futuro incierto, pero al menos parten a países donde sí hay la
oportunidad de crecer.
De enfermos y sus familiares
suplicando por las redes sociales un medicamento del cual pende su vida.
¿Cómo no se va a movilizar
masivamente una ciudadanía sometida a semejantes condiciones de existencia?
Porque esto ya no se puede llamar vida.
Como Fuenteovejuna, todos a una,
los venezolanos exigimos un cambio. Un cambio que no nos pueden dar quienes
provocó el mismo estado de cosas que ha sumido al país en un caos.
Volviendo a ese CNE que tiene que
activar ahora la nueva etapa de solicitud del referendo revocatorio del mandato
presidencial, al iniciar la recolección del 20% de las firmas; no sabemos aún
si está suficientemente claro para la directiva del órgano electoral el tamaño
de la crisis.
Todos los que compartimos el
gentilicio venezolano deberíamos abocarnos con urgencia absoluta a transitar la
ruta electoral trazada desde la Constitución Nacional y que ya fue adoptada por
la ciudadanía, que con su presencia en la calle ya la validó, como poder
originario y soberano.
Mientras el balón está en el lado
de la cancha que domina el CNE, mientras quienes hicimos la tarea esperamos que
se prosiga sin obstáculos a la solución de la más grave crisis republicana de
la historia de Venezuela, no está de más recordar que la figura de los
referendos fue impulsada por el fallecido ex presidente Hugo Chávez, en la
Asamblea Constituyente de 1999, por aquellos tiempos cuando gozaba una
popularidad que rondaba el 90%.
Con esta referencia histórica
aunada a un país que tiene el agua al cuello, cabe recordar que son numerosos
los partidarios del oficialismo que están a favor del conteo en las urnas
electorales. Y que van a votar contra la actual administración.
Y no hablamos solamente de
aquellos que dicen: “Soy chavista, pero no madurista”. Hablamos de todos.
La terca movilización ciudadana
fue en sí misma un referendo. Complicarle el proceso a los venezolanos fue como
echarle gasolina al fuego, porque se avivó la llama de la indignación.
Y la única forma de apagarla es
dando válvula de escape a una frustración tan injusta como inmerecida por las
grandes mayorías trabajadoras y honestas de conciudadanos.
El CNE finalmente anunció lo que
todos ya sabíamos. ¿Cuánto va a tardar en anunciar lo que todos exigimos?
Porque el mundo entero está viendo. Y lo más importante: estamos viendo los
venezolanos.
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