David Uzcátegui
@DavidUzcategui
Ya a unos días de distancia de la
polémica Cumbre de Países No Alineados, podemos ver el evento con cierta
perspectiva. Y aunque en lo general los resultados no difieren mucho de lo que
se predijo; abordar el detalle resulta tan tentador como necesario.
Lo primero es que, como se había
vaticinado, el Emperador está desnudo. De nada sirvió el costosísimo ejercicio
de Relaciones Públicas que pretendía hacer ver que hay apoyo internacional al
gobierno venezolano.
La escasa convocatoria, así como
la dudosa reputación de unos cuantos de los asistentes, confirmaron que esos
recursos económicos, que son tan necesarios para paliar verdaderas necesidades
de los venezolanos, fueron echados a la basura.
Hay que recordar que el
Movimiento de Países No alineados es en sí mismo anacrónico, si partimos de que
su origen fue la desde hace rato histórica guerra fría, por allá por la mitad
del siglo pasado.
El nombre de esta agrupación
deriva del propósito de los países integrantes de no alinearse con ninguno de
los dos grandes bloques de poder que dominaban al planeta en aquel momento: el
capitalismo occidental en manos de Estados Unidos y el comunismo de la Unión Soviética.
Con el aparatoso desplome de este
último bloque en la última década del siglo XX, el MNOAL perdió el centro de
gravedad y su razón de ser.
Por ello, al sol de hoy, ese
colectivo no pasa de ser un club de países con dudosas prácticas en cuanto a
libertades y derechos humanos, aunque no se puede generalizar y también se
retratan en ese grupo otros de mejor desempeño, que permanecen en el mismo por
hábito, por conveniencia, o porque, como lo dijera el escritor y político
peruano nacionalizado español Mario Vargas Llosa, “Sus corazones son de
izquierda...."
El hecho es que, entre la
variopinta lista de invitados al guateque de Margarita, por supuesto unos
cuantos sucumbieron a la tentación de la comida y la bebida gratis y a
raudales. Pero la convocatoria de este movimiento mengua, y quedará para la
próxima cumbre el saber si lo hace porque una idea con cincuenta años a cuestas
ya es vieja o si se debió a la puntual pérdida de brillo de la otrora
reluciente chequera venezolana.
Llama la atención por ejemplo, el
reporte del canal televisivo Al Jazeera, al que podríamos definir como un medio
de comunicación “no alineado”, en tanto y en cuanto nació buscando ser la
contrapartida de la poderosa CNN en el mundo árabe y por ello se debería
suponer más cercana a la órbita del MNOAL.
Sin embargo, en el sumario de la
nota que ofreció la web del canal el pasado 18 de septiembre, se destaca que
apenas 10 mandatarios acudieron, lo cual es una convocatoria bastante escuálida
si se toma en cuenta que en el movimiento están adscritos 120 países. La misma
fuente cita que a la cumbre anterior –Irán, 2012- acudieron 35 jefes de Estado.
Más del triple de la asistencia actual. Y se echó en especial falta al
representante de India, donde se creó el movimiento y que ha faltado a la cita
solamente en dos oportunidades, incluida la actual.
Quedará para las conclusiones
futuras el saber, como dijimos, si se trata de que ya el movimiento en sí no
seduce, o si unos cuantos consideraron que no era conveniente tomarse la foto
con un gobierno de desempeño más que dudoso en economía, libertades y derechos
humanos. Probablemente la verdad sea una mezcla de ambas causas.
Por si esto fuera poco, el
encuentro sirvió para que, tanto los invitados como los medios de comunicación
que cubrían se dieran cuenta de la realidad venezolana, la cual se corresponde
con lo que los medios recogen en nuestro país y dan a conocer al mundo.
No sirvió de mucho intentar
esconder la basura bajo la alfombra ante la llegada de la visita. Por más que
se pintara, se iluminara y se abasteciera, no se pudo disimular el mal estado
de instalaciones, el desproporcionado aparato de seguridad y sobre todo, el
inoportuno fantasma de los cacerolazos, una indignada manifestación que
refrendó la insatisfacción del pueblo venezolano con lo que le está tocando
vivir.
El remedio resultó peor que la
enfermedad. Como también lo fue la “importación” a Margarita de barras
oficialistas que acamparon a la intemperie y que dejaron en claro que, al menos
en Nueva Esparta, el gobierno tiene que llevar a sus propios fans, porque los
espontáneos son muy escasos.
Diversas fuentes calculan el
costo del evento entre ciento cincuenta y doscientos millones de dólares. ¿El
resultado? Confirmar que el MNOAL languidece, que la convocatoria del gobierno
venezolano también y que los ojos del mundo se volvieran a Venezuela solamente
para corroborar que el cambio es tan urgente como necesario.
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