Este gobierno prometió erradicar de nuestra Venezuela la pobreza y la miseria. Prometió bienestar y dicha. Hasta crearon un Viceministerio para la Suprema Felicidad, con el que pretendieron decretar “alegría” y “prosperidad” a millones de hogares en nuestro país. ¡Cínicos! ¡Propaganda pura! Cómo pueden hablar de bienestar en una nación que cuenta con la inflación más alta del planeta. Cifras del mismísimo BCV revelan que 2014 cerró con una inflación acumulada de más de 64%.
Ellos y solo ellos son los responsables de que el salario de nuestros trabajadores se escurra entre las manos como agua. La plata no alcanza ni para lo básico. Hoy 3.000.000 de hogares venezolanos tienen serias dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Este gobierno cada día se esfuerza en empobrecernos más.
De hecho, el país de nuestra América Latina donde se registró más crecimiento de la pobreza fue en nuestra Venezuela. La tasa de pobreza en nuestro país aumentó 6,7% (del 25,4% al 32,1%) y la tasa de indigencia 2,7% (del 7,1% al 9,8%) entre 2012 y 2013, según un informe publicado esta semana por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De estas cifras no habla Nicolás ni su gobierno, no porque las desconozcan, sino porque al hablar de estas cifras estarían reconociendo su incapacidad. Después de una bonanza petrolera con la que ingresaron al país más de 800.000 millones de dólares, hoy nuestra Venezuela está en una situación de pobreza similar a la que teníamos hace 16 años.
Tanto que se jactan de hablar del éxito de los programas sociales y resulta que actualmente solo 10% de nuestro pueblo es atendido por las Misiones. Si hablamos de pobreza extrema, la cobertura de este sector de la población por las misiones es de 8,4%. ¿Qué cosas no? La “bandera” de este gobierno resultó ser puro gamelote. Una verdadera estafa.
Si en vez de preocuparse por dividir al país, el gobierno trabajara para todos por igual y sin distinción de colores políticos, estamos seguros que muchísimos más venezolanos tendrían la oportunidad de acceder a las ayudas que otorga el Estado a través de las llamadas Misiones. Un ejemplo de ello, es lo que nosotros hacemos en Miranda. Damos herramientas a los mirandinos para que puedan progresar y no dependan del gobierno de turno.
Pero este gobierno de lo único que puede presumir es de haber deteriorado la calidad de vida de los venezolanos. Son expertos en hacerle la vida más difícil a nuestro pueblo y en fabricar cada vez más pobres. A este drama de la pobreza, hay que sumarle además, la tragedia por la que debe pasar nuestro pueblo a diario para poder conseguir los alimentos, porque la escasez ha llegado a niveles insospechados. Lo más deplorable, es que cuando los venezolanos consiguen lo que buscan, deben hacer literalmente magia para que la plata se reproduzca y puedan comprarlos.
De eso conversaba justamente, en días pasados, con una señora de Caucagüita, en nuestro municipio Sucre, quien me decía que a sus 50 años nunca había visto lo que estamos viviendo en nuestra Venezuela. Me decía que nada justifica que en un país con tantas riquezas, como el nuestro, no solo tengamos que vivir haciendo largas colas para hacer el mercado, sino la obscena cantidad de dinero que hay que destinar para ello.
Y tiene toda la razón del mundo. La guerra no es económica, sino una guerra del gobierno contra el pueblo, contra las familias venezolanas y contra el bolsillo de nuestros trabajadores. Nuestra Venezuela es un país con vocación ganadera y agrícola, por eso es inaudito que la carne se consiga hasta en 500 bolívares el kilo. ¿Quién con un salario mínimo puede darse ese lujo? Lamentablemente son muchos los hogares de nuestra Venezuela, como el de esta petareña, en el que, con un poco de suerte, pueden comer arepa con mantequilla, porque el dinero solo alcanza para eso.
Esa es la realidad que, quienes creemos en una Venezuela de progreso, estamos obligados a cambiar. Por eso hoy más que nunca pedimos unión, para impulsar los cambios. Esta crisis económica, social y política tiene solución con un modelo que tenga una dirección clara. No este modelo que ya caducó y que no ofrece nada a los venezolanos.
Fíjense en los países de nuestra América Latina. Vean algunas naciones que están cerca de nuestra Venezuela, como Colombia, allí no sólo producen alimentos, sino que su producción petrolera también creció, nadie apostaba hace unos años que llegarían a producir un millón de barriles de petróleo diarios, y lo están haciendo. Veamos el caso de Ecuador, allí creen en el esfuerzo privado para impulsar su economía. Todos los países que avanzan involucran al sector privado, el único que mantiene un modelo estatista es Nicolás y su gobierno.
Lo que debemos cambiar es el “no hay” del gobierno por el “si hay” que nosotros proponemos. Queremos dejar de escuchar que la plata no alcanza. La única forma de salir de la crisis es activando la producción nacional y con este gobierno eso no ocurrirá, no solo porque ellos no creen en el talento de nuestro pueblo, sino porque detrás de las importaciones hay guisos mil millonarios. Este gobierno privilegia el producto importado por encima de lo Hecho en Venezuela.
A nuestros hermanos que aún no han abierto los ojos, les decimos que es el momento de abrirlos. No podemos resignarnos ni quedarnos de brazos cruzados. Debemos unirnos, organizarnos e impulsar el cambio. Este es un gobierno continuamente distraído y pendiente de todo menos de lo que le urge atender y ocuparse.
Ahí está el reposero de Miraflores, esta semana volvió a irse al extranjero en medio de la peor crisis que ha tenido nuestra Venezuela en su historia. Prefieren ignorar el tamaño de la crisis que reconocerla. Dicen que están tomando medidas y todo va para peor. Allí está, anunciaron un nuevo sistema cambiario y 11 días después siguen sin revelar los detalles. Pura improvisación. Mienten cada vez más, en vez de solucionar.
Por los sueños de 30 millones de venezolanos seguiremos trabajando incansablemente. Tenemos la responsabilidad histórica de devolver no solo la tranquilidad a nuestro pueblo, sino la posibilidad de recuperar su poder adquisitivo, su calidad de vida, sus esperanzas, sus sueños y, sobre todo, su futuro.
Hoy más que nunca nuestra Venezuela nos necesita a todos, unidos, organizados y con una meta común: el progreso. Sabemos que con voluntad, trabajo y generando la confianza necesaria, superaremos todos los obstáculos e impulsaremos los cambios. Vamos Venezuela, que es hora del cambio. Sobran razones para unirnos.
¡Que Dios bendiga a nuestro pueblo!
FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2015/02/01/mas-pobreza/
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