lunes, 3 de noviembre de 2014

"Pelando con Nicolás"

Así como el agua se escurre entre las manos, de esa misma manera se escurre la quincena de nuestros docentes, médicos, policías, enfermeros, bomberos y de todos los trabajadores de nuestro país. El único dinero que no se diluye es el de los que nuestro pueblo bautizó como enchufados. Ellos son los únicos inmunes a la inflación, a la escasez y a la crisis; sino que alguien nos diga si alguna vez ha visto a un enchufado pasando trabajo o haciendo la cola en el mercado para comprar harina, azúcar, aceite, o en la farmacia, tomando el numerito para comprar medicinas.
Por televisión nos dicen que nuestro pueblo está feliz. Los del gobierno viven en otro mundo, por eso a diario pretenden distorsionar la realidad, pero por mucho que se esfuercen en intentar manipular a nuestro pueblo, cada vez más venezolanos saben que no existe ninguna guerra económica, que la única guerra real es la de este modelo fracasado, decadente y corrupto en contra del bolsillo y de la calidad de vida de los venezolanos. Destruyeron la economía de nuestro país. Son los responsables de que la escasez general en nuestra Venezuela sea de 35%, la de medicamentos sea de 60% y la inflación de algunos alimentos sea de 90%.
El peor impuesto que se le puede aplicar a cualquier persona es precisamente la inflación y en solo seis años, desde enero de 2008 hasta agosto de 2014, esta aumentó 571%. Eso sin mencionar que hoy nuestro pueblo necesita 5,7 salarios mínimos para cubrir el costo de los productos y servicios de la llamada canasta básica, que incluye la canasta alimentaria, para la cual se requieren 3,2 sueldos mínimos.
Si tomamos en cuenta las cifras del propio gobierno, nos referimos a las del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 60% de los trabajadores del sector de la economía formal venezolana gana sueldo mínimo. Estamos hablando de casi 8 millones de venezolanos que viven el drama de no poder cubrir la canasta básica.
Estas cifras nos obligan a preguntarnos: ¿Cómo hace una familia en la que solo trabaja uno de sus miembros para sobrevivir? ¿Cómo sostienen la casa? ¿Cómo comen? ¿Cómo compran medicinas cuando se enferman? ¿Con qué dinero? ¿Por qué este gobierno no sincera los sueldos de todos nuestros trabajadores?

Paradójicamente esta semana muchos de esos venezolanos vieron cómo Nicolás aumentó 45% el salario de los militares. ¡Y cuidado! Nosotros celebramos y aplaudimos que a cualquier trabajador de nuestro país se le ajuste su sueldo, nosotros respetamos y reivindicamos a nuestras Fuerzas Armadas, porque ellas tienen un rol fundamental que cumplir en nuestra Venezuela, pero debemos abrir un debate para establecer cuáles deberían ser las prioridades. Nosotros nos preguntamos, ¿Qué es más importante? ¿Un mayor general o un docente? ¿Un mayor general o un médico? ¿Cómo es posible que un general gane 4 veces más que un director de hospital?
Mientras el salario militar se robustece en términos nominales, el salario real -en todas sus escalas- es golpeado sin misericordia por la inflación. Cómo es posible que un médico recién graduado gane 5.800 bolívares mensuales y una enfermera salario mínimo (Bs. 4.251) por solo mencionar dos ejemplos. Nuestros profesionales no tienen la culpa, no tienen por qué pagar los platos rotos y las consecuencias de este desastre de gobierno.
Ahora Nicolás tiene el descaro de decir que el problema es que algunos profesionales en nuestro país quieren volverse ricos, cuando más bien nos estamos quedando sin profesionales porque se están yendo de nuestro país buscando oportunidades.
Este gobierno insiste en meter nuestras Fuerzas Armadas en la diatriba política y a realazo limpio buscan tenerlas tranquilas. Están empeñados en que el desprestigio e impopularidad de su gobierno también las arrastre. Nicolás cree que teniendo contentos a los generales se mantendrá en el poder, y se equivoca. El cambio viene y los militares lo saben porque sus familias también viven el drama de la crisis. Este es un gobierno impopular y más temprano que tarde saldremos de él, eso sí por la vía constitucional.
Aquí no se trata de si alguien es general o carpintero, si es de un partido político o de otro. A todos nos pega en el bolsillo la inflación cada vez que vamos al mercado. Todos tenemos derecho a un salario decente y digno que alcance para cubrir nuestras necesidades. Todos tenemos derecho a un futuro mejor. En nuestro país no debería haber trabajadores de primera o de segunda. Aquí se trata de que los policías, maestros, bomberos y otros profesionales tengan el mismo trato y los mismos beneficios que los generales.
Por cierto, ahora la agarraron con los comerciantes informales. Estamos a favor de que les caiga todo el peso de la ley a los especuladores, pero debemos recordar que quienes están en la calle vendiendo cosas lo hacen por necesidad, porque no hay fuentes de trabajo, ya que destruyeron las industrias y el comercio. Este gobierno cree que trabajar en la calle es chévere, que es sabroso llevar sol y agua. Se nota que no salen del palacio a patear calle y ver cómo vive y trabaja nuestro pueblo.
Cambiar esa realidad es lo que nos ocupa en este momento y no descansaremos hasta lograrlo. Por ello, hoy más que nunca, pedimos unión. Unión y cambio. Si hay una palabra que hoy define a los venezolanos es cambio y no tengan la menor duda que juntos vamos a construir el cambio en este país. Juntos, porque recuerden que ustedes son los principales protagonistas del cambio. Y lo lograremos de acuerdo a lo que establece nuestra Constitución, porque no creemos en atajos. Nuestra lucha es pacífica, democrática, electoral y constitucional, porque queremos un cambio que perdure en el tiempo.

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/02/pelando-con-nicolas/

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