Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
Es un hecho. En Venezuela tendremos elecciones ya, o al menos muy pronto. Nos referimos a los comicios que escogerán la nueva Asamblea Nacional. Y quienes queremos cambios para el país propiciados desde el ejercicio de la política, vemos esta circunstancia como propicia para avanzar. La discusión y el debate tienen allí el mejor escenario, que por lo tanto es también el escenario de la democracia.
En una nación como la nuestra, donde se le atribuye una importancia desmedida a la figura del Presidente de la República, se tiende a subestimar peligrosamente la importancia del Poder legislativo como instrumento para apalancar cambios y avances.
El hecho incontrovertible es que en 2015 tendremos elecciones parlamentarias y que, aunque al momento no hay certeza de la fecha, se habla de una posible convocatoria temprana de las mismas. Recordemos que las más recientes, celebradas en 2010, se efectuaron el 26 de septiembre de aquel año.
La pregunta es: ¿nos preparamos para ellas o no? Desde nuestro punto de vista, la respuesta e incuestionablemente un sí, y es obligatorio agregar que vamos tarde para ello.
Quienes nos anotamos para propiciar alternativas de poder en Venezuela, confrontamos un problema, y es la diversidad de posturas de “las oposiciones”, como diría el profesor Agustín Blanco Muñoz, y esto se refiere a la divergencia de puntos de vista al hablar sobre las maneras de cerrar un ciclo histórico y abrir otro en el país.
Repetimos, desde nuestro punto de vista vivimos un problema político y por ello se resuelve con política, con una forma de ganar espacios desde la estrategia y el trabajo, desde la convicción y el conocimiento de la realidad para trabajarla y finalmente modificarla en función del bienestar de las mayorías.
Se trata también de un instrumento para oponerse a la centralización, ya que el liderazgo regional tiene en el legislativo nacional una instancia de participación, de dar a conocer su voz y de desarrollar una carrera política que se revierta en beneficios para su lugar de origen.
Abordadas así, las elecciones de la Asamblea Nacional son una oportunidad de oro, e insistimos en que la participación masiva de la gente es el necesario blindaje para obtener los resultados deseados. No se vale el desánimo, y siempre será mejor accionar que resignarse.
Vale recordar que en la convocatoria electoral de 2005 ganó la abstención y que ello no sirvió para ningún cambio en el escenario político nacional, o al menos no para ninguno que haya significado crecimiento y bienestar.
Posteriormente, en los comicios de 2010, la oposición logró una participación importante, que llevó un buen número de parlamentarios al Palacio Legislativo. Se ha reinstaurado el debate y la actuación de algunos de nuestros parlamentarios ha servido como ejemplo del contrapeso al poder que debe existir en el Capitolio Nacional.
Desde ya estamos montados en este escenario, con compromiso y pasión. Y vamos tarde. Es un hecho, es una realidad y mientras más tiempo perdamos en intentar contradecirla, menos probabilidades vamos a tener de que la ocasión sume.
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