Definitivamente, este gobierno no tiene vergüenza alguna. No existe un adjetivo con el que podamos calificar a quienes se atrevieron a asegurarle al país, que con el incremento de 15% al salario mínimo, que entrará en vigencia el primero de diciembre, se reducirá la pobreza.
La desfachatez también les alcanza para afirmar que ese pírrico ajuste está por encima de la inflación, cuando la realidad es que ésta ya superó el 70%. Se necesita un incremento de al menos 400% para cubrir la cesta básica. Este gobierno es puro cuento. En eso sí son buenos. En escribir historias de ficción, y hablamos de ficción, porque, por mucho que se esfuercen en tergiversarlas, las cuentas claramente no le dan a nuestro pueblo.
Hay que recordar a algunos que las matemáticas son exactas. No hay cabida para los errores, pero por si acaso, hoy resolveremos una ecuación sencilla, que bien pudiera hacer un niño de 9 años. Nicolás, si tú agarras los 4.251,40 bolívares y le sacas el 15%, que fue el gran ajuste que decretaste, eso da 637,71 bolívares, que si lo divides en 30 días es igual a 21,25 bolívares diarios que tendrán de “más” nuestros trabajadores.
Eso no alcanza ni para una empanada. En el año 1998, un trabajador con un salario mínimo de 110 bolívares adquiría 80% de la canasta alimentaria y hoy, con el salario aumentado a 4.889 bolívares, se requiere para ello, de tres salarios mínimos. Por eso, cuando uno lee las declaraciones de estos señores, uno se pregunta: a qué país se refieren y en qué planeta viven. Será en el mundo de Narnia, porque ellos hablan de una Venezuela que solo existe en su imaginario.
Eso es lo que pasa cuando no se abandona el estado de confort del palacio y no se sale a patear barrios, caseríos y comunidades populares. La desconexión con la realidad es tan evidente, que no solo los lleva a decir barbaridades tras barbaridades, sino a hablar desde el desconocimiento. Que Nicolás y los enchufados sean inmunes a la inflación, a la escasez y al alto costo de la vida, no quiere decir que nuestro pueblo también lo sea.
Pero lo más inaceptable de toda esta historia, es que este gobierno también pretenda dividir a nuestro pueblo con los aumentos decretados en los últimos días. Para ellos existen venezolanos de 45% y venezolanos de 15%. Eso es inadmisible, porque la inflación no diferencia colores políticos, ni profesiones, golpea a todos por igual. Esa es la razón por la cual la plata no alcanza. Todos, léase bien, todos los trabajadores de nuestro país merecen un mejor salario, un buen salario, pero especialmente que su ingreso no se lo coma la inflación.
No hay salario que resista la escalada inflacionaria, porque gracias al modelo desfasado y corrupto del gobierno, la verdad es que en nuestra Venezuela los precios reaccionan más rápido que los aumentos del sueldo.
Esa es la realidad que debemos cambiar. El aumento de Nicolás para los trabajadores solo alcanza para que nuestro pueblo, que aún no ha abierto los ojos, los termine de abrir de una vez por todas. Ese salario es una burla, un mal chiste, una cachetada a los venezolanos. Para que el salario no se diluya, es clave implementar una política seria en materia antiinflacionaria, que incluya orden fiscal y disciplina monetaria, porque de lo contrario el alto costo de la vida, seguirá licuando la quincena de los venezolanos.
Por cierto, esta semana en las inmediaciones de la Vicepresidencia de la República, coincidieron nuestros trabajadores de Miranda y los de la Misión Cultura, exigiendo al gobierno central el pago de sus recursos, demostrando, una vez más, que a los venezolanos nos unen los problemas. Paradójicamente, algunos de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana que custodiaban las concentraciones, pidieron ser incluidos en las solicitudes porque el salario tampoco les alcanza. Aquí nadie puede olvidar que los enchufados se robaron más de 25 mil millones de dólares de Cadivi y nuestro pueblo es el que paga los platos rotos.
Imagínense todo lo que se ha podido hacer en el país con esos 25 mil millones de dólares. Cuántas obras de vialidad, hospitales y escuelas pudieron construirse. Cuántos recursos pudieron destinarse para fortalecer el salario de los trabajadores y activar la producción nacional, que es lo que necesitamos para desacelerar la inflación.
La lucha de todo nuestro pueblo, sin excepción, tiene que ser para que los salarios de todos los trabajadores, públicos y privados, les permitan comer bien, vivir bien y dormir tranquilos. El día en que logremos derribar la inflación, hablaremos de progreso, de ahorro y de tranquilidad para quien trabaja.
Los venezolanos necesitamos un gobierno que estimule las inversiones, active la producción nacional y una mayor disciplina en el gasto, que permita darle poder de compra al salario. No dejaremos de insistir en que la inflación se soluciona produciendo más y mejor, convirtiendo el petróleo en la gran palanca para diversificar nuestra economía y hacer más poderosas nuestras vidas.
La angustia de nuestro pueblo, que no le alcanza la plata, que no consigue alimentos, ni productos para la higiene personal, ni medicinas, tiene que ser una razón más para unirnos e impulsar el cambio que tanto anhelamos. Nuestra Venezuela tiene todos los recursos para ser un país de progreso. Vamos que sí es posible. El camino podemos construirlo entre todos, un camino de oportunidades y futuro, y no descansaremos ni un minuto hasta lograrlo, siempre juntos. Unión, cambio y progreso.
¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!
FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/09/ni-una-empanada/
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