lunes, 24 de noviembre de 2014

"Otra estafa más…"

Esta semana los venezolanos vimos, una vez más, cómo los que están en el gobierno central no tienen la más mínima idea de cómo solucionar la crisis económica que ellos mismos crearon. Hacerle creer a nuestro pueblo que las 28 Leyes aprobadas por vía Habilitante solventarán los problemas de los venezolanos, es una infamia. Otra estafa más. Una Habilitante que fue solicitada para combatir la corrupción, y ahora es cuando hay más corrupción que nunca en el gobierno. Además, si le preguntamos a alguien si conoce el contenido de las mismas, la respuesta será no.
Lo que sí sabe nuestro pueblo es que esas leyes no harán que aparezcan las medicinas, ni los alimentos, ni los productos de limpieza y aseo personal. Tampoco incrementarán la producción, ni incentivarán la inversión, ni abatirán la inflación. No reactivarán el aparato productivo y, menos que menos, generarán empleo. Cuántas Leyes posee nuestra Venezuela y son letra muerta. Allí está lo que este gobierno hace todos los días con nuestra Constitución.
¿Acaso nuestro pueblo tiene garantizada su vida? En un país en el que nada más el año pasado cayeron 25.000 venezolanos producto de la violencia. ¿Este gobierno garantiza el acceso a la salud? Cuando estamos viviendo una dramática crisis hospitalaria sin precedentes ¿La educación de los hijos de esta hermosa patria está garantizada? Cuando tenemos 1.667.470 muchachos, entre 15 y 29 años, que no estudian ni trabajan. Estamos hablando del 23% de los jóvenes de nuestra Venezuela. A los padres les pido que reflexionen. ¿Cuál es el futuro que les espera a nuestros hijos con esta realidad tan trágica?
Lejos de garantizar esos derechos esenciales y de dar soluciones para que la economía de nuestra Venezuela mejore, y por fin podamos abrir las puertas del futuro, el gobierno sigue accionando para profundizar la crisis. El sector privado está en una situación desfavorable, nuestro pueblo lidiando con una alta inflación y tiene que pagar los platos rotos, con más impuestos, por la negligencia de un modelo corrupto y fracasado.

Cómo explica Nicolás y sus enchufados al pueblo, que una hallaca en Mercal cueste 200% más este año y casi 300% más en Pdval. Cómo explica que la Canasta Básica Familiar de octubre haya llegado a los Bs.26.576,04, mientras en octubre de 2013 era de Bs.14.446,16. Un incrementó de Bs.12.129,88. Es decir, de 84%. Se requieren 6.3 salarios mínimos para poder cubrir la canasta familiar. Si hablamos de la canasta alimentaria, cómo justifica este gobierno, que nada más en 12 meses, el costo de la misma se haya incrementado en 79,9%. El incremento de esta fue de Bs. 4.515,32, en un año aumentó justo un salario mínimo.
Ellos no quieren que hablemos de esta realidad, tampoco del aumento pírrico del salario mínimo. Quién les cree que un trabajador que recibió un incremento salarial de Bs. 21 diarios, quiere que aumenten el precio de la gasolina. Nada más falso que esto. Hoy lo único que recibimos los venezolanos de esta tierra es la gasolina. Por eso, antes de hablar del aumento de la gasolina, debe pararse la regaladera de nuestros recursos a otros países. Por qué este gobierno no explica a los venezolanos en qué gastan los recursos que deberían ir destinados a reactivar la producción nacional, a construir escuelas, hospitales, ambulatorios y obras de infraestructura social, en fin, la mínima calidad de vida que debe garantizar un gobierno, sobre todo cuando ingresan tantos recursos al Estado.
Un gobierno serio no lanza leyes de contenido económico 24 horas antes de finalizar una Habilitante. Además leyes inviables e insostenibles como todas las espeluznantes ideas que se le ocurren a este gobierno, que es tan, pero tan inepto y pavoso, que si le mete las manos a los Médanos de Coro, a la vuelta de unos meses habría escasez de arena.
Por ello hay que seguir visitando las comunidades, casa por casa, hablando con nuestro pueblo para explicarle que el único responsable de que tengan que andar zanqueando de mercado en mercado y de farmacia en farmacia, buscando alimentos y medicinas, que las utilidades tengan que ser destinadas a pagar deudas y no a la compra de los estrenos para Navidad y Año Nuevo, que no tengan capacidad de ahorro y que la inflación se coma el salario, es este gobierno, que atacando al esfuerzo privado, el gran motor de la economía en cualquier país, le darán la bienvenida en 2015 a una inflación de tres dígitos.
La crisis económica no la resuelve ninguna improvisada ley ni ningún decreto, porque lo que estamos viviendo es consecuencia de un problema de fondo, de este modelo de expropiación y controlador, que persigue al sector privado. Un modelo fracasado. Esta crisis, que nos afecta a todos, debe ser una gran oportunidad para el encuentro y la unión de todos los venezolanos, para impulsar el cambio de este modelo por uno que brinde confianza y seguridad jurídica.
Ese es el modelo progresista en el que nosotros creemos, que haya un marco legal, en el que se respete el estado de derecho, que en nuestra Venezuela haya un espacio atractivo para los inversionistas y que de esta manera podamos reducir la inflación y la escasez, produciendo más y mejor en nuestra tierra.
A los venezolanos nos unen los problemas, pero también nos deben unir la posibilidad de juntos construir un mejor país, lleno de oportunidades y progreso para todos por igual. Sobran razones para unirnos, es un trabajo de todos los días. En la unión está la fuerza para lograr ese cambio que queremos la mayoría de los venezolanos. ¡Que Dios bendiga nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/23/otra-estafa-mas/

"Una lección de Unidad"

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

Si algo mantiene repotenciada la esperanza de los venezolanos en el futuro, es la participación activa de la actual generación de jóvenes en la política. Las universidades autónomas continúan siendo un hervidero de las más variadas tendencias políticas, y son también lugares de debate y de fogueo para los futuros liderazgos que tomarán posiciones de responsabilidad más pronto que tarde.
Sin embargo, parte de la enseñanza tiene que ver con el juego limpio, con la ética, con pensar con la cabeza fría y sobretodo, con saber perder.
Y estos comentarios los hacemos a propósito de las recientes elecciones de la Federación de centros Universitarios de la Universidad de Los Andes, en las cuales, acciones erradas condujeron a situaciones deplorables.
Desde esta tribuna nos hemos declarado como incondicionales defensores de la Unidad como alternativa de poder para llevar a Venezuela por otro rumbo de manera democrática. Por ello, desde siempre deploramos el hecho de que la candidata de Voluntad Popular, decidiera postular su candidatura por fuera de la coalición unitaria.
Quienes trabajamos por materializar una opción de gobierno diferente a la que hoy está al frente de Venezuela, debemos ir con pie de plomo. “Paso corto y vista larga”, decía nuestros abuelos.
Lamentablemente, no nos equivocamos. Y no hay satisfacción alguna en decir que tuvimos razón. La precipitación de la candidata de VP en anunciar su triunfo prematuramente y la posterior comprobación de que el bachiller Jorge Eliezer Arellano fue el ganador, generaron hechos que deben ser condenados por quienes trabajamos en favor de la democracia y de la civilidad, sucedan en el escenario que sucedan.
La violencia por parte de individuos no identificados, el secuestro y destrucción de material electoral y la agresión a estudiantes, nos regresan a los peores usos de la política, a acciones que debemos desterrar con nuestra más enérgica condena.
Cuando las aguas volvieron a su cauce, se pudo confirmar finalmente al ganador de la contienda y apostar por el pase de página tan necesario cuando ocurren situaciones de tal naturaleza.
Pero ello no debe significar el olvido de las vergonzosas situaciones de violencia, como tampoco la necesaria reflexión ante los errores cometidos, que no deben repetirse por el bien de todos los involucrados y más allá, por el del país.
En política es muy cierto aquel dicho que reza” quien cede el paso, se ensancha el camino”. El aprender a esperar es una de las más valiosas lecciones sobre este complicado oficio, del cual se han escrito tantos libros, pero que al final del día no se aprende sino con el ejercicio, con la constancia a través de los años, y sobretodo, con los golpes que dan los reveses, más que con el triunfalismo peligroso que inyectan los éxitos.
Apostamos al presente y al futuro de todos esos apasionados dirigentes estudiantiles, por los ganadores y por los perdedores; y también por quienes hoy han cometido desaciertos. Quizá en el fondo de los mismos esté la raíz de éxitos por venir. Los necesitamos a todos, reiterando una vez más el llamado a la Unidad, en la cual creemos tercamente.

lunes, 17 de noviembre de 2014

"¡Las elecciones son ya!"

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

Es un hecho. En Venezuela tendremos elecciones ya, o al menos muy pronto. Nos referimos a los comicios que escogerán la nueva Asamblea Nacional. Y quienes queremos cambios para el país propiciados desde el ejercicio de la política, vemos esta circunstancia como propicia para avanzar. La discusión y el debate tienen allí el mejor escenario, que por lo tanto es también el escenario de la democracia.
En una nación  como la nuestra, donde se le atribuye una importancia desmedida a la figura del Presidente de la República, se tiende a subestimar peligrosamente la importancia del Poder legislativo como instrumento para apalancar cambios y avances.
El hecho incontrovertible es que en 2015 tendremos elecciones parlamentarias y que, aunque al momento no hay certeza de la fecha, se habla de una posible convocatoria temprana de las mismas. Recordemos que las más recientes, celebradas en 2010, se efectuaron el 26 de septiembre de aquel año.
La pregunta es: ¿nos preparamos para ellas o no? Desde nuestro punto de vista, la respuesta e incuestionablemente un sí, y es obligatorio agregar que vamos tarde para ello.
Quienes nos anotamos para propiciar alternativas de poder en Venezuela, confrontamos un problema, y es la diversidad de posturas de “las oposiciones”, como diría el profesor Agustín Blanco Muñoz, y esto se refiere a la divergencia de puntos de vista al hablar sobre las maneras de cerrar un ciclo histórico y abrir otro en el país.
Repetimos, desde nuestro punto de vista vivimos un problema político y por ello se resuelve con política, con una forma de ganar espacios desde la estrategia y el trabajo, desde la convicción y el conocimiento de la realidad para trabajarla y finalmente modificarla en función del bienestar de las mayorías.
Se trata también de un instrumento para oponerse a la centralización, ya que el liderazgo regional tiene en el legislativo nacional una instancia de participación, de dar a conocer su voz y de desarrollar una carrera política que se revierta en beneficios para su lugar de origen.
Abordadas así, las elecciones de la Asamblea Nacional son una oportunidad de oro, e insistimos en que la participación masiva de la gente es el necesario blindaje para obtener los resultados deseados. No se vale el desánimo, y siempre será mejor accionar que resignarse.  
Vale recordar que en la convocatoria electoral de 2005 ganó la abstención y que ello no sirvió para ningún cambio en el escenario político nacional, o al menos no para ninguno que haya significado crecimiento y bienestar.
Posteriormente, en los comicios de 2010, la oposición logró una participación importante, que llevó un buen número de parlamentarios al Palacio Legislativo. Se ha reinstaurado el debate y la actuación de algunos de nuestros parlamentarios ha servido como ejemplo del contrapeso al poder que debe existir en el Capitolio Nacional.
Desde ya estamos montados en este escenario, con compromiso y pasión. Y vamos tarde. Es un hecho, es una realidad y mientras más tiempo perdamos en intentar contradecirla, menos probabilidades vamos a tener de que la ocasión sume.

"¡Pura pelazón!"

Este gobierno es pura manipulación, puro chantaje, pura mentira… y así no se construye un país. Esta semana salieron con el disparate de aseverar que el nuevo salario mínimo, que entrará en vigencia en un par de semanas, es el más alto de la región. Utilizando cálculos inexplicables, aseguraron que luego del aumento de 21 bolívares diarios, los venezolanos pasaron a ganar, incluyendo el bono de alimentación, 6.916 bolívares, y que eso equivale a 1.097 dólares mensuales.
Claro, lo están calculando a una tasa irreal de cambio de 6.30 dólares, a la que solo tienen acceso los enchufados. Si tomamos como referencia el Sicad II, de Bs. 50 por dólar, al que solo se puede acceder cumpliendo con una serie de requisitos y restricciones, hablamos de 138 dólares mensuales. Pero la verdad es que la tasa real, con la que se maneja la economía en nuestro país, es la del llamado mercado negro, y esta semana batió record, al cotizarse a 119 bolívares por dólar. Si calculamos el salario con la cotización del dólar en el mercado negro, el equivalente es de unos 61 dólares mensuales, ubicándolo como el segundo peor salario mínimo de la región, solo por encima del de Cuba, que son unos 10 dólares mensuales.
Esa es una verdad que retumba en todos los hogares venezolanos, pese a los esfuerzos que hacen desde el gobierno, con su plataforma propagandística y comunicacional, para hacer creer que ese pírrico aumento es un verdadero dineral. Esos 21 bolívares diarios no alcanzan ni siquiera para comprar una arepa socialista, que en los establecimientos del gobierno cuesta 25 bolívares. Tampoco cubren los 50 bolívares que cuesta un pastelito o los 33 bolívares de una porción de torta que venden en Café Venezuela, establecimiento que queda en los alrededores de la Plaza Bolívar de Caracas.
El aumento chucuto apenas alcanza para tomarse medio litro de jugo Los Andes, que cuesta 18 bolívares, y pagar el tique de ida y vuelta en el Metro de Caracas, que cuesta 3 bolívares, en eso se van los 21 bolívares de aumento. No alcanza para más nada. Si hablamos de los aguinaldos, los cuales algunos trabajadores ya cobraron, tampoco dan para mucho. Más de uno espera esa plata para comprar los regalos de los niños, los ingredientes para la cena de Noche Buena, los estrenos de Navidad y Año Nuevo, y hasta para pintar la casa. La gran incógnita: ¿alcanzará?

Hasta hace algunos años, los aguinaldos de los venezolanos, cuando no se las comía  la inflación, alcanzaban para eso y más. Algunos aprovechaban para renovar los muebles, otros la línea blanca y otros sus equipos tecnológicos. Pero qué tanto puede hacer un venezolano, quien en el mejor de los casos, recibe de utilidades 90 días de salario. Alguien que gana salario mínimo recibirá cerca de 15 mil bolívares, que ni siquiera le alcanza para comprar el juego de muebles que es ofertado en 25 mil bolívares en la Feria Navideña que el gobierno instaló en Los Próceres.
El año pasado una hallaca en Mercal salía en 10 bolívares y este año aumentó a 30 bolívares; mientras que en Pdval, pasó de 30 bolívares a casi 60. Para que ustedes vean cómo ha impactado la inflación, que hasta en estas cadenas de distribución de alimentos, que dependen del gobierno, subieron los precios. Otro ejemplo de cuánto va a costar la comida navideña es el precio de un pan de jamón, que pasa los 400 bolívares, o el kilo de pernil que el gobierno vende en sus establecimientos en 80 bolívares. Díganme, quién con un salario mínimo, puede comprar un pernil, un pan de jamón y más de una hallaca.
Así se atrevieron a decretar unas Navidades Felices, cuando cada día tenemos más pelazón, inflación, hambrezón, matazón y robolución. Por eso hemos ido y seguiremos visitando casa por casa en los sectores más populares, para explicarle a nuestro pueblo por qué estamos viviendo este caos económico y quién es el responsable. Solo así sumaremos voluntades, para impulsar el cambio.
Por cierto este gobierno ya no solo no le informa a los venezolanos las cifras de inflación y escasez, ahora tampoco le informa a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) cuánto petróleo está produciendo Venezuela. ¿Las razones? Sencillitas. La producción cayó. La realidad es que ni siquiera pueden mantener el nivel de producción del año pasado y eso es tan grave como la caída del precio del barril. No olvidemos que dependemos de las divisas para importar alimentos, medicinas e insumos médicos.
Este modelo no funciona, no sirve, por eso es que no se consigue nada. No hay medicina, no hay comida, no hay nada. Entonces no se puede seguir apoyando lo que no sirve, porque ellos son los responsables de la actual situación del país. Apoyar a este gobierno significa un retroceso, es empujar el país hacia atrás y eso deben entenderlo todos los venezolanos.
No queremos un pueblo que se conforme con lo que hay. Queremos que nos acompañen a luchar por lo que les pertenece. Estas líneas van especialmente para nuestro pueblo que creyó en el proyecto oficialista. El modelo de Nicolás y su combo ha destruido la vida de todos los venezolanos, por eso es tan necesario unirnos frente a todas las dificultades por las que estamos pasando.
Juntos podemos construir un país en el que podamos ganar bien, comer bien y dormir tranquilos, un país en el que la libertad de comprar lo que queramos, estudiar en donde queramos, adquirir una vivienda digna, viajar si queremos y hasta ahorrar, no sea una utopía sino una realidad. Vamos que sí podemos. Esperanza, fe y valentía. No olvidemos que la esperanza es desear que algo suceda. La fe es creer que va a suceder y la valentía es hacer que suceda. El cambio está escrito y es irreversible.
 ¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/16/pura-pelazon/

martes, 11 de noviembre de 2014

¿Aumento para todos?

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

Los más recientes aumentos de sueldos decretados por el Ejecutivo Nacional, han movilizado a la opinión pública alrededor de ellos. El asunto medular ha sido el hecho de que, si se aumenta en un 45% a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, por qué dicho aumento no es el mismo para toda la masa laboral del país, ya que el resto debió conformarse con un 15%.
Lo cierto es que la inflación nos afecta a todos por igual. El solo hecho de que a un sector de los trabajadores venezolanos se le beneficie con un incremento de ese porcentaje, ya indica que las previsiones de inflación para este año, hechas a finales de 2013 por el entonces ministro de Finanzas Néstor Merentes, se quedaron cortas, visto que eran de un 26 a 28 por ciento.
Algunos analistas han hecho un ejercicio de qué es lo que se puede adquirir con el monto incrementado a los salarios, por lo cual preferimos ahorrárnoslo nosotros. Adicionalmente, estos ejercicios de nunca acabar nos mantienen en la diatriba que consume nuestras energías y que no nos lleva a soluciones, más allá de altisonantes acusaciones mutuas que solamente recalientan el ya muy elevado clima del país. Aunque pertinentes y con la mejor intención, no creemos que sea el momento para ellos en la actualidad.
Y más allá de ello, creemos que hay que ver el asunto en perspectiva. Los aumentos salariales por decreto gubernamental siempre serán un triste paño caliente de consolación que jamás alcanzarán a la inflación, por mayores que sean – como vemos en este caso- si no se dedican esfuerzos a abatir las causas de ese fenómeno que engulle nuestro poder adquisitivo. Enfocada de la manera como se aborda en la actualidad, esa es una carrera que nunca se ganará.
La explicación de por qué los precios siguen aumentando es sencilla pero compleja a la vez. Hay un componente de juego de oferta y demanda, algo que todos saben, aunque sea de manera intuitiva: si se dispone de menos productos, cada uno de dichos productos costará más, especialmente cuando es mayor el número de personas que requiere de esos productos de existencia limitada.
La dinamización de la economía es prioritaria para romper el círculo vicioso de los aumentos que, por más elevados que sean, no terminan de resolver la insuficiente capacidad de compra, reconocida hasta por los funcionarios gubernamentales.
Anteriormente hemos planteado que el gobierno nacional encontraría sin duda sectores altamente dispuestos a colaborar en la reactivación del aparato productivo nacional, en el entendido de que dicha tarea es por el bien colectivo.
El asunto es que quienes ostentan posiciones de mando no pueden ser solamente reactivos ante las complejidades de la economía nacional, deben ser propositivos y atacar sus raíces. Naciones con una inflación mucho mayor que la nuestra han logrado abatirla, son muchos las países que han atravesado por la espiral que hoy afecta a Venezuela y han logrado dejarla en el pasado. Existe el conocimiento para superar lo que hoy nos afecta. Como colectividad, todos debemos enfocarnos para que nuestros esfuerzos lleven a la inflación a un dígito, como es el promedio en la región latinoamericana, incluyendo a varios países amigos de la actual administración nacional.
Mientras tanto, lo justo sería un equilibrio entre los aumentos que se den para paliar las consecuencias de la inflación, hasta controlar sus causas. El incremento de 45% para el sector militar es deseable y plausible; pero también lo sería para los demás trabajadores, hasta llegar a las causas de fondo que generan la inflación.

lunes, 10 de noviembre de 2014

“Ni una empanada”

Definitivamente, este gobierno no tiene vergüenza alguna. No existe un adjetivo con el que podamos calificar a quienes se atrevieron a asegurarle al país, que con el incremento de 15% al salario mínimo, que entrará en vigencia el primero de diciembre, se reducirá la pobreza.
La desfachatez también les alcanza para afirmar que ese pírrico ajuste está por encima de la inflación, cuando la realidad es que ésta ya superó el 70%. Se necesita un incremento de al menos 400% para cubrir la cesta básica. Este gobierno es puro cuento. En eso sí son buenos. En escribir historias de ficción, y hablamos de ficción, porque, por mucho que se esfuercen en tergiversarlas, las cuentas claramente no le dan a nuestro pueblo.
Hay que recordar a algunos que las matemáticas son exactas. No hay cabida para los errores, pero por si acaso, hoy resolveremos una ecuación sencilla, que bien pudiera hacer un niño de 9 años.  Nicolás, si tú agarras los 4.251,40 bolívares y le sacas el 15%, que fue el gran ajuste que decretaste, eso da 637,71 bolívares, que si lo divides en 30 días es igual a 21,25 bolívares diarios que tendrán de “más” nuestros trabajadores.
Eso no alcanza ni para una empanada. En el año 1998, un trabajador con un salario mínimo de 110 bolívares adquiría 80% de la canasta alimentaria y hoy, con el salario aumentado a 4.889 bolívares, se requiere para ello, de tres salarios mínimos. Por eso, cuando uno lee las declaraciones de estos señores, uno se pregunta: a qué país se refieren y en qué planeta viven. Será en el mundo de Narnia, porque ellos hablan de una Venezuela que solo existe en su imaginario.
Eso es lo que pasa cuando no se abandona el estado de confort del palacio y no se sale a patear barrios, caseríos y comunidades populares. La desconexión con la realidad es tan evidente, que no solo los lleva a decir barbaridades tras barbaridades, sino a hablar desde el desconocimiento. Que Nicolás y los enchufados sean inmunes a la inflación, a la escasez y al alto costo de la vida, no quiere decir que nuestro pueblo también lo sea.
Pero lo más inaceptable de toda esta historia, es que este gobierno también pretenda dividir a nuestro pueblo con los aumentos decretados en los últimos días. Para ellos existen venezolanos de 45% y venezolanos de 15%. Eso es inadmisible, porque la inflación no diferencia colores políticos, ni profesiones, golpea a todos por igual. Esa es la razón por la cual la plata no alcanza. Todos, léase bien, todos los trabajadores de nuestro país merecen un mejor salario, un buen salario, pero especialmente que su ingreso no se lo coma la inflación.
No hay salario que resista la escalada inflacionaria, porque gracias al modelo desfasado y corrupto del gobierno, la verdad es que en nuestra Venezuela los precios reaccionan más rápido que los aumentos del sueldo.
Esa es la realidad que debemos cambiar. El aumento de Nicolás para los trabajadores solo alcanza para que nuestro pueblo, que aún no ha abierto los ojos, los termine de abrir de una vez por todas. Ese salario es una burla, un mal chiste, una cachetada a los venezolanos. Para que el salario no se diluya, es clave implementar una política seria en materia antiinflacionaria, que incluya orden fiscal y disciplina monetaria, porque de lo contrario el alto costo de la vida, seguirá licuando la quincena de los venezolanos.
Por cierto, esta semana en las inmediaciones de la Vicepresidencia de la República, coincidieron nuestros trabajadores de Miranda y los de la Misión Cultura, exigiendo al gobierno central el pago de sus recursos, demostrando, una vez más, que a los venezolanos nos unen los problemas. Paradójicamente, algunos de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana que custodiaban las concentraciones, pidieron ser incluidos en las solicitudes porque el salario tampoco les alcanza. Aquí nadie puede olvidar que los enchufados se robaron más de 25 mil millones de dólares de Cadivi y nuestro pueblo es el que paga los platos rotos.
Imagínense todo lo que se ha podido hacer en el país con esos 25 mil millones de dólares. Cuántas obras de vialidad, hospitales y escuelas pudieron construirse. Cuántos recursos pudieron destinarse para fortalecer el salario de los trabajadores y activar la producción nacional, que es lo que necesitamos para desacelerar la inflación.
La lucha de todo nuestro pueblo, sin excepción, tiene que ser para que los salarios de todos los trabajadores, públicos y privados, les permitan comer bien, vivir bien y dormir tranquilos. El día en que logremos derribar la inflación, hablaremos de progreso, de ahorro y de tranquilidad para quien trabaja.
Los venezolanos necesitamos un gobierno que estimule las inversiones, active la producción nacional y una mayor disciplina en el gasto, que permita darle poder de compra al salario. No dejaremos de insistir en que la inflación se soluciona produciendo más y mejor, convirtiendo el petróleo en la gran palanca para diversificar nuestra economía y hacer más poderosas nuestras vidas.
La angustia de nuestro pueblo, que no le alcanza la plata, que no consigue alimentos, ni productos para la higiene personal, ni medicinas, tiene que ser una razón más para unirnos e impulsar el cambio que tanto anhelamos. Nuestra Venezuela tiene todos los recursos para ser un país de progreso. Vamos que sí es posible. El camino podemos construirlo entre todos, un camino de oportunidades y futuro, y no descansaremos ni un minuto hasta lograrlo, siempre juntos. Unión, cambio y progreso.

 ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/09/ni-una-empanada/

lunes, 3 de noviembre de 2014

"Pelando con Nicolás"

Así como el agua se escurre entre las manos, de esa misma manera se escurre la quincena de nuestros docentes, médicos, policías, enfermeros, bomberos y de todos los trabajadores de nuestro país. El único dinero que no se diluye es el de los que nuestro pueblo bautizó como enchufados. Ellos son los únicos inmunes a la inflación, a la escasez y a la crisis; sino que alguien nos diga si alguna vez ha visto a un enchufado pasando trabajo o haciendo la cola en el mercado para comprar harina, azúcar, aceite, o en la farmacia, tomando el numerito para comprar medicinas.
Por televisión nos dicen que nuestro pueblo está feliz. Los del gobierno viven en otro mundo, por eso a diario pretenden distorsionar la realidad, pero por mucho que se esfuercen en intentar manipular a nuestro pueblo, cada vez más venezolanos saben que no existe ninguna guerra económica, que la única guerra real es la de este modelo fracasado, decadente y corrupto en contra del bolsillo y de la calidad de vida de los venezolanos. Destruyeron la economía de nuestro país. Son los responsables de que la escasez general en nuestra Venezuela sea de 35%, la de medicamentos sea de 60% y la inflación de algunos alimentos sea de 90%.
El peor impuesto que se le puede aplicar a cualquier persona es precisamente la inflación y en solo seis años, desde enero de 2008 hasta agosto de 2014, esta aumentó 571%. Eso sin mencionar que hoy nuestro pueblo necesita 5,7 salarios mínimos para cubrir el costo de los productos y servicios de la llamada canasta básica, que incluye la canasta alimentaria, para la cual se requieren 3,2 sueldos mínimos.
Si tomamos en cuenta las cifras del propio gobierno, nos referimos a las del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 60% de los trabajadores del sector de la economía formal venezolana gana sueldo mínimo. Estamos hablando de casi 8 millones de venezolanos que viven el drama de no poder cubrir la canasta básica.
Estas cifras nos obligan a preguntarnos: ¿Cómo hace una familia en la que solo trabaja uno de sus miembros para sobrevivir? ¿Cómo sostienen la casa? ¿Cómo comen? ¿Cómo compran medicinas cuando se enferman? ¿Con qué dinero? ¿Por qué este gobierno no sincera los sueldos de todos nuestros trabajadores?

Paradójicamente esta semana muchos de esos venezolanos vieron cómo Nicolás aumentó 45% el salario de los militares. ¡Y cuidado! Nosotros celebramos y aplaudimos que a cualquier trabajador de nuestro país se le ajuste su sueldo, nosotros respetamos y reivindicamos a nuestras Fuerzas Armadas, porque ellas tienen un rol fundamental que cumplir en nuestra Venezuela, pero debemos abrir un debate para establecer cuáles deberían ser las prioridades. Nosotros nos preguntamos, ¿Qué es más importante? ¿Un mayor general o un docente? ¿Un mayor general o un médico? ¿Cómo es posible que un general gane 4 veces más que un director de hospital?
Mientras el salario militar se robustece en términos nominales, el salario real -en todas sus escalas- es golpeado sin misericordia por la inflación. Cómo es posible que un médico recién graduado gane 5.800 bolívares mensuales y una enfermera salario mínimo (Bs. 4.251) por solo mencionar dos ejemplos. Nuestros profesionales no tienen la culpa, no tienen por qué pagar los platos rotos y las consecuencias de este desastre de gobierno.
Ahora Nicolás tiene el descaro de decir que el problema es que algunos profesionales en nuestro país quieren volverse ricos, cuando más bien nos estamos quedando sin profesionales porque se están yendo de nuestro país buscando oportunidades.
Este gobierno insiste en meter nuestras Fuerzas Armadas en la diatriba política y a realazo limpio buscan tenerlas tranquilas. Están empeñados en que el desprestigio e impopularidad de su gobierno también las arrastre. Nicolás cree que teniendo contentos a los generales se mantendrá en el poder, y se equivoca. El cambio viene y los militares lo saben porque sus familias también viven el drama de la crisis. Este es un gobierno impopular y más temprano que tarde saldremos de él, eso sí por la vía constitucional.
Aquí no se trata de si alguien es general o carpintero, si es de un partido político o de otro. A todos nos pega en el bolsillo la inflación cada vez que vamos al mercado. Todos tenemos derecho a un salario decente y digno que alcance para cubrir nuestras necesidades. Todos tenemos derecho a un futuro mejor. En nuestro país no debería haber trabajadores de primera o de segunda. Aquí se trata de que los policías, maestros, bomberos y otros profesionales tengan el mismo trato y los mismos beneficios que los generales.
Por cierto, ahora la agarraron con los comerciantes informales. Estamos a favor de que les caiga todo el peso de la ley a los especuladores, pero debemos recordar que quienes están en la calle vendiendo cosas lo hacen por necesidad, porque no hay fuentes de trabajo, ya que destruyeron las industrias y el comercio. Este gobierno cree que trabajar en la calle es chévere, que es sabroso llevar sol y agua. Se nota que no salen del palacio a patear calle y ver cómo vive y trabaja nuestro pueblo.
Cambiar esa realidad es lo que nos ocupa en este momento y no descansaremos hasta lograrlo. Por ello, hoy más que nunca, pedimos unión. Unión y cambio. Si hay una palabra que hoy define a los venezolanos es cambio y no tengan la menor duda que juntos vamos a construir el cambio en este país. Juntos, porque recuerden que ustedes son los principales protagonistas del cambio. Y lo lograremos de acuerdo a lo que establece nuestra Constitución, porque no creemos en atajos. Nuestra lucha es pacífica, democrática, electoral y constitucional, porque queremos un cambio que perdure en el tiempo.

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/11/02/pelando-con-nicolas/

¿Para siempre?

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

Los triunfos recientes de Dilma Rousseff y Evo Morales en sus respectivas reelecciones, ponen el tema nuevamente en el tapete de la opinión pública internacional: ¿qué tan nociva es esa práctica para la salud de las democracias?
Las alarmas se encienden cuando la señora Roussef, aún eufórica por el nuevo triunfo, no tiene empacho en decir que ella apoyaría a Lula Da Silva, su eterno compañero de fórmula, como candidato para 2018.
La segunda reelección de Dilma, tras dos mandatos de Lula, coloca al oficialista Partido de los Trabajadores en el poder durante 16 años consecutivos en Brasil. Comprando la candidatura y eventual triunfo de Lula, sumarían dos décadas. Y por supuesto, habría que suponer que ese Lula de 2018 aspiraría a la reelección en 2022, lo cual lo dejaría en el palacio de Planalto hasta 2026: casi un cuarto de siglo entre ambos mandatarios.
Podría luego volver a aspirar Dilma, en caso de que aún viviera, y podría quedarse también por dos nuevos períodos. Esto podría prolongarse sencillamente hasta que el cuerpo aguante. Una jugada similar a la del fallecido mandatario argentino Néstor Kirchner y su esposa Cristina, quien actualmente preside la nación austral.
Las reelecciones parecen la obsesión de unos cuantos presidentes de América Latina. Entusiastas mandatarios proponen reformas constitucionales para establecerlas, algunos incluso al apenas estrenar el poder. Fieles seguidores de hombres supuestamente providenciales, se apresuran a defenderla en la palestra pública, porque “este sí merece quedarse para siempre”.
Tales reformas se convierten en apasionados debates nacionales, seguidos con interés desde otras latitudes. No puede faltar el calor cuando se pone en juego algo tan delicado, donde se apuestan en la ruleta poder y ambiciones. Tales pugnas se desenvuelven al filo de violentar la legalidad y la lógica jurídica, en algunos casos más que en otros. Pero siempre dejan un mal sabor, ese de los intereses grupales y personales por encima de los nacionales.
Latinoamérica aún padece la fiebre  del presidencialismo, con altos grados de temperatura. Y por ello, es especialmente delicado otorgar prerrogativas adicionales a un cargo sobredimensionado en su importancia y rodeado de un halo que desfigura su posición real en el sistema de contrapesos que son los poderes públicos libres e independientes.
La alternabilidad es condición sine qua non de la democracia y por ello, hay naciones donde no existe la reelección, así como otras donde solamente es posible completar un segundo período, sea consecutivo o posterior.
El excesivo apego a la silla presidencial en nuestra región, siempre consigue artificios legales para prolongar el disfrute de las mieles del poder y alargar la presencia de determinados grupos políticos al frente del Ejecutivo de una nación. Estas prácticas suelen ir en contra de los intereses del país, inclinar la balanza en exceso hacia un sector del universo político nacional y, en definitiva, minar las prácticas democráticas, afectando el potencial desarrollo de la nación, siempre ligado a la pluralidad de liderazgos y al refrescamiento real de los elencos gobernantes.
Es difícil perder una apuesta en una reelección presidencial. La maquinaria del poder suele asegurar la victoria. Y, proporcionalmente, debilitar la salud democrática de la nación que la padece.