El tiempo es un excelente maestro, bien
me lo decía mi abuela, con quien compartí tantos momentos de sensatez y
anécdotas que marcaron mi vida. Aprendí tantas cosas de sus vivencias,
que entendí, desde muy joven, el valor del tiempo.
Nuestros abuelos son una especie de
libros vivientes y de archivos familiares. Ellos son la luz, la
sabiduría en la oscuridad y el mayor de los tesoros. Sin embargo, muchas
veces vemos cómo algunas familias ignoran a ese ser tan sabio que
tienen al lado, e igual de grave es ver cómo el gobierno, que debería
garantizarles una vida digna, hasta el final de sus días, también los
deja de lado.
Y es que llegar a cierta edad tiene que
ser un premio. Pero esa no es la realidad de los adultos mayores en
nuestro país. Aquí nadie escapa de la crisis económica, política y
social que estamos viviendo. Este gobierno, con su modelo fracasado,
convirtió a nuestra Venezuela, en la nación más difícil de nuestra
América Latina para envejecer. Países de nuestro continente, que años
atrás miraban a Venezuela como una opción para su futuro, hoy nos
superan y por mucho.
No puede ser que la pensión de nuestros
adultos mayores se vaya en una farmacia, comprando medicinas, cuando las
consiguen. ¿Y cómo hacen para comprar los alimentos? Sí,
nuestros abuelos se debaten entre comprar la comida o los medicamentos.
Frente a esa realidad tenemos que hacer algo. En un país con tantos
recursos y petróleo como los que tiene nuestra Venezuela, no debería
haber un solo adulto mayor pasando necesidades.
Hago esta reflexión porque esta semana,
que por cierto se celebró el Día Internacional del Adulto Mayor, conocí a
Cleofe, una tequeña de 74 años, quien derrochando lucidez me planteó su
situación como jubilada y su preocupación por la crisis económica que
afecta su calidad de vida y la de sus hijos. Me dijo que ya no solo se
trata de que la pensión no le alcance, sino que no consigue los
alimentos y sus medicinas para la tensión. Y tampoco quiere ir sola a
cobrar su pensión porque puede ser víctima de la delincuencia.
Me insistió en hablar de la delicada
situación económica. “¿Cómo no voy a estar angustiada? Nací en esta
tierra. Este país me duele y me duele por mis nietos. ¿Cuál es el futuro
que les espera?”. Un futuro que ni siquiera tiene ella asegurado
después de tantos años de trabajo. Esa angustia de Cleo es la de muchas
madres y abuelas venezolanas.
Muchos
de nuestros adultos mayores con un “golpe” de suerte logran sobrevivir.
De por sí la inflación, que carcome los bolsillos de nuestros
trabajadores, es todavía más dañina en los sectores de la tercera edad,
que deben destinar recursos no solo a gastos de alimentos, sino también
de medicamentos, exámenes médicos, transporte, vestimenta y en, algunos
casos, hasta de vivienda.
Literalmente tienen que hacer magia para
poder llegar a fin de mes. Recordemos que el monto total de la pensión
es casi cuatro veces inferior al de la canasta alimentaria, que en el
mes de agosto se elevó a 13.482,26 bolívares.
Y pese a que la Constitución de nuestro
país dice que el gobierno está obligado a garantizar la atención
integral, asegurar la calidad de vida de nuestras abuelas y abuelos;
además del derecho a un trabajo acorde con los que manifiesten su deseo
de tener un empleo, nada más lejano a esa premisa.
Tanto que este gobierno invierte en
publicidad para informar sobre el aumento de las personas que
actualmente gozan de una pensión, pero no dicen que aún hay dos millones
de personas sin respuesta. Incluso algunos se han ido al cielo
esperando por ese beneficio, cuando debería ser algo automático, es un
derecho. No es justo que los abuelos estén de aquí para allá esperando
por la misma. Eso tiene que quedar atrás.
Nadie que quiera construir futuro puede
olvidarse de nuestros abuelos. Una persona que tiene 70 años igualmente
tiene derecho a soñar y a pensar en su futuro y en el futuro de sus
nietos.
Por eso, desde Miranda, seguimos
construyendo un país de progreso, oportunidades y futuro, también para
los adultos mayores. En nuestras Casas de los Abuelos, reciben atención
integral durante el día, incluyendo atención médica a través de nuestros
profesionales de Salud Miranda. Además, a muchos de ellos con
enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o asma, les entregados
sus medicamentos a través del Plan Mi Remedio.
También hemos hecho muchas propuestas
para mejorar las condiciones de nuestros adultos mayores y ahí está, la
Asamblea Nacional, con su fracción oficialista, negó el beneficio de
bono alimenticio a nuestros abuelos.
Si los que hoy gobiernan nuestro país
dejaran de regalar el petróleo, habría recursos para darle a
nuestros adultos mayores no solo tiques de alimentación, sino también
para crear un fondo para que puedan recibir sus medicinas, de modo que
no gasten su pensión en una farmacia. Los abuelos no tienen por qué
pagar el fracaso económico del gobierno. A ellos también les pega,
incluso más que a cualquier otro, la escasez de medicamentos que ronda
el 60%.
Nuestro compromiso es mejorar la vida de
estos venezolanos y que puedan tener tranquilidad. Hoy volvemos a poner
a la orden nuestro Plan Segunda Oportunidad, con el que se pudieran
generar más de 450 mil puestos de trabajo para los venezolanos mayores
de 50 años. Recordemos que son muchos los que pierden su empleo, no
consiguen trabajo y no pueden esperar a completar la edad para la
pensión: están productivos y tienen familia.
Debemos aprovechar la fuerza productiva
de los venezolanos, pero para hacerlo se requiere que todos puedan
desempeñarse en las áreas y oficios que mejor responden a la realidad
del país y a su vocación. El Plan Segunda Oportunidad permitiría
aprovechar los conocimientos acumulados de aquellas personas mayores de
45 años que desean permanecer activos en la fuerza laboral.
Soñamos con una Venezuela en la que
nuestros abuelos puedan ahorrar y que esa posibilidad no sea un lujo.
Seguiremos trabajando incansablemente hasta tener un país para el
progreso de nuestros abuelos, de sus familias y de todo nuestro pueblo.
Esa Venezuela podemos construirla juntos, pero debemos unirnos para
impulsar el cambio que tanto anhelamos.
¡Que Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2014/10/05/el-drama-de-nuestros-abuelos/
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