Cuando el país se prepara para
una nueva cita electoral para el próximo domingo 9 de diciembre, el clima de la
opinión pública nacional se está caldeando por donde menos debería ser. Se
trata de la diatriba entre quienes convocan a acudir a la cita comicial y
quienes, por una u otra razón, llaman a no asistir.
Y decimos que esta es la
discusión que menos debería ocuparnos, porque para quienes tenemos un
compromiso con la defensa de la democracia, no podemos vernos como enemigos,
más bien, son otros los favorecidos que esta discusión se presente.
Podemos entender buena parte de
la argumentación de quienes alegan que es mejor quedarse en casa, somos
solidarios en la petición de mejores condiciones electorales que nos permitan
enfrentar venideros comicios.
Ahora bien, la pasividad jamás
traerá cambios. La acción puede tener diversas consecuencias y resultados, pero
de una manera u otra, estamos empujando hacia adelante. Y, probablemente, entre
ese cúmulo de consecuencias, puede estar la que nos haga avanzar un paso hacia
adelante hacia nuestros objetivos.
Es inquietante pero entendible
ver cómo algunas personas sienten que el voto es una acción vacía de
significados y que puede no llevar a resultado alguno. Siempre hemos
considerado el voto como un testimonio.
En primer lugar, porque nadie
dijo que esto fuera fácil. Enrumbar a Venezuela hacia un camino de paz y
progreso es un camino largo y complejo, como bien lo hemos visto. Prometer
soluciones mágicas es irresponsable, tanto como lo es quedarse de brazos
cruzados y perder cualquier oportunidad de cambiar las circunstancias.
En segundo término, no dejamos de
preguntarnos a quiénes beneficia abstenerse de participar. Y tenemos muy claro
que no es a nosotros.
Algunos piensan que el voto no
sirve para modificar nuestra circunstancia.
Sin embargo, a través de él,
hemos defendido nuestras propuestas y nuestros valores para construir la
Venezuela que merecemos, como fue el caso del referendo constitucional de 2007
y las parlamentarias de 2015.
Y nos permitimos hablar de una
circunstancia mucho más cercana a nuestra experiencia, como lo ha sido la
historia de Baruta. Ha quedado demostrado en todas las elecciones de los
últimos tiempos, incluso en las más recientes, en las cuales se logró -contra
todo pronóstico- llevar a la alcaldía a un representante de las fuerzas
alternativas democráticas.
Y es que estamos hablando de un
municipio caraqueño altamente consciente y ejemplarmente movilizado, a través
de estos años tan complejos que nos ha tocado vivir en Venezuela.
La creciente inquietud ciudadana
del baruteño, ha permitido otorgarle al municipio de manera reiterada,
gobiernos locales que han preservado su calidad de vida y sus virtudes,
convirtiéndolo en uno de los más buscados en el país para residir o establecer
comercios.
Todo esto ha sucedido por que los
vecinos jamás han faltado a la cita electoral cuando es convocada, y han
acudido masivamente.
Ese es el gran punto a favor de
acudir a votar: mientras mayor sea la participación, más garantías hay de pasar
por encima de cualquiera de esas circunstancias que hacen a algunos dudar sobre
el valor de la participación electoral.
En este sentido, los baruteños
han logrado hacer del municipio no solamente un bastión de la participación
electoral, sino también de la Venezuela posible. Esa donde los ciudadanos
deciden su destino como colectividad y demuestran el poder de su voluntad en
las mesas electorales.
La tarea ahora es justamente,
blindar a ese gobierno local que los vecinos se han otorgado a sí mismos. Se
trata de las elecciones de concejales, quienes son nada menos que el poder
legislativo local.
Y me permito hablar de esta
instancia en primera persona, ya que tuve el privilegio de hacer una carrera de
varios años en la cámara municipal baruteña y puedo decir de primera mano cuál
es el tamaño de la enorme responsabilidad que cargan sobre sí estos
funcionarios públicos locales.
El trabajo conjunto entre la
cabeza del poder ejecutivo y los concejales, puede convertirse en el gran motor
municipal. Y en caso contrario, dejar al alcalde contrapuesto a quienes no
tengan interés en el bienestar del municipio, o tengan otra agenda de
intereses, puede ser la causa de circunstancias adversas para las comunidades.
Por eso, vale la pena apostarle a
la defensa de lo que hemos logrado y a ir más allá, ante la posibilidad de
ganar nuevos terrenos en la próxima contienda electoral. Porque podemos
demostrar cómo el país que queremos se construye desde las bases de las
comunidades. Cómo la gente impone de abajo hacia arriba su voluntad y si arriba
no la escuchan pues insiste e insiste, con las herramientas de la democracia,
como lo es precisamente el voto.
David Uzcátegui
Twitter:
@DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui