lunes, 15 de junio de 2015

"Una visita polémica"

Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui

La fugaz visita y posterior partida intempestiva del ex presidente del gobierno español Felipe González, ha levantado una gruesa polémica internacional, y el centro de la misma ha sido Venezuela.

Desde nuestro punto de vista, su presencia en nuestro país se ha malinterpretado, y lamentamos que haya causado tanto ruido, algo que ha sido contraproducente justamente para el mismo gobierno venezolano, que estaba en desacuerdo con su presencia.

González es un influyente político español de talla internacional, fue presidente del gobierno de su país entre 1982 y 1996 y fue figura clave de la transición del franquismo a la democracia en España.

Miembro del histórico Partido Socialista Obrero Español, PSOE, es una figura mundialmente asociada a la socialdemocracia, tendencia política a la cual se adscriben los prisioneros Leopoldo López y Antonio Ledezma, a  quienes venía a visitar.

Como ya han reflejado las noticias, González abandonó el país tras no recibir autorización por parte del gobierno nacional para visitar a López en Ramo Verde. Sin embargo, sí pudo entrevistarse con Ledezma, quien cumple prisión domiciliaria por motivos de salud.

Desde el oficialismo se ha alegado – y no sin razón- que el político visitante no podía defender a López o a Ledezma, porque no puede ejercer en el país. Eso es cierto. Sin embargo, el mismo señalado explicó que solamente se trataba de una asesoría a los abogados que llevan el caso.

Entre las credenciales de González, está el hecho de haber conseguido la libertad de presos políticos durante el gobierno militar de Augusto Pinochet en Chile, a quienes visitó en 1977 y por quienes abogó en su momento, por lo cual ya previamente había realizado visita similares a las que lo trajeron al país.

Los buenos oficios de personeros internacionales son algo aceptado y común en el mundo actual, como igualmente los acepta el partido de gobierno, el cual es anfitrión de diversas figuras de renombre que visitan nuestro país para aportar al debate político y son bienvenidas. Siempre y cuando por supuesto, respeten las limitaciones de respeto que debe mantener un extranjero en un país que no es el suyo.

Insistimos en no creer que el caso del visitante español sea distinto, ya que él mismo definió los términos de su visita. Como también parece haberse sobredimensionado y personalizado el hecho de que lo haya venido a buscar el avión presidencial de Colombia.

La malinterpretación por parte del Ejecutivo nacional de este último gesto es particularmente lamentable ya que introduce un ruido adicional en la compleja relación entre el más hermanado de los países que nos rodean y el nuestro. Han existido diversos impasses con la nación vecina en años recientes, todos lamentables, y hasta hace poco complejos de ser superados. 

Estábamos en un momento de paz con el mandatario de Nariño y vale la pena superar esta situación por el bien de los dos pueblos, que son quienes al fin y al cabo padecen los vaivenes de los desencuentros gubernamentales.

Se puede apoyar o condenar al ex mandatario español, pero sin duda sus credenciales como sobresaliente político son internacionalmente reconocidas. Y es además el representante de uno de los partidos más reconocidos de la izquierda universal.

Precisamente por ello se reunió también con el político y editor venezolano Teodoro Petkoff, quien es objeto de una prohibición de salida del país y por ello no pudo recibir el importante premio Ortega y Gasset en España. 

Fue González quien lo recibió en su nombre y se lo trajo. La amistad entre ellos procede de vieja data y de convergencias en posiciones ideológicas, que pueden ser no compartidas por quienes hoy gobiernan Venezuela; pero que nunca pueden dejar de ser respetadas, porque de ello trata la democracia.

Nos hace falta pues, mayor tolerancia en Venezuela. Afortunadamente González pudo entrar y celebrar diversas reuniones y no se incurrió en lo que hubiera sido el despropósito excesivo de vedar su entrada a nuestro territorio. 

Sin embargo, el gobierno nacional hubiera logrado acallar a sus críticos si una figura extranjera de tal trascendencia hubiera podido ver a López, quien además hasta el momento de escribir estas líneas desarrolla una huelga de hambre.


Tolerancia, tolerancia y más tolerancia. Convivencia con quien no piensa igual. Y sobre todo, diálogo. La visita de González hubiera sido una gran ocasión para ejercitar esta receta. Lamentamos que se haya perdido. Pero ojalá que el ruido incómodo de este impase, sirva como incentivo para no incurrir en desperdicios de oportunidades similares en un futuro.

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