Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
La fugaz visita y posterior
partida intempestiva del ex presidente del gobierno español Felipe González, ha
levantado una gruesa polémica internacional, y el centro de la misma ha sido
Venezuela.
Desde nuestro punto de vista, su
presencia en nuestro país se ha malinterpretado, y lamentamos que haya causado
tanto ruido, algo que ha sido contraproducente justamente para el mismo
gobierno venezolano, que estaba en desacuerdo con su presencia.
González es un influyente
político español de talla internacional, fue presidente del gobierno de su país
entre 1982 y 1996 y fue figura clave de la transición del franquismo a la
democracia en España.
Miembro del histórico Partido
Socialista Obrero Español, PSOE, es una figura mundialmente asociada a la
socialdemocracia, tendencia política a la cual se adscriben los prisioneros
Leopoldo López y Antonio Ledezma, a
quienes venía a visitar.
Como ya han reflejado las
noticias, González abandonó el país tras no recibir autorización por parte del
gobierno nacional para visitar a López en Ramo Verde. Sin embargo, sí pudo
entrevistarse con Ledezma, quien cumple prisión domiciliaria por motivos de salud.
Desde el oficialismo se ha
alegado – y no sin razón- que el político visitante no podía defender a López o
a Ledezma, porque no puede ejercer en el país. Eso es cierto. Sin embargo, el
mismo señalado explicó que solamente se trataba de una asesoría a los abogados
que llevan el caso.
Entre las credenciales de
González, está el hecho de haber conseguido la libertad de presos políticos
durante el gobierno militar de Augusto Pinochet en Chile, a quienes visitó en
1977 y por quienes abogó en su momento, por lo cual ya previamente había
realizado visita similares a las que lo trajeron al país.
Los buenos oficios de personeros
internacionales son algo aceptado y común en el mundo actual, como igualmente
los acepta el partido de gobierno, el cual es anfitrión de diversas figuras de
renombre que visitan nuestro país para aportar al debate político y son
bienvenidas. Siempre y cuando por supuesto, respeten las limitaciones de
respeto que debe mantener un extranjero en un país que no es el suyo.
Insistimos en no creer que el
caso del visitante español sea distinto, ya que él mismo definió los términos
de su visita. Como también parece haberse sobredimensionado y personalizado el
hecho de que lo haya venido a buscar el avión presidencial de Colombia.
La malinterpretación por parte
del Ejecutivo nacional de este último gesto es particularmente lamentable ya
que introduce un ruido adicional en la compleja relación entre el más hermanado
de los países que nos rodean y el nuestro. Han existido diversos impasses con
la nación vecina en años recientes, todos lamentables, y hasta hace poco
complejos de ser superados.
Estábamos en un momento de paz con el
mandatario de Nariño y vale la pena superar esta situación por el bien de los
dos pueblos, que son quienes al fin y al cabo padecen los vaivenes de los
desencuentros gubernamentales.
Se puede apoyar o condenar al ex
mandatario español, pero sin duda sus credenciales como sobresaliente político
son internacionalmente reconocidas. Y es además el representante de uno de los
partidos más reconocidos de la izquierda universal.
Precisamente por ello se reunió
también con el político y editor venezolano Teodoro Petkoff, quien es objeto de
una prohibición de salida del país y por ello no pudo recibir el importante
premio Ortega y Gasset en España.
Fue González quien lo recibió en su nombre y
se lo trajo. La amistad entre ellos procede de vieja data y de convergencias en
posiciones ideológicas, que pueden ser no compartidas por quienes hoy gobiernan
Venezuela; pero que nunca pueden dejar de ser respetadas, porque de ello trata
la democracia.
Nos hace falta pues, mayor
tolerancia en Venezuela. Afortunadamente González pudo entrar y celebrar
diversas reuniones y no se incurrió en lo que hubiera sido el despropósito
excesivo de vedar su entrada a nuestro territorio.
Sin embargo, el gobierno
nacional hubiera logrado acallar a sus críticos si una figura extranjera de tal
trascendencia hubiera podido ver a López, quien además hasta el momento de
escribir estas líneas desarrolla una huelga de hambre.
Tolerancia, tolerancia y más
tolerancia. Convivencia con quien no piensa igual. Y sobre todo, diálogo. La
visita de González hubiera sido una gran ocasión para ejercitar esta receta.
Lamentamos que se haya perdido. Pero ojalá que el ruido incómodo de este
impase, sirva como incentivo para no incurrir en desperdicios de oportunidades
similares en un futuro.
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