Cuando los que están en el gobierno llegaron al poder, lo hicieron sobre la promesa hecha al pueblo venezolano de erradicar la pobreza, la corrupción, la exclusión y el sectarismo. Prometieron justicia social, reconciliación y prosperidad. Contaron con la bonanza petrolera más importante de nuestra historia. Más de 800.000 millones de dólares ingresaron a nuestro país, con los que pudieron materializar todas esas promesas y más. ¿Lo insólito? Esos recursos no fueron invertidos en obras de infraestructura social, que generaran empleo de calidad y permitieran a los venezolanos salir de la pobreza.
La realidad habla por sí sola. Los desbarajustes que vemos en nuestro país en las áreas de seguridad, justicia, salud, educación y economía, resultado de la improvisación e ineficacia, dan cuenta de que este gobierno fracasó. Eso nos lo decía en estos días Alicia, una vecina de la comunidad Jardines de Betania en nuestros Valles del Tuy, que nuestra Venezuela nunca antes había tenido un gobierno tan irresponsable, incapaz y desconectado de la realidad como el de Nicolás; quien en vez de hablar de los verdaderos problemas del pueblo, ahora le dio por retomar su retórico, paranoico y absurdo discurso de guerras ficticias, invasiones imperialistas y ataques fantasmas, que solo existen en su imaginación.
Y es cierto lo dicho por esta tuyera. Hace más de tres años, no había ni la inflación ni la escasez que hoy padecemos los venezolanos. Tampoco había tanta pobreza como ahora. Recordemos que la pobreza en nuestra Venezuela, para finales del año 2000, era de 46,3%, pero esta se logró disminuir a 21,2%, producto de la bonanza petrolera. Sin embargo, acabaron con la cosecha estos últimos años. Hay en nuestro país un proceso de retroceso en la lucha contra la pobreza. Se desmantelaron los avances sociales que se lograron durante la bonanza petrolera.
Cifras oficiales revelaron que en 2013 la pobreza se incrementó hasta 27%. Eso significa que 416.326 hogares se incorporaron a la gran población de personas que viven en condiciones de exclusión. Venezuela cerró 2013 con 9.200.000 pobres. Realidad que llevó al gobierno a ocultar estas cifras. Sin embargo, algunas proyecciones dan cuenta que nuestro país cerrará 2015 con una cantidad de personas pobres similar a la que tenía cuando el presidente Chávez llegó al poder.
Allí es cuando un gobierno serio y responsable debería dedicarse a resolver las prioridades. Pero no. Mientras Nicolás y su gobierno juegan a la guerra imperial, los venezolanos sufren, a diario, los resultados de las maniobras improvisadas de este gobierno para intentar ocultar la crisis. Ahora salieron con el disparate de recoger firmas para enviarle una carta a Obama rechazando la sanción contra un grupete de enchufados.
Por más que este gobierno utilice toda su plataforma propagandística para que los venezolanos perdamos el foco, están pelaos, porque así como en Barlovento y en Valles del Tuy, nuestro pueblo no habla de imperialismo ni de guerra económica, en el Sur del Lago de Maracaibo, en Barquisimeto y en el norte de Anzoátegui, por nombrar algunas zonas, tampoco se habla de estos temas. En esas comunidades se habla de escasez de alimentos y medicinas, de crisis hospitalaria, de inseguridad y de la violencia que los azota, de las kilométricas colas para comprar 2 kilos de harina y un litro de aceite. Se habla de que la plata no alcanza y de que hoy los venezolanos no tenemos calidad de vida.
No pisemos el peine de los conflictos imaginarios y dediquémonos a construir la fuerza social más grande en la historia de nuestra Venezuela. 80% de los venezolanos valora negativamente al gobierno; hay que ir por el restante 20% y dejar aislada a esa cúpula corrupta e incapaz que gobierna. Ellos insistirán en la diatriba política, mientras la crisis se acentúa y seguirá acentuándose porque las consecuencias de la recesión apenas las estamos viendo. No es que estamos saliendo de la crisis. Apenas está empezando.
Es allí cuando insistimos en la importancia de las elecciones parlamentarias. Estos comicios son una ventana para impulsar los cambios que nuestro país reclama. Por eso hoy, más que nunca, debemos unirnos para impulsar el cambio. Ese cambio que se construye de abajo hacia arriba, para que perdure en el tiempo y no sea efímero. Ya lo hemos dicho y seguiremos diciéndolo, no creemos en aventuras, ni en caminos exprés que nos llevan a “cambios” que duran 48 horas. Estamos obligados a construir una mayoría con todos los venezolanos, vengan de donde vengan. La unión es para que cualquier venezolano se sienta identificado.
Miranda es ejemplo de unión y de ese país de oportunidades y progreso que sí es posible. Esta semana lo demostramos en nuestro estado, al entregarle a la comunidad de Valles del Tuy la escuela Nelson Mandela, la más grande de esa región. Ya son 47 nuevas escuelas construidas en nuestra gestión. Nosotros creemos y apostamos a la educación porque como bien lo dijo Mandela, la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Y es así, la educación es un escudo contra la pobreza y un pasaporte hacia el futuro. Invertir en educación es invertir en el futuro.
Mientras nosotros hablamos de progreso y futuro, ellos hablan de guerras. A ellos les gusta pelear y perder el tiempo, a nosotros resolver los problemas. En nuestra Venezuela debemos unirnos todos, porque la situación del país es muy difícil. Si vivimos en peleas políticas, las soluciones se alejarán. No perdamos el tiempo en discusiones estériles.
¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!
FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/2015/03/22/destruyeron-la-cosecha/