lunes, 4 de agosto de 2014

"Ni un diluvio de dólares…"

La calidad de vida de nuestro pueblo sigue deteriorándose. El peregrinaje por varios mercados para conseguir un determinado producto, no se limita a los alimentos. Los venezolanos sufrimos para encontrar medicinas, artículos para el cuidado personal, productos de limpieza, entre otros, que cuando se encuentran, nuestro pueblo debe hacer magia para adquirirlos, ya que la plata no alcanza.

Estas y otras dificultades, que hoy vivimos los venezolanos, son producto de la crisis económica que generó el mismo gobierno, quienes ciegos por los obscenos ingresos petroleros, con un barril por encima de los 100 dólares, se dieron a la tarea de destruir el aparato productivo nacional, mediante una política de nacionalización, confiscación y expropiación de tierras y empresas privadas, que hoy no producen porque son “administradas” por funcionarios deshonestos e incapaces.

Con la destrucción de lo Hecho en Venezuela, el gobierno se dedicó a importar todo lo que dejamos de producir en el país. Nos convirtieron en una economía de puerto, dependiente del petróleo. Pero detrás de la importación de alimentos y otros bienes, ¿cuántos guisos no hay? Cuánto dinero ha ido a parar a cuentas bancarias de empresas de maletín, constituidas por esos a quienes nuestro pueblo bautizó como los enchufados. Fueron más de 25 mil millones de dólares y no hay un solo preso, peor aún, ni un solo citado.

No han informado al país los nombres de esas empresas, pero unas dos veces al mes sí publican la lista de cientos de personas naturales que deben rendir cuenta en qué gastaron los pocos dólares. Hay que ser bien cara e’ tabla para insinuar que la escasez de dólares es producto de los “raspacupos”, cuando todo nuestro pueblo sabe que  esos reales se los embolsillaron ellos.

Pero lejos de rectificar, este gobierno sigue lanzando a nuestra Venezuela a un abismo. El anuncio de un conjunto de medidas no resolverá la profunda crisis que sufre la economía, porque  no atacan los factores que generaron los desajustes económicos. Antes de dejar de regalar nuestro petróleo, para comprar lealtades de gobiernos extranjeros, altos funcionarios insisten en aumentar la gasolina y en la unificación cambiaria. No les importa el impacto que estas medidas tendrán sobre la vida de los venezolanos.

Nicolás continúa endeudando a nuestro país e hipotecando el futuro de los hijos de esta patria. El gobierno busca oxigenarse con el nuevo endeudamiento, por más de 5 mil millones de dólares, con China. Pero nada más lejano a esta pretensión. En nuestro país puede caer un diluvio de dólares, pero si el modelo no cambia, la crisis continuará y se profundizará. ¿La razón? El problema es el modelo. Los dólares no se destinarán a resolver los cientos de problemas, sino que volverían a perderse en el camino.

Además, el endeudamiento hace que los ingresos petroleros disminuyan por los compromisos del gobierno con la nación asiática. Recordemos que los únicos recursos que entran a nuestra Venezuela son los que provienen del pago de 800 mil barriles diarios que le vende nuestro país a Estados Unidos. El resto de los barriles, 2 millones, si es verdad que la producción real es de casi 2.8 millones de barriles, salen sin producir un dólar, porque 700 mil son destinados para el consumo interno, 100 mil barriles se van diario para los hermanos Castro, 550 mil barriles se le entregan diario a los chinos a cambio de pantalones, motos y carros, 377 mil barriles los han entregado, en condiciones preferenciales, a otros países, sin mencionar lo destinado a Petrocaribe.

Ese eslogan de que Pdvsa es del pueblo es puro cuento. Pura propaganda para tratar de vender una mentira. Seguiremos insistiendo en la necesidad de utilizar el petróleo como la gran palanca para diversificar nuestra economía y superar la crisis.

Una manera de diversificar la economía es con la creación y el desarrollo de industrias. Para que haya industrias, se necesita más inversión; para que haya más inversión, es necesario generar confianza y la confianza solo se logra con políticas públicas que respeten y entiendan que el esfuerzo privado es un elemento importante en el desarrollo de nuestra Venezuela.

No basta con informar que altos funcionarios del gobierno sostendrán reuniones con inversionistas extranjeros, sino se adoptan medidas que permitan a esos inversionistas tener confianza, porque el problema de este gobierno es que hoy dice una cosa y mañana otra. La confianza se genera con la institucionalidad y reglas de juego claras, que se mantengan en el tiempo.

A los inversionistas lo que hay que ofrecerles, como mínimo, es un marco jurídico estable, porque nadie vendrá a nuestra Venezuela a invertir sabiendo que en cualquier momento lo pueden expropiar. Si este gobierno no cambia el modelo, sigue haciendo las cosas iguales y no corrige los factores que generaron la crisis económica más grave en la historia de nuestra Venezuela, lo que estamos viviendo empeorará.

Nos referimos a la inflación, al deterioro del poder adquisitivo, a la escasez, además no olvidemos que la economía salpica áreas como la seguridad, educación, salud, turismo, y servicios públicos. Ya sabemos por qué nuestra Venezuela no está bien.

Pero en las manos de cada uno de nosotros está la posibilidad de cambiar esta realidad. Juntos estamos llamados a construir una nación llena de muchas industrias, un país lleno de oportunidades, en el que el pueblo pueda comer bien, vivir bien y dormir tranquilo. No dejaremos de trabajar, ni un solo minuto, hasta ver realidad ese sueño.

Al momento en el que terminaba de escribir estas líneas, anunciaron al país la que se abría un debate sobre el aumento del precio del combustible. Señores del gobierno, ¿cuándo y dónde es el debate? Aceptamos el mismo. 

¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!

FUENTE: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/

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