Aunque todos los venezolanos
sabemos que este año corresponde realizar elecciones presidenciales en nuestro
país, hemos sido sorprendidos con la intempestiva noticia de una convocatoria a
los mencionados comicios para el mes de abril.
Este anuncio ha profundizado
mucho más la ya compleja discusión al respecto, dado que desde hace rato hay
inconformidad en amplios sectores de las mayorías nacionales con la manera como
vienen su cediendo los eventos electorales.
Sin embargo –y no podemos perder
esto de vista-, las elecciones son tan urgentes como necesarias. La cosa está
en el “cómo”. Y aquí por supuesto, si hay mucha tela que cortar.
Desde siempre nos hemos anotado,
y quienes nos leen lo saben, en el grupo de quienes defienden los encuentros en
comicios para dirimir diferencias. Y más aún en un país como el nuestro, donde
al momento actual las diferencias de fondo son complejas, amplias y muy
dolorosas. Y, por si fuera poco, crecen día a día.
El asunto está en cómo se
convocan los mencionados eventos electorales. Los mismo que pueden sanar a una
sociedad y que, manejados con desatino, pueden complicar aún más la situación
de la misma.
Por ejemplo, el tema de la
validación de los partidos ha traído una polémica enorme y para nada exenta de
razón. Y la mencionamos porque es quizá el más claro ejemplo de cómo el evento
electoral se recarga de vericuetos innecesarios, que no hacen sino complicar el
panorama, que ya bastante gris es de por sí.
Demás está decir que Venezuela ha
atraído la atención internacional como nunca antes y que desde las más diversas
latitudes se envían mensajes en favor de nuestra democracia y haciendo un
llamado a que los venezolanos podamos acudir a votar en las condiciones más
favorables al ejercicio de nuestro derecho.
Por ejemplo, el Grupo de Lima,
que se encontraba reunido en Santiago de Chile para analizar la crisis
venezolana, advirtió que la convocatoria a la realización de los comicios en el
actual cuatrimestre, imposibilita de que estas elecciones estén dotadas de las
condiciones más idóneas.
El pronunciamiento en cuestión
fue firmado por cancilleres y representantes de Argentina, Brasil, Canadá,
Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá,
Paraguay, Perú y Santa Lucía.
En el texto mencionado, se lee:
“Exigimos que las elecciones presidenciales sean convocadas con una adecuada
anticipación, con la participación de todos los actores políticos venezolanos y
con todas las garantías que corresponda, incluida la participación de
observadores internacionales independientes”.
El texto resume en un solo
párrafo, las inquietudes que muchos tenemos al respecto. Y la primera es, por
supuesto, lo precipitado del hecho, que va obviamente en contra de las fuerzas
alternativas democráticas y favorece a quienes se encuentran en el poder, por
el solo hecho de que esta posición es en sí un incuestionable activo de fuerza.
Sin embargo, es urgente subrayar
también que desde ya se debe generar una estrategia para enfrentar este evento,
quizá el más esperado por quienes deseamos un cambio en el rumbo nacional.
Sin duda, las elecciones
presidenciales son, entre todos los actos electorales que se realizan en
nuestra tierra, las que más marcan el destino de nuestro gentilicio. Y es que,
para bien o para mal, el sistema político venezolano ha puesto siempre un
enorme peso en la figura del presidente. Esto no es nuevo, aunque se haya
exacerbado en las dos últimas décadas.
Lamentablemente, esta
convocatoria unilateral y sin aviso, torpedeó gravemente el diálogo que se
estaba realizando en República Dominicana, que es otro de los tableros en el
cual hay que buscar las urgentes soluciones que demanda una ciudadanía
exhausta.
Las elecciones eran piedra
angular de la agenda y el llamado de la ANC deja sorpresivamente por fuera a
actores que no solamente hacen legítima vida política en el país desde hace
muchos años, sino que además representan a gruesos sectores de la población,
como bien lo hemos podido ver en encuentros electorales recientes.
Por lo tanto, la inconformidad
con las condiciones de estos comicios no nos puede hacer perder de vista que
por fin estamos en la antesala de lo que puede ser un cambio radical en la conducción
de nuestro destino.
¿Cuál es la solución? Unidad. Esa
siempre ha sido la respuesta en momentos de crisis tan complejos como los que
actualmente atravesamos. Hay ejemplos en la historia del mundo entero, en todos
los tiempos.
Toca hilar fino y hacer política
con la mayor sensibilidad posible. Porque no podemos permitirnos dinamitar este
evento, pero tampoco podemos aceptar que se concrete sin unas condiciones
mínimas para todos los actores que legítimamente buscan su participación en el
mismo.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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