David Uzcátegui
@DavidUzcategui
Los Comités Locales de
Alimentación y Producción son, según el gobierno, estructuras organizadas a
partir de las cuales los Consejos Comunales distribuyen en las comunidades más
necesitadas los alimentos a precio regulado.
Suena muy bien… en teoría. Pero en
la práctica, tiene patas muy cortas.
En primer lugar, porque no hay
alimentos que distribuir. Ni se producen, ni se importan. O al menos, no en las
cantidades que necesita la población.
Somos muchos quienes, desde
tiempo atrás, hemos señalado el grave error de privilegiar la importación de
alimentos por encima de la producción nacional, aprovechando los elevados
precios del petróleo; los cuales finalmente cayeron –como era de esperarse- y
nos enfrentan hoy con un músculo productivo desmantelado.
No se soluciona mucho creando
nuevos mecanismos de distribución de la misma escasez. De hecho, los
beneficiados por las esperadas bolsas aseguran que la segunda entrega vino
bastante menos surtida que la primera. ¿Cómo vendrá la tercera?
Por otro lado, la misma relación
negativa entre la oferta de alimento y las necesidades de la gente, presiona la
creación de mercados negros, fomenta la corrupción. El fenómeno de los
bachaqueros es público, notorio y comunicacional; adicionalmente el mismo
gobierno ha participado sobre la captura de empleados de las redes oficiales de
expendio de alimentos que trafican con los mismos.
Volvemos a caer en lo comentado
líneas atrás: es inútil crear nuevos mecanismos cuando los problemas de fondo
no solamente no se solucionan; sino adicionalmente se profundizan. No hay
garantía alguna de la efectividad de los CLAP.
Y para colmo, hay un matiz
inaceptable en este momento de crisis nacional: el acceso a las publicitadas
bolsas de alimentos de los CLAP pasa por instancias políticas y existen
señalamientos de los afectados, respecto a la utilización de las mismas como
premio o castigo por lealtades al oficialismo.
Por todo esto, los CLAP no han
sido más que un mecanismo para sumar nuevas frustraciones a la ya desesperada
población venezolana. Y no estamos para eso. El hambre de la gente solamente se
combate con producción. Lamentablemente, vamos en el camino contrario.
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