David Uzcátegui
@DavidUzcategui
La jornada de validación de
firmas para activar el proceso del referendo revocatorio que ha vivido
Venezuela en los últimos días, ha sido el termómetro de cuánto anhela la gente
el cambio.
Es, por mucho, el tema de
conversación en la calle, en los transportes públicos, en las casas, en los
lugares de trabajo y por supuesto, en las ya cotidianas colas.
Y hablando de estas últimas,
parece que ya está claro que no espantan a nadie. Quienes ya se han entrenados
en hacerlas una y otra vez para surtir sus hogares de algo que llevar a la
mesa, no se van a asustar con tener que
hacer otra cola más, si con este esfuerzo le meten el hombro a la posibilidad
de que se produzca un proceso de cambio pacífico y democrático ante la
inaceptable realidad que hoy vivimos.
En este sentido, el proceso de
validación de firmas ha servido para convocar una nueva manifestación masiva
que ha tomado las calles, no solamente enfrentando las colas para validar con
paciencia y perseverancia; sino también movilizándose desde los más apartados
rincones del país, en una muestra de que el venezolano no se va a dejar
desanimar por la escasez de puntos de validación.
Durante estos años hemos crecido
en organización ciudadana. La solidaridad entre familiares y vecinos para
facilitar el transporte hacia los escasos y lejanos puntos de validación; las
diversas organizaciones han prestado logística y apoyo y la gente se ha
apertrechado como mejor ha podido para enfrentar la espera en las filas, que no
sorprende a nadie y que, por predecible, ha podido ser manejada de manera
inteligente por quienes la padecen.
También ha crecido la conciencia
política de la ciudadanía. Es aplastante la mayoría que mide la trascendencia
de lo que está sucediendo, de lo que nos estamos jugando y de cuánto puede
aportar su voluntad para un cambio tan urgente como necesario.
Todos los venezolanos nos hemos
convertido en “animales políticos” a fuerza de estar hiperpolitizados al ver
cómo se deteriora nuestra vida. Buscamos respuestas, buscamos soluciones y en
el camino vamos aprendiendo.
Oportunidades como la validación
de las firmas, nos permiten salir a la calle y demostrar cuán capaces somos de
pasar por encima de obstáculos cuando el objetivo a lograr es, por mucho, mayor
que el mencionado obstáculo.
Al cierre de esta nota, la
participación de los venezolanos en el proceso había cumplido cómodamente las
expectativas de las fuerzas alternativas democráticas; con lo cual se reafirma
que la cita en las urnas electorales es la voluntad de las mayorías.
Aquí parece olvidarse que hace
pocos meses hubo una cita comicial en la cual la propuesta de cambio resultó
ampliamente favorecida, y la promesa medular de dicha propuesta era buscar la
manera pacífica y democrática de cambiar al actual gobierno en el marco de la
Constitución Nacional, lo cual es la única salida para desmontar la crisis en
paz. Y esa salida no es otra que el referendo revocatorio.
Quedarán para la historia grandes
misterios, como por ejemplo la escasez de puntos de validación y por qué se
habilitaron apenas trescientas máquinas.
Las enormes colas han constituido
al final un bumerang para el discurso oficialista. En primer lugar, han dejado
al descubierto cuánta gente apoya esta efectiva salida constitucional.
Adicionalmente, demuestran que por parte del poder electoral es insuficiente la
voluntad para atender el derecho ciudadano de manifestar su legítimo deseo de
cambio. Un tiro por la culata de principio a fin.
Quienes han salido al encuentro
pautado están gritando, con tal acción, que exigen respeto. Y respeto hay que
darles. Se niegan a ser reducidos a una masa monocorde que siga las pautas del
poder y reclaman la independencia de criterio, la capacidad de pensar y discernir,
el derecho de disentir, que son inherentes a la condición humana.
También la dirigencia ha estado a
la altura, y sería mezquino no reconocerlo. Ha habido respuestas, ha habido
organización, alternativas, inventiva ante un proceso altamente complejo que ha
supuesto la superación consecutiva de innumerables retos.
Estos días nos han dejado más
curtidos en la larga y compleja carrera de obstáculos que nos ha significado
rescatar al país. La independencia del siglo XXI se pelea con otras armas, más
con tenacidad ciudadana que con pólvora y sus frutos van a ser también distintos.
El país del nuevo siglo que todos esperamos y merecemos.
Estamos totalmente curados de
espantos, nada nos sorprende. Es cada vez menos probable que exista alguna
dificultad que nos aparte de nuestro objetivo; más aún cuando ya tenemos claro
que la alternativa de rendirse sería refrendar el definitivo desmantelamiento
de nuestra república, algo equivalente a dejar sin suelo a nuestros hijos. Y
eso es algo que no vamos a aceptar.
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