David Uzcátegui
@DavidUzcategui
Cuando ya vamos de salida de las fiestas de estas fechas, los ojos de todos los venezolanos se sitúan en el día cinco del mes de enero, fecha de instalación de la nueva Asamblea Nacional. Si bien los resultados electorales del pasado 6 de diciembre trajeron alivio y paz a la ciudadanía, no hemos dejado de sentir la turbulencia en el mar de fondo en las semanas posteriores.
@DavidUzcategui
Cuando ya vamos de salida de las fiestas de estas fechas, los ojos de todos los venezolanos se sitúan en el día cinco del mes de enero, fecha de instalación de la nueva Asamblea Nacional. Si bien los resultados electorales del pasado 6 de diciembre trajeron alivio y paz a la ciudadanía, no hemos dejado de sentir la turbulencia en el mar de fondo en las semanas posteriores.
Y es que la reacción del
oficialismo ante los resultados electorales ha sido variopinta. Desde quienes
asumen los errores cometidos en la tolda roja y quienes reconocen que esta vez
el favor del electorado no estuvo con ellos: hasta quienes permanecen aún en
negación frente a la nueva realidad política nacional. Por ello, el panorama
noticioso ha estado particularmente movido para encontrarnos en ese valle entre
el final de un año y el comienzo de otro.
En cuanto a quienes obtuvieron la
victoria, también se ha sentido el movimiento en estos días. Desde la bancada
de la Mesa de la Unidad Democrática, ya se está haciendo el trabajo, porque
sabemos que el nuevo parlamento tendrá una agenda tan enorme como compleja.
Citando las palabras del secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad
Democrática, Jesús “Chúo” Torrealba, lo que se celebrará el 5 de enero, “es una
fiesta de la República, de todos los que queremos paz, progreso, bienestar y
sosiego en Venezuela”. También dijo el vocero que “El civismo va a operar el
próximo 5 de enero”.
Primeramente, llegarán al
Capitolio con un Presidente del Legislativo ya elegido, lo cual reducirá la
expectativa al respecto y les ahorrará un paso en el trabajo a abordar desde
ese primer día en funciones.
Luego, se está elaborando desde
el mismo momento del triunfo, el cronograma de los asuntos a abordar. Y si bien
es importante destacar que el Legislativo no es omnipotente ni todopoderoso,
también es necesario no perder de vista el peso que este cuerpo colegiado tiene
en la vida nacional.
Es importante salirle al paso a
las falsas expectativas; como también es necesario evitar la descalificación o
minimización de este triunfo de la Unidad.
Será una vez que asuma el nuevo
cuerpo legislativo cuando podamos conocer a ciencia cierta cuáles puntos de la
agenda serán priorizados; pero se habla de los aspectos económico y social, que
sin duda van estrechamente ligados.
El reelegido diputado Tomás
Guanipa señaló que ese nuevo Parlamento promoverá “lo hecho en Venezuela” y
normas que reviertan los procesos de expropiación de empresas que se han
llevado cabo en los últimos años, para entregarlos en manos que puedan hacerlas
productivas.
Sin duda, las acciones de este
nuevo período parlamentario, deben estar entonces dirigidas al abastecimiento
de alimentos y medicinas, para satisfacer los requerimientos de los venezolanos
en estos dos vístales rubros.
También se debe recordar la
capacidad de este ente en cuanto a la supervisión del presupuesto nacional y su
ejecución. Un tema que debe tener la lupa encima, al ser ya de todos conocida
la drástica caída en los precios petroleros, que son los que nos proveen de la
casi totalidad de nuestros recursos. Será urgente sin duda redistribuir –otra
“R”- los ingresos, con la vista puesta en defender el bienestar de la gente.
Por otro lado, pensamos que el
oficialismo, en medio de sus reacciones diversas y adversas, está perdiendo el
foco de lo que es la realidad el más importante activo político que tienen en
sus manos: existe una numerosa bancada roja en la nueva Asamblea Nacional. Son
nada más y nada menos que la segunda mayoría del país.
Y este es un poderoso instrumento
para trabajar por la recuperación del favor de sus electores, siempre y cuando
sea utilizada en el marco de la institucionalidad y de los usos democráticos.
Demás está decir que se trata de un deber para con los electores que les dieron
su confianza y que no quieren verlos actuando en ninguna otra instancia que no
sea esta, la que es, por cierto, la única y la más perfecta para marcar la
convivencia y el diálogo entre dos visiones de nación.
Quizá –y ojalá- esta bancada de
diputados de la tolda roja pueda ser el depositario de las conclusiones de ese
grupo de partidarios del gobierno que han optado por la sincera autocrítica
como punto de partida para que su movimiento político trascienda. Y sin duda
sería una instancia a través de la cual pueden rectificar, una palabra que
ellos mismos han puesto sobre el tapete, retomándola de momentos adversos del
pasado, en los cuales el mismo fallecido presidente Hugo Chávez la posicionó en
la opinión pública.
No hay que reinventar el agua
tibia. Allí está la institución idónea para el entendimiento, el diálogo y el
proyecto común de país. Renovada por la ciudadanía. Solamente hay que ponerla a
andar.