domingo, 11 de octubre de 2015

Bajado a "Trumpazos"

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

En las últimas semanas, dos hombres de estilos muy distintos, han ocupado los principales titulares de los medios de comunicación estadounidenses, y por consecuencia, de la opinión pública internacional.

Se trata del Papa Francisco y de Donald Trump, precandidato republicano a la presidencia de EEUU para las elecciones de 2016.

Trump nació en el distrito neoyorkino de Queens, el 14 de junio de 1946; es un ejecutivo, político, empresario y millonario de Estados Unidos. Es el presidente de la Trump Organization y fundador de Trump Entertainment Resorts. Fue el presentador del espacio televisivo El Aprendiz hasta 2015. Tiene una fortuna de varios miles de millones de dólares.

Por su parte, Francisco, de nombre secular Jorge Mario Bergoglio Sívori, nació en Buenos Aires, Argentina, el 17 de diciembre de 1936 y es el actual Papa de la Iglesia católica. Conocido por su humildad, su adhesión a la opción preferencial por los pobres, Francisco muestra gestos indicativos de sencillez.

Vistos los dos perfiles tan distintos de estas dos personalidades, no es de extrañar que sus posiciones hayan chocado.

Trump siempre ha tenido interés en la política y en el pasado apoyó tanto a candidatos republicanos como demócratas. También comenzó a tener devaneos con la posibilidad de lanzarse él mismo a un cargo de elección popular. Estuvo muy cerca de pelear por la alcaldía de Nueva York y en ocasiones anteriores se especuló seriamente con su lanzamiento a la presidencia de la nación norteña.

Ahora, cuando es un hecho su aspiración a la candidatura republicana para la máxima magistratura, sus apariciones públicas han levantado una polémica enorme. Nos referimos a sus duras palabras hacia los mexicanos indocumentados y las afirmaciones que hizo respecto a expulsarlos y construir un muro en la frontera con sus vecinos –que debería pagar el mismo México-.

Han sido tan estruendosos los despropósitos verbales del magnate, que la única explicación es pensar que lo está haciendo adrede, aconsejado por sus asesores, para ganar centimetraje en la prensa.  Sus destempladas afirmaciones no son nada más políticamente incorrectas, sino también inviables desde el punto de vista práctico.

Una de las razones por las cuales se recibió tan positivamente la vista de Francisco en EEUU –y no una de las razones más importantes- fue porque alguien le robaría por fin el protagonismo de los titulares a Trump, quien, no se puede negar, ha maniobrado con sobrada astucia para mantenerse en la cresta de la ola. Ya lo ético es otra cosa.

Sin embargo, el precandidato no se dejó poner contra las cuerdas por mucho tiempo y como era de esperarse, atacó de nuevo.  Y así fue como arremetió contra las declaraciones del Papa a su llegada a territorio estadounidense.

Trump de entrada, catalogó de “bonitas”, las palabras del sumo pontífice en el congreso estadounidense; pero se mostró en desacuerdo con lo expresado por Francisco en los temas de la inmigración y el cambio climático.

Especialmente en el primero de estos asuntos, son obvias las diferencias abismales en las posiciones de estos dos importantes personajes. El primer Papa latinoamericano a su llegada a territorio norteamericano instó a los ciudadanos estadounidenses a no tener miedo a la llegada de los inmigrantes a su país; con lo cual ha contradicho lo que ha sido hasta ahora la bandera que ha permitido a Trump aglutinar seguidores y provocar a sus adversarios, pero siempre manteniéndose en el candelero.

Asimismo, el magnate dijo que está en desacuerdo con las declaraciones del Papa en cuanto al asunto del cambio climático, donde Francisco llamó a las naciones del mundo a abordar seriamente este problema y a cooperar para proteger el medio ambiente.

Sobre este tema, el empresario afirmó: “Se llaman cambios de tiempo: tenemos tormenta, tenemos lluvia, así como días bonitos”, mostrando su desacuerdo con lo expresado por el sumo pontífice. El precandidato cree que las políticas de reducción de las emisiones de CO2 “pondrían en peligro puestos de trabajo”, así como a “la clase media y la clase baja”.

Trump genera grandes desacuerdos, ya lo hemos dicho. Hay quienes lo defienden por haber sido un hombre creador de riqueza, generador de empleos. Un “self made man” u hombre que se hizo a sí mismo, según la tradición estadounidense.

Sin embargo, Francisco ha logrado un enorme impacto en la gente por su manera humana y sencilla de abordar el pontificado. Ha traído sensibilidad y apertura a la iglesia católica, y su periplo por Cuba, Nueva York y Washington lo ha erigido no solamente como una figura espiritual, sino también como un verdadero líder político, aprovechando sabiamente el peso específico del Vaticano.

Un pulso entre dos hombres sumamente importantes del mundo actual. Pero el factor humano debe ser el foco y el objetivo y el Papa Francisco le ha dado una gran lección.

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