lunes, 14 de septiembre de 2015

“Una crisis de dimensión mundial“

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

El mundo entero observa con ojos de preocupación el desesperado arribo de numerosos migrantes a las fronteras europeas, provenientes de diversos conflictos cercanos. Tanto el número de los desplazados, como la muerte trágica de muchos de ellos en el trayecto, están ocasionando una creciente y justificada alarma en la comunidad internacional.

Hay suficiente conciencia de que este es un problema de todos. Aquella metáfora del “aleteo de la mariposa” es más cierta que nunca de cara a este doloroso pasaje de la humanidad. Nos referimos a aquella imagen de que el aleteo de una mariposa al otro lado del planeta, tendrá alguna consecuencia que nos afecte.

Y quien crea que la comparación es exagerada, puede dejar de pensar así cuando sopese las cifras de lo que está sucediendo en el viejo continente.

Esta situación extrema, conocida como “Crisis migratoria en Europa”, “Crisis migratoria en el Mediterráneo” o “Crisis de refugiados en Europa”, se ha incrementado exponencialmente en el presente año 2015, por el alza inimaginable del número de refugiados, solicitantes de asilo, emigrantes por motivos económicos y otros migrantes, que en conjunto comparten las vías de desplazamiento irregular hacia los países europeos.

Según diversos expertos, la crisis surgió como consecuencia de este incremento de personas que intentan llegar a los Estados miembros de la Unión Europea, mediante riesgosos viajes en el mar Mediterráneo y los Balcanes, partiendo de países de África, Oriente Medio y Asia del Sur.

La mayoría de estos movimientos están marcados por una migración forzada de víctimas de conflictos armados, persecuciones, pobreza, cambio climático o violaciones masivas de los derechos humanos; y por la acción de redes delictivas de tráfico ilegal y maltrato de personas, que explotan a los viajeros más vulnerables.

Hay consenso en señalar que estamos ante la mayor crisis migratoria y humanitaria en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial. Según el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, es “una crisis mundial que necesita una respuesta europea”.

El pasado martes 8 de septiembre, el enviado especial de las Naciones Unidas para Inmigración y Desarrollo, Peter Sutherland, dijo que “Todos los países del mundo tienen la obligación, por razones humanitarias, de acoger refugiados sirios, y con todos incluyo a Canadá, Australia, Latinoamérica, los del Golfo Pérsico, Estados Unidos y Asia”.

Lamentablente, este trago amargo para el planeta es la consecuencia de Estados fallidos, que se encuentran muy lejos de existir para velar por el bienestar de su ciudadanía. Sus intereses son otros; y en medio de esta compleja madeja de causas, también se encuentran asuntos ideológicos y religiosos, que deberían dirigirse hacia buscar el bienestar de la gente; pero logran – al menos en este caso- exactamente lo contrario.

Lo cierto es que la Unión Europea, referente de democracia y derechos humanos en el mundo, está recibiendo un peso demasiado difícil de manejar; pero al que a la vez no se le puede dar la espalda, y que a muchos recuerda la huida de 200 mil húngaros hacia Austria, tras ser invadido su país por la Unión Soviética.

De cara a buscar una solución, la presidencia del Consejo de la Unión Europea convocó para este 14 de septiembre una reunión extraordinaria de los ministros de Justicia e Interior de los 28 Estados miembros, resaltando que la situación migratoria “ha adquirido recientemente proporciones sin precedentes”.

Según la Frontex (Agencia Europea de Fronteras), unos 95 mil inmigrantes fueron rescatados entre enero y julio de 2015 por la Operación Tritón en el Mediterráneo central, y otros 340 mil llegaron a la Unión Europea, aproximadamente el triple que en el mismo periodo de 2014. Hace pocos días, el Gobierno de Hungría participó que finalizaría la construcción de una valla en los límites con Serbia, para intentar contener el descontrolado ingreso de migrantes.

Todo el planeta debe participar en el auxilio y alivio de estas personas sometidas a una situación límite y expuestas a peligros de tortura, trato de seres humanos y muerte. Pero también toca evaluar por qué tal cantidad de personas llegó a semejantes situaciones.


No podemos ser indiferentes al infortunio de pueblos enteros y, aunque la solución a tantos conflictos escape de las manos de los países más afortunados, hay que trabajar tenazmente en esa dirección para atajar el sufrimiento de tanta gente y luchar por garantizarles un futuro de dignidad. Como el aleteo de la mariposa, el bien o el mal de ellos, repercutirá en nosotros.

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