David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
Dentro de nuestra condición
humana, parece estar fuertemente arraigada la necesidad de contrastar con otros
semejantes. Los desacuerdos, más grandes o más pequeños siempre están presentes
y por ello se puede llegar a situaciones francamente delicadas. Sin embargo,
creemos que también en nuestra condición está el deseo y la capacidad de
unificar, de hallar puntos de encuentro, de ubicar acuerdos y modos de seguir
adelante a través de un camino en común.
Quienes han escogido el segundo
camino, han constituido sociedades prósperas y exitosas. Quienes han apostado
por el primero, sin resolver las naturales contradicciones, se han embarcado en
un callejón sin salida de ruina y fracaso.
Evidentemente toda esta reflexión
tiene que ver con el momento que estamos viviendo actualmente en Venezuela. Las
diferencias y divergencias que han enturbiado la vida de los venezolanos en los
últimos tres lustros, han contribuido sin duda a complicar el escenario de
nuestro país hasta ser un factor importante – a nuestro juicio- en los momentos
adversos que vivimos en la actualidad.
Un país no puede progresar cuando
hay enfrentamientos medulares entre sus ciudadanos, cuando a una parte de los
mismos se le pretende negar el espacio. Cuando se recalcan las diferencias en
lugar de tender puentes, se están dinamitando las bases del progreso. Años
atrás, esto podía parecer simplemente una opinión; pero en el momento actual lo
sentimos como un llamado urgente a lo que probablemente pueda ser una de las
soluciones a la encrucijada de la Venezuela actual.
No podemos decir que el llamar a
colaborar con un gobierno solamente a partidarios de su ideología política, sea
un invento de la administración actual. Por el contrario, lo hemos visto muchas
veces tanto en nuestro país como en otras latitudes, y forma parte de ese
perverso deseo genético del ser humano por dividir, por levantar muros. Sin
embargo, tampoco podemos negar que los venezolanos estamos actualmente
recogidos bajo colores políticos que no se mezclan y que el arraigo de esa
práctica nos cierra el camino a soluciones necesarias en este momento.
Somos muchos quienes conocemos
las cifras de agobiantes indicadores como violencia, inflación, escasez o caída
de los precios del petróleo. Pero también debemos presionar por soluciones y
movilizarnos hacia ellas. Y ello pasa por la participación de todos,
absolutamente de todos. De la fuerza de trabajo, de los vecinos, de los
profesionales, de estudiantes y amas de casa. De todos los sectores sociales y
de todas las visiones políticas.
Es el desencuentro entre los
venezolanos el punto más flaco en la crisis nacional. El no encontrarnos a
todos empujando en la misma dirección, nos ha hecho más vulnerables ante
vaivenes como el bajón de los precios petroleros. Tanto desde el oficialismo
como desde la oposición han surgido llamados al reencuentro y al entendimiento.
Lamentablemente, nunca han sido simultáneos y ha faltado esa voluntad política
de encuentro en el sano centro, que es indudablemente la plataforma de la
reconstrucción nacional.
Y en ello también hay que incluir
a la ciudadanía, a quienes hacen vida en las más distintas instancias de la
sociedad y aportan para su apuntalamiento desde sus acciones diarias. Tenemos
que observar con honestidad que, si bien Venezuela vive un problema netamente
político, la solución involucra a todos los actores de la sociedad que no
participan del quehacer político como oficio.
Ya no es electivo. Hay que
sentarse, hay que hablar. Y no puede ser un saludo a la bandera, ni una simple
manifestación de buena voluntad. Hay que ponerlo en planes, en hechos, en
acciones muy urgentes. La diferencia y la divergencia debe ser terreno para el
complemento, no para el rechazo. La diversidad debe llamar al acercamiento y no
al aislamiento. Al comprender que, más allá de lo que nos separa estamos
destinados a llevar por siempre un gentilicio común, debemos abordar todos la
responsabilidad de aportar nuestros esfuerzos, nuestros conocimientos y
nuestros talentos en pro de esta empresa común que es Venezuela.
Tenemos la certeza de que esto va
a suceder y prontamente. Es difícil ver el vaso medio lleno en medio del
panorama actual, pero nos empeñamos en ello. Es un lugar común decir que de las
situaciones adversas salen las grandes ganancias. Pero no por común, es menos
cierto.
Del “reseteo” que va a ser
necesario para poner a andar la República por mejores caminos, también va a
salir una venezolanidad más robusta y más unida, porque es la única forma de
salir adelante. Y todos vamos a buscar esta solución por instinto, por
corazonada, porque está en lo más profundo del ser humano el buscar la unión
para avanzar.
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