domingo, 9 de agosto de 2015

“La hora de todos”

David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia

@DavidUzcategui

Dentro de nuestra condición humana, parece estar fuertemente arraigada la necesidad de contrastar con otros semejantes. Los desacuerdos, más grandes o más pequeños siempre están presentes y por ello se puede llegar a situaciones francamente delicadas. Sin embargo, creemos que también en nuestra condición está el deseo y la capacidad de unificar, de hallar puntos de encuentro, de ubicar acuerdos y modos de seguir adelante a través de un camino en común.

Quienes han escogido el segundo camino, han constituido sociedades prósperas y exitosas. Quienes han apostado por el primero, sin resolver las naturales contradicciones, se han embarcado en un callejón sin salida de ruina y fracaso.

Evidentemente toda esta reflexión tiene que ver con el momento que estamos viviendo actualmente en Venezuela. Las diferencias y divergencias que han enturbiado la vida de los venezolanos en los últimos tres lustros, han contribuido sin duda a complicar el escenario de nuestro país hasta ser un factor importante – a nuestro juicio- en los momentos adversos que vivimos en la actualidad.

Un país no puede progresar cuando hay enfrentamientos medulares entre sus ciudadanos, cuando a una parte de los mismos se le pretende negar el espacio. Cuando se recalcan las diferencias en lugar de tender puentes, se están dinamitando las bases del progreso. Años atrás, esto podía parecer simplemente una opinión; pero en el momento actual lo sentimos como un llamado urgente a lo que probablemente pueda ser una de las soluciones a la encrucijada de la Venezuela actual.

No podemos decir que el llamar a colaborar con un gobierno solamente a partidarios de su ideología política, sea un invento de la administración actual. Por el contrario, lo hemos visto muchas veces tanto en nuestro país como en otras latitudes, y forma parte de ese perverso deseo genético del ser humano por dividir, por levantar muros. Sin embargo, tampoco podemos negar que los venezolanos estamos actualmente recogidos bajo colores políticos que no se mezclan y que el arraigo de esa práctica nos cierra el camino a soluciones necesarias en este momento.

Somos muchos quienes conocemos las cifras de agobiantes indicadores como violencia, inflación, escasez o caída de los precios del petróleo. Pero también debemos presionar por soluciones y movilizarnos hacia ellas. Y ello pasa por la participación de todos, absolutamente de todos. De la fuerza de trabajo, de los vecinos, de los profesionales, de estudiantes y amas de casa. De todos los sectores sociales y de todas las visiones políticas.

Es el desencuentro entre los venezolanos el punto más flaco en la crisis nacional. El no encontrarnos a todos empujando en la misma dirección, nos ha hecho más vulnerables ante vaivenes como el bajón de los precios petroleros. Tanto desde el oficialismo como desde la oposición han surgido llamados al reencuentro y al entendimiento. Lamentablemente, nunca han sido simultáneos y ha faltado esa voluntad política de encuentro en el sano centro, que es indudablemente la plataforma de la reconstrucción nacional.

Y en ello también hay que incluir a la ciudadanía, a quienes hacen vida en las más distintas instancias de la sociedad y aportan para su apuntalamiento desde sus acciones diarias. Tenemos que observar con honestidad que, si bien Venezuela vive un problema netamente político, la solución involucra a todos los actores de la sociedad que no participan del quehacer político como oficio.

Ya no es electivo. Hay que sentarse, hay que hablar. Y no puede ser un saludo a la bandera, ni una simple manifestación de buena voluntad. Hay que ponerlo en planes, en hechos, en acciones muy urgentes. La diferencia y la divergencia debe ser terreno para el complemento, no para el rechazo. La diversidad debe llamar al acercamiento y no al aislamiento. Al comprender que, más allá de lo que nos separa estamos destinados a llevar por siempre un gentilicio común, debemos abordar todos la responsabilidad de aportar nuestros esfuerzos, nuestros conocimientos y nuestros talentos en pro de esta empresa común que es Venezuela.

Tenemos la certeza de que esto va a suceder y prontamente. Es difícil ver el vaso medio lleno en medio del panorama actual, pero nos empeñamos en ello. Es un lugar común decir que de las situaciones adversas salen las grandes ganancias. Pero no por común, es menos cierto.

Del “reseteo” que va a ser necesario para poner a andar la República por mejores caminos, también va a salir una venezolanidad más robusta y más unida, porque es la única forma de salir adelante. Y todos vamos a buscar esta solución por instinto, por corazonada, porque está en lo más profundo del ser humano el buscar la unión para avanzar.

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