lunes, 6 de julio de 2015

“Grecia en la cuerda floja”

Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui


Los acontecimientos que han conmocionado a Grecia en los últimos días han mantenido en vilo a la economía mundial. Se llegó muy cerca del impago de obligaciones con el Fondo Monetario Internacional, con la consecuente negativa del Banco Europeo a socorrerlos, lo cual había colocado en riesgo a la Zona Euro, con un rebote hacia el resto del planeta.

El Eurogrupo finalmente recibió una nueva carta desde Atenas, hecho que puso a los técnicos a trabajar en  el contenido de las nuevas propuestas. El diario británico Financial Times accedió a dicha carta, en la que el gobierno heleno acepta las condiciones de la última propuesta de las Instituciones solicitando a cambio apenas unas modificaciones.

De esta manera, Grecia recibe un nuevo y muy necesario aire cuando se encontraba al borde de un abismo.

A última hora de ese decisivo martes 30 de junio, se conoció que a República Helénica está preparada para aceptar el acuerdo a nivel técnico, sujeto a enmiendas, añadidos o clarificaciones, como parte de la extensión del programa de rescate que ha expirado y como parte del nuevo préstamo que fue solicitado en la fecha mencionada.

Ya es de larga data – más de un lustro- la problemática de los griegos en cuanto al desorden de su economía.

Los griegos eligieron al carismático Alex Tsipras para ponerlo al frente de la nación. Y gran parte de esa escogencia tuvo que ver, sin duda, con que el candidato dijo lo que ellos querían escuchar, más no lo que convenía para una nación que se encontraba en un momento tan difícil.

Muchos apostaron a que el discurso de izquierda radical de Tsipras era más una estrategia electoral que una intención de futuros hechos una vez que ostentara el importante cargo al cual se postulaba. Lamentablemente, se equivocaron y el nuevo mandatario ha ostentado en el poder la misma intransigencia que en la campaña. Veremos si el inesperado y sorprendente viraje que dio el gobierno cuando todo parecía perdido, se mantiene en el tiempo.

Por otro lado, los organismos europeos se negaban a seguir auxiliando a una nación que no demostrase intenciones de adoptar una disciplina fiscal, la única manera de sanear sus cuentas, visto que ha llegado a un extremo indeseable en el cual le queda muy poco margen para maniobrar.

Estos temidos recetarios de ajustes no son para nada deseables y han traído penurias para muchos países; pero el asunto está en que, llegados a este extremo, no quedan muchas alternativas. Y lo que tiende a empeorar las cosas es el discurso del gobierno griego, que no parece medir el tamaño de su desventaja en este momento.

En medio de los factores en pugna, está atrapado, como siempre, el pueblo. Y hay que subrayar que los griegos vienen sintiéndose humillados desde hace rato por las imposiciones de organismos internacionales y por ello, muchos rechazan las actuales. Sin embargo, ante el impago al FMI, hay quienes a estas alturas se oponen al proceder de Tsipras y compañía y protestan contra sus acciones, lo cual sin duda debe haber jugado su parte en la intempestiva negociación que ocurrió a última hora. En otras palabras, ha llegado a Grecia la tan temida polarización, en medio de una de las crisis más graves de los últimos tiempos.

Por otro lado, hay quienes cuestionan la inflexibilidad de los organismos acreedores y de los posibles prestamistas; pero hay que entender que dichos organismos se hacen de leyes que son inquebrantables y si el país en problemas no se aviene a un diálogo, pierde muchos puntos y las posibilidades de rescate se alejan. Este ha sido el caso griego con el discurso tremendista de sus nuevas autoridades.

En otras palabras, el juego parece trancado. Y ello rebota en toda la Zona Euro, cuyos países están finalmente atados a una misma suerte, con el temor de que contagie a otras naciones potencialmente vulnerables, como España o Portugal.

La crisis griega ha generado que los inversionistas quieran escapar de bonos con algún nivel de riesgo –lamentablemente esto incluye a los venezolanos- y prefieran, en un momento como este, refugiarse en bonos que se consideran blindados, como los estadounidenses.

El episodio griego deja lecciones de envergadura en cuanto al orden y la disciplina en los gastos para el mundo entero. Y particularmente, es una campanada a Venezuela, ante el final de las “vacas gordas” que nos bendijeron durante casi una década. La economía es una disciplina terca y no hay forma de escaparle.


Nuestra nación se ha caracterizado en la última década por una ostentosa indisciplina en los gastos y, el hecho de que los ingresos disminuyan tras la caída de los precios petroleros es sin duda una señal de alerta. No queremos vernos en los zapatos de los griegos, aún estamos a tiempo de dar un golpe de timón.

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