Llevar la palabra de los venezolanos a lugares tan importantes
en las dinámicas políticas del mundo de hoy como el Vaticano es
importante como una posibilidad de que afuera de nuestras fronteras
conozcan el descontento de nuestro pueblo. Pero también lo es
espiritualmente, porque los venezolanos merecen poder vivir tranquilos y
en paz.

Si lo hacen, se darán cuenta de que a los únicos que les conviene que
vivamos en esas circunstancias es a los que hoy se encuentran en
Miraflores. Sin importar la religión ni la tendencia política, todos
sabemos que Venezuela necesita y merece un cambio que conduzca hacia la
paz.
Y es por ese cambio que sentimos el compromiso con el deseo de los
jóvenes que han visto truncadas sus esperanzas. Es por ese cambio que
nos solidarizamos con las familias que se han visto rotas por la
política o que ahora lloran un vacío porque la violencia les robó la
vida de algún ser querido. Es por ese cambio que pensamos en cuánto
hacen los productores nacionales para poder sobrevivir en medio de un
clima de desconfianza y riesgos.
Cada uno de esos venezolanos, cada una de esas venezolanas merecen
tener un futuro mejor. Sabemos cómo hacerlo y sabemos que es posible.
Pero eso no sólo depende de las buenas intenciones: es mucho lo que
tenemos que trabajar y debemos hacerlo juntos. La capacidad y las metas
de cada uno de los venezolanos de viene tienen que convertirse en un
impulso para darle sentido a nuestra lucha, porque quienes han estado
gobernando el país han jugado con las esperanzas de quienes le dieron su
voto y sólo se preocupan por mantenerse pegados al poder.

Por eso tenemos que demostrarle a esos irresponsables que este país
es mucho más grande de lo que ellos creen. Que este país ya sabe que
necesita un cambio y lo vamos a conquistar juntos. El 8 de diciembre lo
haremos junto a quienes el 14 de abril se sumaron al camino y a los
miles de venezolanos que se han dado cuenta de que el modelo del partido
de gobierno se agotó. En Miraflores saben que eso es inevitable y por
eso el desespero. Pero nosotros somos gente de paz: Venezuela merece
mucho más que la incapacidad que ahora gobierna y traiciona a nuestra
gente.
¡Dios bendice a Venezuela! Que nada te detenga…
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