Quienes están en Miraflores no pueden ocultarlo más: los
venezolanos queremos un cambio y vamos a conseguirlo, por el bien de
cada uno de nosotros y por el bien del país. El país entero ha
demostrado que dejó de temerle al cambio, porque sabe que a lo que hay
que tenerle miedo es a la ineficacia y al retroceso que representan
quienes han decidido empeñar al país a cambio de mantenerse enchufados
en el Poder. Pero nadie puede gobernar sin pueblo. Nadie.
Nunca antes nuestro país había vivido un desacierto de tanta magnitud
como el que ahora comanda Nicolás y su desgobierno. Están de espaldas
al país y prefieren salir a pedir prestado que admitir que se han
equivocado y que todas las medidas económicas que han tomado nos han
empobrecido mucho más.
Prefieren hipotecar el futuro de nuestros hijos
antes que rectificar. Prefieren caerse a coba en vez de asumir que han
llevado la economía a un precipicio y que no están en la capacidad de
salir de esta crisis. Primero porque no saben cómo hacerlo y, segundo,
porque se quedaron sin pueblo y la gente no es tonta.
Pero te advierto, Nicolás, que nosotros no vamos a dejar que el país
se vaya por un barranco por tu incapacidad para gobernar ni por la
corruptela de la cual te has convertido en mampara y cómplice. Porque
quien no tiene la confianza de su propia militancia, menos va a tener la
del país que pretende gobernar.
Y ahora no sólo tendrán que sumar a la gente que decidió abandonar
ese modelo agotado y fracasado para darnos su confianza, sino que se
darán cuenta de cuánto de su militancia está cada vez más decepcionada
de la incompetencia y las excusas de quienes ya no saben cuál bomba de
humo activar.
Ni ese invento de la guerra económica ni las cortinas políticas que
buscan en otros países a los culpables de su desastre les ha resultado.
Los venezolanos saben que se robaron los reales, que no han podido
levantar la producción nacional, que están más pendiente de los otros
países que de Venezuela y que el partido de gobierno ha demostrado que
no puede darle soluciones a los problemas reales del día a día de los
venezolanos.
Al pueblo venezolano ya nada lo detiene! Los cambios ya se empiezan a
sentir en la manera de comprometerse con el futuro que cada venezolano
está poniendo de manifiesto. Ya no hay lugar para el egoísmo, sino para
sumar el talento y las capacidades de cada quien a la construcción del
futuro que un país como el nuestro merece. Cada familia de cada
comunidad venezolana está decidida a que las metas de la gente de bien
se puedan cumplir. ¡Y nadie nos sacará de ese camino!
Ni con el más grande de los trapos rojos podrás tapar que quebraste a
uno de los países con más riquezas de toda la región y durante una
bonanza petrolera. Ni importando humo vas a poder esconder los
contenedores de comida podrida que, una vez más, le falta el respeto al
hambre de las familias más necesitadas. No hay una olla tan grande que
puedas montar para esconder que las empresas básicas están quebradas y
que la inseguridad y el narcotráfico andan por nuestro país como por su
casa.
Las elecciones municipales que tendrán lugar el 8 de diciembre son la
oportunidad para que los venezolanos te demuestren una vez más que
queremos un cambio y lo vamos a conseguir. Olvídate de las guerras
sucias y de los intentos de desmotivar el voto, porque ese barranco para
donde quieres que se lancen los que todavía te apoyan no es el destino
que tendrá Venezuela.
Y no podrás repetir el guiso del 14 de abril. La trampa la vamos a
derrotar con votos en cada municipio, porque en ninguno de los rincones
del país se puede dar alguna razón válida para que la gente te crea uno
más de tus embustes.
Se acabó, Nicolás: tu incompetencia es algo de lo que ya tiene
constancia cada sector del país. Pero ni tú ni tu incapacidad no van a
expropiarnos el futuro.
Por eso es que cada venezolano que quiera que el progreso llegue a
Venezuela debe movilizarse a favor de los candidatos de la unidad, pero
no por una persona sino por un futuro construido para todos por igual. Y
es el momento de ayudar a quienes todavía tienen secuestrada su
esperanza. Sólo entre todos podemos construir el futuro que merecemos.
Este país ya cambió el miedo por la esperanza. El deseo de cada uno
de nosotros para tener el país que merecemos y que podemos tener es una
fuerza que, como el futuro, es indetenible.
¡Sigamos adelante sin miedo! Que Dios bendiga a Venezuela.
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