En principio, Nicolás Maduro
ofreció desde el Palacio de Miraflores un balance de su visita, en la que se
firmaron, según se dijo, 28 acuerdos en materia de cooperación y
financiamiento.
Anunció que arribará próximamente
a nuestro país el presidente ejecutivo de la Corporación Nacional de Petróleo
de China, con el fin concretar un plan que elevará la producción petrolera a 1
millón de barriles destinados exclusivamente para exportar a la nación
asiática. Se habla de inversiones de cinco mil millones de dólares cuyas
condiciones se darán a conocer en los próximos días.
Paralelamente, se dijo que
Venezuela habría firmado 28 acuerdos de cooperación con aquel país, los cuales
impulsarían “la economía y desarrollo de ambos países en los próximos años en
materia de petróleo, minería, seguridad, tecnología y salud”. Hasta aquí, todo
luce muy bien. Suena a socios, a beneficiados de igual a igual, a igualdad de
condiciones.
El servicio de radiodifusión
internacional de Alemania Deutsche Welle, lo dice claramente: Caracas busca
dinero, Pekín petróleo. Eso no tendría nada de malo, es una relación comercial,
una transacción de mutuo interés. Hasta con un poco de “capitalismo salvaje”,
quizá.
Sin embargo, el integrante de la
Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Ángel Alvarado, aseguró que si
bien con el viaje de Maduro a Pekín "pareciera que no hay mucho
endeudamiento" al parecer Venezuela solo "entregó una gran cantidad
de recursos".
El parlamentario explicó a la
agencia de noticias internacional Efe que, aunque el Gobierno "ha tratado
de vender aquello como un gran préstamo" no han sido divulgados montos por
lo que, asegura que "no se trajo nada en firme". Según Alvarado,
China no hizo desembolsos porque "está exigiendo dos cosas: por un lado,
mayor reforma económica y por otro, garantías legales de las operaciones”.
Por otra parte, el vocero del
parlamento venezolano considera que se
fue a la nación asiática a decir que ya se había abordado la tarea de reformar
la economía pero, “como bien sabemos, no se ha hecho”, y considera que
básicamente China lo que dice es que “hacen falta más reformas de libertad
económica y garantías a la propiedad privada", según concluyó el mismo
Alvarado.
Paralelamente, no todos parecen
estar muy tranquilos que digamos en China con esa "relación estratégica”.
Pero, ¿hay motivos para
preocuparse cuando, al parecer, Venezuela ya cubrió la mayor parte del préstamo
hecho por China y el negocio de intercambio de petróleo por préstamos está
funcionando sin problemas?
Eso preguntó la radio alemana
Deutsche Welle al analista Matt Ferchen, del Centro para la Política Global
Carnegie-Tsinghua, con sede en Pekín.
El experto contestó que, si bien
hay reportes, aunque no confirmados, de que Venezuela ha priorizado el servicio
de pago de su deuda a China, no hay claridad sobre cuál es el monto de la deuda
cubierta por Caracas. Pero lo que sí es evidente es que los términos de pago
han sido revisados varias veces
Agrega que, para que el
prestamista hubiera accedido a cambiar los términos del pago de deuda, se
tuvieron que haber ofrecido importantes garantías al Gobierno de Xi Jin Pi.
En todo caso, de este nuevo
cuento chino -el más reciente entre tantos- podemos extraer una serie de
conclusiones. La primera, que no tenemos muy claro cuál fue el negocio y en
cuáles condiciones. Y la segunda, que Venezuela necesita una vez más, o mejor
dicho, sigue necesitando, ese famoso “dinero fresco” que tanto se nombra desde que
los dioses de los altos precios petroleros dejaron de favorecernos.
Por supuesto, a todo el país le
interesa esa información, especialmente a la Asamblea Nacional, que no puede
ser un convidado de piedra en negociaciones de tal trascendencia, ya que comprometen
un recurso del subsuelo venezolano, del cual hay que rendir cuentas a las
generaciones actuales y futuras.
Para eso es la separación de
poderes y el equilibrio entre los mismos. Y el hecho de que en la práctica se
haya creado un enfrentamiento entre los mismos en nuestro país, no anula para
nada su legitimidad.
La conclusión más lamentable es
que necesitamos dinero. Y que no lo producimos. Que hay que salir a buscarlo
prestado. La tan negada crisis, queda así desnuda ante los ojos de la opinión
pública mundial. Y la vaguedad de lo que se ha conocido, confirma las peores
sospechas en cuanto a que los términos no deben ser los mejores.
La independencia económica es
algo a lo que aspiran todos los países. Pero si lo que hicimos fue cambiar de
prestamista, no hemos avanzado mucho.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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