En el medio de la ya inocultable
migración de venezolanos, el asunto con nuestro país vecino y hermano ha
entrado en terrenos tan inútiles como relativos y subjetivos. Y nos parece que
es hora de separar la magnesia de la gimnasia.
Diversos medios de comunicación,
tanto nacionales como internacionales, señalan el éxodo de venezolanos a través
de la frontera colombo-venezolana. Hay que comenzar diciendo que no se trata de
un hecho que genere para nada extrañeza, ya que se trata sin duda de una de las
líneas fronterizas más calientes de la región.
Se pierde en la memoria el momento
en el cual nació la fluidez entre los dos países a través de esa línea
limítrofe, por demás artificial, ya que las poblaciones de ambos lados también
han estado integradas comercial y culturalmente desde siempre.
Sin duda es por ello que,
instintivamente, numerosos venezolanos que han decidido salir del país voltean
hacia esa raya imaginaria como primera alternativa, la más viable, la más
posible. Quizá la única a la mano. A lo mejor porque antes ya la habían
cruzado, incluso más de una vez, aunque ahora sea con la decisión de no volver.
Colombia ha sido la primera
puerta que se ha abierto para quienes sienten que deben intentar otra manera de
vivir, para aquellos que se aventuran y arriesgan a probar algo distinto a este
experimento que no ha resultado. Y de gentilicio a gentilicio, tenemos que
estar muy agradecidos con los vecinos. Algunos compatriotas han encontrado su
lugar allá, otros solamente van de paso hacia otras naciones en las cuales han
fijado sus metas. Pero sí, es cierto: Colombia es la vía para muchos.
Nada de extrañarse, entre dos
tierras que alguna vez fueron una sola, que comparten el mismo origen y la
misma historia, que han estado entrelazadas desde su formación como patrias
hasta el sol actual.
Por ello es que incomodan los comentarios
surgidos desde el oficialismo a propósito de esta situación. Incomodan por
inoportunos, por estar fuera de lugar y por hacer ruido en una situación que
exige un acercamiento desde ángulos muy distintos a lo que estamos viendo y
escuchando.
El portal de noticias ruso
dirigido a la comunidad internacional RT en español titula señalando que
Venezuela pedirá "indemnización" a Colombia por los desplazados que
recibió en 50 años y agrega en el sumario que “El presidente venezolano, Nicolás
Maduro, evalúa una demanda internacional para resarcir la inversión de su país
al recibir a 5,6 millones de colombianos, desplazados por el conflicto armado”.
La controversial noticia es
reseñada por numerosos medios internacionales y provoca no solamente incomodidad,
sino también vergüenza.
El periódico estadounidense en
español El Nuevo Herald, amplía reseñando que “La declaración de Maduro llegó
un día después de que su par colombiano, Iván Duque, planteara que es necesario
el apoyo de todo el continente para enfrentar la “situación humanitaria y
migratoria” de Venezuela, desde donde aseguró que se ha generado un “éxodo sin
precedentes en nuestro continente”.
A partir de este dato podemos ver
cómo se origina todo. El viejo truco de intentar acallar una situación que está
haciendo mucho ruido, simplemente haciendo aún más ruido.
En el largo momento adverso de la
nación colombiana, nuestros hermanos encontraron paz y progreso en estas
tierras. Vinieron escapando de una tragedia. Aquí pudieron crecer, formar familias
y aportar a nuestro propio crecimiento. Obtuvieron en contrapartida su propio
bienestar. A la luz de lo que hemos venido exponiendo, era lo normal, lo
lógico, lo que cabía esperar entre dos tierras tan hermanadas.
No cabe más que ver a las
recientes declaraciones oficialistas como un intento sumamente desatinado de
cambiar el foco de las noticias. Se trata de unas afirmaciones que ni siquiera
merecen respuesta alguna.
Los colombianos que recibimos en
Venezuela -muchos de ellos regresando ahora a su tierra- nos dejaron una enorme
bendición con su trabajo y dedicación. Es tal su afecto por nosotros que, aún
en estos momentos adversos, no son pocos los que deciden quedarse, ya que no se
imaginan a sí mismos en otro lugar distinto a la patria que adoptaron por
circunstancia y por decisión.
Todos los inmigrantes que han
llegado a Venezuela han recibido, sí, y mucho. Pero también han aportado al
crecimiento de nuestra nación. Es algo que bien saben los países con tradición
de recibir inmigrantes. Están abriendo las puertas a fuerzas de trabajo, a
gente que viene con las mejores intenciones y con ganas de establecerse, de
crear un hogar y levantar una familia con esfuerzo. Y en su lucha por alcanzar
esas metas, van dejando en el camino un enorme aporte, que apuntala el avance
de la tierra que los recibió. Así sucederá también con los venezolanos en
Colombia.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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