La Asamblea General de las
Naciones Unidas, recientemente celebrada en Nueva York, ha acaparado -como es
lógico- incontables titulares de prensa.
Se trata del organismo
multinacional más grande del planeta, y del mejor logro del ser humano en
cuanto a crear una coalición que pueda atajar en la medida de lo posible, las
grandes catástrofes que afectan al mundo.
Sin embargo, le queda mucho por
hacer, y aunque toque reconocer sus avances y aportes al día de hoy, también
vale la ocasión para evaluar lo que está pendiente.
Cerca de 130 presidentes y jefes
de Estado se dieron cita en la ciudad de Nueva York para la septuagésimo
tercera Asamblea General del organismo. Se trata del órgano principal de la
ONU. En ella están representados todos los Estados Miembros, cada uno con
votaciones sobre cuestiones importantes, tales como la de paz y la seguridad,
el ingreso de nuevos Miembros y cuestiones presupuestarias.
La Asamblea General es uno de los
seis principales órganos de las Naciones Unidas y la única en la que todos los
países miembros tienen igual representación. Sus poderes son para supervisar el
presupuesto de la institución, nombrar a los miembros no permanentes al Consejo
de Seguridad y hacer recomendaciones en forma de resoluciones.
Para cada período de sesiones de
la Asamblea General, se propone un tema para el debate, de conformidad con lo
establecido en la resolución 58/126 de la Asamblea General del 19 de diciembre
de 2003.
Para el encuentro recientemente
realizado, se propuso como tarea el conseguir que las Naciones Unidas sean
pertinentes para todos: liderazgo mundial y responsabilidades compartidas para
lograr sociedades pacíficas, equitativas y sostenibles
El asunto de la lucha contra las
drogas y las responsabilidades de la comunidad internacional en torno al tema
fueron también algunos de los múltiples temas tratados en esta oportunidad.
Estos buenos propósitos se
traducen sin duda en el debate de asuntos prácticos que angustian a la
comunidad internacional, y en sus posibles soluciones. En la caliente agenda de
este año, destacó sin duda la desnuclearización de Corea del Norte. Si bien durante
los últimos meses hubo un acercamiento inédito entre Washington y Pyongyang,
coronado con la cumbre Trump-Kim, no ha habido resultados concretos todavía. Es
por eso que Estados Unidos intenta relanzar las negociaciones a propósito de la
Asamblea, en el marco de una anunciada reunión cumbre entre mandatarios.
Se trata sin duda de uno de los
más espinosos temas que la humanidad debe afrontar en este momento, ya que, más
allá del hipotético poder que pudiera tener el régimen norcoreano, lo que más
preocupa es la ligereza con la que se amenaza y el espíritu belicista que
impregna el discurso, lo cual ha colocado al mundo al borde de una amenaza
nuclear como no se recordaba en muchos años.
El conflicto sirio es otro de los
temas sobre el tapete. Rusia se encuentra presionando a la comunidad
internacional para inyectar dinero destinado a la reconstrucción de Siria, no
obstante las potencias occidentales se continúan negando, mientras continúe
Bashar al Asad en poder y mientras no haya un acuerdo de paz, que permita
frenar la alarmante ola de desplazados, que se ha convertido en una de las más
urgentes preocupaciones de la comunidad internacional en el momento actual.
Y sin duda, la estrella del
encuentro ha sido el presidente estadounidense Donald Trump. Amado por unos y
duramente cuestionado por otros, no se le puede negar que su estilo es
sumamente particular y que hace todo lo posible por atraer los titulares de la
prensa, como buena figura televisiva que fue, hecho que al parecer lo dejó
adicto a las cámaras y los flashes.
Recordemos que en el último año,
Trump puso al mundo a comerse las uñas cuando retó de forma destemplada al
caudillo norcoreano, avivando con más leña el fuego al de por sí intenso del
“hombrecito del cohete”, como él mismo lo llamó.
Insólitamente, con el pasar del
tiempo se produjo aquel acercamiento que sorprendió a todos, y los líderes de
los dos países enemigos se sentaron juntos, en lo que sin duda fue uno de los
logros diplomáticos más aplaudidos de Washington en la era de este nuevo
mandatario proveniente de la empresa privada.
Mientras tanto, este nieto de
inmigrantes, que irónicamiente ha convertido a la lucha contra la inmigración
ilegal en una de sus banderas, sigue adelante con su política de “hacer grande
otra vez a Estados Unidos”.
Rechaza la multipolaridad y ha
dejado claro que su intención es que la gran nación del norte recupere su peso,
su liderazgo y su poder en el escenario mundial. ¿Lo logrará? ¿Qué tiene
pensado hacer para conseguirlo? Sin duda serán temas de discusión en las
septuagésima cuarta Asamblea de la ONU, para el año próximo.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui