jueves, 12 de julio de 2018

“A Dios rogando”

Hace pocos días, la prensa nacional nos sorprendió con un titular bastante inesperado e inusual: la compañía Petróleos de Venezuela, convocó a una misa para orar por el incremento de su producción.

Reseñan las informaciones que la ceremonia se efectuó en la sede de la empresa y que la eucaristía fue impartida por el sacerdote de la iglesia La Resurrección del Señor de Caricuao, Pablo Urquiaga.

Según recoge el órgano informativo Petroguía “La recuperación de Pdvsa es también la recuperación de todo el país”, fue lo que dijo el sacerdote durante la misa. Una verdad -nunca mejor dicho- del tamaño de un templo.

El gesto ha sido criticado por muchos. Incluso, la nota fue retirada de la página web del Ministerio del Petróleo. Se argumenta que dejar la solución de la baja en la producción petrolera a factores intangibles, es por decir lo menos, una pérdida de tiempo.

De nuestra parte, sin embargo, sí pensamos que se puede rescatar el gesto.

Podría tomarse como una necesaria y esperada reconciliación de quienes hoy gobiernan con la vapuleada iglesia católica, que ha sido objeto de señalamientos y ácidas críticas desde hace muchos años por parte del poder.

Además, hay que señalar la humildad que se puede leer en el hecho, ya que se puede entender que la complejidad de la situación nacional -no solamente de la petrolera- necesita del reconocimiento de un poder superior para comenzar a encontrar una salida. Y esta iniciativa, creemos, bien podría simbolizar el inicio de esa búsqueda.

También, implícitamente, se reconoce algo que oficialmente se ha negado de manera reiterada: el declive de la producción petrolera nacional. Si el propio organismo a cargo de esa medular tarea organiza una misa para pedir por su incremento, queda claro que lo que se produce ahora mismo es insuficiente.

Como dato relevante, vale citar un despacho de la agencia internacional de noticias Reuters, fechado el 21 de mayo de 2018, que dice: “La OPEP está observando con atención el descenso en la producción petrolera de Venezuela para evaluar si la pérdida de suministro del país miembro amerita tomar medidas, dijeron fuentes en conocimiento del tema”. Un dato que confirma que los motivos para convocar a la misa no solamente son reales, sino noticia internacional.

Y por supuesto, estamos hablando de nuestro único recurso, en el cual se centró exclusivamente la fe gubernamental para sostener al país, y que no se usó en la época de las vacas gordas para asegurar educación, salud, seguridad, infraestructura y tantas horas necesidades que hoy nos aquejan, y que no hubieran llegado la los niveles actuales si hubiéramos contado con un poco de planificación.

Sin embargo, nunca ha sido mejor momento para recordar aquel refrán, tan manoseado como cierto, que reza: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Reiteramos que nos parece una noticia muy positiva la empatía de los funcionarios nacionales con la rica vida espiritual que siempre ha detentado el venezolano, especialmente si viene de manos del cristianismo, fe que profesamos una enorme mayoría de los habitantes de este país y que, a nuestro modo de ver, también contiene profundas y certeras enseñanzas que nos pueden ser sumamente útiles en tiempos tan adversos.

Sin embargo, también hay que acompañar la fe con hechos. Y eso significa entre otras cosas, mirar puertas adentro de nuestra compañía petrolera. La misma que ha dejado escapar su capital humano durante más de tres lustros, para que brille en otras tierras, demostrando cuánto conocen del negocio los venezolanos que se formaron en esta industria, en este país.

Si algo ha desestimado esta administración, es al capital humano. Hace unos cuantos años, en PDVSA circulaba una palabra que muchos recordarán: meritocracia. Significaba, ni más ni menos que ascender por méritos, por merecimiento. Conocer y aportar esos conocimientos, la experiencia.

Sin embargo, la palabra y el hábito mismo fueron satanizados. Aquel encontronazo entre el gobierno y la gente de PDVSA, hace más de 15 años, dejó marcada a la compañía. Hoy, tras una inútil terquedad, vemos los resultados.

Estamos muy lejos de conocer a fondo la compleja industria, más allá de seguir su desempeño como venezolanos, porque todos deberíamos estar al tanto de cómo se desenvuelve una operación industrial que nos pertenece a todos, y que, para bien o para mal, es nuestro sustento en este momento. Y no hay otra alternativa.

Sin embargo, nos parece que, más allá del atinado gesto de la misa, se deberían desandar los caminos plagados de errores de esta década y media, porque solamente con la gente y con una labor profesional y atinada, podemos optimizar al único recurso que hoy tenemos para salir adelante. Hay que hacer. Y hacer en la dirección correcta.

David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui

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