Hace pocos días, la prensa
nacional nos sorprendió con un titular bastante inesperado e inusual: la
compañía Petróleos de Venezuela, convocó a una misa para orar por el incremento
de su producción.
Reseñan las informaciones que la
ceremonia se efectuó en la sede de la empresa y que la eucaristía fue impartida
por el sacerdote de la iglesia La Resurrección del Señor de Caricuao, Pablo
Urquiaga.
Según recoge el órgano
informativo Petroguía “La recuperación de Pdvsa es también la recuperación de
todo el país”, fue lo que dijo el sacerdote durante la misa. Una verdad -nunca
mejor dicho- del tamaño de un templo.
El gesto ha sido criticado por
muchos. Incluso, la nota fue retirada de la página web del Ministerio del
Petróleo. Se argumenta que dejar la solución de la baja en la producción
petrolera a factores intangibles, es por decir lo menos, una pérdida de tiempo.
De nuestra parte, sin embargo, sí
pensamos que se puede rescatar el gesto.
Podría tomarse como una necesaria
y esperada reconciliación de quienes hoy gobiernan con la vapuleada iglesia
católica, que ha sido objeto de señalamientos y ácidas críticas desde hace
muchos años por parte del poder.
Además, hay que señalar la
humildad que se puede leer en el hecho, ya que se puede entender que la
complejidad de la situación nacional -no solamente de la petrolera- necesita
del reconocimiento de un poder superior para comenzar a encontrar una salida. Y
esta iniciativa, creemos, bien podría simbolizar el inicio de esa búsqueda.
También, implícitamente, se
reconoce algo que oficialmente se ha negado de manera reiterada: el declive de
la producción petrolera nacional. Si el propio organismo a cargo de esa medular
tarea organiza una misa para pedir por su incremento, queda claro que lo que se
produce ahora mismo es insuficiente.
Como dato relevante, vale citar
un despacho de la agencia internacional de noticias Reuters, fechado el 21 de
mayo de 2018, que dice: “La OPEP está observando con atención el descenso en la
producción petrolera de Venezuela para evaluar si la pérdida de suministro del
país miembro amerita tomar medidas, dijeron fuentes en conocimiento del tema”.
Un dato que confirma que los motivos para convocar a la misa no solamente son
reales, sino noticia internacional.
Y por supuesto, estamos hablando
de nuestro único recurso, en el cual se centró exclusivamente la fe
gubernamental para sostener al país, y que no se usó en la época de las vacas
gordas para asegurar educación, salud, seguridad, infraestructura y tantas
horas necesidades que hoy nos aquejan, y que no hubieran llegado la los niveles
actuales si hubiéramos contado con un poco de planificación.
Sin embargo, nunca ha sido mejor
momento para recordar aquel refrán, tan manoseado como cierto, que reza: “A
Dios rogando y con el mazo dando”.
Reiteramos que nos parece una
noticia muy positiva la empatía de los funcionarios nacionales con la rica vida
espiritual que siempre ha detentado el venezolano, especialmente si viene de
manos del cristianismo, fe que profesamos una enorme mayoría de los habitantes
de este país y que, a nuestro modo de ver, también contiene profundas y
certeras enseñanzas que nos pueden ser sumamente útiles en tiempos tan
adversos.
Sin embargo, también hay que
acompañar la fe con hechos. Y eso significa entre otras cosas, mirar puertas
adentro de nuestra compañía petrolera. La misma que ha dejado escapar su
capital humano durante más de tres lustros, para que brille en otras tierras,
demostrando cuánto conocen del negocio los venezolanos que se formaron en esta
industria, en este país.
Si algo ha desestimado esta
administración, es al capital humano. Hace unos cuantos años, en PDVSA
circulaba una palabra que muchos recordarán: meritocracia. Significaba, ni más
ni menos que ascender por méritos, por merecimiento. Conocer y aportar esos
conocimientos, la experiencia.
Sin embargo, la palabra y el
hábito mismo fueron satanizados. Aquel encontronazo entre el gobierno y la
gente de PDVSA, hace más de 15 años, dejó marcada a la compañía. Hoy, tras una
inútil terquedad, vemos los resultados.
Estamos muy lejos de conocer a
fondo la compleja industria, más allá de seguir su desempeño como venezolanos,
porque todos deberíamos estar al tanto de cómo se desenvuelve una operación
industrial que nos pertenece a todos, y que, para bien o para mal, es nuestro
sustento en este momento. Y no hay otra alternativa.
Sin embargo, nos parece que, más
allá del atinado gesto de la misa, se deberían desandar los caminos plagados de
errores de esta década y media, porque solamente con la gente y con una labor
profesional y atinada, podemos optimizar al único recurso que hoy tenemos para
salir adelante. Hay que hacer. Y hacer en la dirección correcta.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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