David Uzcátegui
@DavidUzcátegui
La declaratoria del miércoles 1°
de febrero como día no laborable, abre una vez más las brechas de la división
nacional. El Ejecutivo central alega que el nuevo día de júbilo está dedicado a
la memoria de Ezequiel Zamora, polémica figura histórica venezolana, de cuyo
natalicio se cumplen doscientos años.
El decreto número 2.705 del
presidente Nicolás Maduro fue oficializado en la Gaceta Oficial número 6.284
con fecha del domingo 29 de enero y reza: “Se declara día de júbilo -no
laborable- el 1° de febrero del 2017, a los fines de que los venezolanos y las
venezolanas, a lo largo de todo el territorio nacional, puedan rendir dignos
honores e incorporarse a las actividades de conmemoración y eventos alusivos al
Bicentenario del nacimiento del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora”.
En su alocución del domingo
anterior, el jefe de Estado invitó a los venezolanos a acudir al paseo Los
Próceres, en Fuerte Tiuna, para el “monumental desfile” que tiene como objetivo
rendir honores al ahora llamado “general del pueblo soberano”, Ezequiel Zamora.
Entre las consideraciones que
aparecen reflejadas en la Gaceta Oficial en referencia a la conmemoración del
nacimiento de Zamora, se resalta la importancia del “pensamiento Zamorano como
guía indudable para la construcción de una sociedad más justa”.
Más allá de la pertinencia o no
de celebrar el natalicio de Zamora –repetimos, extremadamente polémico
personaje de nuestra historia- se han alzado y no sin razón, alegando que, en
la situación crítica que atraviesa actualmente nuestra nación, no estamos como
para crear nuevos días feriados. Y están en lo cierto.
El imaginario de la
autodenominada revolución, no para de escribir una épica paralela de la
historia venezolana, utilizada para sus fines propagandísticos y para su
parcialidad política, con un sesgo no solamente peligroso; sino, en forma
adicional, que desfigura a conveniencia los sucesos, coloca la lupa en lo que
les conviene y sin pudor alguno, borra del mapa todo lo que contradiga la
subjetiva óptica roja.
Y en esta ocasión particular, se
matan dos pájaros de un tiro: se crea una nueva festividad, se arrima la brasa
para la sardina de un héroe creado por ellos y una vez más se inventa otro día
no laborable en el creciente calendario de asuetos oficialistas que nadie sabe
qué es lo que aportan al bienestar nacional.
Al parecer, se quiere reducir a
los empleados públicos a una masa manipulable que asista bajo coacción a los
diversos actos proselitistas que permanentemente generan los entes públicos, en
los cuales la orden del día es predicar una ideología que no aporta nada al
progreso de un país que cada vez siente más los rigores de una pésima
administración, que cada vez produce menos y que cada vez más va perdiendo su
capacidad de crecer, a manos de una conducción que ha perdido el foco por
completo.
Más de una vez hemos acusado
desde esta tribuna al gobierno de una suerte de bipolaridad. Por ejemplo, en el
caso del medular tema petrolero, se proclama por un lado que se debe dejar el
rentismo y diversificar la producción; mientras por otro, no solamente no se da
ni un paso en este sentido, sino que se afianza el discurso de la defensa de
los precios petroleros en medio de un discurso desesperado, el cual deja
entrever que, en casi dos décadas de administración revolucionaria, no
solamente no se ha hecho esfuerzo alguno por diversificar nuestros ingresos,
sino muy por el contrario, nos hemos hecho más dependientes que nunca de la
renta petrolera.
Y el comentario no es casual, ni
mucho menos. Viene al caso, porque la creciente lista de asuetos no hace sino
torpedear cualquier intento de productividad por parte de la iniciativa
particular y levantar de sus puestos de trabajo a los empleados de la administración
pública. En suma, estamos muy lejos, y cada vez más, de cualquier tipo de
soberanía a la cual apele el liderazgo oficialista en sus discursos.
Alfonso Riera, primer
vicepresidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio),
aseguró que en los últimos 17 meses se han perdido un millón de empleos”,
durante una entrevista con Unión Radio. La misma fuente asegura que en una
década han cerrado 500 mil empresas en el país. Existían 800 mil empresas en el
año ‘98 y se estima que hoy no llegan a 230 mil. Según el organismo, más de
2.700 empresas al mes cierran sus puertas.
No es pues, el objetivo de estas
consideraciones estimar si Zamora debe o no ser objeto de una celebración o
conmemoración. Eso es harina de otro costal y tocará a otros dicho juicio.
Sin embargo, sí nos sumamos a
quienes creen que ahora es cuando debemos trabajar más que nunca, dado el
momento adverso que atravesamos desde todo punto de vista.
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