David Uzcátegui
@DavidUzcategui
La petrolera estatal venezolana
Petróleos de Venezuela ha atraído sobre sí la atención de los mercados
financieros mundiales, al difundirse la noticia de que presuntamente no habría
cumplido con recientes pagos pendientes de sus bonos, según reconocidas fuentes
informativas.
En contrapartida, la empresa en
cuestión emitió un comunicado de prensa en el cual aseveran que la mayoría de
esos compromisos sí se habían cumplido y que los que faltaban por ejecutarse se
contratarían dentro de un periodo prudencial.
“Se informa a todos los tenedores
de los Bonos PDVSA con vencimientos al 2021, 2024 y 2026, que, de acuerdo con
las condiciones preestablecidas en los papeles emitidos en noviembre de 2011,
noviembre de 2013 y mayo de 2014 respectivamente, ya se efectuaron los pagos de
intereses, correspondientes al semestre terminado en noviembre de 2016”, es lo
que informa escuetamente la petrolera estatal en una nota informativa.
Sin embargo, la nota que citamos
también señala que “En relación con el Bono PDVSA con vencimiento al 2035,
emitido en mayo de 2012, se informa que el pago de intereses, correspondiente
al semestre terminado en noviembre de 2016 se encuentra en proceso de
ejecución, según los términos y condiciones que establecen los lapsos previstos
en esa emisión”. Con lo expuesto, queda abierta la observación al cumplimiento
de esta última obligación, la cual está pendiente hasta el momento, según la
misma empresa.
Más allá de las paranoias
guerreristas del liderazgo oficialista, algún inusual movimiento –o quizá más
bien la ausencia del mismo- llamó la atención de quienes siguen estas
transacciones y despertó una suerte de alerta amarillo sobre la otrora
prestigiosa petrolera.
Lo cierto es que, en paralelo,
reportes del pasado lunes 21 de Citi - agente de pagos- y de Clearstream, Pdvsa
solo ha pagado 135 millones de dólares del bono Pdvsa 2026 de cupón 6 %,
mientras que los otros fondos aún están pendientes. Quedará por ver si el pago
que la petrolera alega haber realizado es este que citamos y que sería parcial.
Un asunto inquietante es que
según la misma fuente, “Pdvsa no ha respondido a nuestras llamadas o correos
electrónicos", y sobradamente se sabe que en medio de una situación tan
delicada, la comunicación y dar la cara son acciones imprescindibles.
Si bien es cierto que aún no
habría por qué alarmarse y que existe un período de gracia para hacer dichos
pagos, las conjeturas comienzan a multiplicarse internacionalmente, ante el
bien conocido y complejo panorama de nuestro país, en medio del cual sucede
este desencuentro.
Es cierto que sí existe un
período de gracia para postergar hasta por 30 días el pago en cuestión, el cual
asciende a aproximadamente 539 millones de dólares y corresponde a intereses de
los bonos con vencimientos en los años 2021, 2024 y 2035, según la firma JP
Morgan en una nota que emitió para sus clientes.
Sin embargo, hay que recordar
como antecedente, que el actual gobierno ha sido sumamente cuidadoso con sus
obligaciones financieras internacionales, incluso sacrificando el bienestar
interno del país para cumplir con sus acreedores, en una decisión que desdice
sus prédicas contra lo que denominan el “capitalismo salvaje”, con el cual
habían cumplido de manera inmaculada, al menos hasta ahora.
Por lo tanto este compromiso que,
a decir de varios informantes ha caído en mora desde la semana pasada, tiene
aún el chance de ponerse al día sin que ello se considere como un
incumplimiento. Mientras esperamos a ver qué va a suceder en este caso, es
imperativo pasearse por algunas consideraciones.
Nuevamente se produce un forcejeo
informativo entre importantes fuentes del tema y las instancias gubernamentales
venezolanas, reiterando el desgastante enfrentamiento que existe entre la
administración actual y entes con quienes las relaciones deberían ser
cordiales, por mutua conveniencia.
La visión militarista del
universo que se empeñan en adelantar quienes hoy gobiernan, hace mucho más mal
que bien al país. La pugna constante quizá sean vistos por algunos como terreno
fértil para sacar ganancias –no podemos imaginar cuáles serían- mientras en
paralelo cosechamos numerosos contratiempos.
Por ejemplo, el daño que se le ha
hecho a la reputación del país ya que cualquier visión que acreciente el riesgo
asociado a nuestra patria, será pagada en dinero contante y sonante; bien sea
en aumento de intereses de nuestros compromisos financieros, directamente
proporcionales al riesgo-país que representemos; o simplemente en el
ahuyentamiento de eventuales inversiones que podrían tocar a nuestras puertas,
pero prefieren no hacerlo ya que pueden optar por territorios menos belicistas
y donde las reglas del juego estén más claras. Y sobretodo, donde se respeten.