viernes, 25 de noviembre de 2016

"Un retraso inquietante"

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

La petrolera estatal venezolana Petróleos de Venezuela ha atraído sobre sí la atención de los mercados financieros mundiales, al difundirse la noticia de que presuntamente no habría cumplido con recientes pagos pendientes de sus bonos, según reconocidas fuentes informativas.

En contrapartida, la empresa en cuestión emitió un comunicado de prensa en el cual aseveran que la mayoría de esos compromisos sí se habían cumplido y que los que faltaban por ejecutarse se contratarían dentro de un periodo prudencial.

“Se informa a todos los tenedores de los Bonos PDVSA con vencimientos al 2021, 2024 y 2026, que, de acuerdo con las condiciones preestablecidas en los papeles emitidos en noviembre de 2011, noviembre de 2013 y mayo de 2014 respectivamente, ya se efectuaron los pagos de intereses, correspondientes al semestre terminado en noviembre de 2016”, es lo que informa escuetamente la petrolera estatal en una nota informativa.

Sin embargo, la nota que citamos también señala que “En relación con el Bono PDVSA con vencimiento al 2035, emitido en mayo de 2012, se informa que el pago de intereses, correspondiente al semestre terminado en noviembre de 2016 se encuentra en proceso de ejecución, según los términos y condiciones que establecen los lapsos previstos en esa emisión”. Con lo expuesto, queda abierta la observación al cumplimiento de esta última obligación, la cual está pendiente hasta el momento, según la misma empresa.

Más allá de las paranoias guerreristas del liderazgo oficialista, algún inusual movimiento –o quizá más bien la ausencia del mismo- llamó la atención de quienes siguen estas transacciones y despertó una suerte de alerta amarillo sobre la otrora prestigiosa petrolera.

Lo cierto es que, en paralelo, reportes del pasado lunes 21 de Citi - agente de pagos- y de Clearstream, Pdvsa solo ha pagado 135 millones de dólares del bono Pdvsa 2026 de cupón 6 %, mientras que los otros fondos aún están pendientes. Quedará por ver si el pago que la petrolera alega haber realizado es este que citamos y que sería parcial.

Un asunto inquietante es que según la misma fuente, “Pdvsa no ha respondido a nuestras llamadas o correos electrónicos", y sobradamente se sabe que en medio de una situación tan delicada, la comunicación y dar la cara son acciones imprescindibles.

Si bien es cierto que aún no habría por qué alarmarse y que existe un período de gracia para hacer dichos pagos, las conjeturas comienzan a multiplicarse internacionalmente, ante el bien conocido y complejo panorama de nuestro país, en medio del cual sucede este desencuentro.

Es cierto que sí existe un período de gracia para postergar hasta por 30 días el pago en cuestión, el cual asciende a aproximadamente 539 millones de dólares y corresponde a intereses de los bonos con vencimientos en los años 2021, 2024 y 2035, según la firma JP Morgan en una nota que emitió para sus clientes.

Sin embargo, hay que recordar como antecedente, que el actual gobierno ha sido sumamente cuidadoso con sus obligaciones financieras internacionales, incluso sacrificando el bienestar interno del país para cumplir con sus acreedores, en una decisión que desdice sus prédicas contra lo que denominan el “capitalismo salvaje”, con el cual habían cumplido de manera inmaculada, al menos hasta ahora.

Por lo tanto este compromiso que, a decir de varios informantes ha caído en mora desde la semana pasada, tiene aún el chance de ponerse al día sin que ello se considere como un incumplimiento. Mientras esperamos a ver qué va a suceder en este caso, es imperativo pasearse por algunas consideraciones.

Nuevamente se produce un forcejeo informativo entre importantes fuentes del tema y las instancias gubernamentales venezolanas, reiterando el desgastante enfrentamiento que existe entre la administración actual y entes con quienes las relaciones deberían ser cordiales, por mutua conveniencia.

La visión militarista del universo que se empeñan en adelantar quienes hoy gobiernan, hace mucho más mal que bien al país. La pugna constante quizá sean vistos por algunos como terreno fértil para sacar ganancias –no podemos imaginar cuáles serían- mientras en paralelo cosechamos numerosos contratiempos.

Por ejemplo, el daño que se le ha hecho a la reputación del país ya que cualquier visión que acreciente el riesgo asociado a nuestra patria, será pagada en dinero contante y sonante; bien sea en aumento de intereses de nuestros compromisos financieros, directamente proporcionales al riesgo-país que representemos; o simplemente en el ahuyentamiento de eventuales inversiones que podrían tocar a nuestras puertas, pero prefieren no hacerlo ya que pueden optar por territorios menos belicistas y donde las reglas del juego estén más claras. Y sobretodo, donde se respeten.

viernes, 18 de noviembre de 2016

“Diálogo”

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

El nuevo espacio de diálogo que se ha abierto en Venezuela entre el gobierno y las fuerzas alternativas democráticas, ha sido objeto de una enorme polémica. Y no es para menos, porque tanto quienes aupamos esta iniciativa como quienes la condenan, sí estamos de acuerdo en algo: nos estamos jugando al país como nunca antes.

Como siempre solemos decir en este espacio, la circunstancia tiene dos lecturas posibles y queda de nosotros el ver el vaso medio lleno o medio vacío. Obviamente, nosotros optamos por lo primero.

Quienes no lo perciben así, aseguran que se ha cedido ante el oficialismo justamente en un momento en el cual quienes no creemos en la autodenominada revolución, habíamos sumado un capital político enorme, el cual se demostró en las elecciones parlamentarias, la convocatoria a firmar para activar el referendo revocatorio y las más recientes manifestaciones de calle.

Y he aquí otro punto en el cual los discordantes estamos de acuerdo. La acera contraria a la tolda roja suma hoy más venezolanos que nunca.

Sin embargo, el punto de discusión es: ¿realmente cedimos ese capital político? ¿O lo estamos utilizando para abrir puertas a una solución que sea lo menos traumática posible? Preferimos anotarnos en la segunda respuesta.

Porque, más allá de que el rechazo a la opción que nos gobierna haya alcanzado máximos históricos, hay que tener en cuenta que ello se debe al intolerable deterioro de la calidad de vida de los venezolanos, quienes se encuentran hostigados por delincuencia, inflación y falta de medicinas; en medio del panorama más complejo que recuerde Venezuela en su historia republicana.

En algo más estamos de acuerdo todos –incluyendo a una buena tajada del chavismo- la realidad se está llevando por delante a este inviable proyecto político. Y eso es algo que sabemos que incluso hablan por debajo de cuerda muchos líderes rojos-rojitos que reconocen en voz baja el estruendoso fracaso de esta propuesta desquiciada que lanzó a nuestra patria por un precipicio.

Hemos sumado un gran activo a nuestra causa, y nos ha costado literalmente sangre, sudor y lágrimas: la opinión pública mundial entiende claramente las dimensiones de la crisis venezolana. La realidad ha desbordado sobradamente el laborioso lobby que el Ejecutivo nacional ha hecho por tantos años en escenarios internacionales, intentando pintar una Venezuela de cuentos de hadas que solamente es posible por obra y gracia de la magia revolucionaria.

Y que por supuesto, solamente existe en una narrativa construida en los laboratorios del régimen para ganar el favor de actores internacionales, que hoy se encuentran desengañados y más claros que nunca en cuál es la verdadera realidad venezolana, a punta de leer los estruendosos titulares que nos dedica la prensa mundial y que rayan en lo insólito. Pero que son demoledoramente ciertos.

No hay que olvidar que tenemos en esta iniciativa, la presencia del Vaticano. Y eso no es poco, ya que no solamente estamos hablando de una entidad que representa la máxima autoridad para los católicos del mundo, sino de uno de los más avezados y experimentados actores diplomáticos del planeta.

Que Su Santidad el Papa Francisco haya accedido a involucrarse en la búsqueda de una solución a la compleja situación nacional, indica que hemos llegado al llegadero. El caos del país llegó a las mayores instancias mundiales.

Y estamos sentados a esa mesa con todos los activos que señaláramos líneas más arriba. El gobierno lo sabe. Y es por ello que, acostumbrado a atropellar y avasallar, prefiere sin embargo dialogar. Todos los venezolanos estamos con el agua al cuello, incluyendo –y muy especialmente- a quienes hoy ostentan el poder.

Y ojo, que el liderazgo que representa a la oposición está meridanamente claro en la enorme fuerza que representa la venezolanidad colmada y saturada de vivir mal. Y los poderosos también lo saben. Eso está presente en las negociaciones. Y es el combustible que las empuja.

La presión y la protesta no están descartadas por los líderes. Y mal podrían descartarse cuando no son inducidas; sino, muy por el contrario, totalmente orgánicas y con vida propia.

Se ha llegado a acuerdos porque el escenario se plantea distinto por primera vez en mucho tiempo. Y hay que darle el voto de fe a lo que está sucediendo, por encima de las lógicas impaciencias que acarrea la creciente crisis, que avanza a paso de vencedores, ahorcando a la ciudadanía.

Desde aquí no creemos que el gobierno desee algo tan simple como “comprar tiempo”. De ese lado de la calle están los primeros que tienen bien calibrada la gravedad de la situación. Y son ellos quienes deben estar deseando más que nadie escapar de ese callejón sin salida creado por sus propios despropósitos.

jueves, 10 de noviembre de 2016

“La era Trump”

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Los resultados de las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos, dan una vuelta de hoja a la geopolítica mundial. Y no cualquier vuelta de hoja.

La nación del norte asistió a una de las más pugnaces campañas electorales, protagonizada por la ex primera dama Hillary Clinton y el empresario Donald Trump. Como ya es conocido por todos, la decisión de la gente favoreció a este último.

Muchos se preguntan el por qué de este resultado. Y no es que el señor Trump no presente un perfil interesante como para dirigir la nación más poderosa del planeta. Ha sido un inversionista exitoso y un hombre de medios polémico, que ha tenido una relación de amor y odio con la prensa, lo cual a final del día le ha dado centimetraje.

Sin embargo, también se ha destacado por su carácter pendenciero y grandilocuente, despertando pasiones por doquier. Amores y odios han sido sembrados por donde ha transitado.

Entre sus defensores, muchos alegan que ha construido un imperio a pulso, con un pragmatismo que algunos consideran ejemplar. Otros, cayendo en el subjetivo y relativo campo de la ética, critican sus actuaciones con el mismo fervor con el que otros tantos lo defienden.

Del otro lado del ring, la señora Clinton demostraba un curriculum más acorde con lo que suponemos debería ser la trayectoria de una aspirante a la presidencia, tanto en lo académico como en su actuación laboral y finalmente como la mujer al lado de Bill Clinton, otro personaje que coronó su carrera política al arribar a la Casa Blanca.

El rechazo al magnate fue elevado y se hizo sentir. Las condenas a sus altisonantes declaraciones abundaron y se alertó sobre el temor de que el pernicioso divisionismo se hubiera sembrado en una nación que presume de abrir sus brazos a todos los inmigrantes y de estar construida sobre la tesonera labor de ellos.

¿Por qué entonces, sucedió lo que sucedió?

Hay un factor importante y es la pendularidad de la política estadounidense. Pensar en un tercer período consecutivo de los demócratas, era lo que en EEUU se conoce como “wishful thinking”, algo así como confundir lo que se desea que suceda con lo que es probable que realmente suceda, y darlo por un hecho.

Para muchos, esto es un factor subterráneo poco considerado. Por mucho que los demócratas hubieran conseguido al mejor candidato de la historia y por mucho que los republicanos tuvieran al peor, esta pendularidad iba a ser un factor decisivo.

Queda otro asunto a destacar entre tantos que se deben desmenuzar para entender los resultados, y es el hecho de que las encuestas que daban por ganadora a la señora Clinton se hayan equivocado. 

Y es que míster Trump encarnó ese fenómeno de lo políticamente incorrecto que lleva votos para la casa.

No está bien tomarla contra las minorías ni hacer gala de un discurso prepotente; pero como bien sabemos los venezolanos, aquello de “divide y vencerás” tiene sus momentos de moda en la política.

Y no son pocos los analistas que consideran que el ganador llega a la Casa Blanca surfeando una marejada de votos encubiertos, porque para muchos no estaba bien reconocer públicamente que este hombre fuerte resultaba seductor, más allá de sus reconocidos excesos.

¿Hubo machismo en la decisión de los votantes? Es un factor que no debe ser dejado de lado. Era muy plausible que el mundo entero fuera testigo del trascendental paso de entregar el cargo político más relevante del planeta a una dama. Pero el rechazo sexista a esta idea también podía estar presente, aunque suficientemente bien camuflado como para no ser detectado por las más agudas encuestas.

¿Y qué nos espera en la era Trump? Comienzan las conjeturas. ¿Se parecerá el presidente que asuma en la oficina oval al candidato que hizo arder Troya en la campaña? ¿O nos sorprenderá con un giro inesperado, como ya ha sucedido unas cuantas veces en cualquier rincón del mundo?

Hay quienes apuestan a que hubo una estrategia de decir lo que la gente quería escuchar, para acceder a la posición de poder más apetecida de todas, y luego allí abstenerse de patear el tablero. Eso esperamos.

Porque este multimillonario, que lo ha tenido todo, ahora sí puede afirmar que se concedió el mayor de sus deseos. El asunto está en que –sin ser melodramáticos- tiene el destino de la humanidad en las manos. Quizá pueda y deba tener la astucia de rodearse de quienes sepan más que él y aprovechar la circunstancia para satisfacer su ambiciones sin perder de vista el delicado juego en el que ahora está medularmente involucrado.

Cabría rescatar y parafrasear la afirmación que consagrase al ex embajador estadounidense en Venezuela, John Maisto, cuando señaló que a Hugo Chávez –otro tremendista de la política- no había que creerle lo que decía, sino lo que hacía.

Esperemos pues, por los hechos de la era Trump.

viernes, 4 de noviembre de 2016

¿Otra vez diálogo?

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Ante los acontecimientos que han cambiado el panorama político de Venezuela en los últimos días, esta es la pregunta que se escucha: ¿Nuevamente vamos a ir a un diálogo? La respuesta es sí.

Ciertamente, el mapa que se había trazado recientemente, se ha modificado con la suspensión de la recolección del 20% de las firmas del padrón electoral que estaba prevista para finales del mes de octubre.

Una noticia que cayó como baño de agua helada para la inmensa mayoría de los venezolanos y que llevó a la Mesa de la Unidad Democrática a trazar una nueva estrategia, cuya médula fue convertir la jornada de recolección de firmas en un día de protesta contra la nueva confiscación de otro derecho a los venezolanos.

Sí, tienen toda la razón quienes recuerdan amargamente los otros fallidos intentos de diálogo entre el ya añejo gobierno revolucionario y la alternativa democrática. Fueron arduas diligencias que no condujeron a nada y la mejor prueba de ello es lo que estamos viviendo hoy.

Una nación que ha llegado a índices de pobreza jamás imaginados, con una fuerza productiva paralizada, afectada por la escasez de alimentos y medicinas y por si fuera poco, agobiada por una criminalidad que mantiene en pánico a la población.

Son las consecuencias de un modelo errado de gobierno que se ha mantenido por dieciocho años y que nos ha conducido sin cargo de conciencia alguno por el más equivocado de los caminos, desoyendo las advertencias de quienes alegaban, argumentos en mano, que estábamos siendo empujados al despeñadero.

Pero a favor del nuevo episodio de diálogo, tenemos muchas cosas que decir. La primera de ellas, aunque resulte un contrasentido, es el estado crítico en el cual se halla hoy nuestra nación. A quienes hoy administran al país poco margen les queda para pretender seguir haciendo su voluntad, con los resultados que arroja el estrepitoso fracaso de la gestión que se autodenomina “del pueblo”.

Por ello, su base de apoyo real es ínfima, muy a diferencia de tiempos pasados, cuando la esperanza, la propaganda, el dinero hábilmente lanzado a la calle y el carisma del fallecido mandatario Hugo Chávez obnubilaban los cálculos del negro futuro que esperaba a Venezuela si seguíamos por esa senda.

Y ese es el capital que acumula hoy la MUD, medido, por si fuera poco, en las más recientes elecciones parlamentarias y en masivas citas de calle, como lo fueron la primera recolección de firmas del 1% y la manifestación del pasado primero de septiembre.

Es a ello a lo que teme el gobierno. Es por eso que se ha torpedeado de todas las maneras posibles la consecución de un derecho ciudadano, como lo es la realización de un referendo revocatorio presidencial consagrado en la Constitución Nacional.

Y es por ello que una amplia base que aupó al chavismo en el pasado, se ha desplazado hacia apoyar otra solución a la tragedia que padecemos; la cual, no por urgente, deja de ser democrática y constitucional. Y esa es quizá una de las peores tragedias del oficialismo: el haber dejado de leer que hasta sus propias bases quieren borrón y cuenta nueva en un país colapsado.

En síntesis, este es otro diálogo, sí. Pero queremos subrayar la palabra “otro”. Es diferente, con las circunstancias cambiadas, con un gobierno que sabe que tiene el agua al cuello y con una ciudadanía unánimemente harta de tanta improvisación, tantos errores, tanta mala fe.

También con unas fuerzas alternativas democráticas que han demostrado una y otra vez que las masas están de su lado, simplemente por un asunto de justicia y del más elemental sentido común.

Hay quien critica el hecho de que nuestros representantes se sienten a dialogar cuando, a ojos vista, tienen a la fuerza de su lado. Justamente por eso es que hay que sentarse. Porque ya hemos dado suficientes demostraciones de músculo entre las pasadas elecciones parlamentarias y el recién finalizado mes de octubre.

Y el funcionariado rojo, a su vez, ha quedado al descubierto con su accionar desatinado, con sus declaraciones altisonantes y con su inocultable nerviosismo. Las cartas están sobre la mesa.

También es una noticia digna de ser aplaudida, el interés que el Papa Francisco ha tomado en el asunto. No es poco que sea, por cierto, la primera vez que el sumo pontífice de la Iglesia católica sea un latinoamericano, conocedor y sensible a los sinsabores que asolan a nuestro continente y de los cuales hoy Venezuela es la víctima más martirizada. Martirizada justamente por quienes habían jurado redimirla.

Quienes están en contra del diálogo entresacan de sus argumentos –y no sin razón- el rosario de dolores que han padecido tantos y tantos venezolanos en estas casi dos décadas de desaciertos. Y nosotros les respondemos: ¿queremos que ese sufrimiento nos siga espoliando?