David Uzcátegui
@DavidUzcategui
El inminente referendo
revocatorio al Presidente de la República, constituye una de esas ocasiones en
las cuales son las fuerzas alternativas democráticas quienes marcan la brújula
de la discusión política nacional.
En nuestra tierra ya nadie habla
de la ficticia y poco creíble guerra económica, por más que desde la tolda roja
se intente insuflarle verosimilitud.
Aquí se habla es de revocatorio.
Sea para defenderlo, para satanizarlo, para torpedearlo o para viabilizarlo, el
debate nacional tiene ya un nuevo protagonista.
Y es que este derecho
constitucional es sin duda la válvula de escape que se encuentra justo a tiempo
con la enorme frustración nacional que nos arropa a todos, y que se convierte
en la luz al final del túnel cuando la cotidianidad se ha convertido en
desesperación y desesperanza.
Y en el momento actual, la
discusión es por demás sensible: ¿dan los tiempos para celebrar el revocatorio
este año?
Porque existe una fecha, que es
el 10 de enero de 2017, que es un parteaguas. Si lo realizamos antes de ese
día, se llama a nuevas elecciones en un mes y esta etapa de la historia queda
justamente en la historia: en el papel, en los libros, en la memoria y en el
olvido. Pero ya pasamos la página.
Si el acto comicial sucede luego
de ese día, el vicepresidente ejecutivo de la República terminaría el período
presidencial y se relevaría de su cargo al individuo que hoy ocupa la primera
magistratura; pero la estructura de poder seguiría intacta hasta el año 2019.
Y lo que nos enseña la
experiencia, es que se seguirían cometiendo exactamente los mismos errores que
nos han encallejonado en esta tragedia nacional. O quizá otros peores.
Por ello, es decisivo para
nuestro destino inmediato y futuro como país, que esta cita democrática se
celebre a la brevedad posible. Y por ello inquietan las delaciones, demoras,
contratiempos y demás escollos que están apareciendo en el camino.
Toda la venezolanidad responsable
le hace un llamado a las autoridades competentes, ya que se está enrevesando el
ejercicio de un derecho ciudadano amparado en nuestra Constitución Nacional y
recordemos que, la justicia que tarda, no es justicia, según reza un principio
jurídico universal.
Como dijimos líneas más arriba,
se trata de la válvula de escape a una situación frustrante y desesperante; por
lo cual todo el que tenga verdadero amor por este país, debe contribuir a
allanar el camino.
Hay que recordar que la
incontenible voluntad de cambio que hoy late en cada esquina, se volcó masivamente
a la calle el 6 de diciembre pasado y contra todo pronóstico, logró una
victoria arrasadora e indiscutible en las elecciones parlamentarias.
Esa es la misma voluntad de
cambio que exige hoy por todas partes la materialización del mecanismo constitucional
idóneo para dar un golpe de timón en la conducción del país.
Como bien dijera el gobernador
del estado Miranda Henrique Capriles, uno de los principales líderes promotores
de la salida revocatoria: ““En el 2013, en 30 días se organizó una elección
presidencial, cómo no se va a poder organizar un revocatorio y las elecciones
de gobernadores este año, si apenas estamos en mayo”.
Cuando se quiere, se puede. Cuando no, pues se le busca la
quinta pata al gato. Y si no se le encuentra, se le fabrica.
No se puede irrespetar con
subterfugios endebles a los millones de venezolanos que salieron a firmar a
cara limpia, poniendo su nombre y apellido, venciendo miedos endebles y
fantasmas falsos para demostrar que no hay temor que se pueda imponer sobre la
necesidad de modificar el rumbo de una nación. La historia universal y la
venezolana nos lo han demostrado en suficientes oportunidades.
Los vericuetos y dilaciones en la
validación de las firmas están generando un legítimo malestar entre los
venezolanos demócratas –la contundente mayoría, según quedó demostrado el 6D-
quienes sienten una inocultable burla a su voluntad muy mal encubierta en esta
circunstancia.
Y cuando hablamos de venezolanos
demócratas, también incluimos a los simpatizantes del oficialismo que prefieren
ir a contarse como mecanismo para solventar este callejón sin salida. Hablamos
de quienes se mantendrán en sus simpatías con la tolda roja, pero jamás
renunciarán a hacer las cosas como se deben hacer, aunque ello implique ir a
contarse y reconocer una derrota cantada, que sin duda traería una reflexión y
un replanteamiento que solamente puede traducirse en mayor bienestar para
quienes habitamos Venezuela.
Desde esta acera de la Venezuela
del presente y del futuro, reiteramos que la Unidad ha cumplido con todos los
requisitos exigidos por el Poder Electoral para activar el mecanismo comicial y
acortar el periodo presidencial actualmente en curso.
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