David Uzcátegui
@DavidUzcategui
Para nadie es un secreto que las
dimensiones de la crisis venezolana son tales, que ya inquietan a numerosas
naciones del mundo. Si a esto se agrega que la satanizada globalización es un
hecho desde hace rato, el resultado es que fuera de nuestro país tienen mucha
mejor información sobre nosotros de lo que podemos imaginar.
Y la manifestación de inquietud
por parte de voceros de otras naciones no tiene que ver tanto con las
infundadas acusaciones de intervencionismo como con una legítima inquietud por
nuestro destino.
Adicionalmente, la comunidad
internacional ha tomado mucha más conciencia del símil del “aleteo de la
mariposa”. Cualquier acontecimiento en cualquier lugar, tiene repercusiones en
las latitudes menos imaginadas. Por ello, a nadie le interesa que nación alguna
entre en crisis. Y Venezuela no es la excepción.
Los venezolanos hemos recibido en
los últimos días las visitas de dos personalidades de la política española:
José Luis Rodríguez Zapatero y Albert Rivera. Ambos han puesto a prueba la
tolerancia de una administración particularmente sensible a la crítica.
Primero fue recibido el ex
presidente del gobierno español. Zapatero en reunión con diputados de la
Asamblea Nacional y otras personalidades políticas, dijo en rueda de prensa que
“Es un camino largo, arduo, difícil, pero el diálogo nacional es lo que
necesita Venezuela”.
También dijo que “Nuestro
objetivo es muy claro, es poner en marcha, intentar un proceso de diálogo
nacional, y debo decir que tanto el presidente Maduro como los representantes
de la oposición Mesa de la Unidad Democrática han expresado su voluntad de
diálogo”.
Y agregó: “No vamos a descansar
hasta que arranque el proceso de diálogo, respeto, compromiso social con los
sectores que padecen más rudamente la crisis económica”.
Pese a la dura crítica recibida
desde sectores oficialistas, las afirmaciones de Zapatero estuvieron muy lejos
de ser altisonantes. Fueron más bien ecuánimes, centradas y prudentes, ante la
complejidad del escenario que enfrentamos. Incluso no faltó quien, desde los
sectores opuestos al gobierno, asegurara que ha debido ir más allá.
Lamentablemente, palabras como
crisis o separación de poderes eran ineludibles en su discurso. Quienes se
sientan ofendidos harían bien en revisar cuánto de cierto hay en ellas en lugar
de cargar contra el visitante.
Más frontal fue Rivera. El joven
líder político de Ciudadanos, que ha acaparado la atención en su país y en el
mundo, respondió por la calle del medio a las acusaciones de intervencionismo
español en los asuntos internos de nuestro país: “El enemigo del pueblo
venezolano no es el pueblo español, el enemigo de Venezuela es el hambre, la
falta de medicamentos, la inseguridad en las calles, que nadie se confunda de
enemigo, los españoles somos amigos de los venezolanos”.
Y fue más allá en su análisis de
lo que hoy afrontamos por esta latitudes: “El modelo político y económico
actual de Venezuela está en contra de los signos de los tiempos, los tiempos
piden libertad, los tiempos piden competencia, los tiempos piden bienestar
social y los tiempos piden igualdad de
condiciones, igualdad de oportunidades, y por tanto estoy convencido de que la
apertura también del modelo económico y social
conllevarán en Venezuela en un futuro en la posibilidad de que la gente
pueda generar riqueza y redistribuirla”.
Rivera se expresó de esta manera
en una reunión con la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional, en
la cual reiteró su visión de que la salida al juego trancado que padecemos los
venezolanos es el referendo revocatorio. Y valga acotar que su entrada a
nuestro país no fue impedida, como se había amenazado, creando de esta manera
gran expectativa con su llegada.
Quienes hoy nos gobiernan, tienen
que asumir que nos han llevado a un estadio de precariedad tal, que países que
sienten fuertes nexos afectivos con nosotros se plantean muy seriamente la
donación de medicamentos y comida. Tal es el caso de España, de donde llegaron
en tiempos pasados numerosos migrantes para construir patria en esta tierra y
que han echado raíces por generaciones enteras de este lado del océano.
A veces, nos hace bien ser vistos
con ojos que nos observan desde afuera. Quizá estamos demasiado imbuidos en
nuestra propia crisis y el feedback desde el exterior es entonces bienvenido.
Y resulta que, estos dos
visitantes, coinciden con la visión interna de muchos venezolanos: sí hay
crisis, es grave, no se puede menospreciar. La solución pasa por las
instituciones y por el revocatorio. Con cabeza menos caliente que la nuestra,
nos encontramos en las mismas respuestas y soluciones. Mucho bien haría a nuestra
situación el escucharlos en lugar de descalificarlos.