miércoles, 21 de enero de 2015

"El verdadero enemigo"

Por David Uzcátegui  
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui


Quienes usan con frecuencia el lenguaje belicista, suelen echar mano de la palabra “enemigo” con más frecuencia de la necesaria. Es un término que se usa muy a la ligera, y cuyo empleo muchas veces, más que contribuir a soluciones, termina por enrarecer aún más los ambientes y los problemas.
Creemos que es algo que sucede con mucha frecuencia en la Venezuela actual. El señalamiento de enemigos poco contribuye a resolver, y sí a complicar, las delicadas situaciones que atravesamos. Quizá más bien, en lugar de buscar culpables, toque enfocarse en identificar soluciones.
El ejemplo más pertinente en este momento, son la reiteradas colas que los consumidores se ven obligados a hacer en busca de artículos de primera necesidad. Desde el lado del gobierno, observamos una dicotomía: mientras unos funcionarios se sientan a hablar con otros factores de la vida nacional e intentan buscar soluciones; otros tantos prefieren endilgar responsabilidades a terceros en lugar de trabajar por soluciones.
Por supuesto que desde esta tribuna nos alineamos con los primeros. El trance que actualmente atraviesa la ciudadanía con este problema, obliga a conversar, a negociar y a solucionar, aunque haya que dejar de lado percepciones y matices. 
El bienestar de la gente es lo primero y eso es indiscutible.
Sobre la mesa de las soluciones, dejamos para ese sector gubernamental que está consciente del camino a seguir, algunas consideraciones.
Para nadie es un secreto que la mayoría de lo que consumimos es importado, lo cual nos obliga a abrir dos caminos de acción para poder salir adelante. El primero y más urgente es optimizar la operación del nuevo Centro de Comercio Exterior, Cencoex, para la aprobación expedita de divisas y su adecuada verificación para que su uso no sea desviado.
La segunda respuesta es sin dudarlo, volver a propiciar la producción nacional. El alza de los precios del petróleo –que ya quedó atrás- llevó a una perversa distorsión en la cual era más barato comprar cualquier cosa afuera que producirla aquí, lo cual contribuyó enormemente a la muerte del aparato productivo nacional. Es el momento de corregir esa anomalía, entre otras cosas porque no tenemos alternativa.
Desde aquí insistimos en el empuje que tiene el emprendedor venezolano. Hay gente que le apuesta al país y que busca oportunidades. Son los mismos que se han quedado produciendo en un entorno adverso que tiene que cambiar por el bien de todos y que han sabido salir adelante a pesar de no tenerlas todas con ellos.
Por otro lado, consideramos que se debe revertir la satanización del sector privado. Las naciones más prósperas ven trabajar mano a mano a funcionarios y empresarios para el bienestar de todos. Y el asunto alimentación es extremadamente medular y delicado como para dejarlo en manos de uno de los dos sectores exclusivamente.
El Estado debe operar como ente regulador y supervisor, y sin duda es interesante que presente sus propios mecanismos de distribución y venta al detal; pero él mismo debe limitar su participación en el mercado, para no incurrir en errores por un exceso de responsabilidad. Y paralelamente, la reglamentación al sector privado para proteger al consumidor, debe propiciar también el crecimiento del mismo, en una relación ganar-ganar.
De resto, no nos queda sino reiterar que el verdadero enemigo en este momento es salirnos de foco, caer en la trampa de la división, el buscar el culpable en lugar de encontrar respuestas.

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