Por David Uzcátegui
Secretario Nacional de Asuntos Municipales Primero Justicia
@DavidUzcategui
La reciente culminación del Festival Internacional de Turismo de Venezuela, vuelve a colocar en la agenda pública el potencial turístico de Venezuela y su consecuente pregunta: ¿por qué no lo desarrollamos?
Aprovechemos que fue el gobierno nacional quien puso calor al tema para tomar en serio su palabra y desgranar estos buenos propósitos que nos beneficiarían a todos.
El ministro del poder popular para el Turismo, Andrés Izarra, lanzó una meta audaz al cierre del encuentro: llevar la industria turística a representar el 9% del Producto Interno Bruto, a partir del 4% actual, lo cual significaría más del doble. Este propósito debería ser alcanzado para el año 2019.
Una meta por demás ambiciosa, especialmente cuando los más diversos sectores de la vida pública nacional reconocen que Venezuela no está en su mejor momento. Los precios del petróleo siguen a la baja y para nadie es un secreto la dependencia que aún mantenemos de nuestro principal recurso.
Pero quizá justamente por ello, es el momento de pensar en fuentes alternativas de ingreso. Existirán fatalistas que afirmen que no es el momento y que ya el tren se nos pasó. Desde esta tribuna, preferimos asegurar que justamente esa contingencia nos da un sentido de necesidad que puede impulsar el tan postergado espaldarazo al turismo receptivo en Venezuela.
¿Cuáles son los requisitos para ello? Ponemos en primer lugar la conciliación nacional. Mal podemos ser anfitriones si en nuestro hogar estamos escindidos. Y no se trata solamente de proyectar una mala imagen. Es un asunto de ser eficientes.
El turismo no es solamente un asunto de gobierno nacional, aunque sea esta instancia la que deba coordinar e impulsar los planes en macro. Es además responsabilidad de las administraciones regionales y locales, las cuales llevan un enorme protagonismo por conocer el tono, el color, las fortalezas y las debilidades de cada rincón de nuestro país.
Y en ese sentido, hay que recordar que dichas instancias de gobierno están en manos de diversos colores. La descentralización también es un tema que toca al turismo, porque toca a todos meter el hombro a un propósito de semejantes dimensiones.
Otra tarea entre las numerosas que se deben acometer para impulsar la recepción de turistas extranjeros es el asunto cambiario. Los diversos niveles del control de cambio actual crean confusión y circunstancias complejas no solamente entre los venezolanos, sino también entre quienes nos visitan.
La preocupación por la unificación cambiaria es de tal nivel, que importantes personeros del Ejecutivo la plantearon con mucha seriedad recientemente. Suponemos que su demora se debe a que es un asunto delicado y complejo; pero no al hecho de que sea menso preciada.
Finalmente, hay que afrontar la distorsión del negocio de las aerolíneas en el país, y aprovechar que muchas de ellas valoran la trascendencia de nuestro mercado y por ello están dispuestas a negociar la deuda que Venezuela mantiene con ellas. Recordemos que les toca traer a esos viajeros que aspiramos a recibir.
Quedan pendientes otros asuntos como seguridad, vialidad, entrenamiento de personal y conciencia de servicio. No está nada fácil; pero no podemos amilanarnos. Recordemos que de las crisis nacen las oportunidades. Cualquier visionario de vocación diría que es ahora o nunca.
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