Cada vez son menos transparentes y, con todo y eso, cada vez se les
notan más las costuras. A nadie le queda claro qué fue lo que ganó
Venezuela con el viaje a China de Nicolás y su combo, pero hay algo que
todos los venezolanos sabemos: ahora estamos todavía más endeudados y
seguimos siendo dependientes del petróleo y de las importaciones.
Pero lo peor es que al volver, para ocultar la maraña en la que están
metiendo al país, Nicolás volvió a su cháchara politiquera de siempre
para distraer a los venezolanos de problema real: que el país está
hundido en una crisis económica y ellos no saben cómo resolverla. ¡Y ni
hablar de la crisis política que tienen puertas adentro! Ni del retraso
en tomar de una buena vez decisiones económicas que todos sabemos que
son urgentes.
Están incapacitados para atender una crisis que ellos mismos
generaron. Son las últimas víctimas de su incompetencia y su
desgobierno. Puro guiso y pura bulla. Han tenido que ir fronteras afuera
apedir plata y a importar comida, dejando en el aire a una cantidad
enorme de productores nacionales con ganas de echar para adelante con
nuestro país, cuando desde hace rato el barril de petróleo pasa los cien
dólares. Sólo les interesan el poder y su partido.
Y es así como mantienen secuestrada la esperanza de sus militantes,
que cada vez están más decepcionados pues se han dado cuenta que o
construimos el futuro entre todos o el país se va por el precipicio.
Nicolás es incapaz de asumir que el modelo fracasó y es hora de hacer
algo. Ni siquiera puede admitir lo que sus propios ministros le deben
estar diciendo: que las políticas económicas han sido una equivocación
tras otra. En cambio, ¿qué es lo hace? Pasea en un avión ajeno que nos
cuesta 250.000 dólares al día a los venezolanos. Doscientos cincuenta
mil dólares de esos que no hay para la salud de muchos pacientes que
requieren medicamentos importados ni para apoyar a la producción
nacional.
Todos sabemos que ese viaje a China tenía un solo propósito: pedir
prestado. El desbarajuste y la corrupción han sido tales que dejaron las
reservas vacías. Pero para recibir toda esa plata, el gobierno tiene
que estar dejando algo en garantía. ¿Cuál es esa garantía? Uno se lo
pregunta y es como si diera un golpe en la puerta de una madriguera de
ratas: salen todos los cómplices de la corruptela a defender como pueden
pelón tras pelón y exceso tras exceso.
Pero lo que no pueden ocultar es que en el país siguen los muertos
por la violencia, las cárceles convertidas en un infierno, sigue
desplomándose la economía, se colapsan los servicios, los hospitales no
pueden atender a la gente y las familias venezolanas siguen pasando
trabajo. Ya se están cantando los resultados del 8 de diciembre y por
eso están tan desesperados y hasta raspando la olla o peleándose por
cuotas de poder, sin pensar en usted, en su familia ni en su comunidad. Y
todo eso con una inflación hambreadora del 45%.
Por eso es que hay que buscar a ese hermano y esa hermana a quienes
tengan chantajeados políticamente y hacerlos ver que cuando un país
tiene una inflación del 45%, ese país lo que necesita es un
cambio. Porque una inflación de 45% no pregunta tendencias ideológicas
ni por quién votaste en las elecciones pasadas: tanto quien tiene la
franela roja como quien dice que la política no le interesa tienen menos
dinero y son más pobres por culpa de la corrupción y la ineficacia.
Nosotros sabemos que Venezuela somos todos y, por tener eso tan claro,
es que hemos logrado ser cada vez más los que queremos progreso y
bienestar para cada familia.
A ellos lo único que les interesa es mantener el parapeto que han
armado para convencerse a sí mismos de que no van a perder el poder.
Pero nosotros sabemos que lo perdieron hace rato: justo cuando perdieron
la confianza del pueblo.
Así que olvídense de trapos rojos políticos y cuentos chinos venidos
de Miraflores: este país necesita un gobierno que trabaje. Cada bulla
que levantan los enchufados pretende distraer al pueblo del desastre en
que ha convertido a la Nación. Ya no saben qué hacer: tienen miedo de
tomar las decisiones económicas porque el 14 de abril se probaron a sí
mismos que perdieron al pueblo y que aquí ya no engañan a más nadie.
Vayan a contarle a otros sus cuentos chinos: este país cambió y ustedes
lo saben muy bien.
¡Que Dios bendiga a Venezuela! Seguimos adelante y sin miedo.