Uno de los asuntos que ha convertido a Venezuela en titular de la prensa internacional en las últimas semanas, es el episodio que hoy se vive en las fronteras. Bien es sabido de muchos, que numerosos venezolanos están marchando hacia los vecinos países de Colombia y Brasil, en busca de muchas cosas, pero básicamente de una: oportunidades.
Este episodio, complejo y fuera de lo común, es la confirmación de que se acumula la lista de aspiraciones que echamos en falta dentro de nuestro país, como muchos venimos diciendo desde hace años. Y de que esta situación se prolonga tanto, que es mejor macharse a intentarlo en otras latitudes.
¿Por qué por tierra? ¿Por qué a países vecinos? La respuesta a esto puede darnos muchas más luces de lo esperado.
Primeramente, el rango de los venezolanos que deciden aventurarse en otros países, ha crecido, es hoy mucho más diverso y variado. Recordemos que desde que tenemos registro de la historia de nuestra patria, hemos sido una tierra receptora de inmigrantes, pero jamás había tocado a nuestro pueblo salir.
El fenómeno nuevo no llega ni siquiera a las dos décadas y comenzó con un discurso altisonante por parte del poder, el cual comenzó a resquebrajar la confianza y a ahuyentar tanto a los capitales como a la materia gris con calificada formación. Ambos, por cierto, elementos imprescindibles en la construcción de un país y cuya partida fue un torpedo en la línea de flotación del desarrollo venezolano en los años posteriores. Hoy, sin duda, estamos viendo las consecuencias.
Sin embargo, este clima enrarecido que hoy marca a la venezolanidad y que la ha marcado por años, no ha hecho sino profundizarse con el transcurrir del tiempo. Y ello ha hecho que cada vez más compatriotas consideren la posibilidad de un destino alternativo en otras latitudes.
La falta de respuestas, la limitación de soluciones y de oportunidades, la ausencia de fe en un porvenir que es a todas luces incierto, dispara el instinto humano de aferrarse a la posibilidad de vivir mejor de alguna manera, como sea. Y es muy doloroso que cada vez más compatriotas consideren que esto solo es posible al otro lado de alguna frontera.
En el caso de lo que está sucediendo con Colombia, todos sabemos que la historia es vieja y de larga data. En este espacio lo hemos tratado, justamente a raíz de incidentes anteriores en la línea fronteriza con nuestros vecinos colombianos.
Esa línea en cuestión, es una de las más calientes del continente y del mundo. El paso de un lado a otro siempre ha sido cotidiano y por ello las fuerzas públicas de ambos lados desde siempre han intentado encontrar soluciones a la medida de lo que es una realidad histórica, cultural y social.
Sin embargo, el incremento de la cantidad de personas que cruzan de Venezuela a Colombia, ha llamado la atención de las autoridades de ese país, porque era a todas luces inesperado y sobrepasaba cualquier cálculo.
Hay que decir, y esto es importante, que sin duda no todos tienen el plan de permanecer y establecerse en el territorio colindante. Muchos pasan esperando encontrar alguna labor temporal que facilite su sustento, para regresar a nuestro lado y suplir a su familia de lo necesario. Otros se animan al recorrido con el fin de buscar algunos bienes que necesitan y que no están a la mano de este lado. Y siempre, la intención es regresar.
Pero sí se debe reconocer que otros tantos aspiran a quedarse. E incluso, algunos más usan esta puerta de salida y tienen en sus planes continuar el viaje hacia terceros países por tierra o aire.
Es lo mismo que nos está sucediendo con Brasil, una frontera con menos movimiento que la colombiana, por la escasa población y por lo agreste de su geografía. El movimiento de coterráneos en esa dirección sí ha resultado una verdadera novedad, que ha sorprendido a las autoridades de los dos lados de la línea limítrofe.
¿Qué falta en nuestra tierra, para que cantidades cada vez mayores de ciudadanos se animen a buscarlo fuera?
De nuestra parte, nos negamos a ver la presencia de fuerzas de seguridad colombianas y brasileñas en nuestra frontera como un asunto que pueda presagiar algún tipo de agresión hacia nuestro país.
Lógicamente, ante el incremento en la llegada de connacionales a las poblaciones limítrofes, se ha necesitado reforzar el orden para administrar la situación inesperada de la mejor manera posible. Cualquier clase de paranoia disparada por estos hechos no haría sino enrarecer aún más una situación ya de por sí delicada y llena de matices que la complican.
No nos queda más que agradecer la hospitalidad de quienes reciben a los visitantes en ambas tierras y agradecer la comprensión. Sin duda, se encontrarán maneras de administrar esta coyuntura de la mejor manera posible y vendrán tiempos mejores para todos.
David Uzcátegui
Twitter: @DavidUzcategui
Instagram: @DUzcategui
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