David Uzcátegui
@DavidUzcategui
La impactante épica ciudadana del
pasado domingo, sin duda le dio la vuelta a la página en la historia de
Venezuela. Hay que haber escogido conscientemente la ceguera como forma de
vida, para negarlo.
Ante la reiterada negativa de
quienes hoy administran el país a escuchar a la gente, ante la desesperación
legítima de las necesidades no satisfechas, ante la ruptura de los canales de
diálogo, ante la descalificación de las urgencias, el pueblo decidió gritar. Y
el grito se escuchó en el mundo entero. No por nada, el conglomerado de medios
internacional BBC tituló la información como "El grito que dio
Venezuela".
Los venezolanos decidimos exigir,
tomar la iniciativa, demostrarle a ese poder tan mal llevado, que si no cumplen
con los deberes para los cuales están allí, nosotros no vamos a ser cómplices
ni sumisos, y nos vamos a hacer sentir. Nos hicimos sentir.
Bien debería sacar la actual
administración –y cualquier gobierno del mundo- una lección que se ha repetido
reiteradamente y hasta el cansancio en la historia universal. Cuando un país es
acorralado, arrinconado, puesto contra la pared, cuando se cercenan derechos,
cuando el instrumento de comunicación es la burla y la humillación, la
expresión popular abre un nuevo cauce. Y eso fue lo que sucedió en nuestra
nación.
Todos a una, como en la clásica
obra teatral Fuenteovejuna, creamos una nueva vía de expresión popular. Un
torrente caudaloso de voluntades, que se expresaron en todas partes del
planeta, porque los venezolanos que han partido al exilio, presionados por la
agobiante situación nacional, fueron una expresión multitudinaria que hizo
noticia en el mundo entero.
Y quizá fueron el elemento más
resaltante en la opinión pública internacional, que se pregunta por qué, si la
autodenominada revolución es tan exitosa como dice ser, tantos han optado por
buscar un destino mejor lejos de su tierra.
Ya está dicho, pero no está demás
recalcarlo: la consulta popular de este pasado domingo, sí es vinculante.
Y no hay más que ir a la
Constitución Nacional y revisar ese artículo 70, sobre el cual propios y
extraños, de cualquier color político, han tenido el ojo puesto en los últimos
días.
Dicho artículo establece entre
los medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su
soberanía, en lo político, a la consulta popular, afirmando que sus decisiones
serán de carácter vinculante. Y agrega que “La ley establecerá las condiciones
para el efectivo funcionamiento de los medios de participación previstos en
este artículo”.
Dicho está, y en letra
constitucional. La consulta popular existe, es vinculante y los funcionarios
encargados de impartir la ley en nuestro país, tienen el mandato de ocuparse de
asegurar las condiciones para el efectivo funcionamiento de dichos medios de
participación.
Desoír a más de siete millones de
voluntades, nos refrenda lo que sabemos desde hace rato: este gobierno no
escucha a nadie. Está en el poder por otros apetitos, por otros intereses,
porque tiene una agenda propia ajena al bien nacional.
Pero no está allí por el
servicio, por una palabra que no entiende y que se le escapa, que debe ser el
norte de todo funcionario público y que, en el manual de estilo oficialista es
ignorada olímpicamente; para ser sustituida por otras tareas, que son una
traición al mandato popular que recibieron, al cual no han honrado y que hoy,
moral y legalmente, ya perdieron.
El nudo en el cual se encuentra
atascado el régimen actual, parte del hecho de que todo el marco constitucional
vigente y sus leyes derivadas, fueron concebidos en una ola de popularidad que
ocurrió hace ya casi dos décadas y que se extinguió hace rato, a punta de hacer
mal el trabajo.
Ahora, cuando los instrumentos
que estaban creados para jugar siempre a su favor están trabajando en su
contra, quieren cambiarlos. Es aquí donde radica la absoluta falta de espíritu
democrático.
Es por eso que se nos confisca el
referendo revocatorio presidencial que ha debido ocurrir en 2016, y es por eso
que la presión comienza a aumentar a niveles exponenciales en nuestra sociedad.
Las alarmas democráticas del
venezolano se encendieron al faltar una consulta de obligatorio cumplimiento,
máxime cuando la nación se ahoga en problemas, ante la apatía de quienes
deberían resolverlos.
Por si fuera poco, como la
Constitución ya no nos sirve, vamos a inventarnos una nueva. Pero ni siquiera
bajo los preceptos que establece la actual, que vio la luz bajo el mandato de
quien se supone es el líder supremo para los gobernantes actuales. No, hay que
hacerlo de otra manera, porque no nos acomoda a nuestros planes.
Todo este juego antidemocrático
es el detonante de la indignación ciudadana que salió a manifestarse el domingo
16. El balón quedó del lado del gobierno.
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