viernes, 14 de octubre de 2016

"Los precios del petróleo"

David Uzcátegui
@DavidUzcategui

Todos los venezolanos conocemos un dicho escatológico –aunque gráfico-, el cual denota la mala puntería de alguien. Es algo así lo que está sucediendo con el gobierno venezolano en sus muy vanos intentos por subir a como dé lugar los precios del petróleo.

El comentario viene a propósito de la visita del presidente de la República, Nicolás Maduro,  a Turquía, donde participó del vigésimo tercer Congreso de Energía Mundial en Estambul. La agencia de noticias rusa Sputnik, recoge las palabras de celebración del mandatario sobre su gestión: "Todo un éxito nuestra visita a Turquía", dijo a medios internacionales, tras ofrecer un balance de las reuniones, según informó en su cuenta de Twitter el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas.

Sin embargo, nos permitimos dudar, y ello se debe a que las alzas y bajas del petróleo, se deben a bastante más factores que a giras, visitas y acuerdos.

En el pasado, el fallecido presidente Hugo Chávez atribuyó el alza de los precios del hidrocarburo a su agresiva política exterior, sin tener en cuenta una compleja situación geopolítica mundial que empujó aquellos fabulosos precios que no volverán, como se diría en cualquier comercial de televisión. El problema –otro entre tantos- está en que los mismos que inventaron ese discurso, parecen creérselo y hoy aplican una fórmula supuestamente comprobada, pero no tienen éxito.

Sobre el tema, el portal noticioso de Globovisión recoge una frase de Maduro: "Los dueños del petróleo debemos tener el papel de mando en los nuevos mecanismos y garantizar un nuevo ciclo de precios".

Y es un gran problema creer que los precios del petróleo se “mandan”, que la economía obedece órdenes. Ciertamente, existe un mecanismo que es la Organización de países Exportadores de Petróleo, OPEP; que en el pasado, actuando colectivamente como uno solo, logró incidir en los precios petroleros. Pero también es verdad que esa incidencia fue limitada, tuvo un techo, y que los grandes picos del precio de los combustibles se han debido a acontecimientos fortuitos e inesperados, en tanto y en cuanto escapan a la industria.

Industria que hoy por hoy, está por cierto mucho más atomizada al haber entrado al juego diversos actores nuevos, con intereses divergentes y difíciles de coordinar en una estrategia común.

Por otra parte, las realidades de los mismos países OPEP han cambiado y la divergencia de intereses también se siente allí.

Si todo esto fuera poco, debemos apuntar también que aquello de “sembrar el petróleo” que tanto se dijo en Venezuela y jamás fue materializado, sí se convirtió en acción en otras latitudes. Desde el alucinante progreso de Dubai hasta los sólidos ahorros de Noruega, nos recuerdan lo que pudimos ser pero no fuimos.

No son muchos los productores de crudo que se preocupan mayormente por la caída de sus ingresos, ya que supieron administrarse muy bien en tiempos de vacas gordas. Incluso, prefieren que los precios se desplomen porque así desaparecerán de la competencia jugadores menos preparados para la contingencia… como Venezuela.

Y no estamos hablando del imperio, ni de ningún otro fantasma o entelequia que pueda servir como justificación. Hablamos incluso de supuestos aliados, que los son hasta que dejan de serlo, como los dos perros que se consiguen un hueso en el camino. Recordemos, y aquí lo hemos dicho: los países no tienen amigos ni enemigos, sino intereses.

¿A qué se debe la urgencia de los funcionarios nacionales por elevar los precios a como dé lugar? Vaya si lo sabremos los venezolanos, con la colección de penurias que estamos padeciendo.

El rosario de las equivocaciones venezolanas respecto a este asunto, se pierde de vista en nuestra historia, en los tempranos tiempos del siglo XX y tiene que ver con el nacimiento mismo de la industria y su fatal relación con la administración pública.

Y hoy, con una historia centenaria, no mejora nada este enfermo. Ya lo sabemos de sobra: somos un país monoproductor y monoexportador, y nadie ha hecho nada para remediarlo. Ni este gobierno, ni los anteriores, no se escuchó a venezolanos visionarios como Arturo Uslar Pietro y Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien llegó a referirse a nuestra principal riqueza como “el excremento del diablo”, en una visionaria frase de las desgracias que iba a acarrear a nuestra patria su mala administración.

Y así fue. No solamente ocurrió la adversidad, sino se dio el lujo de regresar y volvernos a encontrar desprevenidos, más mareados que nunca con los mayores ingresos por venta de petróleo de nuestra historia. Nadie previó el obvio rebote, como si nadie supiera de la industria en el gobierno. Y nadie, desde afuera, le va a lanzar salvavidas alguno a la mal administrada Venezuela. Si se cuenta con eso, están apuntando muy mal.

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