David Uzcátegui
@DavidUzcategui
Las nuevas situaciones que
estamos viviendo actualmente en Venezuela, tienden a modificar comportamientos
hasta ahora tradicionales en la ciudadanía. Es el caso de los asuetos, como el
recién pasado de carnaval, en los cuales la gente tendía a salir masivamente a
disfrutar por unos días. Pero ahora, parece que no lo hacen tanto como antes.
El gobernador del estado Miranda,
Henrique Capriles, manifestó que los temporadistas en la entidad a su cargo
disminuyeron en aproximadamente te 40%, un dato a tomar en cuenta si
consideramos que las tradicionales costas mirandinas son uno de los desahogos
de los vacacionistas del centro del país en los asuetos cortos, como el que nos
ocupa hoy.
Otros ejecutivos regionales y
locales, así como medios de comunicación diversos, reportaron también la
disminución de turistas en playas tradicionales y en aeropuertos emblemáticos,
como el de Maiquetía, con lo cual, en mayor o menor porcentaje, el llamativo
fenómeno se repitió.
Y creemos que es llamativo,
porque la cifra de viajeros tiende a mantenerse o a aumentar; rara vez a
disminuir, y menos aún en proporciones tan notables.
Habría que detenerse a revisar
esto y poner la lupa en cuáles son las causas para que se modifique la conducta
de la ciudadanía, especialmente en unos días feriados que son para el disfrute
familiar y que tradicionalmente se han prestado para movilizaciones
multitudinarias, a fin de disfrutar de un merecido descanso y unos días de
esparcimiento.
Capriles, en las declaraciones
referidas, subraya el hecho de que el dinero cada vez rinde menos y se hace más
difícil para una familia completa el intentar vacacionar. Si los gastos varios
de alojamiento, comida y transporte se deben multiplicar por 4 o 5 personas,
amén de la conocida inflación que nos ha afectado en los últimos tiempos, cada
vez menos gente puede abordar semejante erogación.
Ni siquiera en destinos tan
populares como las playas, que se cuentan entre los más solidarios. Ni en un
fin de semana largo como el de carnavales, el cual debería resultar mucho más
asequible que unas vacaciones de mayor aliento.
Lo aquí comentado podría perecer
un acto de frivolidad, ante prioridades más urgentes que inquietan a la
ciudadanía, como lo son las situaciones con comida y medicinas. Pero he aquí
que cuando hablamos de calidad de vida para nuestra gente, eso incluye también
el sano esparcimiento, el tiempo necesario y estipulado para alejarse de las
responsabilidades y compartir entre familia y amigos; más aún cuando nuestra
nación ofrece tantas opciones atractivas para vacacionar y definitivamente
existen para todos los presupuestos. Pero parece que ya ni siquiera las más
competitivas están al alcance de la familia venezolana. Y esto es una señal de
alerta en cuanto al deterioro del bolsillo del pueblo.
Adicionalmente, recordemos que
las tradicionales poblaciones turísticas de nuestra geografía comprenden a
miles y miles de trabajadores que viven de lo que gastan los visitantes y así
ha sido tradicionalmente por muchos años.
El hecho de que disminuya tan
drásticamente el consumo de bienes y servicios en estos lugares, augura una
contracción en la economía de los trabajadores del sector, lo cual suma a un
círculo vicioso en el cual el alza de los precios aunada al menor ingreso,
deteriore las expectativas de crecimiento de quienes se dedican a esta
actividad, a la cual por cierto deberíamos apostar para nuestro desarrollo
económico como país.
Y ya no se trata solamente de
incentivar desde los ejecutivos regionales y locales las visitas a determinadas
regiones, trabajo que por cierto muchos hacen hasta el alcance de sus
posibilidades. Estamos hablando de que los potenciales visitantes tengan
realmente la disponibilidad económica para pagar transporte, comida y
alojamiento, para consumir en los lugares que visitan y para que de esta manera
pequeños y medianos emprendedores de las regiones más atractivas de nuestra
patria puedan edificar su independencia económica sobre una actividad que le
aporta a nuestro nombre como país, creando un círculo virtuoso que nos
beneficie a todos.
Las causas de por qué se contrajo
la actividad turística en estos carnavales recién celebrados, son complejas y
no alcanzaríamos a analizarlas en esta nota. Por demás no es el tema. Pero sí
queremos insistir en que se trata de un tema que no podemos pasar de largo.
Ya de regreso en nuestros hogares
y enfrentados de nuevo a la cotidianidad, ponemos de nuevo al fe en la
dirigencia que tiene en sus manos el destino del país para enderezar el rumbo y
no seguir siendo víctimas de una involución que nos está quitando hasta el
derecho a escapar por un rato de nuestros problemas.
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