Cuando
los corruptos se desesperan y saben que se les empiezan a ver todas las
costuras, buscan cómo distraer, engañar y evadir sus responsabilidades. Tenemos
quince años viéndolo: Nicolás y su combo de enchufados forman parte de esa
vieja y tramposa manera de hacer política en la cual nadie asume sus
responsabilidades y se inventan culpables, saboteadores y bombas de humo.
Pero
si hay un grupo de personas al cual los enchufados no van a poder engañar nunca
más es a las madres venezolanas. Lo digo porque afortunadamente siempre he
gobernado cerca de ellas, oyéndolas y atendiendo sus necesidades. Las madres
venezolanas no paran y echan para adelante, pero no porque las condiciones del
país se lo permitan, sino porque su empeño por sacar adelante a los suyos y su
fuerza para hacerle frente a todos los obstáculos que la realidad y resolver
son casi infinitos.
En
un encuentro reciente con las Madres Cuidadoras, en los Valles del Tuy, pudimos
conversar sobre eso. ¡Están tan claras que, como líderes, hablar con ellas nos
fortalece y nos hace saber que vamos por el camino correcto! Pero es indignante
saber que el gobierno nacional tuvo la oportunidad de brindarle calidad de vida
a cada familia necesitada y no lo hizo, distrayéndose en discusiones absurdas y
dándole palazos al viento para justificar un modelo que ya está más que
agotado.
¿Hasta
cuándo creían que les iba a durar esa estrategia de politiquería barata de
echarle la culpa al otro? Ya el 14 de abril se dieron cuenta de que la mentira
ha quedado al descubierto y han tenido que utilizar todas las estrategias
habidas y por haber para distraernos de esa lucha. Pero ha sido imposible: lo
que han hecho es sumar una causa con otra y otra más, hasta quedar entrampados
en las consecuencias de su manera de gobernar.
A
la crisis política se les sumó la económica, ambas con claros culpables. Luego
les vino la escasez. Han sido incapaces de manejar de manera responsable el
tema de la H1N1. Y, luego, las protestas de nuestros profesores universitarios
han puesto evidencia lo poco que le importa al partido de gobierno el futuro
del país. Pero, en cada casa de cada ciudad y cada pueblo de Venezuela, está
cada una de las madres de familia que han sido castigadas por las políticas de
Nicolás y su combo, mientras la Fiscalía se hace la loca con quienes cada vez
tienen más y más plata, más y más escoltas, más y más negocios.
Nicolás
está desesperado intentando que la gente mire hacia otro lado, para esconder su
ilegitimidad. Pero lo que ha hecho es que incluso quienes aún confiaban en ese
proyecto vean el tamaño de la irresponsabilidad de quienes siguen enchufados a
Miraflores ante el abandono de la producción nacional, el desabastecimiento,
las devaluaciones, la inflación, la escasez, que la plata no alcance, las
muertes por violencia, la inseguridad, el desempleo, el pésimo estado de los
servicios públicos, su incapacidad para atender una epidemia, la falta de
divisas, la dependencia de las exportaciones y el abandono del sistema público
de salud y las construcciones de obras y viviendas paralizadas.
Esa
gente votó por un cambio. Esa gente sabe lo que pasó el 14-A. Ésa es nuestra
gente, que no se va a dejar expropiar el futuro y que redoblará las fuerzas en
las próximas elecciones del 8 de diciembre para hacerles cada vez más cuesta
arriba el guiso y la trampa. Esa gente es la que va a cambiar la historia,
Nicolás. No tú ni tus jalamecates. Tu partido ha cometido la salvajada de
obligar a las madres de familia a resolver lo que la mediocridad de las
políticas de un modelo agotado no resuelve. Y ésa es una verdad tan grande como
son las madres venezolanas. Pero ellas también saben que nosotros sí sabemos
resolver y dar soluciones. Y si amenazas con afectar nuestros recursos, o con
invisibilizarnos en los medios de comunicación o con seguir montando ollas que
terminan en puro humo, igual sabremos resolver junto al pueblo. Y eso es algo
que ya ustedes no pueden hacer, porque perdieron la confianza del pueblo al
jugar con su esperanza.
Y
esas madres de familia con las cuales jamás he perdido contacto, llenas de
fuerza y ganas de futuro, han sido las grandes iluminadoras del resto de
nuestros hermanos y hermanas. Son nuestras principales movilizadoras. Son la
fuerza que ha hecho posible que cada vez más venezolanos despierten.
Ustedes
creían que desapareciéndonos de los medios iban a detener la fuerza del futuro
que está en cada una de las casas del país. Pero a una madre, Nicolás, jamás
vas a poder alejarla de su familia, ni de sus vecinos ni de su comunidad. Ellas
están más cerca del país de verdad que tú y que tus ministros de palacio, que
ahora están más pendientes de que en otros países te reconozcan.
Porque
ahí es donde está el motivo de tu desespero: sabes muy bien que dentro de esas
casas, en las familias, en las comunidades donde esas madres son ejemplo y
motor, tus intentos por legitimarte no llevan vida, porque es ahí donde se
siente el hambre, donde se llora a los muertos y donde el agua y la luz no
llegan.
Tener
patria no es montar un desfile y obligar a la gente a escucharte, Nicolás. La
patria no son números maquillados. Tener patria es que cada madre pueda estar
tranquila al saber que ella y los suyos tienen seguridad, que en el hospital
más cercano a su casa hay recursos, que se puede ahorrar un poquito de la
quincena y que nadie en toda su comunidad va a tener que acostarse sin comer
ese día.
Y
por eso cada una de esas madres seguirá haciendo crecer el respaldo electoral
el próximo 8 de diciembre. Ellas le echan demasiado pichón cada día de su vida,
así que ninguna de esas mujeres está dispuesta a ponérsela papayita a los
corruptos ni a los tramposos. Yo confío en ellas y ellas han confiado, confían
y confiarán en mí y en nuestro proyecto de futuro.
Qué
Dios bendiga y les dé fuerza a cada una de nuestras madres. Sigamos adelante.
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