En los recientes días todos los venezolanos hemos podido ver cómo los
enchufados al Poder insisten en dos cosas: distraer la atención de los
verdaderos resultados de las elecciones del 14-A e intentar imponer la
violencia como mecanismo.
Pero no han logrado convencer al pueblo de ninguna de las dos cosas,
porque los venezolanos queremos la verdad. ¡Y a la verdad no la derrota
nadie!
Es lamentable que la torpeza política de Nicolás y su combo tenga en
las familias venezolanas —sin importar el bando político— a sus
principales víctimas. Ni siquiera fue capaz de leer lo que sucedió en
las pasadas elecciones y han optado por la más ineficaz, costosa y
violenta manera de enfrentar la crisis política: la polarización y la
radicalización. Es la muestra más clara de que un liderazgo verdadero es
el producto de una carrera en la que se ha aprendido de la victoria y
de los errores.
Eso es lo que ha permitido que exista un nuevo liderazgo político
venezolano. Y no está de más reafirmarlo: formado por venezolanos y
respaldado por los venezolanos. A mí me honra, me llena de orgullo
sentirme parte de quienes conducimos a buen puerto el deseo de futuro y
progreso de cada uno de mis hermanos y de mis hermanas. Todo aquel que
quiera que Venezuela crezca y se convierta en el país que hemos soñado
está de este lado de la lucha. No de este lado de las tendencias
políticas, que es algo muy distinto, sino de este lado del país: de los
que miran hacia adelante. ¡Porque si hemos soñado el país que queremos
es porque lo merecemos y porque es posible!
Fíjense bien en lo que ha sucedido con la auditoría chucuta que
querían hacer. Fíjense cómo ninguno de los personajes del partido de
gobierno ha dicho algo sobre el montón de veces que ellos mismos
señalaron que los cuadernos son vitales para una auditoría. Fíjense cómo
los mentirosos son víctimas de ellos mismos. ¿Saben por qué? Porque
para mantenerse tanto tiempo en el poder siendo tan ineficaces han
tenido que decir de todo, contradecirse y hasta desmentirse. Son los
reyes a la hora de hablar pa’tras y pa’lante.
Es importante que cada uno de los venezolanos sepa cómo y por qué se
está haciendo esta impugnación. Tanto los que votaron por nuestra
propuesta como aquellos que decidieron darle un último voto de confianza
a los enchufados. Esto no se trata de un antojo ni de que no nos guste
el resultado, porque tanto en el PSUV como nosotros sabemos muy bien qué
fue lo que pasó. Esto se trata de confianza y de mi compromiso con
ustedes: yo le dije a cada uno de los venezolanos que iba a defender su
voto y que la voluntad expresada, lo que cada venezolano eligió, tenía
que ser el resultado.
Las elecciones del 14-A han sido impugnadas porque tenemos pruebas y
razones suficientes. Se negaron a hacer una auditoría como Dios manda y
arrancaron esa farsa que hicieron con el único fin de darse palmaditas
en la espalda. El partido de gobierno ha tenido demasiado tiempo
enquistado en las instituciones y se ha acostumbrado a esa manera de
proceder. Nosotros, en cambio, hemos cumplido paso por paso los procesos
necesarios y eso parece que los sorprende: sabemos qué hay que hacer y
cómo debe hacerse para que la verdad salga a la luz. Y nada aterra más a
los mentirosos que la defensa de la verdad.
Ahora resulta que hasta su misma militancia sospecha de la
legitimidad que intentan posicionar. Y tienen todo el derecho de
preguntarse por qué no quieren sacar los cuadernos y contar sus votos.
Mientras tanto, intentan imponer a Nicolás a realazo limpio fuera de
nuestras fronteras. Les importa más eso que el reclamo que las tres
cuartas partes del país exigen. ¡Una muestra más de que a ellos lo que
les interesa es cómo los ven en el exterior antes que la confianza de
los venezolanos!
Sucesos condenables como la violencia contra nuestros diputados en la
Asamblea Nacional o las acciones emprendidas contra el general Rivero
no son más que nuevas manifestaciones de una manera de hacer política
que glorifica la violencia y la promueve. Pero lo más preocupante es que
es una muestra clara de que los enchufados han sido verdaderamente
incapaces de leer lo que sucedió el 14-A: este país es otro, pero se
repiten tanto sus propias mentiras que han sido incapaces de verlo. Han
decidido mantenerse aferrados al poder a como dé lugar, incluso
traicionando a sus propios militantes. Y eso el pueblo lo ha condenado
históricamente.
Si creen que generando violencia resuelven el problema de la
ilegitimidad, están equivocados. Si creen que amenazando y persiguiendo
trabajadores resuelven el problema de la ineficacia del gobierno, están
equivocados. Si creen viajando van a hacer que a la gente se le olvide
la inseguridad, la inflación y la escasez en Venezuela, están
equivocados. Si creen que abusando del poder y secuestrando las
instituciones fortalecen su proyecto políticos, están equivocados. Con
todo eso —además de herir al país y a los venezolanos—están haciéndose
ellos mismos un gran daño, hundiéndose cada vez más en una manera de
hacer política que los ha dejado ciegos y sordos de poder.
Y por eso voy a dejarme el pellejo defendiendo lo que sucedió el
14-A: porque es el reflejo de un cambio, de una nueva era para el país,
del momento del progreso. ¡Y eso tiene que darnos fuerzas para recordar
que cuando las cosas se hacen bien pasan cosas buenas!
Esa mayoría que logramos el 14-A hoy sigue creciendo. Y cada una de
esas personas que se ha ido sumando lo hace porque saben que este
liderazgo es para todos y no para un grupito. Mientras Nicolás viaja y
se pasea por el mundo, acá estamos trabajando para defender a quienes
creen en que hay un camino mejor y en ganar la confianza de los que han
pensado de una forma distinta durante estos años y hoy se ven
decepcionados una vez más.
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